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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Fidel Castro se hace ecologista

El compañero Fidel Castro, líder de la revolución cubana y ex dictador (por relevo familiar) de ese bello país caribeño, se ha hecho ecologista. A sus 83 años acaba de dar un nuevo giro ideólogico a su proyecto socialista, tras ponerse en la primera fila de los luchadores contra el cambio climático.

En el último de sus sermones semanales que autotitula Reflexiones, publicado en CubaDebate y luego reproducido en la totalidad de los medios de comunicación oficiales, el viejo «comandante en jefe» abraza con pasión la causa ecologista. Asegura Fidel:

Ya no es cuestión de “Patria o Muerte”; realmente y sin exageración, [el cambio climático] es una cuestión de “Vida o Muerte” para la especie humana.

El modelo productivo socialista trató de modernizar a la sociedad industrializándola de forma masiva desde la colectividad. Sus fábricas, minas y centrales nucleares envenenaron media Europa. Aunque Cuba también lo intentó de la mano de la extinta Unión Soviética, su industrialización fue un fracaso. Por eso le resulta ahora fácil a Castro renunciar a ese sueño equivocado y abrazar con fervor la búsqueda de un nuevo sistema productivo que sustituya al actual sistema capitalista que «no sólo nos oprime y saquea», si no donde «los países industrializados más ricos desean imponer al resto del mundo el peso principal de la lucha contra el cambio climático».

La cumbre mundial de Copenhague será crucial para salvar el planeta. De eso no hay duda. Otra cosa más discutible es que, como asegura Fidel, la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA), formada por Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, vayan a ser fundamentales para lograr ese acuerdo mundial que nos aleje del desastre ambiental. Eso me suela a oportunismo político.

Pero al menos en una cosa tiene razón Fidel Castro.

En ningún otro momento de la historia humana se presentó un peligro de tal magnitud.

¿Os dais cuenta? Desaparecido Bush del candelero mediático también han desaparecido todos los escépticos del cambio climático. Ya nadie lo pone en duda, ni siquiera el viejo Fidel. Quizá antes no eran tantos como parecía, quizá las evidencias no eran tan firmes, o quizá el dinero de las petroleras ya no fluye por entre algunas conciencias de forma tan ágil. Al final va a ser verdad que nos estamos cargando el futuro, sea éste capitalista o socialista.

Ser ecologista es bueno para el alma

Lo acaba de asegurar nada menos que el arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana, Rowan Williams: Hazte ecologista y salvarás tu alma.

En opinión del clérigo inglés, llevar una vida verde, respetuosa con el medio ambiente, es bueno para el espíritu. Consecuente con este modo de pensar, el preste ha pedido a los feligreses que hagan «pequeñas modificaciones» en su vida que ayuden a salvar el mundo como reciclar más, volar menos en avión o consumir fruta y hortalizas plantadas por ellos mismos.

Durante el sermón pronunciado el pasado fin de semana en la londinense catedral de Southwark, y según recoge el Daily Telegraph en su edición digital, Williams dijo que la respuesta cristiana al cambio climático es tratar de minimizar cualquier efecto nuestro sobre el medio ambiente.

Como ejemplos prácticos propuso apagar los aparatos eléctricos cuando no se usan, pasar las vacaciones en el propio país o tener una huerta donde cultivar nuestros propios alimentos. En su opinión, ayudar a la naturaleza nos pondrá de nuevo en contacto con el alma humana.

El arzobispo anglicano dijo que la actual obsesión con el crecimiento económico nos ha llevado al «ecocidio«, con más especies que nunca en peligro de extinción, una creciente desertificación y deforestación del planeta, así como a un «malestar espiritual básico«.

Y fue aún más lejos pidiendo al Gobierno del Reino Unido que lidere el camino del desarrollo sostenible invirtiendo más en energías renovables, tecnología verde y la construcción de edificios energéticamente eficientes. También hizo un llamamiento a los países de la ONU para que suscriban un nuevo acuerdo internacional sobre cambio climático en Copenhague el próximo mes de diciembre, con metas más estrictas para los países ricos en cuanto a la reducción de sus emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.

Nunca antes había visto un sermón tan ecologista, en este caso protestante. Y yo me pregunto: ¿pensarán igual nuestros sacerdotes católicos?

Una autovía amenaza a osos y urogallos

El Gobierno asturiano quiere más carreteras y propone incluir en la próxima revisión del PEIT (Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte) la construcción de una autovía entre La Espina (Asturias) y Ponferrada (León).

Una infraestructura que, de hacerse, dañará gravemente el corazón de las montañas cantábricas, afectando a una importantísima zona declarada Reserva de la Biosfera, Parque Natural y que se encuentra dentro de la Red Natura 2000 de la Unión Europea. Paraísos ambientales como el ‘Alto Sil’ o las ‘Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias’, refugio de especies tan amenazadas como el oso o el urogallo.

Desde los despachos, trazar líneas es fácil. Se abren túneles, se levantan viaductos, se gasta dinero a espuertas. ¿Limitaciones? Prácticamente ninguna si se declara la obra «de interés general», algo tan subjetivo como la mente de nuestros políticos.

A cambio, nos prometerán medidas compensatorias y restauraciones ambientales ejemplares, pero cuando el daño ya está hecho, lo único cierto es que esos tajazos en la montaña son y serán siempre puntas de lanza de destrucción de nuestros últimos valles vírgenes, barreras infranqueables para la fauna, mordiscos mortales a nuestros bosques.

Y todo a mayor gloria del automóvil, del transporte por carretera, del consumo compulsivo de combustibles fósiles. Por que hoy, como hace 50 años, para muchos dirigentes autopista es sinónimo de progreso. Erróneo sinónimo en los tiempos que corren, cuando la política de infraestructuras del Estado debería adecuarse a la lucha contra el cambio climático y la conservación de la biodiversidad.

No será porque no lo saben. La primera evaluación ambiental del proyecto ya advierte del gigantesco daño ambiental de esta autovía. Y por si el ministro de Fomento, José Blanco, no se hubiera enterado, WWF y SEO/BirdLife se lo acaban de explicar muy clarito en una carta donde le alertan de los graves problemas que ocasionará esta infraestructura.

¿Les harán caso? Mucho me temo que el asfalto sigue siendo más importante en nuestra sociedad que unos cuantos osos y urogallos.

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Sobre estas líneas, mapa donde se detalla la grave afección ambiental que provocará la construcción de la que ya se ha dado en llamar «autovía minera».

Hacer pis en la ducha es ecológico

No me llaméis guarro, pero son muchos los que piensan que hacer pis mientras uno se ducha ayuda enormemente al medio ambiente. Evidentemente, se ahorra agua, mucho agua.

La idea se ha convertido nada menos que en una campaña de televisión promovida por la ONG brasileña SOS Mata Atlántica, donde se insta a la población a asumir tan aparentemente poco higiénico hábito como ayuda a la protección de los amenazados bosques nativos de la costa atlántica de Brasil. Una selva de la que, dicho sea de paso, apenas queda un 7% de su superficie original. Menos consumo de agua implica dejar menos secos a los ríos, hacer menos embalses y tener bosques más sanos.

En portugués suena divertido, «fazer xixi no banho«, pero en castellano me sigue pareciendo una cochinada. Aunque seamos prácticos. Cada vez que usamos el retrete se pierden 12 litros de agua potable. Y si cada mañana hiciéramos pis en la ducha ahorraríamos 4.380 litros de agua al año.

En declaraciones a BBC Mundo, Ana Ligia Scachetti, directora de comunicaciones de SOS Mata Atlántica, afirmó que los médicos consultados aseguran que orinar en la ducha resulta inofensivo, aunque por razones obvias recomiendan hacerlo al principio, antes de comenzar a lavarse. Y no hacerlo en la bañera, añado yo.

Curiosamente, una encuesta hecha por esta misma ONG descubre que la mayoría de nosotros, el 75%, reconoce hacer pis en la ducha, aunque le da vergüenza admitirlo.

No sé vosotros, pero por muy ecológica que sea, yo sigo teniendo prejuicios sanitarios a esta medida. En su lugar, y si me permitís la sugerencia, soy más partidario de ducharme con mi pareja. Ahorras mucho más agua y es infinitamente más divertido.

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Os dejo el vídeo de la curiosa campaña brasileña, donde desde Gandhi hasta King Kong se apuntan a ella.

Vivimos en la era de la estupidez

Estamos en el año 2055, en un campo de refugiados instalado en un círculo polar ártico donde ya no hay hielo. El cambio climático ha dejado de ser una amenaza para convertirse en un hecho de devastadoras consecuencias ambientales, pero sobre todo sociales y económicas.

Con sólo mirar 40 años atrás, exactamente ahora, quedaba claro hacia dónde íbamos, hacia el desastre. «¿Por qué no hicimos nada para evitarlo?«, se pregunta el solitario protagonista de The Age of Stupid (La era de la estupidez), la última película de la comprometida cineasta británica Franny Armstrong.

Todos sabíamos y sabemos lo que se nos viene encima, pero nadie está dispuesto a cambiar un ápice su actual vida de derroche, basada en el despilfarro de combustibles fósiles. Los banqueros y los grandes empresarios los que menos. Corremos en círculos por la playa mientras vemos despreocupados cómo un gigantesco tsunami avanza implacable hacia nosotros.

La película, demasiado catastrofista pero cargada de realidad, se ha estrenado esta semana en 40 países, incluyendo el nuestro. El estreno coincidió con la celebración de la cumbre mundial sobre el clima celebrada esta semana en Nueva York, con miras a que en diciembre se firme en Copenhague un protocolo que dé continuidad al actual de Kioto, que expira en 2012, sobre la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático. Aunque tampoco se hagan muchas ilusiones. El tiempo y la ambición juegan en nuestra contra, así que no se hagan muchas ilusiones.

Cuando en 1990 España suscribió Kioto, se comprometió a aumentar sus emisiones un máximo del 15%, pero lo ha hecho un 52,3%. Ajenos al estrepitoso fracaso, ahora los países más desarrollados del planeta quieren reducirlas un 40% para el año 2020. Pero lo cierto es que sólo la crisis está logrado que contaminemos menos.

Evidentemente, somos estúpidos. Nadie en su sano juicio mantiene una loca carrera hacia el precipicio sólo por no tener claro si será él, o sus hijos, los que al final se despeñen. Eso lo sabe hasta el primo de Rajoy.

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Os dejo el trailer de la película The Age of Stupid. La verdad es que pone los pelos de punta.

Hartos del coche en la ciudad

Nuestras ciudades serían fantásticas si no hubiera en ellas tanto humo, tanto ruido, tantas autopistas, tan pocos espacios públicos. Se están convirtiendo en lugares inhabitables habitados por millones de personas, y la culpa la tiene el exceso de vehículos quemando petróleo a diestro y siniestro.

Para mejorar nuestra calidad de vida no necesitamos coches eléctricos o híbridos que sigan acrecentando el problema. Necesitamos menos coches en general y más medios de locomoción sostenibles como los desplazamientos a pie o en bicicleta, un transporte público realmente eficiente o generalizar el uso del coche compartido. Sin embargo, todo se nos va en buenas intenciones.

Como la Semana Europea de la Movilidad que, bajo el lema “Mejora el clima de tu ciudad”, celebramos estos días con golpes de efecto tan periodísticos como bicicletadas masivas encabezadas por nuestros políticos más populistas. ¿Y luego? Luego todo sigue igual, cada vez hay más coches en megalópolis diseñadas a mayor gloria de los vehículos a motor (uno por ciudadano, ése es el futuro) donde resulta muy difícil vivir, sin apenas carriles bici que hagan menos temerario el moverse sobre dos ruedas.

Peatonalizar las calles, sacar a los coches fuera de las ciudades, limitar su circulación. Eso sí nos ayudaría a cambiar de hábitos, a reducir las enfermedades, a mejorar el aire que respiramos.

¿Estamos dispuestos al cambio? En absoluto, no nos interesa, lo queremos todo rápido, fácil. Y si optamos por la vida lenta nos quedamos fuera de juego, perdemos competitividad y hasta quizá el trabajo. Por eso cada día usamos más el coche, aunque lo aborrezcamos y nos mate.

Y es que, como denuncia Ecologistas en Acción, las políticas de movilidad urbana siguen empeñadas en conseguir “la mayor fluidez del mayor tráfico posible”, en lugar de promover un transporte más respetuoso con el medio ambiente y con nosotros mismos. Mientras no cambiemos, y no parece que vayamos a cambiar, seguiremos celebrando el “Día sin coches” dentro de monumentales atascos circulatorios.

No quiero dejar de pasar la ocasión de colgaros aquí el corto ganador en la categoría ‘Transporte sostenible’ de la tercera edición del Concurso Internacional de cortos online por la cultura de la Sostenibilidad. Walinfredo Kowakatsi , el trabajo del argentino Ismael Julián Naim, es toda una irónica crítica al exceso de uso que hacemos en nuestra vida de los coches. Espero que os guste.

Ésta y otras muchas iniciativas a favor del transporte sostenible las podéis seguir en la interesante página Hartos del coche, dentro del portal Soitu.es

Triturados vivos por ser machos

Recién nacidos, discriminados por su sexo, y enviados directamente a una trituradora que los machaca vivos hasta convertirlos en una sanguinolenta plasta orgánica.

Ésta es la horrible realidad a la que se enfrentan los cientos de miles de pollos que cada día mueren en la productora de gallinas ponedoras más grande del mundo, la Hy-Line International, en Spencer, Iowa, Estados Unidos.

Un grupo de defensa de los derechos de los animales denominado Mercy for Animals (Misericordia para los Animales) publicó el martes pasado un terrorífico vídeo obtenido con cámara oculta. En él se muestra la terrible crueldad con la que algunas grandes factorías producen industrialmente aves para consumo humano.

Para los cerca de 150.000 pollitos machos que nacen cada 24 horas en este centro de Hy-Line, su vida comienza y termina el mismo día. Se les mata sin contemplaciones. Más de 30 millones al año.

Separados por sexos a una velocidad endiablada por expertos sexadores, los machos son lanzados por un tubo hasta una cinta transportadora que les lleva directamente hacia una trituradora donde serán rápidamente despedazados. Están destinados a morir en el mismo día de su nacimiento porque no producen huevos, ni se hacen lo suficientemente grandes, ni crecen lo suficientemente rápido como para que su carne sea económicamente rentable.

Según ha justificado la propia compañía, se trata de un método habitual conocido como «eutanasia instantánea«, una práctica aparentemente estandarizada, avalada por veterinarios y la comunidad científica por ser tan rápida que reduce al mínimo el sufrimiento de estas pobres víctimas de nuestro sistema económico.

Tras descubrir este horror oculto, Mercy for Animals ha propuesto que todos los huevos vendidos en los supermercados lleven una etiqueta donde se diga: «Advertencia: los pollitos machos son molidos vivos por la industria del huevo«. No es mala idea.

Esto ocurre en Estados Unidos. Pero en España, primer productor de huevos de la UE, ¿qué hacemos con los pollitos no rentables? Exactamente lo mismo, los eliminamos, aunque espero y deseo que no lo hagamos de una manera tan salvaje.

Os dejo a continuación el vídeo, pero os advierto que su crueldad puede herir la sensibilidad de muchos de nosotros.

¿Trae Obama el nuevo humanismo al planeta?

Estamos en crisis, es verdad, pero la auténtica crisis de nuestro tiempo no es económica, es ideológica. Un gigantesco problema de terribles consecuencias para el planeta, como señala en su blog el siempre comedido paleontólogo José María Bermúdez de Castro, codirector de las excavaciones de Atapuerca y flamante director del nuevo Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana de Burgos:

Nos encontramos en tiempos difíciles, en los que las ideologías están en crisis. El neoliberalismo económico salvaje, que ha llegado a afectar incluso a instituciones supuestamente con nobles ideales, como la Iglesia católica e incluso a la propia ciencia, hace aguas por todas partes.

Los valores del siglo XX ya no nos sirven. Los modelos económicos se tienen que revisar a fondo. Las alarmas por la progresiva destrucción de nuestro entorno, el cambio climático, el crecimiento demográfico incontrolado o las previsiones de movimientos migratorios en masa de los humanos más desfavorecidos suenan con fuerza, mientras cerramos los ojos y hacemos oídos sordos.

Para este científico, la búsqueda de nuevos valores debería ser una prioridad. Descubrirlos, valorarlos pero, sobre todo, lograr que nuestros políticos se reciclen y los hagan suyos. Revalorizar las artes, la literatura, la filosofía, la ciencia. Y añade:

El retorno a un humanismo que presida las decisiones de los máximos responsables tiene una enorme trascendencia para ese futuro incierto.

Algunos piensan que Barack Obama personaliza ese nuevo humanismo político, esa nueva manera de contemplar la realidad, más sostenible, menos agresiva, más solidaria. Yo no lo tengo tan claro, pero es cierto que en un desierto de ideas, su nueva visión del mundo puede abrirnos un nuevo camino a todos ¿no os parece? Falta nos hace.

Las 100 mejores películas sobre medio ambiente

Me escribe José María Arest para presentarnos una interesante iniciativa. Arest dirige una página web sobre cine llamada decine21.com, donde recientemente han elaborado una lista con las que consideran las 100 mejores películas sobre ecología, amor a la naturaleza, polución y medio ambiente.

En primer lugar aparecen los cazadores sin escrúpulos de Muerte en los pantanos, un bello mensaje ecologista rodado nada menos que en 1958.

Le siguen el gran basurero de dibujos animados de WALL.E, y la defensa selvática de Sean Connery en Los últimos días del Edén. También está la combativa Erin Brockovich, junto a la entrañable película El oso.

Cien títulos son muchos títulos, y no faltan ni mi reverenciado Dersu Uzala, ni espectaculares documentales como Nómadas del viento, Una verdad incómoda, o Baraka.

Sin embargo, echo en falta algunos títulos. No aparecen, por ejemplo, ninguno de los documentales de nuestro llorado Félix Rodríguez de la Fuente. Tampoco los de Cousteau ni los de David Attenborough. Supongo que porque ese formato de entregas por capítulos no ha sido considerado.

Tampoco están Los Santos Inocentes, la gran película de Paco Rabal que hizo famosa a su «milana bonita». Ni mi admirada Birdy, el joven obsesionado por los pájaros que tantas veces me ha recordado a mí mismo.

Pero no existen listas perfectas. En vuestra opinión ¿que películas añadiríais y que películas quitaríais?

Os incluyo a continuación la lista completa, que podéis consultar en este link. Espero vuestras opiniones.

1. Muerte en los pantanos

2. WALL·E

3. Los últimos días del edén

4. Erin Brockovich

5. Hacia rutas salvajes

6. El corcel negro

7. Los lobos no lloran

8. La chica de París

9. El oso

10. Acción civil

11. ¿Quién mató al coche eléctrico?

12. Gomorra

13. The Corporation

14. Bailando con lobos

15. Waterworld

16. Bambi

17. Búho Gris

18. Cien clavos

19. Corriendo libre

20. Colmillo blanco

21. Cuando el destino nos alcance

22. Hijos de los hombres

23. Dersu Uzala

24. Defensa

25. Grizzly Man

26. El desafío (1997)

27. El río de la vida

28. El hombre que susurraba a los caballos

29. Encuentros en el fin del mundo

30. Nómadas del viento

31. El viaje del emperador

32. Fiesta de fuego

33. Una verdad incómoda

34. Koyaanisqatsi

35. Inteligencia artificial

36. El día de mañana

37. Gattaca

38. El nuevo mundo

39. Apocalypto

40. La selva esmeralda

41. Las aventuras de Jeremiah Johnson

42. Las ratas

43. Hombres de Aran

44. El secreto de la isla de las focas

45. Master and Commander. Al otro lado del mundo

46. Nausicaä del Valle del Viento

47. El viaje de Chihiro

48. Planeta Tierra

49. Ponyo en el acantilado

50. La infancia de Iván

51. Un tipo genial

52. Vecinos invasores

53. Volando libre

54. La tierra tiembla

55. La hora 11

56. Baraka

57. La princesa Mononoke

58. La pesadilla de Darwin

59. Star Trek IV – Misión: Salvar la Tierra

60. Gorilas en la niebla

61. Happy Feet. Rompiendo el hielo

62. Viento en los sauces

63. Mi gran amigo Joe

64. La costa de los mosquitos

65. Lungo il fiume

66. Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos

67. Tarzán de los monos

68. La misión

69. Whale Rider

70. Parque Jurásico

71. ¡Hatari!

72. Nacida libre

73. Memorias de África

74. Robinson Crusoe

75. King Kong

76. Tierra

77. Ice Age: La Edad de Hielo

78. Ultimátum a la Tierra

79. Nosotros alimentamos al mundo

80. Miss Potter

81. Tulsa, ciudad de lucha

82. El rey León

83. El jardinero fiel

84. Las montañas de la luna

85. La fuerza del viento

86. El señor de las moscas

87. La playa

88. La conquista del Oeste

89. Limbo

90. El libro de la selva

91. El libro de la selva (1942)

92. El hombre de una tierra salvaje

93. Urga

94. Atrapados en el hielo

95. Aguirre, la cólera de Dios

96. El síndrome de China

97. Silkwood

98. Nanook, el esquimal

99. El incidente

100. Profecía maldita

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Por cierto, la foto que ilustra este post es el cartel de la película Birdy (1984), de Alan Parker, una de mis favoritas.

Visita perpleja a Hong Kong

Tras pasar casi un mes en Hong Kong, viviendo en casa de unos amigos, conviviendo con los hongkoneses, pateándome todos sus rincones, regreso a España absolutamente sobrecogido.

La capital financiera del planeta, uno de los principales motores de la economía global, es la versión exagerada y derrochona de nuestro mundo. Siete millones de habitantes apiñados en un estrecho espacio donde se encuentran las mayores densidades de población del planeta, superior a los 40.426 habitantes por kilómetro cuadrado, volcados en el trabajo que les brinda la versión más salvaje del capitalismo.

Donde no se recicla ni el papel, pero te ponen fuertes multas si lo depositas erróneamente en uno de los escasos contenedores de reciclaje instalados como adorno en las calles más turísticas.

Donde el aire acondicionado es imprescindible para vivir dadas las altísimas y húmedas temperaturas, un aire que sale a bocanadas heladas por las puertas siempre abiertas de los comercios, pues cerrarlas es síntoma de pobreza.

Donde los rascacielos son inmensos vampiros energéticos, a los que todas las noches se convierte en gigantescas esculturas de coloridos neones por el único interés de asombrar al visitante con el poderío de sus dólares. Un espectáculo estético que ellos pagan gustosos, ajenos a la diaria liberación de toneladas de CO2 a la atmósfera que tal capricho supone.

Donde las calles han sido arrinconadas por las autopistas, sustituidas por pasadizos comerciales elevados que comunican a los grandes edificios entre sí por medio de una maraña de pasillos incólumes abarrotados de tiendas de marca.

¿Un mundo feliz? ¿Es ése el modelo de nuestro desarrollo?

También tiene aspectos positivos, no todo es malo. Por ejemplo, su modelo urbanístico de construir en vertical y sobre terrenos ganados al mar ha permitido preservar los valiosos bosques húmedos de sus montañas, auténticas selvas tropicales, lugares increíblemente bellos para los amantes del senderismo a tan sólo cinco minutos de la gran ciudad.

Gracias a su red de espacios protegidos, el 40 por ciento de todo su territorio es parque natural. Paraíso de 3.100 especies de plantas, 54 de mamíferos, 450 de aves, por no hablar de sus espectaculares insectos, con las mariposas y las libélulas a la cabeza.

Y sólo en un lugar así es posible ver, como yo tuve la ocasión, a un espléndido pigargo oriental (Haliaeetus leucogaster) volando en compañía de su pollo del año sobre una playa abarrotada de turistas, que tienen prohibido pasar a la islita de enfrente donde la gran rapaz cría todos los años.

Y sus parques públicos, aunque escasos, son de los más hermosos que haya visto nunca.

¿En conclusión? Hong Kong es un ejemplo más de nuestra psicótica sociedad, cada vez más alejada de la realidad, más paradójica y contradictoria. Pero me temo amigos que ése es el futuro. Habrá que irse acostumbrado.

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Os dejo unas fotografías sobre esta increíble ciudad que sin duda son más explícitas que mis palabras.