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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Archivo de la categoría ‘Ecologismo’

La tragedia de Haití también es ambiental

Pobre Haití. Dicen que «la pobreza nunca alza cabeza», pero en el caso de este malaventurado país podríamos señalar el viejo refrán colombiano:

Cuando el pobre va de culo, no hay barranca que lo ataje.

O siguiendo con el refranero popular, «a perro flaco todo son pulgas». Las pulgas haitianas son tan antiguas como su propia historia. Descubierta la isla por Cristóbal Colón en 1492 y bautizada La Española, nuestra desidia patria dejó en total abandono al sector occidental. Desde la famosa isla de La Tortuga, piratas, bucaneros y otras gentes de mal vivir, en su mayoría oriundas de Francia, se fueron instalando en esta zona, donde desarrollaron un fortísimo sistema esclavista. Ante la evidencia, en 1697 España cedió la mitad de la isla al Estado galo, convirtiéndose así en su primera colonia de Ultramar. En 1804 será el primer país latinoamericano que logrará la independencia, pero al estar integrado mayoritariamente por esclavos libertos (el 95% de la población es de ascendencia africana), recibió el rechazo internacional. Aislado del mundo, satanizado, se radicalizó, acabando con todas las grandes haciendas que simbolizaban el viejo dominio blanco. Luego aparecieron los dictadores (nunca se fueron) y todo fue a peor.

Y es aquí donde, tras el desastre social, llega la tragedia medioambiental de la que emana la terrible pobreza histórica de Haití. Más seco que su vecina República Dominicana, rápidamente sus selvas fueron eliminadas para abastecer los ingenios de caña de azúcar. En la actualidad, con tan sólo un cuatro por ciento de sus bosques originales, la falta de árboles protectores ha provocado una pérdida dramática de suelo fértil. Su agricultura de subsistencia apenas da para escapar del hambre. Y como pobres, el único combustible para sus paupérrimas cocinas proviene de una leña cada vez más escasa. También por no tener árboles, los efectos de los huracanes y las inundaciones son aquí más devastadores que en el país vecino.

>>¿Cuáles son a largo plazo las necesidades de Haití?

Está claro. Más allá de las ayudas urgentes, Haití necesita cambios profundos en su economía que pasan por una recuperación social y ambiental de país. Atajar el problema desde la raíz, logrando su desarrollo a largo plazo.

>En primer lugar es necesaria una profunda e intensa campaña de reforestación que deberá mantenerse durante décadas. Con árboles volverá el agua y el suelo fértil a la isla.

>En segundo lugar necesita una reforma agraria. El país y las ayudas deben centrarse en el desarrollo de una agricultura sostenible que permita alimentar a sus habitantes y producir excedentes con los que poder comerciar en el extranjero, pues para cubrir sus necesidades mínimas Haití necesita ahora importar más de la mitad de los productos agrícolas que consume. Lo ha dicho el responsable de la FAO:

«La prioridad es el suministro de semillas, fertilizantes, pienso para el ganado y vacunas, así como aperos agrícolas».

>También debe darse prioridad al desarrollo de las energías renovables, a ese sol y a ese viento del que tanto tienen y tan poco utilizan.

>Y por supuesto, la mejor manera de que este país pueda salir algún día de la pobreza pasa por cancelar de forma inmediata su deuda externa, que ahora mismo asciende a casi 2.000 millones de dólares.

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Las diferentes fotografías que ilustran este post están hechas en la frontera entre Haití y la República Dominicana. No existe ningún otro lugar en el mundo donde la deforestación tenga tan marcados contrastes políticos (Fotos de Yann Arthus Bertrand, ImageShack y Getty Images).

Pero no quiero terminar sin una visión positiva. Por ejemplo el gran bálsamo de este país, su maravillosa y desconocida cultura, especialmente su música. Para ello, nada mejor que escuchar el programa de Radio3 ‘Cuando los Elefantes Sueñan con la Música‘ donde se rinde justo homenaje al pueblo haitiano.

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¡Viva el turismo inactivo!

Este domingo se clausura en Madrid la trigésima edición de la feria de Fitur, el gran escaparate mundial del turismo. La mayoría de las 11.000 empresas e instituciones allí reunidas han intentado y siguen intentando captar la atención del turista global, ese curioso impenitente capaz de gastarse grandes cantidades de dinero en descubrir lo que hay al otro lado del mapa.

Los griegos ya se iban de Olimpiadas, y seguramente antes ya había largas romerías y peregrinaciones, algo así como un incipiente turismo religioso. Ahora somos cerca de 1.000 millones los que nos movemos por todo el mundo cada año de un país a otro, sólo por diversión. Gastándonos la nada despreciable cifra de 625.000 millones de euros anuales. Mucho movimiento, mucho gasto, pero también muchos desequilibrios y mucho despilfarro energético.

En los últimos 50 años la estrella fue el turismo de sol y playa. Un sector en el que España se especializó de una forma tan terrible como terriblemente destruida quedó su costa. Agotados de este modelo, hemos vuelto ahora la atención al mundo rural, al turismo ecológico y cultural. Sin embargo, somos seres inquietos. Llegamos a un lugar nuevo y preguntamos: ¿qué se puede hacer aquí? Nació así el turismo activo y de aventura: rafting, surf, kayak, puenting, 4×4, quads,… Ser superhéroes durante unas horas, antes de regresar a la realidad de la oficina.

Yo sin embargo, cada vez soy más partidario del turismo inactivo o, mejor dicho, del turismo plácido. Ir a zonas rurales para pasear, leer, hablar con la gente, extasiarme ante el vuelo de una mariposa o el color de una flor. Lo que los italianos denominan “dolce far niente” y podríamos traducir como “refinada holgazanería”. Es lo más cómodo y ecológico, pero también lo más económico, saludable y lógico. ¿No os parece que al final nos estresamos más con esas vacaciones tan activas que con el propio trabajo? Entonces ¿para qué correr tanto?

Como reza un viejo proverbio árabe,

“la simplicidad es un tesoro infinito, si no puedes alcanzar lo que anhelas, conténtate con lo que tienes”.

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Mortadelo y Filemón se hacen ecologistas

Grandes peligros amenazan al Planeta: el cambio climático, el efecto invernadero, el agujero de la capa de ozono, el deshielo de los polos, el hecho de que Raúl sea convocado por Del Bosque. Pero hay un peligro aún mayor, Mortadelo y Filemón.

Azuzados por el fracaso de la cumbre sobre el cambio climático de Copenhague, los populares personajes del genial dibujante Francisco Ibáñez han vuelto a la carga. En su última aventura, Guía para la vida del ecologista de hoy en día (Ediciones B) tratarán no sólo de salvar al mundo de los desastres ambientales sino algo mucho más importante, de concienciarnos a golpe de su habitual humor hilarante.

De todas formas, que nadie se llame a engaño. A lo largo de sus 144 páginas los esperpénticos agentes de la T.I.A. (Técnicos Investigación Aeroterráquea), acompañados por el ‘Súper’, la secretaria Ofelia, el profesor Bacterio y Rompetechos, se ríen hasta de su sombra.

El libro fue el regalo de Reyes de mi hijo de 10 años, quien no lo ha soltado desde entonces, bombardeándome continuamente con las charlotadas de la estrambótica pareja.

La ficha inicial para ingresar en la ecológica T.I.A. ya lo dice todo. Por ejemplo, debes responder afirmativamente a preguntas tales como:

>Si tienes perro ¿recoges sus cacas?

>Si tuviese diarrea ¿usarías fregona?

>¿Amas a las flores y a los capullos?

>¿En lugar de fútbol ves documentales?

Y para identificarte como miembro del grupo te piden que pegues tu foto con mocos para así no utilizar pegamentos químicos.

De locos. Como su diccionario ecológico:

Energía sostenible: Fuerza que emana de los sostenes.

Contenedor: Restaurante en el que se come con un sólo cubierto.

Organismo: Capacidad para tocar el órgano.

Mortadelo nos invita en el libro a poner un animal en nuestras vidas: la orca para el condenado a muerte; el buitre para el político; la cobra para el inspector de Hacienda; una pitón para el árbitro.

También expone los mandamientos del «antiecologismo», donde justifica su apoyo a la energía atómica pues «si no hubiese sido por los experimentos nucleares no habrían existido nunca La Masa, Spiderman y la mayoría de los superhéroes».

La nómina de ecologistas famosos incluye a Umberto Eco, Fauna Pausini y Reciclark Gable. Como antiecologistas célebres cuenta con Sofía Matagatos, Eduardo No Riega, Gasolina Jolie, Vertido Osborne, Liofuel Messi o Quemando Torres.

El padre de algunos de los personajes más populares de los tebeos se autorretrata aquí como un ecologista tan comprometido que llega a vanagloriarse de usar el «calcetín del artista» como insecticida efectivo 100%, «sin propelentes, gases, CO2 ni otras gaitas».

Genial. Un libro verdaderamente recomendable, divertidísimo e incluso instructivo. Yo sólo le he visto una pega: está editado en poco ecológico papel cuché, a pesar de asegurase que toda la Guía ha sido elaborada «con papel higiénico reciclado procedente de los lavabos de la T.I.A.»

Demasiada sal contra la nieve mata árboles

Vivimos en un país de excesos. Ante un problema, o no hacemos nada o nos pasamos tres pueblos. Nos ocurre con la nieve. Para garantizar unas carreteras libres de hielo, el Plan de Nevadas del Gobierno prevé arrojar este invierno 16.524 toneladas de sal sobre el viario público, que se añaden a las tiradas a mansalva por los Ayuntamientos. De paso se matan miles de árboles, contaminando gravemente arroyos y acuíferos, por no hablar de la corrosión de los vehículos. Son los previsibles «daños colaterales» de los que nadie parece acordarse.

Diréis que primero es la seguridad vial y tenéis razón. Pero como en todo, en la medida está la virtud. Y con la sal en las carreteras las cantidades arrojadas sólo por precaución, o por si acaso, son a todas luces excesivas.

La primera alternativa sería esa, utilizar el cloruro sódico para impedir la formación de hielo en el asfalto sólo cuando sea necesario.

La segunda posibilidad es utilizar siempre que se pueda los métodos mecánicos, como palas y quitanieves.

Y una tercera posibilidad es usar otros productos químicos menos agresivos para con el medio ambiente, por que los hay. Como arena, salmuera (sal disuelta en agua, lo que reduce la concentración), e incluso sustancias del tipo del acetato de calcio y magnesio o el acetato de potasio, base de los anticongelantes comerciales libres de cloro.

En Berlín son los ciudadanos quienes deben limpiar la nieve de sus aceras o portales, y si usan sal para facilitar el trabajo pueden ser multados con hasta diez mil euros.

Aquí en España la arrojamos en cantidades ingentes en nuestras ciudades, sin control alguno, y cuando pasa el temporal el sobrante suele terminar en los alcorques de nuestros sufridos árboles urbanos, en las cunetas y en los ríos.

¿No os parece que en estos preciosos días invernales se puede usar la sal con más cabeza medioambiental?

La Naturaleza te felicita el nuevo año

¿Os gusta la foto? Maravillosa. Me la ha mandado Odile Rodríguez de la Fuente, la hija pequeña de nuestro admirado naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, y no se me ocurre nada más hermoso para felicitaros el Nuevo Año desde La Crónica Verde.

Es verdad, no ha sido un año demasiado bueno. Este observatorio medioambiental ha dado demasiadas malas noticias y pocas buenas. El mundo, nuestro mundo, parece empeñado en seguir una imparable carrera hacia el precipicio, pero soy optimista. Gaia, la Madre Tierra, ese todo en el que todos formamos parte de un engranaje perfecto, nos sonríe. Tres grandes aves dirigiéndose raudas a su dormidero en un atardecer invernal son su mejor mensaje. Feliz Año Nuevo Gaia. Feliz Año Nuevo, queridos amigos.

Decálogo del cocinero ecologista

La dieta mediterránea ayuda a conservar la biodiversidad y el mundo rural. No lo digo yo. Lo asegura convencido el famoso y mediático cocinero Sergi Arola, con quien la pasada semana tuve la oportunidad de coincidir en unas interesantes conferencias sobre vida y alimentación organizadas por la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente en La Casa Encendida de Madrid.

A la pregunta de cómo consumir siendo respetuosos con el medio ambiente, Sergi responde que el secreto está en comer equilibradamente «y la dieta mediterránea es totalmente equilibrada”, debido a su riqueza y a la gran variedad de productos animales y vegetales que la componen. Por eso asegura sin rubor:

«Nuestras abuelas cocinaban muchísimo mejor que cualquiera de nosotros».

¿Por qué? Pues porque ellas tenían mucho de lo que nosotros hemos perdido hace tiempo, especialmente tiempo para hacer guisos maravillosos a fuego lento, utilizando productos cercanos, frescos, sanos, de calidad.

Como moderador de su conferencia, los argumentos del chef me sorprendieron gratamente. Una persona acostumbrada a los grandes lujos se nos mostró muy sensibilizado con los problemas medioambientales y sociales de nuestro malherido planeta. Algo muy importante desde que los grandes cocineros, como los deportistas de élite o los actores famosos, se han convertido en prescriptores de nuestra sociedad, en modelos a seguir.

Con el objetivo de plasmar estas ideas en el día a día de sus restaurantes, el chef catalán ha creado su particular decálogo del “eco-gourmet”. 10 ideas para ser un cocinero medioambientalmente responsable:

1. Fomentar el consumo de productos locales, provenientes de pequeños productores que empleen técnicas respetuosas con el medio ambiente.

2. Mantener como eje principal a la hora de diseñar un plato las texturas de la cocina tradicional.

3. Apoyar la producción de variedades agrícolas y ganaderas en peligro de extinción, mejor si son de procedencia ecológica.

4. Cambiar de productos en función de la estacionalidad, que como mínimo deben suponer el 80 por ciento del menú. No se puede comer tomates o naranjas todo el año.

5. Rechazar especies en riesgo de extinción como el atún rojo, el caviar o el tiburón, o ejemplares demasiado pequeños (pezqueñines).

6. No hacer uso de productos especulativos de lujo extremo, como las trufas blancas.

7. Incorporar nuevas técnicas culinarias (gastronomía evolutiva) a partir de un proceso reflexivo.

8. Sustituir las grandes cartas por menús, para así reducir la cantidad de alimentos que al final acaban en la basura.

9. Fomentar la educación tanto del profesional como del cliente. Hay que aprender a comer.

10. Ser lo suficientemente honesto como para dejar la profesión el día en que no se disfrute con ella.

¿Fracasará la cumbre del clima de Copenhague?

15.000 delegados de 190 países y 5.000 periodistas asisten esta semana en Copenhague (Dinamarca) a la 15 Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático (COP15). Como ya todos sabéis, en esta reunión debería aprobarse un acuerdo mundial de reducción de emisiones de CO2 que sustituya al Protocolo de Kioto a partir de 2013. Es nuestra última oportunidad para hacer frente al calentamiento global.

¿Fracasará Copenhague, tal y como estaba previsto en los altos despachos que mueven el mundo? ¿Lograremos seguir creciendo económicamente pero reducir nuestra contaminación a los umbrales de 1990?

Es mucho lo que nos jugamos. Si no lo conseguimos la temperatura en el planeta aumentará al menos 2º C y con ello los impactos del cambio climático serán devastadores.

Ayer lo comentaba con un taxista, esos supuestos símbolos del pensamiento básico de la sociedad, y su respuesta me produjo un escalofrío:

Si el planeta se va a la mierda por nuestra culpa, pues que nos den a todos por el culo.

Una corriente de nihilismo destructivo se está adueñando de nosotros. Esto es como la burbuja inmobiliaria, pero a escala global. Todos participamos en una loca carrera hacia el abismo pero nadie para el carro, nos importa un bledo el futuro. El último que apague la luz.

Qué equivocados estamos. El mundo no acabará con nosotros. Apenas somos una anécdota en sus miles de millones de años de historia. Más pronto o más tarde nos extinguiremos, de eso no hay duda, es ley de vida natural. Pero el planeta no desaparecerá con nosotros, tan sólo se estremecerá no sin pena por una pérdida tan idiota.

Como concluye el maravilloso poeta T. S. Eliot en Los hombres huecos,

Así termina el mundo

no con una explosión sino con un sollozo.

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Foto: Aussiegall / Flickr

Cadena humana para salvar animales y plantas en Canarias

Estoy orgulloso de mis compatriotas canarios. Frente a unos políticos que no nos merecemos la ciudadanía ha dicho basta a tanto hormigón, desarrollismo y especulación. No sólo grupos ecologistas o asociaciones de vecinos. Hasta la durmiente Universidad se ha alzado contra el intento de aprobación del nuevo Catálogo Canario de Especies Protegidas propuesto por el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria. Como ya os he contado recientemente, esta medida pretende adaptar la protección de las especies de flora y fauna canarias a un proyecto de desarrollo totalmente insostenible para Canarias, eliminando barreras legales a proyectos de infraestructuras salvajes como el Puerto de Granadilla, el Puerto de Fonsalía, el anillo insular de Tenerife, los trenes, los puertos deportivos, los campos de golf,…

La nueva Ley propone radicales cambios respecto a la situación actual de protección de las especies canarias, sin ningún tipo de fundamento científico, tan sólo la decisión de un puñado de políticos (CC y PP) con mayoría parlamentaria. Tenemos un catálogo que prácticamente sólo existe sobre el papel, pues sirve para muy poco, pero ahora se le quiere dejar en puro papel mojado a cambio de otro papel, el del dinero.

Para que os hagáis una idea, en uno de los lugares con mayor riqueza natural del mundo, el Archipiélago canario, un partido político acaba de decidir, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, agarrar las 450 especies protegidas en 2001 y, para facilitar sus intereses especulativos:

>226 especies protegidas se eliminan de un plumazo del catálogo regional.

>A 131 especies protegidas se les rebaja el grado de protección, incluyendo las que entran en una nueva categoría, “De interés para los ecosistemas canarios”, y aquellas que estaban incluidas en la categoría “Sensible a la alteración de su hábitat”, que desaparece en la nueva propuesta.

>94 especies pasan a estar protegidas de forma perversa e intermitente: sólo se protegerá a la planta o el animal que esté dentro de un espacio protegido pero si pisa, crece, nada o vuela fuera de estos lugares deja de estar protegido. Además, se podrán desproteger en estos espacios por interés general, si afectan a un proyecto o a una infraestructura.

Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife, ATAN, Amigos de la Tierra y Ben Magec se han unido contra tamaña barbaridad y han convocado para el próximo sábado 28 de noviembre una gran cadena humana que rodeará el Parlamento de Canarias. Seguro que será un gran éxito. Esta Ley la vamos a parar entre todos.

¿Tienes un minuto para ayudar al planeta?

El planeta está en peligro por culpa del cambio climático y nosotros somos los culpables. Pero aún estamos a tiempo de echar el freno en esta loca carrera hacia el desastre del mundo, de nuestro mundo.

Algunos gobernantes y altos ejecutivos de nuestros países más industrializados (y culpables) no se enteran. Por eso nos estamos uniendo todos los ciudadanos de base para darles un aldabonazo en su sensibilidad, para pedirles que hagan algo en la próxima reunión de Copenhague y que lo hagan ya. Más liderazgo, valentía y, sobre todo, solidaridad con los países en desarrollo.

Aunque después del fracaso de la cumbre de Barcelona la cosa pinta mal. Incluso la ONU tiene muchas dudas, y considera que el esperado tratado mundial que debe sustituir al protocolo de Kioto y fijar las bases de la reducción de emisiones de gases no se decidirá en la cumbre que se celebrará en diciembre en Copenhague.

El tick-tack del reloj avanza imparable en nuestra contra. Y así se llama esta gigantesca iniciativa internacional, tcktcktck, la más grande hasta ahora acometida para cambiar el mundo actual.

Colabora con tu firma en esta ciberacción para conseguir un acuerdo justo, ambicioso y vinculante en la cumbre de cambio climático de Copenhague.

El mundo está preparado para un tratado ambicioso, pero por lo visto no lo están ni sus gobernantes ni sus economías. ¿Lo estás tú? Pues firma pinchando en este enlace. Ya somos tres millones y seguimos creciendo.

Comemos petróleo

Nuestra dependencia con el petróleo es preocupante. La agricultura industrial moderna nos da todos los días de comer gracias a un complejo proceso de conversión de la energía del petróleo en energía alimentaria. Cada caloría consumida en forma de pan, verdura o carne supone consumir 10 calorías de energía proveniente de combustibles fósiles. Desde los fertilizantes que abonan los campos del mundo, hasta los paquetes de plástico con que se cubre la comida en los supermercados, todo es petróleo y más petróleo.

Tractores y máquinas agrícolas, coches, camiones, trenes, barcos y aviones dan diariamente miles de vueltas al mundo para transportar frutos y semillas por todo el orbe gracias a esa energía atesorada por la tierra, capaz de permitir que los kiwis de Nueva Zelanda lleguen tan frescos a nuestras mesas españolas como los plátanos canarios a las de Finlandia, o que una merluza argentina haga los honores en banquetes de boda de Burgos.

El petróleo es un regalo único de la Naturaleza, creado a lo largo de millones de años y que nosotros vamos a agotar en apenas 200 años. El déficit energético de nuestro actual sistema de producción de alimentos es por lo tanto brutal. Para mantenerlo, en el mundo se queman 85 millones de barriles de petróleo al día. Todos los días. Pero las reservas empiezan a dar las primeras muestras de agotamiento.

A estas alturas del campeonato cualquier otra alternativa se presenta inviable. ¿Agricultura ecológica? Según han demostrado los científicos, sólo para cubrir las actuales necesidades de nitrógeno de la agricultura mundial usando estiércol orgánico harían falta más de 14.000 millones de vacas. Una solución imposible que dispararía el consumo de piensos y pastos (para cuya producción también hace falta mucho petróleo), además de acelerar el cambio climático con sus flatulentas emisiones de metano, un gas aún peor que el CO2.

Paradójicamente, a medida que estos recursos fósiles se agotan nosotros seguimos inmersos en un disparatado crecimiento del consumo, de la población y de las ciudades, yendo de cabeza hacia una gran crisis energética global. Éste es sin duda el desafío más grande al que se ha enfrentado la humanidad en toda su historia. Porque con el actual sistema, cuando se acabe el petróleo, se nos acabará la comida.

¿Hay alternativas? La única es acometer cuanto antes la Tercera Revolución Industrial, un nuevo modelo económico basado en la combinación del uso de las energías renovables y las tecnologías de la información. Debemos hacerlo. Nos va en ello la supervivencia.

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Si queréis saber más sobre este tema, os recomiendo el blog Petróleo en declinación.