El armario de Schrödinger y otros epítomes

Pablo Morterero (@pabloMorterero)

 

A la hora de la resaca de la intensa agenda reivindicativa y festiva de lo que llamamos Orgullo LGTBI+ es bueno hacer resumen de algunas de las certezas en materia de corporalidad, identidad, orientación e intensidad del deseo.

Ordenando que es gerundio:

Con tantas siglas y tantas definiciones va siendo hora de intentar una taxonomía en nuestro campo. Aquí va una.

Todo se inicia con el nacimiento de un bebé, ¿no?. Por eso hay que empezar hablando de corporalidad. Si sus rasgos sexuales corresponde a lo que esperamos de un niño o una niña diremos que es un bebé endosex. Si, en cambio, sus rasgos sexuales no se corresponden a lo que esperamos de un niño o una niña, diremos que es un bebé intersex. Y por aclarar, hay bebés que identificamos como endosex pero durante su crecimiento (pubertad, adolescencia, adultez) descubrimos que ¡oh! han sido siempre personas intersex.

Después de nacer, con casi toda probabilidad crecemos (si somos afortunados ciudadanos de un país avanzado con un sistema público de salud; si naces en EEUU o en un país de África, tus posibilidades se reducen notablemente). Y durante el crecimiento, sabremos si nuestros progenitores, personal sanitario y el Registro Civil, acertaron o no en cuanto a nuestro género. Si acertaron, diremos que somos cisexuales, si se equivocaron, diremos que somos transexuales, o mejor, trans. Y tal vez seamos hombres o mujeres trans, o directamente personas no binarias.

Y más tarde, nos daremos cuenta si sentimos o no atracción erótica o sexual. Si tenemos atracción erótica y sexual hacia personas (las filias y parafilias la dejamos para otro momento), podemos sentirla hacia persona de distinto género (lo que se dice hetero), hacia personas de nuestro mismo género (lo que se dice homosexual, gai o lesbiana) o hacia los dos géneros y aquí entramos en una procelosa senda muy disputada: para unxs eres bisexual si solo siente atracción erótica y sexual hacia hombres y mujeres, y pansexual si sientes atracción erótica y sexual hacia cualquier ser humano (mayor de 16, eso sí) independiente de su corporalidad, identidad u orientación; para otras personas, bisexual lo engloba todo. Como en el buffet libre, tú eliges. Y si no pierdes el tiempo en eternos debates nominales, mejor. Y si los evitas por redes sociales, de matrícula de honor.

Pero si no sientes atracción erótica y sexual hacia ninguna persona, entonces serías asexual, donde, como en todo, también hay grados.

Así que el orden cronológico (que evita tentaciones supremacistas) es: corporalidad, identidad, orientación e intensidad.

El armario de Schrödinger:

Es muy conocida la paradoja del gato de Schrödinger metido en una caja, que la serie The Big Bang Theory se encargó en popularizar hace unos pocos años: hasta abrirla nunca sabremos si está vivo o muerto, y por lo tanto mientras esté cerrada, el gato estará vivo y muerto a la vez. Poco se ha hablado de la misma paradoja pero con personas y su corporalidad, su identidad, su orientación y la intensidad de su deseo.

Toda persona está en principio metida en el armario de Schrödinger. Solemos hipotetizar sobre su corporalidad, su identidad, su orientación o la intensidad de su deseo a partir de elementos externos. Y en muchos casos es un craso error.

A estas alturas, sabemos que nos equivocamos pensando que una persona es hetero porque su relación de pareja sea génerodiscordante (es decir, que uno de los miembros aparente ser un hombre y el otro aparente ser una mujer), porque hemos visto que muchos gais y muchas lesbianas constituían y constituyen relaciones génerodiscordante para no mostrar su verdadera orientación sexual.

De igual manera, nos equivoríamos si pensamos que una persona es homosexual o bisexual (o pansexual) si ha constituído una relación géneroconcordante. Cada uno crea una relación libremente, y por razones que no siempre se basan en la atracción erótica y sexual.

Que tu amigo (o amiga, o amigue) del alma, siempre se haya enamorado y/o enrollado con hombres, y treinta años después se enamora y/o enrolla con una mujer, ni significa que te haga engañado ni significa que haya cambiado. La orientación, como la identidad y el Guadiana, puede mostrarse o no a lo largo de los años. Esa personas (amigo, amiga o amigue) es la misma de siempre, solo una pequeña parte de su enorme personalidad habrá emergido. Alégrate por el, ella o elle.

Que una persona cuya expresión de género es claramente femenina en nuestra cultura (falda por ejemplo) pero que tiene algunos rasgos masculinos, no significa que sea una mujer trans o una persona no binaria. De hecho, existen rasgos de intersexualidad que hacen que los rasgos sexuales secundarios no correspondan ni a la corporalidad ni a la identidad, tal y como la entendemos en occidente, sin afectar con ello a su identidad, que puede ser perfectamente cisexual (es decir, que siente la identidad con la que fue identificada al nacer).

En cambio, si consideramos cisexual a un anciano casado con una mujer, con hijos y nietos, tal vez nos equivoquemos. Porque muchas de las mujeres trans de hace setenta u ochenta años, no llegaron nunca a salir del armario transexual, y han vivido de forma impostada su identidad hasta llegar a la ancianidad.

¡Que quilombo! ¿no?

La cosa va de esto: cualquier persona es endosex e intersex, cis o trans, hetero, homosexual o bisexual (o pansexual), hasta que no verbalice lo que es. Y aún así, es posible que años después se manifieste de forma distinta.

Así que, cari, no seas prejuicioso/a/e, y no vayas repartiendo carnets.

La paradoja del matrimonio homosexual.

Falso. En España no se regularizó el matrimonio homosexual en 2005. Porque desde que existe la institución del matrimonio (al menos allá por los romanos) siempre ha habido matrimonios compuestos por dos personas homosexuales. De hecho, que un gai y una lesbiana se casaran entre sí era (junto meterte a cura -o a monja-, hacerte marinero o dedicarte a vestir vírgenes) una de las opciones menos dramáticas que tenían las personas homosexuales.

De igual manera, un matrimonio de dos personas que se auto-indentifiquen como hombres cisexuales, o mujeres cisexuales, no necesariamente significa que sean homosexuales o bisexuales (o pansexuales). Pueden ser heterosexuales que se han casado porque les ha salido del alma.

Por eso el empeño del activismo de denominarlo “matrimonio igualitario” no es un capricho, sino la necesidad de dejar claro que se trata de dos personas que registralmente aparecen como hombres (o mujeres), y nada más (ni nada menos).

Yo prefiero eso de matrimonio géneroconcordante y génerodiscordante, pero no es cuestión de marear aún más al personal.

La e para visibilizar, la e para invisibilizar.

Vale, hemos tenido la pandemia de la COVID, y ahora la del mono, y parece que también la de la “e”. Pero pongamos un poco en orden la cuestión.

La “e” la empezaron a utilizar las personas que se autopercibían como de género no binario, para diferenciarse de las personas binarias que se consideraban hombres (la “o”) y las personas binarias que se consideraban mujeres (la “a”).

Fue su forma de mostrar al mundo que, a pesar de nuestros prejuicios, existían.

Sé que suena muy moderno, pero si para simplificar el lenguaje, y ahorrarnos aquello de “niños y niñas”, “casados y casadas”, “mecánicos y mecánicas” utilizamos la “e”, no solo les estamos expropiando a las personas no binarias de su patrimonio moral sino además las estaremos invisibilizando de nuevo.

Tú moderna, moderno o moderne. Pero no sin ir robando identidades por ahí.

Conclusio (sin tilde en la ó, que no es catalán sino latín)

Como el ADN, nuestra sexualidad, esa enorme combinación de factores de la corporalidad, la identidad, la orientación y la intensidad del deseo, es única y maravillosa. Y como todo lo nuestro, somos los/las/les úniques/únicas/únicos para definirla, mostrarla u ocultarla.

Acostumbradas/os/es a ser definides/as/os, hemos interiorizado que las personas que no somos personas endosex cisexual heterosexuales también nos asiste el derecho a definir, categorizar e imponer nuestras categorías urbe et orbis. Pero no. Ni les asiste el derecho a ellxs a hacerlo, ni nos asiste el derecho a nosotrxs.

 

Los comentarios están cerrados.