Por Carolina Laferre (@TSM_es), de Trans·socialmedia – Identidades 3.0

Foto: José Santos
Las mujeres trans hemos formado parte, desde los primeros días, de las distintas sociedades y culturas. Nos integramos con halo de deidad femenina, resistimos a los tiempos, después vivimos dignamente en la sombra, y es hoy, el momento de aparecer a la luz… con mucho amor.
Hay chicas que comenzamos a cuestionarnos si el aumento de la conciencia sobre las personas trans con respecto a las personas cisgénero tiene realmente un lado negativo o no en una sociedad sin preparación. Se nos está empezando a ver en todas partes y todas horas. Algo así a como cuando alguien dice, «hay un montón de coches de color rojo en las calles estos días» y, de repente, todo el mundo comienza a darse cuenta de que, efectivamente, sí, hay bastantes, aunque no seann más que los que circulan por esas mismas calles todos los días, con otros colores. Esto no significa necesariamente que haya más coches rojos (aunque supongo que podría ser así) sino que, de pronto, «los notamos más» porque alguien lo ha «instalado» en el conjunto del pensamiento popular o en la conciencia colectiva, hasta convertirla en una moda de tendencia emergente.
La creciente visibilidad de las mujeres trans está en boca de todo el mundo y esto no sería tan agobiante, si tanta gente no tuviera «esa» necesidad obsesiva de señalarlo como si la sociedad estuviera jugando a «I Spy». Cada vez más, somos conscientes de que existimos, vivimos, creamos, producimos… y hasta se enamoran de nosotras sin darle tanta importancia.
Se está dando fin a esa emoción barata que define que «soy trans», alimentando otro tipo de emociones y empatías sociales, aunque no de forma popular aún.
Las mujeres trans llevamos un tiempo tomando el relevo donde otros han sido demasiado ignorantes e incluso apáticos. Para crecer en humanidad entre sentimientos con calor humano.
Os puedo asegurar que existen hombres que, más allá del fetichismo sexual de antaño con el que siempre nos han vestido de forma prohibida, nos quieren así: independientes, decisivas, risueñas, caprichosas, valientes, descaradas, divertidas, positivas… y genuinas. TRANS.
En la vida real, hay quienes nos atrevemos a “no cumplir” con las construcciones absurdas adquiridas y nos expresamos de forma abierta como si de nuevas tendencias se trataran, prediciendo una segunda revolución sexual.
Aceptamos sin problemas nuestra imagen y concepto de una mujer trans de cuerpo sexuado pero fuera de un mero contexto sexual.
Hace algunos meses salió a la luz una investigación realizada por más de una docena de fuentes importantes revelando que cerca de 190 millones de hombres heterosexuales podrían sentirse atraídos por las mujeres trans de forma activa, buscando un contacto romántico que, hasta ahora, jamás se ha visibilizado en estado puro. Internet realmente ha facilitado los accesos a la información, tanto como para que todo este asunto de «amores trans» se haya conformado como uno de los más populares en los últimos años. Quizás porque se nos está viendo, cada vez con más asiduidad, en todo tipo de publicidad convencional, en programas de televisión, en pasarelas y revistas de moda, en el cine…
Somos «socialmente aceptables» para la sociedad. Somos contemporáneas, que no significa que por ello nos cuelguen en un museo (aunque también). En este proceso coyuntural pleno de cambios a medio plazo, se contribuye directamente a nuestra mayor integración y la «no objetivación» a través de ese denostado «hipersexualismo» en bruto practicado a finales de siglo XX, cuando el único amor posible con una mujer trans era a través del secretísimo pornográfico de una cinta de vídeo.
Muchos hombres CIS se sienten culpables por la incómoda sexualidad que suscita un proyecto de pareja consolidado con una mujer… diversa. Momento para especificar -y dejar claro también- que cuando un hombre se nos acerca y lo primero que nos dice es «déjeme decirte que no soy gay» tienen toda la razón. Porque los homosexuales no quieren relacionarse con mujeres transexuales, obviamente. Es el hombre heterosexual el que nos desea. Por otro lado, la mayoría de los clientes que consumen pornografía transexual son hombres «masculinos» y rectos que persiguen en su vida real, modelos de conducta «heterosexual».
Pero también existen otro tipo de hombres, completamente abiertos a nuestro sentido de vida, que son capaces de abordar una cita en la vida real con una mujer trans, dispuestos a consolidar sensiblemente una relación definitiva dándonos una oportunidad con las propias necesidades y deseos que ello conlleva -y llevarlo hasta las últimas consecuencias- desde las primeras citas.
En definitiva, creo que a la sociedad en general le gusta las generalizaciones basadas en supuestos y en estereotipos incorrectos que ya no se sostienen en un nuevo discurso del amor. Lo primero que hay que entender es que, a pesar de lo que los medios de comunicación y una gran mayoría de la sociedad dicen sobre nosotras (que las mujeres trans nos somos mujeres completas) entiendo que, en muchos aspectos, probablemente somos las únicas mujeres en todo.
Todas las mujeres modernas y contemporáneas tenemos una gran cantidad de cuestiones que resolver. Incluso podría argumentar, sin error a equivocarme, que hay quienes no reciben ninguna atención masculina puesto que no actúan de forma femenina; se preocupan poco por su apariencia, no investigan en la modernidad del sexo para mantener a sus parejas con deseo, no saben cómo responder al afecto masculino adecuadamente… “la mujer, en su lucha por la igualdad con el hombre, ha llegado a convertirse en otro tipo de hombre, y se ha olvidado, de ser mujer” (Rossy de Palma).
Mujer trans: la que se pare sí misma, la que ya ejecuta funciones, la que se esfuerza hasta dos y tres veces más para demostrar que puede ser y hacer…
El hombre medio está tan desilusionado en esto del amor, que se le perdona hasta su falta de entusiasmo. De hecho, muchos hombres se han dado por vencidos y ya no están interesados en encontrar su «alma gemela». Los hombres atienden esencialmente a la naturaleza del ser y, en ese sentido, las relaciones transgénero pueden comenzar a ser un camino más dentro de la pareja, en el presente y en el futuro. Es hora de hablar de amor y diversión, en lugar de subyugarse a una vida sin alegrías.
Feliz San Valentin (TRANS).
Por supuesto que lo es, para cualquier persona con dos dedos de frente. Algo imposible de pedir (como no podía ser de otra forma), a los redactores que regentan este antro de la Red.
14 febrero 2018 | 17:24
Sí.
14 febrero 2018 | 19:32
La realidad biologica es que un hombre nacido hombre aunque se sienta mujer siempre será hombre ….siempre xy
No creo que hacer como que creemos que ahora son mujeres les ayude realmente
Entiendo los sufrimientos de tener tan horrible trastorno de identidad sexual pero una cosa es no ofender y otra es obligarnos a tragar con ruedas de molinos
Lo siento pero los trastornos mentales no se arreglan convenciendo al resto del mundo de que el trastorno es la realidad.
14 febrero 2018 | 21:27