Por Enrique Anarte, estudiante de Relaciones Internacionales y aprendiz de periodista
Si algo nos ha enseñado la crisis es a aprender a mirar más allá de las burbujas en las que, de manera más o menos consciente, flotamos. Y no hablo de la burbuja inmobiliaria. Hablo de las burbujas desde las cuales muchos de los que crecemos y vivimos en entornos privilegiados (en un sentido u otro) somos incapaces de ver lo que ocurre más allá, en la realidad que traspasa el filtro brillante de la burbuja, que todo lo colorea en tonos más agradables (y cómodos) para la vista humana. Ciegos al sufrimiento humano, este desaparece al no ser nombrado.
Algo similar ocurre cuando nos sedentarizamos en entornos progresistas. Tendemos, quizás por optimismo, quizás por comodidad, a asumir el progreso lineal de las mentalidades al igual que asumimos el progreso material de las sociedades. Así, inmersos en círculos activistas poco permeables integrados por una ciudadanía en su mayoría «educada» y «concienciada», acabamos olvidando la realidad que hay más allá, fuera de las burbujas de quienes, a partir de su implicación en diversas causas sociales, han abanderado la igualdad y la libertad de todas las personas como estandarte de cada una de sus causas.
La realidad, no obstante, acostumbra a golpear con jarros de agua fría. Y uno ha de sentirse agradecido por tener un hogar en el que digerir el shock, en el que calentar su cuerpo mojado. Saray B. S., ciudadana, transexual, sevillana sin techo, no ha tenido tanta suerte. El pasado domingo 22 de marzo fue agredida en un céntrico bar de la capital hispalense. Todo empezó con el ya tristemente clásico «maricón y travesti». De poco le valió pedir respeto o amenazar con llamar a la policía: uno de los dos acosadores le rompió un vaso en la cabeza. Afortunadamente, sobrevivió, aunque sufrió numerosas heridas y tuvo que ser atendida en el hospital.
Parece que la Ley integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales de Andalucía, en vigor desde julio del año pasado, no ha sido suficiente para evitar situaciones como esta. Es triste que sea la realidad, con toda su crueldad, quien tenga que venir a demostrarnos que no es suficiente. Estábamos tranquilos desde nuestros círculos educados y progresistas, pensábamos que el odio y la intolerancia habían pasado a ser historia. Craso error. Pero claro, no seremos nosotros quien lo pague.
Suele ocurrir con las personas sin techo que no tienen nombre. Una persona sin techo no participa en los debates televisivos, y si aparece en los telediarios suele ser representada de la manera más estereotipada posible. Algo parecido suele ocurrirle a las personas que desafían la norma binaria y biologicista. Sí, por fortuna conocemos nombres, pero atrévanse a preguntar más allá de sus burbujas, atrévanse a encuestar. Descubrirán que el nombre se torna anécdota, que el desconocimiento ahonda en el ruido ininteligible y que, en medio de todo ese ruido, donde no hay nombres, reina el silencio.
Nos queda el agridulce consuelo de la democracia y sus conquistas. No seré el primero ni el último que se sorprenda al recordar cómo el progreso, esa nueva religión a la que adoramos mientras cargan las fotografías que nuestros contactos suben a las redes sociales, ha ido desacelerándose desde que la igualdad se hizo ley allá por 2005. ¿O el igualitarismo? Sí, según unos investigadores norteamericanos somos el país más tolerante con la homosexualidad, ¿pero es que vamos a quedarnos ahí? Parece que desde entonces se haya vuelto tedioso oír hablar de derechos, derechos humanos. Parece como si ser feminista, o ser queer, o reivindicar la causa LGTBI, sea ser cansino. ¿Alguno de ustedes ha tenido esa sensación? Porque yo sí. Voy a explicarles por qué: It’s the economy, stupid, y ahí subsumimos todas las causas, al inextricable vaivén del «progreso» económico. Aplazamos y aplazamos, al más puro estilo leninista.
Mientras aplazamos, la realidad de desigualdad se impone a ritmos cada vez más alarmantes. ¿Cuántos debates han escuchado ustedes en este año electoral sobre la situación de las personas transexuales y transgénero? ¿Y cuántos sobre la de las personas sin techo? No entiendo de significantes vacíos, pero a mi alrededor escucho palabras vacías de significado: democracia, populismo, derechos, ciudadanía, pueblo, libertades, crecimiento… Sin embargo, nadie me habla de quienes han quedado fuera: porque la igualdad, no lo olvidemos, también tiene sus normas y sus criterios de normalidad. Y, por desgracia, sigue sin llegarnos a todos por igual.
Perdonen que insista, pero, como decía una canción, soy demasiado joven para ser tomado en serio, y demasiado viejo para creerme toda esta hipocresía.
*La primera foto es de la Asociación de Transexuales de Andalucía; la segunda, de M.C.
«Saray B. S., ciudadana, transexual, sevillana sin techo, no ha tenido tanta suerte. El pasado domingo 22 de marzo fue agredida en un céntrico bar de la capital hispalense.»…
Faltan detalles, nadie entra en un sitio, y se le llama de primeras ni maricon, ni travesti.
Asi que sin tener todos los detalles, poco se puede decir.
29 marzo 2015 | 12:28
Dice ser realidad… estás justificando la agresión???…
Esto es una agresión de un grupo de personas hacia otra y no tiene ninguna justificación. punto.
29 marzo 2015 | 12:51
La naturaleza y Dios son sabios
29 marzo 2015 | 13:18
por ser maricon o travesti no da derecho a hacer lo que quieran, tambien las normas valen para ellos y no se saben todos los detalles, como dice el primer comentario, no se agrede a nadia sin causa (justificada o no), asi que hay que dar mas detalles…
29 marzo 2015 | 13:27
Cualquiera que se exhiba mucho, que llame la atención con su persona en un local donde se reparten bebidas alcohólicas a cascoporro, corre el riesgo de que alguien le estampe una botella en la cabeza. No hace falta que sea nada especial, basta que el que siente el impulso de dar un botellazo a otro sea al que destaca como un semáforo al que ve primero. Esto no requiere explicaciones más rebuscadas.
29 marzo 2015 | 14:34
Al llegar a la vida el ser humano tiene una chispa que le diferencia de los animales, pero esa chispa vive durante 70-80 años atrapada en un cuerpo regido por las leyes de esto tan bonito como las nubes, el sol, las montañas, el defectuoso y equivocado caminar de muchos de nosotros.
Pon ahí abajo unos cuerpos regidos por leyes de Darwin pero con la luz divina que intuyen pero no se acercan.
(no soy católico ni pertenezco a ninguna religión)
Y con semejante rebaño tendremos «disfunciones de entendimiento» Nos haremos unas ideas de imagen tan absurdamente preconcebidas que rechazaremos a nuestra propia especie por experimentar y vivir con su propio cuerpo al que tiene todo el derecho de transformar cuando le de la gana, y no digamos su corazón que puede amar al otro sexo o al suyo propio, tal como le plazca. SOMOS LIBRES.
Ningún ser humano puede crear dogmas de sexo o amor, NINGUNO.
Yo cuando estoy frente a un semejante hablo con mi alma, jamás con mis ojos escrutando su aspecto, menos aún sus amaneramientos si los tuviera.
Y no pienso negar que a veces no he podido contener la risa ante alguien por su forma de vestirse o expresarse, ¿Y qué? mi cerebro no se aparte del respeto, una sonrisa viene bien siempre. pero yo miro el alma y con mi alma, cualquier pequeña distracción es solo eso «distracción» y si ha de reírse uno se ríe, y nos reímos juntos.
¿Quién no ha dicho alguna vez: eres una nenaza de la la leche pero sabes que te quiero?
Nos ha sido entregado un cuerpo y con él podemos hacer lo que nos de la gana, travestirlo, gozar de el, exhibirlo (respetando claro), es nuestro de nuestro alma, de ese algo que lleva dentro atado a él pero mucho más valioso.
Repito que nada de religión aquí, nada de dogma impuesto por un ser humano, para mí al menos no. Y con esto me da mucha pena comprender que hay tanto equivocado, tanto prejuicio y que tan poquito hemos evolucionado.
Nos quedan siglos para evolucionar de verdad, siempre y cuando no nos desviemos que es lo más probable, mientras tanto y desde mi sentido común y por supuesto comprensivo y con total cariño os doy ánimo a todos y que por supuesto sexualmente os mostréis como más placenteramente os resulte, ni que decir de amar a otro, y nada de amilanarse.
Un abrazo.
29 marzo 2015 | 14:57
Si que pasa y por la calle sin mas tambien, Solo es cuestion de encontrarte un Peperro.
29 marzo 2015 | 15:02
1º) Yo no justifico la violencia mas que en defensa propia, es decir, prácticamente nunca.
2º) En sitios de copas hay peleas. Porque el bestia que pega no sabe beber y la víctima es gay, gorda, le ha «mirado mal», ha coqueteado con su novia/o, o simplemente porque es un camorrista.
3º) Tengo familiares y amigos/as gays, los respeto como a cualquiera.
4º) Me cansa leer noticias incompletas y buscar la excusa de la orientación sexual o la xenofobia. Escudarse en ello convierte a quien lo hace en lo mismo que critica.
5º) Parece que hay colectivos como gays, transexuales, árabes, etc, que exigen una protección y un respeto que, en muchos casos, ellos no dan a os que no son como ellos (¿por qué no hay un día del orgullo hetero?).
6º) En Inglaterra hubo una persecución brutal contra los homosexuales hasta hace bien poco, llegando a encarcelar y llevar al suicidio a la persona que impidió que Hitler ganara la guerra por el simple hecho de ser gay (pronto se estrenará la película, Allan Turin), en España no. Tanto no, era una excusa más para «limpiar» el país, fascismo puro y duro que haca muuuuucho que no existe.
7º) Si queremos ser todos iguales, empecemos por nossotros mismos, no nos consideremos especiales, ni mejores ni nada parecido.
29 marzo 2015 | 21:30
E.A.R. me gusta tu comentario, de dónde sacas esa hipótesis?…me suena…
30 marzo 2015 | 11:31
Maikel
Dificilmente veras a alguien sin techo, ni dinero entrar en un bar, excepto para pedir empleo.
Entiendo que no has estado nunca sin dinero, ni techo, por lo que lo unico que puedo decir, es que me faltan datos.
Y como me faltan datos, no puedo decir, quien agredio a quien.
30 marzo 2015 | 19:11