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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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La avispa asesina se extiende imparable por España

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Otra plaga más. La avispa asiática (Vespa velutina) se ha adueñado del norte peninsular, de Galicia a Cataluña pasando por Aragón e incluso Burgos, y en pocos años estará por toda España. Su avance es imparable.

La vi por vez primera el pasado fin de semana en el norte de Navarra. Es un insecto impresionante, feroz.

Todas las avispas son carnívoras, pero esta especie es, además de gigantesca, condenadamente asesina. Sus presas favoritas son las abejas. Las espera a la entrada de las colmenas, atrapa en el aire y arranca la cabeza de un certero bocado, para luego llevarse el tórax como alimento para sus hambrientas larvas, agrupadas en colonias con hasta 15.000 bichos por nido. Una decena de avispas asiáticas pueden matar 30.000 abejas en una semana. Lee el resto de la entrada »

El cangrejo autóctono no lo es tanto, pero es nuestro

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Cangrejo de río europeo o de patas blancas. © David Gerke / Wikimedia Commons

Era la hazaña más rememorada por mi tío Nemesio. En una tarde logró pescar en el arroyo de Hontoria de la Cantera más de 50 docenas de cangrejos. O puede que fueran 100. Una barbaridad. Ahora no queda ninguno.

Tampoco en el río Úrbel, la meca de los cangrejeros burgaleses, donde el reflejo de un prismático en lo alto de la montaña te recordaba que los guardas hacían bien su trabajo. Bueno, allí sí que los hay. Y muchos. Pero no son los autóctonos, los europeos de patas blancas. Esos casi se han extinguido, diezmados por una peste, la afanomicosis.

Los de ahora son americanos (del Norte). El cangrejo rojo, procedente de las marismas de Luisiana y que muy pronto invadió las de Doñana y media España. Y el señal, inconscientemente soltado por la Administración para repoblar los ríos ibéricos. Al ser las especies americanas portadoras del mortal parásito, mientras estén ellas no podrá sobrevivir la nuestra.

En realidad, lo de cangrejo autóctono es muy matizable. Una reciente revisión publicada en la Revista Quercus apunta a que “el nuestro” no es tan nuestro. Habría sido introducido en la península Ibérica hace menos de 200 años a partir de poblaciones italianas, de donde sí es originario. A la sorpresa le ha seguido el estupor. Incluido en la Lista Roja como especie autóctona en peligro de extinción, muchas Comunidades Autónomas y hasta asociaciones ambientales tienen en marcha proyectos de recuperación.

El cangrejo de río es famoso por nadar de espaldas, pero en lo que se refiere a su gestión nosotros lo hemos hecho aún más difícil: de espaldas y a lo loco.

¿Qué hacemos entonces? En mi opinión, dos siglos de historia, cultura y una importante función ecológica son suficientes para seguir protegiendo al de patas blancas. Aunque sólo sea como homenaje a esas tardes cangrejeras de reteles y asombro.

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Prohibido regalar tortugas de agua esta Navidad

Desde el pasado 13 de diciembre, la publicación del Real Decreto 1628/2011 por el que se regula el listado y catálogo español de especies exóticas invasoras ha puesto en orden de busca, captura y eliminación a muchas mascotas y plantas de jardín. Entre ellas las populares tortuguitas de agua, esas que muy probablemente esta Navidad serían regalo habitual para muchos niños y para las que se ha decretado su eliminación en todo el Estado español.

Dos especies de galápagos de agua muy frecuentes en nuestras casas tienen los días contados. Son el galápago de Florida (Trachemys scripta) y la tortuga pintada (Chrysemys picta). A los primeros, la normativa permite una moratoria de 16 meses para que los comercios las vayan sustituyendo por otras tortugas menos peligrosas para el medio ambiente. Para los segundos no hay plazos, deben desaparecer ya de las tiendas.

¿Qué ocurrirá con las compradas con anterioridad a la entrada en vigor del decreto? Hay un año de plazo para inscribirlas en un registro de las Comunidades Autónomas. Para ellas se prohíbe terminantemente su reproducción. Y las autoridades competentes deberán facilitar la entrega voluntaria de los animales referidos, que con toda seguridad serán después sacrificados.

¿Por qué se quiere acabar con estas tortugas? El propio decreto lo explica así: porque son especies exóticas para las que existe información científica y técnica que las señala como una amenaza grave para las especies autóctonas y los hábitats naturales.

¿Son de verdad una amenaza? Sí que lo son. Su presencia en espacios naturales (protegidos o no) está poniendo en grave peligro a las poblaciones de peces endémicos y de tortugas autóctonas. También es un problema económico. En la Comunidad Valenciana hay en marcha un programa Life de erradicación del galápago de Florida presupuestado en 1,2 millones de euros.

¿Se cumplirá este Real Decreto? Evidentemente no. Existen cientos de miles de Trachemys repartidas por otros tantos cientos de miles de domicilios particulares donde gozan del respeto y el cariño de sus dueños. Lógicamente, muy pocos notificarán a las CCAA su tenencia y resulta surrealista pensar que la Policía o la Guardia Civil vaya ir por ahí decomisando estos animales.

¿Quién tiene la culpa de esta situación? Todos, pero especialmente las Administraciones. Se ha favorecido durante décadas un comercio indigno de tortugas acuáticas como caprichos de usar y tirar debido a su bajo precio comercial. Nunca se dijo ni hizo nada para evitarlo y ahora es demasiado tarde.

¿Hay peligro de efecto rebote? Esta normativa se ha hecho para evitar que las tortugas acaben en charcas, ríos y embalses, pero su efecto puede ser catastrófico. Mientras no se articulen correctamente las medidas de recogida, y el fantasma de su eutanasiado caiga sobre ellos,  se producirá una avalancha de liberaciones ilegales en el medio natural. Y habrá sido peor el remedio que la enfermedad.

¿Servirá para algo? Para muy poco. Una vez más se ha aprobado una normativa de protección de la naturaleza diseñada para no cumplirla pero hecha para poder decir que está aprobada. Al final habrá cientos de miles de ciudadanos desinformados con posesión ilegal de tortugas, varias decenas de miles más de tortugas serán soltadas en humedales y acabarán destrozando valiosos hábitats naturales. Pero por lo menos, y esto es lo único positivo, se ha cerrado el grifo en las tiendas de mascotas. Ya no volverán a ser el regalo barato de Reyes.

Y no es una inocentada del 28 de diciembre. Puedes leer el Real Decreto completo en este enlace del Boletín Oficial del Estado.

Os dejo aquí las disposiciones que atañen directamente a estas dos especies, según aparecen señaladas en el Real Decreto:

Artículo 8. Efectos de la inclusión de una especie en el Catálogo o en el Listado.

2. La inclusión de una especie en el Catálogo, de acuerdo al artículo 61.3 de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, conlleva la prohibición genérica de su posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos, de sus restos o propágulos, incluyendo el comercio exterior.

Disposición transitoria tercera. Animales de compañía, animales de compañía exóticos o domésticos.
Los ejemplares de las especies animales incluidas en el Catálogo adquiridos como animales de compañía, animales de compañía exóticos o domésticos antes de la entrada en vigor de este real decreto, podrán ser mantenidos por sus propietarios, si bien, deberán informar, en el plazo máximo de un año, sobre dicha posesión a las autoridades competentes de las comunidades autónomas y ciudades de Ceuta y Melilla. Estas autoridades podrán establecer, en su caso, sistemas apropiados de identificación y/o marcaje (tatuaje, crotal, microchip y registro veterinario), siempre que sea factible y necesario y, solicitarán la firma de una declaración responsable por el propietario. Los propietarios deberán informar con carácter inmediato de la liberación accidental de estos y no podrán comercializar, reproducir, ni ceder a otro particular estos ejemplares. Como alternativa a lo contemplado anteriormente, las autoridades competentes facilitarán, en caso de solicitarse, la entrega voluntaria de los animales referidos. Esta entrega se podrá realizar en primera instancia y de forma temporal, y mientras son recogidos por las autoridades competentes en esta materia, en puntos de venta de animales de compañía o domésticos y núcleos zoológicos legalmente constituidos que puedan ser reconocidos por la autoridad competente como habilitados para ello.

Disposición adicional sexta. Disposiciones específicas para el galápago americano o de Florida («Trachemys scripta»).
Las subespecies «Trachemys scripta scripta» y «Trachemys scripta troosti», se incluyen en el Catálogo a partir del 1 de mayo 2013. Hasta ese momento, se procederá a la sustitución progresiva de dichas subespecies en el comercio de animales de compañía, animales de compañía exóticos o domésticos por especies no invasoras. Asimismo, durante ese periodo, los titulares de las instalaciones y los particulares dedicados a la venta adoptaran medidas de prevención adecuadas para evitar la introducción de las citadas especies en el medio natural.

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Luchan en La Gomera contra la maldición de la oreja de gato

Pobres gatos. Ellos no tienen la culpa, pero en biología de la conservación son los malos de la película; tanto por méritos propios como ajenos. Ya os he contado otras veces lo perjudiciales que resultan estos felinos para las aves y los reptiles cuando se escapan de las casas, especialmente en ecosistemas insulares. Ahí está el triste caso del gato del farero del islote de Stephens, responsable de haber extinguido él solito una especie única de ave en unos pocos años. O los que tienen contra las cuerdas a los lagartos gigantes endémicos de El Hierro o de La Gomera.

Precisamente en esta última isla hay un programa de erradicación de una planta invasora con nombre gatuno que amenaza a la biodiversidad de uno de los bosques maduros mejor conservados del planeta. Se trata de la Tradescantia fluminensis, una especie habitual en jardines procedente de la mata atlántica brasileña y popularmente bautizada como “oreja de gato” debido a sus hojas puntiagudas.

Llegada a La Gomera hace medio siglo, su aprovechamiento forrajero le dio alas. Planta delicada como pocas, en su fragilidad reside el secreto de su fortaleza, pues se rompe con sólo tocarla, pero es capaz de multiplicarse asexualmente con que sólo una mínima yema o raíz quede en el suelo.

A modo de maldición felina, algunas de las más peligrosas especies invasoras recuerdan a nuestros bellos animales de compañía: uña de gato (Carpobrotus edulis), rabo de gato (Pennisetum setaceum) y oreja de gato (Tradescantia fluminensis).

Este verano estoy colaborando precisamente en un programa de voluntariado de SEO/BirdLife en el Parque Nacional de Garajonay donde tratamos de expulsar a la Tradescantia de los límites de la laurisilva. No es nada fácil. Con que dejemos tan sólo un tallito minúsculo en el suelo la planta volverá a invadirlo todo en poco tiempo, desplazando a geranios, violetas, laureles y viñátigos.

Menos mal que contamos con la inestimable colaboración de un montón de gente joven que es capaz de sacrificar sus vacaciones para colaborar desinteresadamente en tan desigual lucha. Su entusiasmo y excepcional formación profesional está logrando lo que parecía imposible, poner a raya a la “oreja de gato” en el monteverde.

En apenas una semana el primer turno logró eliminar más de una tonelada y media de plantas que harán las delicias de las cabras de la señora Luciana allí donde la aridez de la isla hace imposible su crecimiento accidental. El segundo turno está en estos días rematando la faena. Jóvenes comprometidos con el medio ambiente y para los que sólo puedo desearles ese radiante futuro que tanto se merecen.

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Las aves urbanas están más locas pero viven mejor

Dos recientes estudios ornitológicos han evidenciado científicamente hasta qué punto las ciudades están desquiciando a nuestros involuntarios vecinos alados, en principio para bien.

El primero [Serins respond to anthropogenic noise by increasing vocal activity] se fija en el verdecillo (Serinus serinus), un pequeño pájaro emparentado con los canarios y con quienes comparte su afición-obsesión por el canto. Infatigables en sus bellísimos trinos, a pesar de sus orígenes mediterráneos han sido capaces de colonizar poco a poco los paisajes más humanizados del centro y norte de Europa gracias a una enorme plasticidad que tan sólo exige arbolado disperso. Pero tienen un problema. Las ciudades son tan ruidosas que les resulta muy complicado escucharse bien unos a otros. Incapaces de competir en volumen, se han adaptado a la contaminación sonora dedicando más tiempo a cantar que sus hermanos campestres.

Lo más asombroso es la flexibilidad detectada, pues cambian rápidamente las pautas canoras en función de la variación del nivel de ruido entre días laborables y fines de semana. Como resultado, el verdecillo es la quinta especie aviar más abundante de España, según estudios de SEO/BirdLife, aunque sus poblaciones camperas están acusando un preocupante declive relacionado con la degradación de los ambientes agrícolas.

El otro trabajo [Exploring or avoiding novel food resources? The novelty conflict in an invasive bird]  incide en la relación entre ciudades y especies invasoras, aquellas aves exóticas escapadas de cautividad y que han logrado hacerse tan habituales como nuestros gorriones. Según este estudio, la falta de depredadores favorece las aptitudes innovadoras de las aves de ciudad y, por consiguiente, su tendencia a comportarse de manera más inteligente que las de otros ambientes al ser menos prudentes. Ello explica que los pájaros urbanitas sean más avispados que los salvajes, y que esa peculiaridad les vaya muy bien. Porque en la naturaleza, o te adaptas o mueres.

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Las bombas biológicas empiezan a explotarnos

Vivimos en un mundo global con problemas globales. Económicos pero también medioambientales. De estos últimos las especies invasoras parecen un mal menor, algo anecdótico resultado de la permeabilidad de las fronteras. No nos damos cuenta de su terrible efecto. Son bombas biológicas que nos estallan en las manos, empobreciendo la biodiversidad y provocando gravísimos daños. Como el mejillón cebra, un recién llegado a España capaz de atascar todo tipo de conducciones de agua, responsable de pérdidas anuales en nuestro país superiores a los 100 millones de euros. Y encima no es comestible.

El mosquito tigre y sus dolorosas picaduras nos han expulsado de los jardines. Cataluña secará la mitad del delta del Ebro para combatir una plaga de caracol manzana que amenaza los arrozales. El picudo rojo está matando decenas de miles de palmeras y ha empezado a triturar el Palmeral de Elche, Patrimonio de la Humanidad. La serpiente real de California invade Gran Canaria y amenaza al lagarto gigante canarión. El visón americano acaba con el europeo, además de con otros mamíferos autóctonos e incluso colonias enteras de aves en peligro de extinción. La hormiga argentina se lo come todo. La uña de león liquida la frágil vegetación de los sistemas dunares. El cangrejo chino, el señal y el americano terminarán por extinguir a nuestro cangrejo autóctono. El erizo de lima arrasa los fondos marinos de Canarias. Por no hablar de la interminable lista de especies exóticas traídas como singulares mascotas y que, tras ser abandonadas, se han convertido en la pesadilla de los ecosistemas: pitones, mapaches, coatíes, iguanas, tarántulas, escorpiones,… En España ya hay unas 1.400 especies, entre plantas y animales, que no son autóctonas. Una cifra en rápido y preocupante aumento.

Contra estos destructores biológicos sólo hay una solución, evitar su llegada. Pero no se hace. Luego,transformados en plaga, es ya tarde y poco o nada podemos contra ellos. Tan sólo contemplar su avance imparable contra el medio ambiente y nuestras economías.

Si os interesa este preocupante tema, no os perdáis Invasores, un gran documental escrito y dirigido por el naturalista Luis Miguel Domínguez. Dos años de trabajo para retratar cuántos y quiénes son estas especies recién llegadas, dónde están y cómo viven, a través de un excitante recorrido por la geografia española que saca a la luz un drama ambiental de dimensiones catastróficas.

Se estrena hoy viernes, 5 de noviembre, a las 22 horas, en Madrid, en el Pequeño Cine Estudio. Calle de Magallanes, 1. (Metro Quevedo).

Como aperitivo, os dejo a continuación el trailer del documental.

En la fotografía superior, uno de los cientos de miles de caracoles manzana que han invadido el delta del Ebro poniendo en peligro las cosechas de arroz. Tan grande como una manzana, de ahí el nombre. Qué miedo.

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Las serpientes amenazan al lagarto gigante de Gran Canaria

Una plaga de serpientes sigue incontrolable en Gran Canaria. En realidad hay un plan de control, pero a juzgar por los resultados, se puso en marcha demasiado tarde, diez años después de descubiertas las primeras. Soltadas en el campo por inconscientes, que las habían comprado como extravagantes mascotas de terrario pero muy pronto se cansaron de ellas, la culebra real de California (Lampropeltis getulus) se ha convertido en un gravísimo problema ecológico.

En Canarias no existen serpientes ni otros ofidios, pero ahora las hay por cientos. Tantas que su erradicación parece imposible. En apenas dos años el plan puesto en marcha por el Gobierno de Canarias, en colaboración con el Cabildo de Gran Canaria, ha logrado capturar 334 ejemplares en los municipios de Valsequillo y Telde. ¿Eran todas? En absoluto. La población real puede superar el millar y, lo que es peor, al carecer de depredadores se reproducen con suma facilidad, adaptadas a un abrupto espacio de barrancos repletos de escondites donde poder prosperar. Como ha confesado temeroso el diputado regional José Ramón Funes,

«las culebras se han convertido en una auténtica plaga que puede provocar efectos negativos al buen nombre de Gran Canaria, al turismo, y a más de uno lo puede matar de un infarto”.

Espectacular en su tamaño, por suerte estos animales no son peligrosos para los humanos. No tienen veneno, no atacan a las personas y sus mordeduras no son mayores que las de un ratón.  Sin embargo, para el medio ambiente son un desastre, pues se alimentan de lagartos, salamanquesas, huevos y pollos de aves endémicas, indefensas ante una especie desconocida contra la que no están adaptadas a luchar.

El lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini), el único gran saurio canario no amenazado, podría tener los días contados si esta culebra sigue medrando en la isla. Desde la aparición del ofidio, los ejemplares más grandes han desaparecido en las zonas invadidas, según han comprobado los especialistas.

Imposible de erradicar, la Administración lleva gastados ya 236.474 euros en tratar de controlar su expansión. Sin embargo, la especie sigue imparable en tan indeseable invasión, habiéndose detectado nuevas poblaciones en el norte grancanario. Y es que mientras las serpientes sigan vendiéndose en las pajarerías, no habrá manera de impedir la proliferación de ésta y otras especies invasoras. La han preparado buena los amigos de las mascotas raras.

Foto superior: Heriberto Ramos, un vecino de de la localidad grancanaria de Valsequillo, muestra a la cámara la tremenda culebra real de California que ha capturado en un céntrico parque. J. Pérez Curbelo/Canarias7

Y un vídeo de esos que impresionan.

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Las serpientes invaden Gran Canaria

Miren esta foto de Canarias7 y no me digan que no se les ponen los pelos de punta. Heriberto Ramos, un vecino de de la localidad grancanaria de Valsequillo, muestra a la cámara la tremenda serpiente rey de California (Lampropeltis getulus) que ha capturado en un céntrico parque. Especie de reptil muy popular en las tiendas de mascotas, ustedes pensarán: «Se le habrá escapado a alguien del terrario de casa». E incluso muchos, tras leer el titular de este post, me estarán tachando ya de exagerado y sensacionalista. Desgraciadamente para todos, esta vez la cosa va en serio.

No una serpiente, sino cientos de ellas, viven, se reproducen y se extienden como una pesadilla desde hace cinco años por los barrancos grancanarios, en un Archipiélago donde nunca hubo culebras de forma natural. Sólo el año pasado, la Consejería de Medio Ambiente ha capturado un total de 97 de estos ofidios, la mayoría en el turístico municipio de Telde.

Por suerte estos animales no son peligrosas para los humanos. No tienen veneno, no atacan a las personas y sus mordeduras apenas son mayores que las de un ratón. Pero para el medio ambiente son un desastre, pues se alimentan de lagartos, salamanquesas, huevos y pollos de aves endémicas. Por no hablar de los negativos efectos que para el turismo tiene la aparición de tales bichos en lugares tan frecuentados.

¿Cómo han llegado desde California a Canarias estas serpientes?

Pues muy fácil, en avión. En terrarios preparados para venderse en las tiendas de animales, de donde salieron a las casas de personas caprichosas que al final, cuando se cansaron de ellas, las soltaron imprudentemente en barrancos de Valsequillo, Telde y Agüimes.

¿Qué podemos hacer?

Huidizas y silenciosas, ahora que se han aclimatado estupendamente al benigno clima de Canarias va a resultar muy difícil, probablemente imposible, capturarlas a todas.

Lo mismo ocurrió en Fuerteventura con la ardilla moruna (Atlantoxerus getulus), oriunda de Ifni, y ahora hay millones de ellas por toda la isla.

Y puestos a temernos ¿se imaginan lo que podría pasar si también se escaparan muchos de esos escorpiones que se venden impunemente como mascotas? Serían sin duda unos incómodos compañeros de toalla para los 14 millones de turistas que cada año visitan las playas canarias.

Para desgracia de todos, el problema de las especies invasoras es todavía considerado algo anecdótico por nuestras autoridades, quienes siguen sin extremar los controles, especialmente en territorios insulares.

¿Ni afectando al turismo y a la salud se dan cuenta del gravísimo problema que suponen estos escapes de animales exóticos? Luego, cuando ya es tarde, nos lamentamos.

Foto: J. Pérez Curbelo/Canarias7