Cómo explicarle a tu abuelo qué es la ideología de género con un capítulo de Friends

Por Marcos Ventura Armas (@MarcosVA91) activista de Gamá, Colectivo LGTB de Canarias

Foto: Sgt. Pepper57

Friends es sin duda una serie icónica. Una de las comedias más exitosas de la televisión, que fidelizó a un público enorme alrededor del mundo. Siempre creí que su éxito se debía, en gran parte, a que reflejaba muy bien el espíritu de la década de los 90. Y también creo que precisamente por eso ha envejecido tan rápido. El espectador millenial que hoy descubre o redescubre Friends nota con facilidad que hay demasiados elementos, sobre todo vinculados a la comunidad LGTB y a la concepción social de la mujer, que ya no reflejan el tiempo presente.

Hoy quiero hablarles de la ideología de género en Friends. Y claro, si voy a meterme con un tema tan espinoso, debería empezar definiendo de forma clara qué es la ideología de género. La RAE, institución machista, patriarcal y conservadora donde las haya, no es santo de mi devoción, pero en ocasiones puede resultar útil. Según esta institución tan aclamada por la derecha, la ideología es el “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.”. Es decir, la ideología no es ni más ni menos que el conjunto de las ideas de una persona. De forma que podemos decir que la ideología es como el apéndice: todas tenemos una, aunque muchas solo nos enteremos de que está ahí cuando nos duele.

Cabe, por supuesto, hacerse la pregunta de hasta dónde alcanza esa ideología. Y yo tengo una respuesta clara: absolutamente a todo lo que hacemos, decimos y hasta somos. Voy a explicar esta última postura: todas las decisiones políticas que tomamos son, casi diría que por definición, decisiones ideológicas, referidas a lo que pensamos que está bien o está mal, a cómo creemos que deben ser o hacerse las cosas. Y decisiones políticas no son solo las que afectan al ámbito público, sino también las que afectan a toda decisión cotidiana del día a día que esté implicada en una relación de poder.

Tal como postulaba el filósofo Michel Foucault al acuñar el concepto de microfísica del poder, el poder no se ejerce solo a través de la fuerza física, por un proceso vertical e imperativo. El poder es toda aquella acción que influye en la voluntad de otras personas, y se ejerce a través de una densa red, en la que todas somos un nudo que influye y a la vez es influido. No solo el Estado imponiendo leyes, también el padre que te obliga a comer las verduras, el grupo de amigas que te mira raro si no bebes, la vecina que cuchichea sobre el largo de tu falda, hasta las imágenes que te vende la publicidad, todo eso es un ejercicio de poder. Y, por lo tanto, toda relación que una persona tenga con otras personas, directa o indirectamente, es, en un sentido amplio, política, y por ende, ideología.

Las personas no podemos entender el mundo si no es a través del prisma de inteligibilidad por el cual traducimos las experiencias dándoles significado y sentido. Y ese prisma de inteligibilidad no es otra cosa sino nuestras propias ideas. Por ello, la concepción que tenemos sobre si debe aplicarse o no la pena de muerte, si la sanidad debe ser pública o privada, si debemos endeudarnos o reducir gato público, pero también sobre si las relaciones entre personas del mismo sexo son naturales o no, sobre si las mujeres deben querer tener hijos, o sobre cualquier otra cosa, son ideología.

Si esas ideas afectan al ámbito de la relación entre los sexos, de la actitud adecuada en función de tu género, o de cualquier aspecto relacionado con la sexualidad o con lo que se espera de ti por ser hombre o mujer, todo eso es ideología de género. La confusión viene cuando se equipara la ideología de género con el feminismo o con el activismo LGTB. Pero tanta carga ideológica tiene considerar a los hombres y las mujeres iguales en dignidad y derechos como considerarlos naturalmente diferentes. Tanta carga ideológica tiene luchar por el matrimonio entre personas del mismo sexo como luchar por que el matrimonio se reserve para parejas heterosexuales. Tanta carga ideológica tiene manifestarse por el aborto libre, seguro y gratuito como manifestarse por el “derecho a la vida”.

La confusión interesada e intencional surge porque algunas personas dicen que sus ideas no son ideológicas (una contradicción cuanto mínimo curiosa) sino naturales. Que es la misma estrategia que usa la derecha cuando recorta gasto público o quita derechos a los trabajadores por cuestiones técnicas… Natural y técnico son adjetivos que sirven para hacer creer que una idea no es una idea, sino que es la Verdad absoluta, fuera de todo ámbito de debate. Cuando lo cierto es que el Estado mínimo del capitalismo neoliberal es un concepto no solo ideológico, sino que se ha demostrado fallido. E igual de cierto es que no hay nada natural en que los niños vistan de azul y las niñas de rosa. Es pura ideología de género.

Tan arraigada está la ideología de género en la sociedad occidental, que en un capítulo de Friends, Rachel, que va a llevar a su hija Emma por primera vez a la oficina, decide ponerle un lacito rosa, porque como alguien más confundiera a su hija con un niño, según ella le mataría. Emma es un bebé de pocos meses. A nadie le importan los genitales de Emma, porque nadie puede tener sexo con ella. Emma no puede interactuar con otras personas aún, no puede escoger sus juegos o sus aficiones. Emma ni siquiera es capaz de hablar. Emma es un bebé, y como bebé que es, no tiene identidad, no puede tener género. Pero para Rachel es tan importante que todos sepan que es una niña, que algún día jugará con muñecas, llevará falda, saldrá con chicos y tendrá sus propias hijas a las que enseñarles todo esto, que antes de que Emma sea consciente de que existe, Rachel necesita dejarle muy claro al mundo que es una niña, y se enfurece si alguien se confunde. Y eso, amigas, es ideología de género.

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