¿Puede haber algo más tranquilo y solitario que una batea de mejillones fondeada en medio de las plácidas aguas de las Rías Baixas?
¿En la Ría de Arousa, frente a Cortegada, una de las islas deshabitadas que forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia?
Aparentemente es un reducto de silencio, pero solo aparentemente. Porque como resalta Silvia Torres, coordinadora de la Unidad de Tecnologías Marinas de CETMAR y directora del Proyecto SILENCIOS, «todos asumimos que las ciudades son ruidosas y en el mar no hay ruidos. Pero es justo al contrario, bajo el agua el sonido viaja más rápido y menos amortiguado».
Esa contaminación sonora submarina no solo afecta a los cetáceos, famosos por comunicarse a través de sonidos a los que el ruido confunde. También se sospecha que el paso de una ruidosa embarcación perjudica a moluscos como los mejillones y las almejas. Con el traqueteo se asustan, se encierran en sus conchas, dejan de comer, crecen peor.
Gracias a una invitación de la Fundación Biodiversidad hemos viajado a Vilagarcía de Arousa para conocer en detalle el proyecto SILENCIOS. Una interesante investigación científica que estudia el uso de alternativas verdes en embarcaciones pesqueras de pequeña eslora para reducir su impacto sonoro en el medio ambiente.
Os dejo a continuación un vídeo que resume la visita.
Para los que quieran saber más, a renglón seguido lo cuento con detalle en este post.