El homonacionalismo y sus trampas: Dios, Patria y LGBT

Por Andrea Puggelli (@aikkomad) activista italiano LGBTQI

Foto de Redes Sociales

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Hace unos días he terminé de leer el libro de Jasbir Puar, Terrorist Assemblages: Homonationalism in Queer Times”. Un libro que desarrolla muy bien el concepto de homonacionalismo.

Con esta palabra, Puar señala principios como el de «aceptación» y «tolerancia» hacia lxs ciudadanxs LGBTI y aborda el tema de cómo estos que se han convertido en una herramienta para medir la credibilidad de los estados nacionales. También se explica como el homonacionalismo se ha convertido en una categoría analítica importante para entender el giro gay-friendly de las naciones occidentales en los últimos años, en la que se pasa a ostentar la plena ciudadanía y por lo tanto, a disfrutar de la protección del Estado. Personas LGTB (posiblemente blancos y de religión católica) que han tenido la suerte de nacer en el «lugar perfecto» de este mundo.

Sin embargo, cuando se tiende a hablar de homonacionalismo se desplaza la idea hacia las posiciones de «derecha» de una parte de la comunidad LGBTI una vez obtenidos derechos como las uniones civiles o el matrimonio. La prensa internacional, por ejemplo, ha dedicado un espacio considerable a personas LGTBI que se han mostrado abiertamente como tales en las filas de la derecha conservadora y extremista (como en los casos de los movimientos de Marine Le Pen, Farage o Donald Trump).

Sin duda, existe una compleja relación entre el mundo LGBTI y las comunidades étnicas y de los migrantes, acusadas de ser homofóbicas e intolerantes. El quid es que el populismo xenófobo, y hasta ayer orgullosamente LGTBIfobo, usa cada vez más las identidades LGBTI para construir y alimentar los discursos racistas, especialmente islamófobos, dentro de esta misma comunidad. En muchos países todo esto está pasando a escondidas, quizá porque no existen redes para el diálogo entre el universo LGTBI y las comunidades de migrantes.

Pero el homonacionalismo es mucho más que el racismo de los maricones. Durante muchos años, el Estado heteronormativo fue visto como un enemigo por parte de lxs ciudadanxs LGBTI: siglos de persecuciones y discriminaciones  han alimentado una relación que sería simplista llamar confrontación. Con el comienzo de la “época de los derechos”, la relación con el poder del Estado ha ido cambiado de manera significativa. Se empezó trabajando por los derechos de la comunidad LGBTI para convertirlos en parte de la identidad nacional para después promulgar leyes a favor de las personas LGTBI. Pero en los últimos años, en una parte de la comunidad LGBTI han surgido discursos nacionalistas y patriotas, que hasta ahora nunca se escuchaban.

La identidad política de la comunidad LGBTI parece -en gran medida- haberse reconciliado con la estructura de poder de la Nación y del Estado neoliberal al ser aceptada y legitimada en su sistema de valores. En cambio, los enemigos del movimiento LGBTI -previamente protegidos y mimados por el Estado- se han convertido en una minoría mientras que, en esos estados, la LGTBIfobia se reconoce (al menos desde un punto de vista formal) como un “mal social” de la misma manera que el racismo y la xenofobia.

Muchos teóricos queer ven la relación entre la comunidad LGBTI y el Estado/Nación como algo negativo porque el proceso de construcción de la nueva identidad LGBTI plenamente reconocida dentro de estos ha coincidido con la formación de un nuevo «otro/enemigo» simbólico: el Islam de la era post 11 septiembre, tal y como escribe Puar.

Por esta razón, el homonacionalismo se cruza de manera alarmante con discursos racistas contra los inmigrantes y produce también dificultades para los movimientos  LGBTI. En primer lugar porque crea principalmente una LGTBfobia “cultural” como si se tratara de un asunto que sólo concierne a las comunidades islámicas, absolviendo a las sociedades occidentales, blancas y católicas. La prueba de esto se encuentra en la línea de un discurso  de Donald Trump en el escenario de la convención republicana en Cleveland haciendo caso omiso del hecho de que las personas LGTBI deben ser protegidas incluso por muchos de los que estaban en la misma audiencia que lo aplaudió:

«Voy a hacer todo lo posible para proteger a nuestros ciudadanos LGTB de la violencia y la opresión de la ideología de odio extranjera»

En segundo lugar, se utilizan las instancias de una minoría oprimida para construir nuevas formas de opresión contra otro grupo. Homofobia, islamofobia, antisemitismo, xenofobia y la misoginia son las dos caras de la misma moneda.

“A la base de todo esto existe una visión restrictiva y neoliberal de la ciudadanía que ofrece acceso sólo a ciertos segmentos de la población a costa de otros grupos”. Jasbir Puar

La comunidad LGTBI se enfrenta a este grave problema en los próximos años. Se abre el debate que se debe ampliar a toda la sociedad: ¿cómo armonizar la pluralidad de las diferencias de modo que la libertad de todxs sea respetada sin desencadenar una peligrosa guerra entre los mas desprotegidos?

7 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Fer

    Siempre defiendo y proclamo el individualismo, la libertad y en concreto la libertad sexual. Repudio los sectarismos que actuan encontra de las citadas libertades. Por esta razón odio a TODAS LAS SECTAS. A las sectas, no a las personas. E incluyo como sectas al politiqueo fanático, ya que se comportan igualmente de forma sectaria. Nunca me habían llamado cristianófobo por mis comentarios contra esa secta, así que estoy harto ya de tanta manipulación pro-islámica. Que odie una secta no significa que odie a los pobres tontos que la mantienen. Estos más bien me dan pena. Pero tengo derecho a sentir miedo (fobia) ante su colectivo (secta), ya que no solo pretenden dirigir la vida de sus miembros sino también la de todos los demás.
    Si queréis seguir adorando unas sectas sí y otras no, adelante. A mí me parece que símplemente os estáis dejando manipular por ideas inculcadas por los poderes ultraeconómicos que manejan los hilos y a los que les interesa una sociedad servil, sumisa, homogénea, anti-individualizada… en definitiva sectaria, y qué mejor modelo que la secta más metódica de todas. Si queréis colaborar en construir ese tipo de sociedad, ‘alá’ vosotros. Pero mientras tenga libertad de credo (o ateísmo) y libertad de expresión, a mí no me digáis cómo tengo que pensar, hablar o ser. Gracias.

    28 noviembre 2016 | 13:09

  2. Dice ser Sin anestesia

    Si en vez de escribir «lxs ciudadanxs» pones «la ciudadanía» estarías cumpliendo la máxima de la no discriminación lingüística, que no es otra cosa que poner palabras con género femenino para no discriminar a las mujeres. Es decir, como la palabra tiene género femenino LAS ,,,,,,,NAS, es correcta, si pones la palabra gramaticalmente correcta que engloba a ambos sexos LOS….NOS, te acusan se maltratador y cosas por el estilo.

    28 noviembre 2016 | 14:13

  3. Dice ser ramtic

    Completamente en desacuerdo con lo que dices. Mientras que ser homosexual no exige la discriminacion de nadie, ser musulman si. No son la misma cara de una misma moneda.
    Tampoco es cierto lo que dices del cristianismo. Mientras que cualquier declaracion de un representante catolico en contra de los homosexuales se convierte rapidamente en un escandalo, la izquierda intenta justificar y tapar la homofobia de los musulmanes, con articulos como el tuyo.
    Lo mas estrambotico es leer que los gays que se oponen a religiones fascistas como la musulmana, son los malos.

    28 noviembre 2016 | 14:19

  4. Dice ser juliuss

    No lo entiendo, querámoslo o no, más del 20 % de la población es o ha tenido prácticas homosexuales y muchos de los más «machos» y a la vez más homófobos lo han probado. Esto ocurre aquí, en Arabia y en China, en cualquier régimen político o religión. ¿Por qué no dejamos a la gente vivir en paz?

    28 noviembre 2016 | 18:11

  5. Dice ser jalin

    no serás tu uno?

    28 noviembre 2016 | 18:21

  6. Dice ser perez

    Homonacionalismo, otro palabro a la lista.

    28 noviembre 2016 | 19:28

  7. Dice ser FRANCISCO

    No estoy de acuerdo con ninguno de los puntos.
    Ni siquiera un blanco, homo, casado con hijos , que viva en una zona liberal de Estado Unidos , como San Francisco
    está 100% integrado , creo que poca gente en el mundo puede decir eso, hace cuatro días como quien dice , que podemos casarnos, todavía tenemos activo el chip de la lucha.,
    Es lógico que muchos gays tengan islamofobia puesto que en todos estos países la homosexualidad es un delito que se puede pagar hasta con la muerte, de hecho hace unos pocos días un español ha sido detenido en Marruecos por hacer practicas homosexuales, a mi no se me ocurre otra postura que el rechazo, si mañana el islam hace una lectura más liberal de su libro sagrado, es casi seguro que dejaremos de ser islamófobos.

    28 noviembre 2016 | 22:39

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