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Las trampas de Lánthimos: ¿Es «Pobres Criaturas» una película antifeminista?

Por Konstantinos Argyriou

 

Vi Pobres Criaturas (Poor Things) en Atenas, el segundo día de su estreno en cines. Me quedé estupefacto por el guion tan elaborado y transgresor, las excelentes actuaciones, la escenografía mágica, primero en blanco y negro y luego en color, y por supuesto, la dirección de este director tan potente y distinguido que es Giorgos Lánthimos. Pero por alguna razón, no compartió todo el mundo la misma visión que yo. ¿Qué le pasa a esta película y genera tanta polémica?

Es verdad que estas Navidades, la gente en Grecia se volvió loca con la nueva referencia cultural que llevaría la reputación nacional hasta los Óscar. Hubo, además, mucho batiburrillo respecto a los contenidos de la película, que culminó en varios memes contra quienes habían expresado sus opiniones no solicitadas sobre ella. Es cierto que hubo mucha gente comentando la película en redes y en medios, así como en el espacio público en su conjunto. Fue, definitivamente, el talk-of-the-town a lo largo de este enero.

Pero, ¿dónde está el problema? Para algunas voces, es por el “tono woke” que hace que la película parezca feminista sin que lo sea. Quienes apuestan por esta lectura no son ninguna sorpresa: se trata de neorrancios y ciertas “feministas radicales”. Para otras, es por la parafernalia de engendrar éticas y seres humanos interviniendo a la lógica celeste –crítica de neoconservadores cristianos. Por último, miradas puritanas que se molestan por el exceso de escenas sexuales y provocadoras. Al menos hay poca gente que critique la actuación de Emma Stone, Willem Dafoe o Mark Ruffalo (que sí se merecen muchas distinciones).

Lánthimos sigue siendo una figura polémica, particularmente en Grecia. Representa a aquella gente que ha tenido que buscarse la vida fuera, traicionando a su patria y rechazando sus recursos y desafíos –se queja muy a menudo en prensa de que en Grecia no podía desarrollar sus ideas adecuadamente por falta de fondos. Incluso ahora que se celebra su obra y ha ganado fama a nivel internacional, hay gente en Grecia que lo sigue considerando irrelevante, impertinente, usurpador, descarado. En definitiva, no todo el mundo le concede la importancia, el éxito y la lucidez que se merece.

La película molesta porque transmite una metamorfosis incómoda, atravesada por una experimentación que no está exenta de peligros. Pero yo incluso diría que molesta porque viene a interrogar saberes expertos y científicos, a hablar de temas incómodos como la emancipación a través del trabajo sexual y la lectura de libros filosóficos, y a liberar a los sujetos subalternos de una tradición (aquí decimonónica, pero persistente hasta nuestros días) que los mantiene subordinados a la observación autoritaria.

En cuanto a las críticas de antifeminismo, ellas se basan principalmente en la mirada masculinista y cosificante que supuestamente emplea el director. Bella Baxter es el objeto de satisfacción de los deseos escopofílicos de toda una congregación de tíos que, tanto en la trama como en la propia ejecución de la película, la manipulan y se aprovechan de ella. Bajo esta lectura, Emma Stone no le otorga ninguna faceta emancipadora a su personaje, sino que reproduce acríticamente la hegemonía misógina de Lánthimos.

Es más, según esas lecturas, la hipersexualización y cosificación tan exuberante (sucumbir a caprichos de clientes en el burdel de París, descubrir deseos lesbianos, y para culmen, someterse a la luz de gas del nuevo marido) parece que no hace más que validar, humorísticamente, la explotación sexual como acto legítimo de subjetivación. Como leí en una infame página del Facebook griego, Feminismo Herético:

“El mayor fracaso de la película es el intento de dar una connotación feminista a una historia que no trata de lo que quieren las mujeres, sino de lo que los hombres imaginan que quieren las mujeres, ya que las elecciones de la protagonista están determinadas por las posibilidades del mundo de los hombres. El sexo, el matrimonio y el secuestro de una niña por hombres adultos no son violación, explotación y trauma sino un despertar sexual. En el universo cinematográfico de Lánthimos, una niña puede dar su consentimiento para casarse, viajar e incluso suplicar por más sexo (lo que se llama salto furioso para que no olvidemos que estamos tratando con una niña) y la autorrealización definitiva llega a través de su prostitución. La definición de la mirada masculina con una endeble fachada de empoderamiento femenino donde nunca vemos al personaje realizar algo verdaderamente empoderador.”

Me pregunto cómo es posible que se lea tan superficialmente un largometraje que, ya de por sí, implica una indagación y una profundización del público en cuestiones transversales, universales, que plantean una transformación social precisamente a partir de la independización de una mujer de los mandatos de su padre creador, sus pretendientes y maridos, y de la cultura patriarcal en su conjunto.
Estamos ante una historia que requiere de nuestra participación activa en las formas de mirar, de interpretar conductas y motivos, de comprender los cuerpos y de construir relatos, es cierto. Pero ¿acaso se puede pensar tan inocentemente que una película dirigida por un hombre no puede tener ninguna implicación feminista? ¿Se pueden reducir todos sus mensajes en un plan malvado de quitar agencia femenina?

Evidentemente, Lánthimos no es ningún paria de la cinematografía contemporánea. Al contrario, si desde los 2010 se consideraba avant-garde con sus lecturas contra la familia, ahora nos lleva a su nueva era más literaria-filosófica con la fuerza de alguien que ya sabe usar las herramientas que le ofrece el stardom hollywoodiano. Pero antes de tacharlo de woke y antifeminista a la vez (woke antifeminista sería una panacea maravillosa, la que nos faltaba), ¿qué tal si nos fiamos de sus intenciones?

 

 

La Favorita

Por Charo Alises (@viborillapicara)

#CineLGTBI

 

Película de 2018, es una coproducción de Estado Unidos, Irlanda y Reino Unido dirigida por el realizador griego Yorgos Lanthimos. La cinta nos traslada a la Inglaterra de principios del siglo XVIII durante el reinado de la inestable reina Anne (Olivia Colman). Debido a su salud precaria, la monarca, deja en manos de su amante, Lady Sarah (Rachel Weisz), el gobierno del país. La cosa se complica cuando Abigail (Emma Stone), pariente de Lady Sarah, llega a palacio y ve una oportunidad de medrar en la corte acompañando con frecuencia a la reina.

«Muchas personas crecimos aceptando una narrativa de que las mujeres fueron excluidas del poder hasta la larga y difícil lucha por el sufragio del siglo XX. Durante algunos años, bajo el reinado de la reina Ana, las mujeres dominaron la arena política», afirmó Hannah Greig, asesora histórica de la película La favorita, en la revista BBC History

Drama de época, La favorita se apoya en las brillantes interpretaciones de un privilegiado trío de actrices en estado de gracia. A pesar de ser una cinta de factura histórica, con la presencia de decorados y vestuarios del género, Lanthimos no renuncia a impregnar la cinta de imágenes propias de su particular universo. El director pone en escena un palacio real inflamado por la traición, la paranoia y la histeria donde uno de los pasatiempos cortesanos es el lanzamiento de naranjas sobre hombres desnudos. La habilidad del director consigue que estas escenas cómicas no impidan que seamos conscientes del drama que la historia contiene.

La favorita es una historia de la lucha por el poder entre dos mujeres: Lady Sarah, la verdadera regente del gobierno de Inglaterra, y Abigail, que utiliza su atractivo para medrar en la corte acercándose a la reina, desvalida a causa de su inestabilidad emocional. La reina Ana que compone Olivia Colman, es una niña grande, caprichosa, mimada y vulnerable que grita sin motivo a un miembro de su guardia y se da un atracón de tarta hasta caer enferma. Un personaje que, aunque podría resultar cómico, lo cierto es que tiene una existencia marcada por un áurea trágica que deviene claustrófobica.

Yorgos Lanthimos comentaba que La favorita nació como un proyecto de encargo nueve años antes de que la película se estrenase. Es el primer guión que no lleva su firma ni la de su colaborador habitual, Efthimis Philippou. La cinta cambia la manera en que los actores recitan sus diálogos; ya no parecen zombis enunciando retailas de frases. Sobre esta cuestión, el cineasta griego afirmó que este cambio de estilo se debe a que el propio periodo en el que se desarrolla la acción –la corte británica en el siglo XVIII, durante la guerra entre Inglaterra y Francia– hace que la audiencia se distancie de los personajes. Lanthimos deconstruye los códigos del cine histórico con su particular puesta en escena que se apoya en la utilización de líneas deformadas que transmiten la inseguridad de los miembros de la corte que se sienten tan indefensos como los conejillos de la reina ante las veleidades de ésta.

Además destacan los grandes angulares, contrapicados, bailes anacrónicos y toques de estética contemporánea. Su banda sonora es también un canto al anacronismo donde conviven piezas de Bach o Vivaldi con el Skyline Pigeon de Elthon John.

Una finca jacobea de la localidad de Herforshire que acogió a la realeza británica desde el siglo XV, fue la elegida por la producción de la película para recrear el ambiente de la corte de Ana Estuardo. Su estructura actual proviene del siglo XVII y permitió a Lanthimos desarrollar su historia a través de extensos salones, corredores interminables y numerosas escaleras por las que transitan los personajes variopintos de la cinta.

La vida en palacio de La favorita, es una suerte de pasillos plagados de secretos y estancias iluminadas deficientemente con velas que permiten intrigas en las que los personajes tratan de obtener ventajas utilizando la traición, el chantaje e incluso el asesinato. La cinta intenta dibujar un retrato de lo que debió ser la vida en esa época, ya tan lejana, bajo la mirada del siglo XXI. La distancia de los siglos permite que nos adentremos, no solo en los salones y cocinas palaciegas, sino también en la intimidad de la alcoba de la reina Ana y en su propio lecho.

El film de Lanthimos se mueve entre lo dramático y lo cómico, lo romántico y lo grotesco. Es una película divertida y perturbadora a partes iguales.