Lucía Rodríguez Sampayo (@rs_lucia) nos trae mucho más que el Orgullo desde El Salvador…
Salir a la calle a celebrar que por un día podemos ser quienes realmente somos, y demostrar la alegría y satisfacción con que lo vivimos. Celebrar que no tenemos miedo, a pesar de lo peligroso que resulta a veces ser visible. Exigir la igualdad, la justicia, la dignidad. Eso es el Orgullo.
Desde 1997 la comunidad LGBTI salvadoreña sale a la calle en el Día del Orgullo LGBTI para reivindicar, para exigir, para reclamar lo que es suyo: sus derechos. Y que lo hagamos con alegría, con música y color no resta ni un ápice de combatividad. Los medios masivos, como pasa en tantos países, seguirán visibilizando cabalgatas, desfiles, circos… aun sabiendo que el propósito de esa marcha es y será siempre otro.
En 2015, en El Salvador, marchamos por la JUSTICIA a la que la comunidad LGBTI no tiene acceso.
Y como si la realidad quisiera dar la razón a quienes exigen respeto, en la misma tarde de la marcha las noticias reafirmaban la necesidad de esa exigencia: agentes de la policía agredieron a Alexander al volver a su casa, haciendo uso de violencia desmesurada, de abuso de poder y de todo el oscurantismo posible en la gestión de la información sobre el caso . Dos días después, me levanto con la noticia del asesinato de otro joven homosexual. Y ya hemos contado más de diez asesinatos de mujeres trans en lo que va de año. Y constatamos que la violencia es la única que hace posible la presencia de la diversidad sexual en los medios, más allá de las crónicas sobre la manifestación, y que además esa presencia suele estar marcada por prejuicios, manipulación y odio.
Hoy quisiera denunciar ese odio mediático, el que hace que cada mujer transexual agredida o asesinada sea llamada hombre en los noticieros, pero también el odio que respalda la impunidad.
El odio que hace que los periódicos olviden la presunción de inocencia de Alexander, que asuman que ha cometido un delito y siembren la duda sobre si merecía el castigo que recibió y que ha puesto en peligro su vida.
El odio que castiga a quienes buscan la verdad, a quienes dedican su vida a exigir justicia e igualdad. Como Francela Méndez , Defensora de Derechos Humanos que, aun después de haber sido asesinada tiene que seguir peleando por esa justicia que no llega. Porque ha pasado un mes y hasta la fecha la única información que hay sobre su muerte es la acusación malitencionada de un periódico que quiso atribuir su muerte a vínculos con actividades ilícitas nunca demostradas, en un intento burdo de justificarla, y que hasta la fecha no se ha disculpado por ello.
Son sólo dos casos, pero podríamos relatar cientos. Esta es la realidad que tenemos que cambiar.
Así lo ha entendido la Comunidad LGBTI salvadoreña, que ha decidido instar al Poder Legislativo a incluir los crímenes de odio cometidos por razones de orientación sexual o identidad de género en el código penal , para que nunca más quede un crimen impune. Para que el odio deje de matarnos. Para que un día por fin podamos salir a la calle a celebrar el orgullo de vivir en una sociedad que no nos ve desiguales, que nos respeta por lo que somos; la sociedad que queremos.
Os invitamos a pinchar AQUÍ para firmar esta petición que pide al Presidente de El Salvador justicia para Aldo Alexander