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Lo que siempre quisiste saber de los puntos negros (pero no tuviste a quién preguntar)

(Quien nunca haya encontrado a esos pequeños bastardos en alguna parte de su cuerpo que levante la mano. Nadie, lo que imaginaba.)

Y es que según Josefa López, esteticista y formadora en estética de Tu Maxwapa, «los puntos negros se forman a partir de la suciedad que se va acumulando por el sudor y el sebo que desprende la propia piel». Delicioso. Aunque me hace saber que la contaminación por el CO2 y las bacterias que se encuentran en el aire (y más ahora que estamos en plena temporada de resfriados y gripes) también ayudan a la expansión de los puntos negros.

«Se concentran más en la zona de la nariz, frente, mejillas y barbilla» dice mientras examino la colonia de puntos negros que floreció en mi nariz prácticamente el mismo día en que nací. La genética, como me hace saber la profesional, juega en mi contra. Gracias, papá, por tus genes de nariz puntillista.

Por mucho que me esfuerzo en asesinarlos entre uña y uña, la esteticista me aclara que la mayoría de las veces que los quitamos en casa lo hacemos mal ya que no quitamos toda ‘la roña’: «Tiene que salir del todo ya que si se rompe los encontramos al día siguiente el doble de grandes».

Tras frotarme con un cepillo un gel limpiador, colocarme un exfoliante de oliva y aplicar un poco de tónico de pomelo para calmar la piel me coloca encima de la cara una máquina de vapor que me recuerda a las veces que he puesto la cabeza sobre una cazuela de agua hirviendo para hacer vahos: «Con el vapor se abre el poro y sale mejor el punto negro. Duele un poco, pero como dicen las abuelas para estar guapa hay que ver estrellas«.

Y veo estrellas, planetas, cometas, asteroides, meteoritos y algún satélite perdido cuando, con una especie de palito metálico, procede a quitarme el ramo de puntos negros de mi nariz. Confieso que una lagrimita de dolor me cae (y es que los muy infames se resisten a dejar mi nariz).

«Vaya, tienes algunos de hace mucho tiempo». «¿Cuánto tiempo?» le pregunto curiosa. «Estos de aquí (noto que hurga bajo la aleta de mi nariz) son de hace más de un año». Tengo puntos negros con los que he estado más tiempo que con la mayoría de mis novios. Interesante.

«El problema de hacer esto en casa es que se queda el poro abierto y hay que cerrarlo bien, para lo que utilizamos tónicos astringentes» dice Josefa mientras me aplica el líquido. Pero lo que más me impacta es la máquina de alta frecuencia que utiliza seguidamente, una especie de, vibrador transparente gigante que suena como un aparato del dentista. Nada más oír el zumbido me puse más tensa que cuando llevo ropa blanca y me baja la regla. Casi infarto cuando noté la mini descarga en la piel. También es cierto que yo soy muy dramática y me impresiono enseguida.

Tras cerrarme los poros aplica una crema hidratante y me extiende una mascarilla para pieles mixtas por toda la cara. Tras dejarla unos 10 minutos la retira y me aplica tónico otra vez y crema hidratante. Con los poros cerrados y la cara roja como si hubiera salido de la clase de spinning, damos fin al tratamiento.

¿Y ahora qué? ¿Cómo puedo mantener esta piel jugosa como el culito de un bebé? «Debes corregir el exceso de sebo con una crema para pieles grasas, una no-comedogénica (‘comedones’ son los puntos negros). Cremas que contengan menta o que lleven cítricos son muy buenas para contrarrestar la grasa».

Cuando ya me iba tan feliz pensando que con una cremita salía del paso la esteticista me pregunta por mi alimentación, algo que por lo visto también le pasa factura a la piel: «Somos lo que comemos, por lo que si comes grasa se refleja en la piel. Es el reflejo de nuestro interior, por lo que infusiones de hierbas como té o menta, alimentos antioxidantes o depurativos van a eliminar toxinas». Me recuerda que no sirve de nada el tratamiento de eliminación de puntos negros si no cuido la alimentación en casa. Adiós chocolate Milka, adiós.

¿Y qué pasa si un mes voy algo más apurada y no tengo para pasarme por un centro de estética y dejarme los 24 euros que cuesta la limpieza? «Hay mascarillas de arcilla negra que se pegan totalmente a la piel y sacan el punto negro». Vale, y también las hay que necesitas aceite de un templo budista de Bangkok, por lo que le pido una que se pueda hacer con lo que tenemos por casa: «Otra más sencilla es una que me hago yo con un yogur natural o de limón, una clara de huevo, unas gotitas de zumo de limón y un poco de miel. La dejo unos 20 o 25 minutos y seguidamente la aclaro. Limpia los poros e hidrata la piel».

Me voy del centro como del 2016, prometiéndome que llevaría a cabo hábitos saludables, solo que esta vez, en vez de prometérmelo a mí misma, se lo aseguro a la esteticista: lavaré bien mi cara cada día y la hidrataré antes de irme a dormir, que según ella, es cuando la piel se renueva.