Ya es 2017. Ya es todo nuevo, todo mágico, todo parte de cero y empezamos las primeras páginas del que será otro libro de 365.
En mi casa, como en muchos hogares españoles, tenemos la 1, aunque no hemos podido resistirnos a pasar por Antena 3 a ver el vestido de Cristina Pedroche. Este año coincidimos en que se le veía menos carne.
Como iba diciendo, vemos la 1, con su habitual show post campanadas de cantantes haciendo play-back acompañados de bailarinas medio desnudas.
Me doy cuenta de que es el momento de pensar mis propósitos. Al gimnasio ya voy regularmente, como sano, no fumo y no bebo. Entonces, ¿qué me puedo proponer para el 2017?
Las bailarinas finalizan la coreografía y se quedan congeladas en una postura como esperando mi respuesta y me doy cuenta de que la tengo delante de mis ojos.
Si en 2016 me quejaba de la cosificación de la mujer sigue siendo una batalla para librar en 2017. Me doy cuenta de que la desnudez sigue siendo el coeficiente de la mayoría de las cadenas televisivas esa noche, pero es algo que tocará reivindicar también cuando aparezca en la publicidad impresa.
Si en 2016 empezamos a sentirnos familiarizados con el término «gordibuena» en contraposición con las colecciones que salieron en pasarela, todas empeñadas en marcar abdominales u oblicuos, para 2017 tendremos a una Barbie de talla 40 interpretada por Amy Schummer. Espero que tengamos también diversidad en la pasarela, y no solo de tallas sino de etnias.
Para 2017 pido también que desaparezca el pink tax, ese porcentaje extra que pagamos las mujeres por los productos de higiene solo por ir destinados a nosotras. Otro propósito es que desgraven las compresas y tampones como bienes de primera necesidad que son.
De 2016 es asignatura pendiente la presión estética también en los hombres, ya que han aumentado en los últimos años los casos de vigorexia y estos, que antes no pasaban por el quirófano, se han animado a probar el bisturí. Que 2017 sea el año de aceptarnos. Aceptarnos no solo a nosotros mismos sino a los demás, que entendamos que la vida se basa en elecciones y que igual de bien está quien se depila como quien no, quien va sin nada y quien va con sujetador.
En 2016 hemos aprendido que el nombre de la tienda no garantiza la calidad del producto. A ver si para 2017 entiende el sector textil que con la salud del consumidor no se juega y que hasta unas inocentes sandalias pueden dejarte cicatrices en los pies para el resto de tu vida.
Pero sobre todo quiero que si 2016 fue el año en el que me quejé de los piropeadores anónimos y escribí acerca de accesorios para evitar las violaciones, este año no tenga que hacerlo, no tenga que reivindicar que quiero que las mujeres nos sintamos seguras. Sé que digo esto habiendo ya una víctima por violencia de género (¡y no llevamos ni 48 horas de nuevo año!) pero este 2017 tiene esa gran lucha pendiente.
Todos los años hacemos nuevos propósitos para ilusionarnos con algo que nos haga transcurrir el año con algún objetivo. Es fundamental para la mente del ser humano que tengamos en la mente algo que nos motive.
02 enero 2017 | 13:31
Pues mira. Ahora no te digo que estás súper linda. Toda la poesía se la llevará la pared.
https://www.instagram.com/p/BOsWbGJAqWe/?taken-by=meetingmara
Y qué pena que las bailarinas y los bailarines no salieran desnudos a dar las campanadas. Yo vi las de Pedroche. Demasiada ropa, ella y Chicote.
Hermosa pared que enla puerta pierdes tu rigidez y con abanico de plata aireas la sala toda.
02 enero 2017 | 18:41
Me sobran tres kilos y aun quedan muchos polvorones y turrones en casa. correr no voy a correr porque me ahogo, como mucho caminaré tres kilos.
02 enero 2017 | 20:31
Qué preciosidad Cristina.
Gracias por compartir esa belleza tan increíble. Belleza, virtud humana superior, maravilla Pedroche, Priamvera con sus flores, el cuerpo digno, sin reproche. Evolución magnífica.
https://www.instagram.com/p/BOwVyQKg4Lc/
02 enero 2017 | 20:31
Te puedes proponer para el 2017 mejorar este blog, y que sea menos banal. Eso o escribir solo de moda.
02 enero 2017 | 23:12
Yo pienso que se debería aceptar el cuerpo como parte fundamental de la persona y no indignificar a nadie porque pinte sexy, al desnudo o con abrigo y botas. Que el ertorismo es chiscpa guapa de vida, y un himbre o una mujer no dejan de ser ni hombres, ni mujeres, ni ganar ni perder honor y honra por pintar belleza en el lienzo de la vida. El cuerpo deberia ser ya desterrado del pensamiento como el enemigo, como algo que va contra la mente, supuestamente pura. Un ser humano integral, cuerpo y alma, sin miramientos extraños. Ya puede verse óperas, obras de teatro de gente desnuda, hombres y mujeres juntos, incluso en danza. Respeto precioso, no se montan cirios ni fines del mundo. En bodypainting en público en lugares como NY, incluso modelos paseando sin ropa entre gente vestida amplificando esa riqueza humana. Y no se producen insultos, ni brutalidades. La respuesta es casi siempre positiva. Esos son, para mí, los cerebros más evolucionados. Los que andan con la tontería dle tanga, del culo, que si se ve un sostén, que si la falda muy corta, que si patatín patatán. la vieja canción de siempre, no es cosa de ahora, que es màs bien dictatorial. Belleza libre, mentes educadas y despiertas, no terror frente al cuepro ni adjetivizaciones gratuitas contra quienes actúan de un modo más guapo. Y no es por ir sin ropa, sino por quitar de los cerebros esa idea zozobra de que el cuero es objeto de vergüenza, de negación, de misterio, de objeto contrario al entendimiento. Esos modos de pensar cerrando miras en torno al cuerpo es insano, injusto, vacío, artificioso y deja mucho que desear. Y emitir en TV estos espectáculos también, sanos, emocionalmente enriquecedores. Si existe en tre otros humanos, si existen en otras partes del mundo, en otros medios, ¿por qué la tele permanece con el cuello erguido pensando que es más sana cuando niega estas realidades? ¿Se educa convenientemente a la gente desde medios de comunicación de masas? Luego aparecen cosas raras en el pensamiento, cerrazón y defensa bruta, nefasta. El cuerpo, ese traje que todos llevamos y que casi nadie quiere verse puesto. Lamentable, rotundamente patético.
03 enero 2017 | 19:20