Entradas etiquetadas como ‘Lationamérica’

Antes de etiquetarme, pregúntame quién soy y lo que siento

Por Lucía Rodríguez Sampayo

Vivo y bailo en El Salvador desde hace casi dos años. No se fíen del mapa: en este rinconcito de Centroamérica habitan grandes historias de compromiso, de superación, de lucha. Y se las iré haciendo llegar poco a poco, en mi letra o en la de otras personas, para que descubran y se sorprendan conmigo; para que, quizás, se ilusionen y se apasionen como yo lo hago cada día.

Una de las primeras cosas que aprendí aquí fue a hablar y escuchar sobre “las personas de la diversidad sexual”, un término que me resultaba marciano, pero al que me acostumbré ya. Y también aquí conocí y me resistí ante la denominación LGBTTTIQ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transgénero, Transexuales, Intersexuales y Queer), porque tantas “tes” me hacían ruido. Mucho ruido.

Se denomina Travesti a quienes representan un rol de género diferente a su sexo a través de la ropa; Transexuales son las personas que se identifican con un sexo que no se corresponde con el asignado al nacer; y Transgénero, aquí, son aquellas cuya identidad sexual no se corresponde con el sexo asignado al nacer, pero que no han modificado sus órganos genitales; lo que yo siempre había entendido que era una persona transexual que no ha iniciado un proceso de transición física. Durante meses me he peleado y rebelado contra esa “te”, que consideraba excluyente y discriminatoria; porque entendía que negaba el reconocimiento debido a quienes, siendo transexuales, no querían o no podían realizar esa transición física; porque me revolvía pensar que se estaba discriminando a muchas personas cuya situación se diferenciaba de la de las transexuales, con frecuencia, únicamente en la escasez de recursos.

Pero quizás me equivoqué, quizás juzgué muy rápido. Porque tal vez ellas, las personas transgénero, se sienten cómodas con ese nombre, con esa etiqueta. Porque sólo ellas, las personas transexuales y/o transgénero, pueden decidir cómo se definen, cómo se denominan, qué término es el que retrata mejor su realidad.

Yo siempre he soñado un mundo sin etiquetas. Y todavía sueño con que nadie, al mirarme, dé por sentada mi heterosexualidad, mi cisexualidad, mi género femenino. Y cada día me sigo topando con una realidad que me presupone de una forma determinada, estandarizada, con la que yo no me siento bien. Porque las etiquetas que nos imponen nos encorsetan, nos coartan; y es el peso de esas etiquetas obligatorias el que nos insta a construir otras, a volvernos disidentes para visibilizar nuestra realidad diversa, para exigir la libertad de no someternos a la normalidad burguesa, políticamente correcta, heterosexual, cisgénero y cisexual.

Hoy sigo pensando que tal vez existan personas transgénero que no se identifiquen con la etiqueta que mayoritariamente se les atribuye, pero tal vez tampoco con el término “transexual” que yo consideraba tan apropiado para ellas. Y sé que no quiero caer en la misma trampa que me incomoda a mí: no quiero encorsetar a nadie sin conocer su realidad; no quiero imponer etiquetas que oprimen, porque tampoco quiero que me las impongan a mí.

Sigo soñando un mundo sin etiquetas, pero estoy convencida de que sólo será posible el día que nadie presuponga nuestra identidad, nuestro género, nuestra orientación. El día que nadie decida por nosotras.

Foto de Laura Ramírez

Fotografía de Laura Ramírez Martín