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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Las gallinas tristes y enjauladas sueñan con vivir en el Pirineo

¿Te imaginas vivir encerrado toda tu vida en una jaula del tamaño de un folio?

Igualdad Animal ha lanzado una campaña con el objetivo de visibilizar el sufrimiento de las gallinas utilizadas para producir industrialmente huevos en España. Asegura que el 77 % de las gallinas pasa toda su vida encerradas en mínimos espacios de 21 x 29 centímetros, sin poder estirar las alas, pisando un suelo de alambre inclinado y sin ver nunca la luz del sol.

Estas gallinas tristes producen huevos tristes. Y sueñan, seguro que sueñan, con vivir como lo hacían sus abuelas, en la libertad del campito, correteando por el corral, sin jaulas ni apretones, disfrutando del sol y de la lluvia.

Sueñan con gallinas felices como las que me he encontrado en el norte de Huesca, en el Pirineo aragonés.

No te pierdas mi nuevo vídeoblog hablando de ellas.

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La tauromaquia ¿es ecología o es tortura?

Toro

Los taurinos empiezan a movilizarse ante el creciente desinterés (y sobre todo rechazo) que la antaño denominada fiesta nacional provoca en el respetable. Lo hacen apostando por el arte, a través de una exposición que hasta el próximo 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, podrá verse en la plaza de toros de Las Ventas.

Titulada “La Tauromaquia es ecología”, está organizada por la empresa Taurodelta y la Fundación Toro de Lidia y cuenta con fotografías de Gorka Azpilicueta y Arsenio Ramírez.

En ellas se presentan seis argumentos protaurinos sobre la influencia que esta actividad ganadera tiene en el medio ambiente. A ellos yo enfrento seis argumentos de los antitaurinos que rechazan frontalmente tal supuesto beneficio. Lee el resto de la entrada »

El cangrejo autóctono no lo es tanto, pero es nuestro

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Cangrejo de río europeo o de patas blancas. © David Gerke / Wikimedia Commons

Era la hazaña más rememorada por mi tío Nemesio. En una tarde logró pescar en el arroyo de Hontoria de la Cantera más de 50 docenas de cangrejos. O puede que fueran 100. Una barbaridad. Ahora no queda ninguno.

Tampoco en el río Úrbel, la meca de los cangrejeros burgaleses, donde el reflejo de un prismático en lo alto de la montaña te recordaba que los guardas hacían bien su trabajo. Bueno, allí sí que los hay. Y muchos. Pero no son los autóctonos, los europeos de patas blancas. Esos casi se han extinguido, diezmados por una peste, la afanomicosis.

Los de ahora son americanos (del Norte). El cangrejo rojo, procedente de las marismas de Luisiana y que muy pronto invadió las de Doñana y media España. Y el señal, inconscientemente soltado por la Administración para repoblar los ríos ibéricos. Al ser las especies americanas portadoras del mortal parásito, mientras estén ellas no podrá sobrevivir la nuestra.

En realidad, lo de cangrejo autóctono es muy matizable. Una reciente revisión publicada en la Revista Quercus apunta a que “el nuestro” no es tan nuestro. Habría sido introducido en la península Ibérica hace menos de 200 años a partir de poblaciones italianas, de donde sí es originario. A la sorpresa le ha seguido el estupor. Incluido en la Lista Roja como especie autóctona en peligro de extinción, muchas Comunidades Autónomas y hasta asociaciones ambientales tienen en marcha proyectos de recuperación.

El cangrejo de río es famoso por nadar de espaldas, pero en lo que se refiere a su gestión nosotros lo hemos hecho aún más difícil: de espaldas y a lo loco.

¿Qué hacemos entonces? En mi opinión, dos siglos de historia, cultura y una importante función ecológica son suficientes para seguir protegiendo al de patas blancas. Aunque sólo sea como homenaje a esas tardes cangrejeras de reteles y asombro.

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Medio siglo sin poder ver algo así en la Península

La imagen es grandiosa. Uno de los más impresionantes espectáculos de la naturaleza. El momento en el que un macho de águila pescadora (Pandion haliaetus) se acerca al nido con un pez recién pescado, ante la atenta mirada de su compañera.

La especie no cría desde los años ochenta del pasado siglo en la España continental, aunque sí lo hace en Baleares y Canarias (29-36 parejas). Y tampoco está globalmente amenazada, pues se distribuye por todos los continentes salvo la Antártida. Desde 2009, y ésta es la noticia, la especie también se reproduce en Andalucía.

El Programa de Reintroducción del Águila Pescadora en Andalucía, puesto en marcha por la Junta en el año 2003, se desarrolla con éxito. En la actualidad ya hay nueve parejas reproductoras. Seis de ellas se han instalado este año en distintos territorios de las provincias de Cádiz y Huelva y han sacado adelante un total de 10 pollos.

¿Cómo se ha logrado? Se ha utilizado la conocida técnica del «hacking«. Consiste en adaptar pollos nacidos en otras zonas a un nuevo medio haciéndoles creer que ése es su lugar original de nacimiento. De esta forma, cuando son adultos, gracias a su filopatría (tendencia que presentan muchas especies animales a criar cerca del mismo territorio donde nacieron) regresan a la zona de suelta.

¿Cuántas águilas se han liberado y de dónde vienen? Desde 2003 y hasta 2011 inclusive se han soltado 164 pollos procedentes de Finlandia, Escocia y Alemania. Se les trajo en avión y se liberaron en Cádiz, en el embalse del Barbate, y Huelva, en el Paraje Natural de las Marismas del Odiel.

¿Cuántas águilas han regresado? Hasta el momento tan sólo han vuelto a Andalucía 19 ejemplares (el 11,6%), exiguos supervivientes de su largo periodo de juventud en los cuarteles de invernada africanos.

¿Quién y por qué se traen águilas? Este proyecto, diseñado, dirigido y ejecutado por la Fundación Migres, surgió de las medidas compensatorias por la construcción de la autovía 381 entre Jerez de la Frontera y Los Barrios. Dicha infraestructura dañó irremediablemente el Parque Natural de los Alcornocales, estropicio que en mi opinión sigue sin haberse pagado con esta carísima reintroducción.

¿Tiene razón de ser este proyecto? A mí me encantan las águilas pescadoras, pero pienso que este proyecto no debería haberse puesto en marcha. Se está gastando muchísimo dinero y recursos de todo tipo para aumentar la distribución de una especie que no está globalmente amenazada. Mientras tanto, otras especies exclusivas de nuestra flora y fauna, biológicamente más interesantes pero sin tanto glamour mediático, se extinguen ante nuestros ojos. Para ellas no hay rescate. Tan sólo indiferencia.

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