A Pepa

Por Laura Ramírez Martín ()

«¡Y nos lo queríamos perder!», me dijo, después soltó una carcajada. Yo también me reí.

Coincidía con ella sin llegarle al talón en una cierta forma de llevarlo todo al extremo a base de humor negro. No la conocía mucho pero eso sí alcancé a verlo. Le diagnosticaron el cáncer después que a mi y estas miserias unen, te encuentras, te coges cariño. «A ver si nos vemos para hablar de nuestras cosas de cáncer», nos decíamos, refiriéndonos a las cosas que no puede comprender nadie que no lleve uno encima. Con esto pasa como con la maternidad, en ciertos asuntos solo te entiende otra madre. No llegamos a hacerlo. Y ahora una neumonía mal vista la ha llevado de aquí.

No imagino esa fuerza vencida. Las otras pocas cosas que sé de ella van de tesón, resistencia, lucha, carácter…. El activismo LGTB requiere de todo eso batido a punto de nieve, constante y sostenido el movimiento en el tiempo por no dejar que baje la consistencia. Y eso cansa. Y cabrea.

Fue la primera persona con la que contacté cuando llegué a vivir al pueblo (precisamente por los artículos que escribía en este 1decada10) y de alguna manera me abrió las puertas. Decía que igual era el agua la razón por las que hay tantas lesbianas visibles, integradas y tan tranquilas en Piedralaves ¡En Ávila!  Autóctonas y exiliadas de otros lares, somos muchas por aquí para cómo está el percal en otros sitios. Quizá sea el agua.

Vino a un curso fotográfico de sábado que organicé en nuestro pueblo, no hizo ni una puta foto y creo que tampoco mucho caso, a cambio me contó un montón de cosas de su vida, del pueblo, dimes y diretes políticos locales y nacionales, para algo era la ex presidenta de Lesgavila, todo charlado a través de un pinar a ritmo de paseíto. Con su perra. Hizo fotos a su perra.

Hoy siento no haber compartido más con ella.

Hoy siento mucho que se haya ido.

Ahora ella ya no está y yo estoy escribiendo esto en un blog que no existiría de no ser por gente como Pepa, como Fe, su pareja (no me imagino qué debes de estar sintiendo), como tantas mujeres lesbianas visibles, valientes, fuertes y libres que vivieron un periodo muy duro para nacer mujer y que te gustasen otras mujeres.

Así que escribo quizá a modo de exorcismo, quizá como respuesta al miedo insoportable que me da ser consciente de lo leve de la vida, y del ser, que decía el otro.

Me contó que les pegaron, a ella y a Fe en no sé qué pueblo de Cuenca, hace años. Recuerdo que agradecí haber tenido menos años, o más suerte, yo no sé de qué depende que te peguen por ser tú. No lo alcanzo a comprender, ella tampoco, y no dejó de protestarlo nunca. Vehemente ella. Necesaria. La Pepa era necesaria.

Y por ello le agradezco a ella y a muchas más como ella su trabajo, su papel, su decir las cosas claras y tirarlas a la cabeza de cualquier mente retrógrada con firmeza, honestidad y pasión.

Un abrazo, compañera, gracias por todo lo que dejas.

 

Del miedo, de la vida y de la muerte

La Pepa se murió,

así, por las buenas,

por las buenas razones que da una neumonía

y un cuerpo reventado por la quimioterapia,

el cáncer te da ayuda a muchas cosas,

entre otras a morirte si te toca;

a mí no me tocó,

me contactó primero con miles de preguntas,

no me tocó hasta el punto de tener que marcharme,

las respuestas hicieron su función de bloqueo

al menos de momento, de pronto, todavía;

o eso me cuento yo en cada puta noche que no puedo dormir

de tanta vuelta…

a mí lo que me toca es escribirte esto,

a mí lo que me toca es mirar que te has muerto

y sentir lo que pasa que me repasa el cuerpo

(lo llamaremos miedo)

la perdiz y la luna seguro que se miran

de forma parecida si ven un cazador

que interrumpa su charla;

hasta el fuego se puede llegar a congelar

si no se airea,

si el viento que le llega no le alcanza

a bailarle los pies,

que la brasa te escuece y no hace su función

si se colapsa;

si te quedas muy quieta quizá pase el del hacha

más de largo,

se caiga y se tropiece y pierda la herramienta

abismo abajo

y tus ramas te bailen una danza de vida

y con todas tus hojas radiantes de alborozo

te sonrían;

pero quizá el silencio no sea una buena idea

por la congelación, que decía antes,

puede entregar espacio y habitabilidad

a las hordas de buitres que llegan llave en mano

a reventar terruños, colinas, cimas, montes,

desiertos escarpados y bosques de llanura

con esos bloquecitos grises, iguales, yermos,

encerrados en ángulos cada noventa grados:

cubicar lo abisal es su objetivo,

ya casi saben cómo proyectarlo perfecto

y la tierra ni grita, ya no sabe ni cuándo,

la masa gris licuada es ya tan abundante,

tan dispersa, tan densa, le sienta como un guante

a cerebros podridos;

un alegato a tiempo, millones de rugidos

en la cara del dueño del botón,

del jefe de cocina del amo de los tanques

que envenene ya el caldo de este monocultivo

de nabos prepotentes,

de esos seres sin alma, sin alba y sin ocaso

que engullen luz eléctrica en cualquier posición

de la aguja más grande de todos los relojes

¿tendrá esto algún efecto en piedras muertas

que ocupan corazones?

Cómo escoger parálisis o fuego de dragón,

estas son las opciones que proporciona el miedo,

tan llegadas al caso no hay tiempo pa pensarlo,

extrapolarlo al fuego e incinerar tu cuerpo

o enfriarnos gota a gota hasta llegar al hielo;

prefiero meter piedras, tierra, arena, cal, polvo,

empaparlo después oferta calidades

no conocidas antes,

airear bien las estancias con corrientes cruzadas

de puertas y ventanas estratégicas

y dejar que las llamas operen a su paso melancólicamente;

y que cada elemento me rinda a cada instante,

me insten a que me entregue cada célula viva,

quemarme y empaparme, rebozarme en arena

y que me limpie el aire lágrimas, piel y pena.

A Pepa Tascón.

A su palabra, su obra, su genio y figura.

Gracias por tu disidencia. Buen viaje

 

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