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¿Comprarías maquillaje de una marca cuya imagen es un hombre?

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La barrera que existe entre géneros se va difuminando conforme avanzamos y encontramos nuevas formas de definir nuestra identidad que van más allá de los clásicos conceptos de «masculino» y «femenino». No hablo de los infructuosos intentos de líneas de ropa agender, sino de accesorios sin etiquetas y, por qué no, maquillaje para todo el mundo.

Viendo el éxito que tienen las cuentas de maquillaje de algunos hombres en las redes sociales, la firma americana de maquillaje Maybelline ha dado un atrevido paso, contratar por primera vez a un hombre como imagen de un nuevo producto.

El elegido fue Manny Gutiérrez y el cosmético en cuestión una máscara de pestañas, The Colossal Big Shot.

@mannymua733 lookin' like a babe in new #intimattenudes lipstick in 'beige babe'. #mnyitlook #mnytravels

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Independientemente de las ventas que vaya a tener el producto me gustaría analizar la maniobra. Otra cosa no, pero chocante es un rato. De hecho, ¿qué mejor manera de comprobar la eficiencia de un cosmético que ponérsela a un hombre que no suelen llevar nada para comprobar la diferencia entre llevar o no la máscara?

Maybelline busca ventas sí, pero también sorprender, provocar, dar de qué hablar y, ya puestos, porque la mentalidad empresarial es lo primero, abrirse un pequeño hueco en un nuevo nicho como puede ser el de los hombres usando cosméticos. Algo que nos lleva a plantearnos las siguientes cuestiones: ¿deben maquillarse los hombres? No, al menos no como obligación, exactamente igual que las mujeres. ¿Pueden hacerlo y ser aceptados por ello? .

Por qué desaconsejo totalmente la nueva línea de maquillaje para el gimnasio de Primark

Miedo. Me da miedo en lo que nos estamos convirtiendo. Cuando pienso que estamos avanzando, que damos pequeños pasos en la dirección correcta hacía una sociedad menos superficial y más auténtica me encuentro que Primark (mi amado y fiel Primark) saca una línea de maquillaje especialmente pensada para realizar actividad física.

Si yo fuera el CEO de Primark se me caería la cara de vergüenza. PRIMARK

(Antes que nada, y dejando a un lado el tema de la beauty line deportiva, ¿en serio os fiaríais del maquillaje de la firma irlandesa? Yo soy la primera que compra desde los tangas hasta un abrigo en la tienda y sé la calidad de las prendas por lo que ni se me pasa por la cabeza comprarme nada de su línea de cosméticos.)

Para empezar, los polvos faciales (o mattifying face powder) se llaman NO SWEAT, nombre muy acertado porque claro…¡cómo vamos a sudar en el gimnasio! Es que, a quién se le ocurre semejante incongruencia. El sudor a este ritmo va a estar tan prohibido en los gimnasios como las camisetas que dejan al aire los pezones masculinos o entrena con la tripa al aire (algo que, por cierto, es una cuestión de higiene).

Luego tenemos el Lip Fix que es un labial con color de larga duración. Lo que significa que, durante tu entrenamiento, según vayas bebiendo agua para reponer fuerzas, te irás comiendo el labial poco a poco. Pero además la línea cuenta con máscara de pestañas a prueba de agua, delíneadores de ojos… y lo ÚNICO que me parece sensato, un labial de protección 50 para hacer deporte al aire libre.

Ps Workout se define como «una gama de cosméticos específica para hacer deporte, ligera, de larga duración y con un acabado natural para ojos, labios y piel del rostro» cuando lo realmente natural es hacer deporte sin ningún tipo de cosmético en la piel, ya que el maquillaje es algo que, como ya comenté en un post, obstruye los poros.

Esta línea me produce miedo, miedo porque ya ni en el gimnasio podemos sudar, mostrar rojeces o tener cara cansada (cuando realizar ejercicio nos activa la circulación y nos hace estar estupendas sin necesitar llevar nada en la cara); me produce preocupación porque es alucinante ver hasta qué punto están dispuestas a llegar las marcas para hacer negocio; me produce impotencia que pueda haber mujeres que viendo esta línea piensen que están haciendo algo malo por ir con la cara lavada y les de por comprarse algo de la línea.

«Lucir un cutis sin brillos y mantener el maquillaje intacto a la vez que hacemos deporte es ahora posible. ¡Porque a una #PrimarkGirl no se le resiste ningún entrenamiento!» dice la empresa en el comunicado de prensa.

Soy una #PrimarkGirl con ropa de Primark, zapatillas de Primark y botella de Primark y no, no se me resiste ningún entrenamiento pese a que vaya sin maquillaje, al igual que no se le va a resistir a otras mujeres.

El cutis brilla cuando entrenas, sí, pero porque tu cuerpo necesita refrigerarse y el sudor es la respuesta natural al rendimiento físico. Es posible que también te despeines, se te arrugue la ropa e incluso, si haces deporte fuera, te manches. Y te diré una cosa, en ese momento en el que estás dándolo todo, echando hasta el último aliento, luchando y poniendo todo tu empeño, estás más preciosa que en ningún otro momento del día.

Al menos para mí.

La obsesión por maquillarse con cosas raras

No nos gustan las cosas sencillas. Es curioso pero es así. Lo fácil no nos va. Nos fijamos en la persona que pasa de nosotros, le damos doscientas vueltas al problema del examen porque no nos creemos que la profesora lo haya puesto tan simple…

Es ese impulso que empuja a mi madre a echarle soja a las lentejas en vez de hacerlas como siempre. Si ya están buenas así ¿por qué lo complicas? No lo entiendo. En el mundo de la belleza ocurre exactamente lo mismo, y a mi vídeo maquillándome con cucharas me remito, pero eso no es lo más extraño que encontramos por la ‘youtubesfera’…

YOUTUBE

Prepárate para vaciar el fregadero: cucharas, tenedores, batidoras de varillas y hasta el estropajo son los objetos cotidianos que usa esta youtuber para crear su maquillaje.

Como si maquillarse no llevara ya bastante tiempo hay que sumarle el rato que nos va a dedicar lavar de nuevo todos los utensilios. ¿Original? Sí. ¿Útil? Puede. ¿Lo harás en casa cuando hasta levantarte del sofá a por el mando de la tele te da pereza? Harto improbable.

 

Para ser más extremos, podéis probar a haceros el contouring con un cuchillo (la cuchara llegados a este punto ya hasta resulta convencional).

Fundamental probar también las tiras de celofán como guías para trazar las sombras del maquillaje. Míralo como un dos por uno, no solo te maquillas sino que te haces la depilación facial de paso.

Pero el que se lleva el premio de los contourings alternativos es el youtuber Skelitom, conocido por sus originales maquillajes basados en los colores de snacks como Cheetos o Doritos. Lo objetos alternativos con los que consigue su maquillaje incluyen: patata fritas, un burrito, una hamburguesa, un limpiacristales, una bota, un desatascador o una pala.

Yo, como buena amante de la comida que soy, me arrancaría las uñas con las pinzas de depilar solo de pensar en gastar un delicioso taco en pintarme el colorete, aunque los otros objetos (exceptuando quizás el cuchillo) me parecen más factibles. Siendo totalmente sincera, con lo vaga que soy para maquillarme, me niego a usar cualquier cosa que no sea la brocha que ya está en mi neceser . ¿Qué opinas de esta moda de maquillarse con cosas raras?

(Fundamental poner cara de vicio mientras los utilizáis para que el maquillaje quede correcto).

Lo que siempre quisiste saber de los puntos negros (pero no tuviste a quién preguntar)

(Quien nunca haya encontrado a esos pequeños bastardos en alguna parte de su cuerpo que levante la mano. Nadie, lo que imaginaba.)

Y es que según Josefa López, esteticista y formadora en estética de Tu Maxwapa, «los puntos negros se forman a partir de la suciedad que se va acumulando por el sudor y el sebo que desprende la propia piel». Delicioso. Aunque me hace saber que la contaminación por el CO2 y las bacterias que se encuentran en el aire (y más ahora que estamos en plena temporada de resfriados y gripes) también ayudan a la expansión de los puntos negros.

«Se concentran más en la zona de la nariz, frente, mejillas y barbilla» dice mientras examino la colonia de puntos negros que floreció en mi nariz prácticamente el mismo día en que nací. La genética, como me hace saber la profesional, juega en mi contra. Gracias, papá, por tus genes de nariz puntillista.

Por mucho que me esfuerzo en asesinarlos entre uña y uña, la esteticista me aclara que la mayoría de las veces que los quitamos en casa lo hacemos mal ya que no quitamos toda ‘la roña’: «Tiene que salir del todo ya que si se rompe los encontramos al día siguiente el doble de grandes».

Tras frotarme con un cepillo un gel limpiador, colocarme un exfoliante de oliva y aplicar un poco de tónico de pomelo para calmar la piel me coloca encima de la cara una máquina de vapor que me recuerda a las veces que he puesto la cabeza sobre una cazuela de agua hirviendo para hacer vahos: «Con el vapor se abre el poro y sale mejor el punto negro. Duele un poco, pero como dicen las abuelas para estar guapa hay que ver estrellas«.

Y veo estrellas, planetas, cometas, asteroides, meteoritos y algún satélite perdido cuando, con una especie de palito metálico, procede a quitarme el ramo de puntos negros de mi nariz. Confieso que una lagrimita de dolor me cae (y es que los muy infames se resisten a dejar mi nariz).

«Vaya, tienes algunos de hace mucho tiempo». «¿Cuánto tiempo?» le pregunto curiosa. «Estos de aquí (noto que hurga bajo la aleta de mi nariz) son de hace más de un año». Tengo puntos negros con los que he estado más tiempo que con la mayoría de mis novios. Interesante.

«El problema de hacer esto en casa es que se queda el poro abierto y hay que cerrarlo bien, para lo que utilizamos tónicos astringentes» dice Josefa mientras me aplica el líquido. Pero lo que más me impacta es la máquina de alta frecuencia que utiliza seguidamente, una especie de, vibrador transparente gigante que suena como un aparato del dentista. Nada más oír el zumbido me puse más tensa que cuando llevo ropa blanca y me baja la regla. Casi infarto cuando noté la mini descarga en la piel. También es cierto que yo soy muy dramática y me impresiono enseguida.

Tras cerrarme los poros aplica una crema hidratante y me extiende una mascarilla para pieles mixtas por toda la cara. Tras dejarla unos 10 minutos la retira y me aplica tónico otra vez y crema hidratante. Con los poros cerrados y la cara roja como si hubiera salido de la clase de spinning, damos fin al tratamiento.

¿Y ahora qué? ¿Cómo puedo mantener esta piel jugosa como el culito de un bebé? «Debes corregir el exceso de sebo con una crema para pieles grasas, una no-comedogénica (‘comedones’ son los puntos negros). Cremas que contengan menta o que lleven cítricos son muy buenas para contrarrestar la grasa».

Cuando ya me iba tan feliz pensando que con una cremita salía del paso la esteticista me pregunta por mi alimentación, algo que por lo visto también le pasa factura a la piel: «Somos lo que comemos, por lo que si comes grasa se refleja en la piel. Es el reflejo de nuestro interior, por lo que infusiones de hierbas como té o menta, alimentos antioxidantes o depurativos van a eliminar toxinas». Me recuerda que no sirve de nada el tratamiento de eliminación de puntos negros si no cuido la alimentación en casa. Adiós chocolate Milka, adiós.

¿Y qué pasa si un mes voy algo más apurada y no tengo para pasarme por un centro de estética y dejarme los 24 euros que cuesta la limpieza? «Hay mascarillas de arcilla negra que se pegan totalmente a la piel y sacan el punto negro». Vale, y también las hay que necesitas aceite de un templo budista de Bangkok, por lo que le pido una que se pueda hacer con lo que tenemos por casa: «Otra más sencilla es una que me hago yo con un yogur natural o de limón, una clara de huevo, unas gotitas de zumo de limón y un poco de miel. La dejo unos 20 o 25 minutos y seguidamente la aclaro. Limpia los poros e hidrata la piel».

Me voy del centro como del 2016, prometiéndome que llevaría a cabo hábitos saludables, solo que esta vez, en vez de prometérmelo a mí misma, se lo aseguro a la esteticista: lavaré bien mi cara cada día y la hidrataré antes de irme a dormir, que según ella, es cuando la piel se renueva.

Los propósitos que se deberían proponer en 2017

Ya es 2017. Ya es todo nuevo, todo mágico, todo parte de cero y empezamos las primeras páginas del que será otro libro de 365.

En mi casa, como en muchos hogares españoles, tenemos la 1, aunque no hemos podido resistirnos a pasar por Antena 3 a ver el vestido de Cristina Pedroche. Este año coincidimos en que se le veía menos carne.

Como iba diciendo, vemos la 1, con su habitual show post campanadas de cantantes haciendo play-back acompañados de bailarinas medio desnudas.

Me doy cuenta de que es el momento de pensar mis propósitos. Al gimnasio ya voy regularmente, como sano, no fumo y no bebo. Entonces, ¿qué me puedo proponer para el 2017?

Las bailarinas finalizan la coreografía y se quedan congeladas en una postura como esperando mi respuesta y me doy cuenta de que la tengo delante de mis ojos.

Si en 2016 me quejaba de la cosificación de la mujer sigue siendo una batalla para librar en 2017. Me doy cuenta de que la desnudez sigue siendo el coeficiente de la mayoría de las cadenas televisivas esa noche, pero es algo que tocará reivindicar también cuando aparezca en la publicidad impresa.

Si en 2016 empezamos a sentirnos familiarizados con el término «gordibuena» en contraposición con las colecciones que salieron en pasarela, todas empeñadas en marcar abdominales u oblicuos, para 2017 tendremos a una Barbie de talla 40 interpretada por Amy Schummer. Espero que tengamos también diversidad en la pasarela, y no solo de tallas sino de etnias.

Para 2017 pido también que desaparezca el pink tax, ese porcentaje extra que pagamos las mujeres por los productos de higiene solo por ir destinados a nosotras. Otro propósito es que desgraven las compresas y tampones como bienes de primera necesidad que son.

De 2016 es asignatura pendiente la presión estética también en los hombres, ya que han aumentado en los últimos años los casos de vigorexia y estos, que antes no pasaban por el quirófano, se han animado a probar el bisturí. Que 2017 sea el año de aceptarnos. Aceptarnos no solo a nosotros mismos sino a los demás, que entendamos que la vida se basa en elecciones y que igual de bien está quien se depila como quien no, quien va sin nada y quien va con sujetador.

En 2016 hemos aprendido que el nombre de la tienda no garantiza la calidad del producto. A ver si para 2017 entiende el sector textil que con la salud del consumidor no se juega y que hasta unas inocentes sandalias pueden dejarte cicatrices en los pies para el resto de tu vida.

Pero sobre todo quiero que si 2016 fue el año en el que me quejé de los piropeadores anónimos y escribí acerca de accesorios para evitar las violaciones, este año no tenga que hacerlo, no tenga que reivindicar que quiero que las mujeres nos sintamos seguras. Sé que digo esto habiendo ya una víctima por violencia de género (¡y no llevamos ni 48 horas de nuevo año!) pero este 2017 tiene esa gran lucha pendiente.

Los estereotipos que nos venden los anuncios de colonia

Si el mundo fuera como un anuncio de colonias, íbamos jodidos. Bueno, «íbamos» no, íbamos jodidas nosotras.

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Ejemplo: Una pareja está a punto de besarse cuando el chico se detiene mientras se suceden flashbacks en los que se le ve conduciendo un deportivo marcha atrás en dirección contraria (algo muy irresponsable dicho sea de paso), asistiendo a un combate de boxeo o yendo en moto. Al mismo tiempo su voz en off ilustra las escenas: «Unas veces me amarás. Otras me odiarás. Nunca sabrás dónde estoy o dónde vivo. No seré un ángel. Ahora lo sabes». La chica, totalmente seducida por todo esto, porque claro, quién va a resistirse a un hombre que nos dice que no se va a portar bien y que va a hacer lo que le salga de los cojones, no puede resistirse y cae rendida a sus encantos fundiéndose en un beso.

Me viene a mí un tío que me gusta y suelta eso y «Chao pescao. Ahí tienes la puerta».

Pero claro, no es el mundo real. Es el mundo de las colonias. El mundo en el que los perfumes son sinónimo de cosas diferentes ya seas hombre o mujer.

Una colonia masculina se traduce en seducción. Pero no seducción romántica de esa de regalar rosas o una cena con velitas, seducción de llevar al huerto, de pasar por la piedra, de cepillar, chuscar, pillar cacho y luego irte a toda ostia en tu moto porque eres un indomable de la vida y a ti una noche de sexo no te ata habiendo más presas que cazar. Además con cualquier mujer, porque si algo venden estos anuncios es que literalmente toda fémina en un radio de cinco kilómetros a la redonda no va a poder resistirse a tus feromonas masculinas. No, ni siquiera un ángel de Victoria´s Secret como Gisele Bündchen o Lily Aldridge.

Según One Million chasqueas los dedos y tienes dinero en efectivo, un deportivo y las bragas de la chica que quieras en el suelo. La realidad es que, aunque sea la fantasía de muchos, solo tengo un conocido que encaje en esa utopía, porque, por mucho que os duela, no está al alcance de todos. Y (¡hola, espabila, wake up!) una colonia no va a cambiarlo.

Pero pasemos ahora a los perfumes femeninos. Siguiendo el ejemplo de One Million (es que es tan TAN sexista que le provoca urticaria a mi feminista interior) nosotras chasqueamos los dedos y tenemos millones de zapatos de tacón y un anillo de compromiso con un diamante absurdamente grande nivel «Vas a acabar necesitando una muñequera porque pesa tanto que a corto plazo se va a cargar tu túnel carpiano».

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Porque lo que las colonias femeninas nos venden es seducción en cuanto a amor. Y no amor de una noche de ese que surge en Kapital con dos copas encima, no, amor del bueno del de toda la vida, del de ver gotas de pis en el suelo y seguir queriendo a la otra persona con todo tu corazón.

Entre tanta flor, nube, color pastel y música de violines nunca sé si me encuentro ante un anuncio de perfume o de compresas. Cuando veo que los protagonistas se besan, cogen a la mujer de la mano o le regalan flores ya me queda claro ante cuál estoy.

Entonces ¿a qué viene este arrebato contra los anuncios de colonias? Pues a que estoy saturada. Y no solo de esta publicidad de perfumes constante (¡que parece que no se puede regalar otra cosa!) sino de que a través de los anuncios se sigan perpetuando roles sexistas y nos sigan vendiendo una y otra y otra y otra vez que lo «normal» es que las mujeres quieran relaciones a largo plazo y los hombres solo mojar.

Más que nada porque formamos parte de una sociedad lo bastante variada como para que las estrategias de marketing se amplíen un poco de miras. Tengo amigas que después de los fuegos artificiales de la noche invitan a su acompañante a marcharse sin tan siguiera darle tiempo a ponerse los calzoncillos de nuevo y amigos que, al contrario, ya están agobiados pensando que como no tengan hijos pronto, no van a poder seguirles el ritmo cuando salgan a hacer running juntos.

Pero a fin de cuentas, quién me va a hacer caso a mí que compro las colonias por cómo huelen y no por la idea de feminidad y romanticismo con el que no me siento particularmente identificada que se empeñan en venderme.

«Hay muchos lugares donde gobierna la mujer, el hombre solo tiene la barbería»

Salón Look 2016: entre los tres pabellones de Ifema llenos hasta la bandera de stands de cosméticos, manicuras y productos de peluquería me topo con un pasillo que, a modo de baldosas amarillas en El Mago de Oz, las franjas azules, rojas y blancas me guían a través de un sinfín de improvisadas barberías.

Me alucina la cantidad de espacio que tiene la Feria de Madrid dedicado a ellas. A su alrededor brotan las barbas (sobre la cara de muchos asistentes) como las flores en primavera. Y qué barbas. Y qué sillones de cuero envejecido. Y qué maravilla de estantes llenos de botes de diseño vintage con jabones y lociones para barbas.

@Roystonn

FOTÓGRAFA: CRISTINA SIMÓN. MODELO: @ROYSTONNST88

Me acerco a una de ellas y me pongo a hablar con Frankie, de la barbería Los tres bigotes. Le pregunto por el pasillo de las barbas y por estas en general. Por cómo los hombres se han abierto este hueco en un mundo de belleza que hasta hoy era, en su mayoría, seguido y apoyado por un público femenino.

«Estamos en la época en la que las barbas están de moda absoluta. Han vivido una adaptación en la sociedad al ser consideradas algo elegante. En definitiva están más integradas» afirma Frankie. «La barba simboliza la masculinidad del hombre. Hemos salido de una época en la que se llevaba la depilación en el pecho, las cejas perfectas… Ahora la masculinidad está en el aire».

Se ríe y se mesa la perilla mientras afirma que eso que se dice de que «la barba es el maquillaje de los hombres» es verdad. Me pone su propia barbilla como ejemplo, gracias a la barba su cara parece más larga.

Aunque Frankie no pasará los 30 años, por su barbería pasan hombres de todas las edades, así como los que se encuentran en la feria. Desde veinteañeros cubiertos de tatuajes hasta un señor de, fácilmente, setenta años al que le retocan un bigote canoso que sería la envidia de Papá Noel mientras le graban para televisión.

Mantener una barba «al mes te puede costar unos 30-40€ aunque depende de varias cosas. Cuando hace calor crece más rápido. Varía porque cada persona es un mundo. Los hay que van cada semana, cada dos…» dice Frankie. «Lo que está claro es que el mantenimiento de una barba requiere de un barbero«.

@Royston

FOTÓGRAFA: CRISTINA SIMÓN. MODELO: @ROYSTONN88

Aunque también hacen cortes de pelo, las barberías se han convertido en un lugar exclusivo para ellos: «Yo nunca le corto el pelo a una mujer, es algo solo para hombres. Hay muchos lugares donde gobierna la mujer, mientras que el hombre solo tiene la barbería».

«Los cortes de pelo de barbería son cortes en degradado. En la barbería nunca marcamos las nucas, es un concepto muy sutil. Son técnicas diferentes a las de la peluquería» dice Frankie. «Es un corte que se ha arrastrado del folclore este tiempo. El que iba a una peluquería unisex iba a por el corte de pelo de los Beatles, el que iba a una barbería buscaba un corte diferente«.

Accesorios y cosméticos para evitar violaciones

No me considero especialmente aprensiva, dramática o asustadiza, de hecho, creo que soy bastante echada para adelante en cuanto a ciertos temas se refiere. Aún con todo, aún viviendo en una de las ciudades más seguras del mundo, siendo rápida, fuerte y valiente, muchas veces, tengo miedo.

Tengo miedo cuando me toca volver sola a las tantas de la madrugada, tengo miedo si salgo a correr a primera hora de la mañana o por la noche, cuando Madrid es solo para mí. No me malinterpretéis, no es un miedo paralizante de esos que no te permiten ni dar un paso (sino no saldría nunca de casa) pero es un miedo que me hace sentir fuera de mi zona de confort y me obliga a mantenerme siempre alerta.

Como yo, estoy segura de que muchas que me leéis, habéis pasado situaciones parecidas.

Recuerdo que al poco de entrar en la pubertad hablaba con mi madre sobre lo seguro que me haría sentir llevar un bote de pimienta, esos que son ilegales en nuestro país. En su lugar, llevaba un spray, no recuerdo si de desodorante o de colonia.

Es solo un ejemplo. Otras van con las llaves en la mano sujetas entre cada dedo a modo de cuchillas de Lobezno. Lo que sea con tal de sentirnos un poco más seguras. Lo que sea con tal de convencernos de que esas llaves o ese bote pueden darnos una oportunidad de salir indemnes a la hora de enfrentarnos a una situación de peligro.

Se ha desarrollado una gama de accesorios para evitar violaciones que van desde cinturones de castidad modernos, que solo se pueden abrir con ambas manos, hasta colgantes de móvil con un botón que, al ser activado, emite un ruido de 90 decibelios para alertar del peligro.

Esmalte que detecta drogas, anillo de defensa y colgante para móvil con alarma. PINTEREST/GO GUARDED

Esmalte que detecta drogas, anillo de defensa y colgante para móvil con alarma. PINTEREST/GO GUARDED

Uno de los productos quizás más útiles es el esmalte de uñas de Undercover Colors que detecta si hay drogas en la bebida cambiando de color (prepárate a estar metiendo el dedo una y otra vez en las copas de tus amigas).

Aunque este en concreto todavía no está comercializado, el anillo para corredoras de Go Guarded, que se coloca en el dedo y tiene una cuchilla para defenderse (no tengo muy claro que esté permitido en España), se puede encontrar fácilmente por Internet.

Me resulta increíble, y hasta cierto punto indignante, que sea más rápido desarrollar un producto de este estilo con todo lo que conlleva antes que tomar medidas para detener las violaciones. Me hace sentir asqueada, pero tengo claro que es una cuestión de educación que debe empezar desde la base, por lo que no podemos esperar que se de un cambio de la noche a la mañana.

Y si mientras tanto, existe la posibilidad de escapar de una violación, de mantenernos a salvo gracias a algún producto o defensa que puede marcar la diferencia… ¿qué perdemos intentándolo?

«Llevar un tatuaje es como quedarse calvo, te acabas acostumbrando»

Javier González Campos, alias Tallahassee Tattoo, prepara las agujas de diferentes grosores mientras miro los libros de pintura que se acumulan en su librería, una base de datos que sería la envidia de cualquier pinacoteca.

El artista, que compatibiliza el grado de Restauración con clases de dibujo, se ha reciclado como tatuador. «Un tatuaje es un dibujo, pero hay que dominar la máquina» dice mientras prueba el pedal y el zumbido chirriante alcanza mis oídos por primera vez. Será el comienzo de una sinfonía metálica de varias horas. «En un cuadro el error hasta enriquece, en un tatuaje no. Te tienes que ceñir a una idea y hay que ser preciso».

MARA MARIÑO

MARA MARIÑO

«Todos empezamos con piel sintética o piel de cerdo para hacernos un poco a la máquina, pero como aprendes es tatuando en gente, con el típico amigo un poco inconsciente que se deja». Le pregunto por qué con gente y me hace saber que las ‘pieles’ humanas somos lienzos que, además de respirar, podemos estar moviéndonos sin darnos cuenta: «La gente se mueve cuando siente el dolor y hay veces que tienes que parar. Alguna vez me ha pasado que se han mareado y han llegado a caerse».

Son el menor número de casos, y, por suerte, el mío no es uno de ellos. Los movimientos o las ‘pieles complicadas’, son algunos de los mayores retos para los tatuadores «pieles ya tatuadas, cicatrices, pieles de gente más mayor…» enumera.

Mientras me habla voy notando los trazos en el costado. Aunque la mayoría producen un dolor soportable, los que se acercan a la axila me hacen sentir como si estuvieran siendo trazados con un bisturí. Procuro distraerme leyendo los cantos de los libros de pintura.

¿Qué hay que hacer para ser tatuador? «En España no hay una formación oficial como tal, lo que hay son cursos pero a nivel privado» aclara. El precio de estos oscila entre 3.000 y 5.000 euros por uno o dos meses con clases de todo tipo que incluyen desde técnicas y prácticas hasta Historia del tatuaje. «Para trabajar en un estudio tienes que tener el Curso Higiénico Sanitario, además de estar dado de alta como autónomo, aunque haber hecho uno de esos cursos es opcional». A eso hay que sumarle que hay que tener las vacunas del tétanos y de la Hepatitis B al día «por lo que te puedan contagiar» dice el tatuador.

El ex-estudiante de Bellas Artes «no imaginaba que un tatuaje sería tan creativo, tan artístico. Antiguamente los tatuadores cogían una imagen y la calcaban una y otra vez, ahora se llevan diseños personalizados. Que haya tatuadores que vienen de haber estudiado Artes es algo que se nota».

Aunque en Oriente tatuarse tiene una historia de miles de años, en Occidente forma parte de la cultura más reciente: «Creo que ya está aceptado, aunque en otros países más que en España. El arte en España no se valora una mierda. Por ejemplo, por un cuadro que te ha llevado uno, dos o los meses que sean, la gente se lleva las manos a la cabeza cuando pides una cantidad de dinero, mientras que, por un tatuaje, está más asimilado y hay más predisposición por parte de la gente a pagar».

I hope in some days i'll be back to Sardinia… #gvlifestyle

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Aunque el tatuaje está totalmente integrado no solo en la moda actual sino en nuestra propia cultura, «hay gente que insiste en que el tatuaje ha de ser profundo y significar algo. Yo en cambio estoy a favor del tatuaje meramente estético, veo peor las operaciones de estética, que hay gente que acaba con la cara totalmente deformada».

«Llevar un tatuaje es como el que se queda calvo, estás acostumbrado a una percepción de ti mismo y tienes que hacerte a algo que va a estar ahí para siempre«.