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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Instalan micrófonos espías en las Rías Baixas para estudiar (y reducir) nuestros ruidos

Instalación de micrófonos submarinos y otros dispositivos de control en aguas de las Rías Baixas. Foto CETMAR

¿Puede haber algo más tranquilo y solitario que una batea de mejillones fondeada en medio de las plácidas aguas de las Rías Baixas?

¿En la Ría de Arousa, frente a Cortegada, una de las islas deshabitadas que forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia?

Aparentemente es un reducto de silencio, pero solo aparentemente. Porque como resalta Silvia Torres, coordinadora de la Unidad de Tecnologías Marinas de CETMAR y directora del Proyecto SILENCIOS, «todos asumimos que las ciudades son ruidosas y en el mar no hay ruidos. Pero es justo al contrario, bajo el agua el sonido viaja más rápido y menos amortiguado».

Esa contaminación sonora submarina no solo afecta a los cetáceos, famosos por comunicarse a través de sonidos a los que el ruido confunde. También se sospecha que el paso de una ruidosa embarcación perjudica a moluscos como los mejillones y las almejas. Con el traqueteo se asustan, se encierran en sus conchas, dejan de comer, crecen peor.

Gracias a una invitación de la Fundación Biodiversidad hemos viajado a Vilagarcía de Arousa para conocer en detalle el proyecto SILENCIOS. Una interesante investigación científica que estudia el uso de alternativas verdes en embarcaciones pesqueras de pequeña eslora para reducir su impacto sonoro en el medio ambiente.

Os dejo a continuación un vídeo que resume la visita.

Para los que quieran saber más, a renglón seguido lo cuento con detalle en este post.

En busca del silencio perdido

Es un hecho, somos una civilización ruidosa. Lo descubrimos nada más subirnos al barco que desde el puerto de Vilagarcía de Arousa nos lleva a los periodistas a la batea de investigación marina fondeada en medio de la ría. Su motor de gasóleo debe sonar bajo el mar como un taladro o, peor aún, como una gran factoría. Pobres delfines. Y eso que es pequeño, probablemente de los más silenciosos que surcan estas aguas gallegas.

Al atracar la nave en la plataforma y parar el motor se recupera la calma. Tan solo se escucha el monótono golpear de las olas sobre la estructura de madera y el graznido de alguna gaviota marina. Desde aquí, el Centro Tecnológico del Mar – Fundación CETMAR espía nuestros ruidos gracias a un hidrófono sumergido en la ría. El objetivo principal del proyecto es establecer las bases para un desarrollo de la actividad extractiva más sostenible y con menor impacto que contribuya a lograr el buen estado ambiental del medio marino.

Es un problema, es verdad. Pero hay que verlo desde su lado más positivo. Frente a otros tipos de contaminación, la sonora tiene una gran ventaja, como destaca Silvia Torres. «Si la reduces o anulas no deja residuos como el plástico, desaparece y el entorno mejora».

Tres problemas

El primer problema al que se enfrentan los científicos es la dificultad para definir si existen o no umbrales tolerables de ruido para la vida marina.

El segundo, que la mar es siempre muy peligrosa. Cuando los marineros se adentran en ella no pueden depender de un pequeño motor eléctrico cargado con paneles solares, pues se juegan la vida.

Pero sí existen medidas sencillas encaminadas a reducir los niveles de ruido de estas embarcaciones (que en absoluto son las más ruidosas, ni de lejos) que serán beneficiosas para el medio marino: aislamiento de los motores, reducción de la velocidad de las embarcaciones o incorporación de motores más silenciosos.

Otra pega importante es que no todos esos sonidos son audibles para el ser humano, pero sí para muchas especies marinas. Y el ruido es mucho más que el simple retumbe de un motor. Por eso el hidrófono de investigación instalado en la ría no sólo graba sin parar, día y noche, todos los sonidos de origen humano, sino también muchas fuentes naturales que luego hay que discernir en el laboratorio como la lluvia al caer sobre la superficie del agua, el oleaje o las corrientes.

El desarrollo de algoritmos y el apoyo de la inteligencia artificial son por ello herramientas fundamentales a la hora de poder clasificar tanto ruido diferente.

Y muchos retos

El proyecto SILENCIOS afronta dos retos importantes:

  • Conocer: La monitorización continua y en tiempo real del ruido ambiente en zonas de alta actividad pesquera permite identificar y cuantificar todas las fuentes sonoras, tanto naturales como provenientes de las personas.
  • Mejorar: Es importante identificar aquellas actividades pesqueras que puedan utilizar propulsión eléctrica, así como evaluar la viabilidad de utilizar motores eléctricos acoplados a la maquinaria auxiliar que llevan las embarcaciones de pequeño porte, como los haladores de pesca.

Un primer paso

El proyecto SILENCIOS es un primer paso científico hacia el desconocido mundo de nuestros ruidos submarinos. Pequeño todavía, es verdad, pero va en la buena dirección.

Aunque como reconoce su responsable, Silvia Torres, «aún quedan muchas cosas por hacer». Y lograrlo llevará mucho tiempo. Porque no sólo se trata de cambiar un motor de combustión por otro eléctrico. «Está el reto de la autonomía y el espacio y peso que suponen las baterías, está el reto de las electrolineras a nivel de pantalán, y está el reto del coste de los equipos y de la electricidad, pero sin duda, técnicamente hay actividades que son susceptibles de electrificar».

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1 comentario

  1. Dice ser Ivanof

    Vaya, lo que pasa es que en algo habrá que gastarse las subvenciones…en los 80 cuando se vendían todo el mejillon (y era grande) no pasaba nada; ahora viene mucho de fuera por intereses económicos, o te dicen que hay toxina en agunas bateas, y en la de al lado no. No me conteis milongas que mi familia se dedica a eso hace mas de 60 años. Excusas para gastarse el dinero…………………Que curioso que en el mediterraneo, que es muuuuucho mas ruidoso no hay tanta tontería.

    27 octubre 2022 | 11:29

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