Archivo de marzo, 2016

Las mujeres se operan para estar más guapas y los hombres para parecer menos cansados

Si hace 40 años el porcentaje de hombres que acudían a centros de estética era de un 1%, hoy en día nos encontramos en una sociedad en la que el hombre se siente también presionado: «Cada vez más los hombres se van mentalizando en cuidarse. El 20% de nuestros clientes son hombres que se van concienciando de la importancia de la imagen» dice la doctora Mª Ángeles López Marín, la directora del Centro Médico Rusiñol.

El doctor Iván Mañero, cirujano de la Clínica Iván Mañero, corrobora las palabras de la doctora: «La proporción de mujeres y hombres que se operan es de un 80-20 sin lugar a duda. El hombre ha aumentado su participación en la cirugía sobre todo ligado al mundo homosexual. Pero por lo general, el hombre no se opera por guapo. Se opera por no aparentar cansancio. Cuando se operan, las mujeres buscan belleza y los hombres productividad«.

Según la doctora López Marín «la mujer intenta tener la mínima arruga posible. Pero es preferible que quede algo y no estar con la cara planchada. Los hombres que vienen son de 40 o 50 años que están en empresas con la presión de tener una buena imagen, algo que ya no solo recae en la mujer«.

Si ellos empiezan a partir de los 40, nosotras un poco antes: «Tenemos clientas que van desde los 35 años, con tratamientos más sencillos, hasta los 80. La coquetería cada vez influye más. La cirugía no hace que vuelvas a tener 20 años pero sí que por la mañana te veas una buena calidad de piel. Ser una persona de 80 años que se ve con buena imagen por fuera añade calidad de vida» revela la doctora López Marín.

Hablamos de unos tratamientos que no están al alcance de cualquiera, ya que las tarifas de estos métodos cuestan «unos 380 euros el más básico hasta uno completo que cuesta 750 euros y combina toxina botulímica, hilos tensores y ácido hialurónico. Teniendo en cuenta que el envejecimiento no se frena lo recomendable es hacer un tratamiento de estos cada 6 meses y complementarlos con cremas, que no te quitan una arruga pero hacen que el tratamiento te dure mas tiempo» dice la doctora.

Inyección. CENTRO MÉDICO RUSIÑOL

Inyección. CENTRO MÉDICO RUSIÑOL

Pero los tratamientos o intervenciones estéticas no son la panacea de la belleza: «El estilo de vida es muy importante. El cuidarte por dentro para estar bien por fuera es fundamental. El caso más típico es la persona un poco obesa que se quiere operar pero no va a cambiar su estilo de vida. El cirujano no solo cambia el físico sino que hace un cambio general de hábitos alimenticios y tóxicos como fumar, comer, tomar el sol…» afirma el doctor Mañero.

Respecto a intervenciones corporales «sigue siendo prioritario el pecho. La razón es su importancia a nivel social y porque es un órgano diana del embarazo y la lactancia. La mayoría de las mujeres que se operan son jóvenes entre los 20 y los 30 o mujeres que han sido madres y quieren arreglar lo que el embarazo ha hecho. La tendencia es la naturalidad, se sigue demandando un pecho grande pero que no parezca operado» dice el docto Mañero.

El pecho, que aunque históricamente es el más pedido, este año ha perdido adeptas según el cirujano: «La cirugía que ha tenido más auge en el último año es el glúteo. Ha sido muy demandada en países occidentales porque en Sudamérica siempre ha sido la segunda cirugía más solicitada después del pecho. Su demanda se debe no solo a las Kardashians sino a la irrupción de celebrities latinoamericanas en Estados Unidos. Las actrices latinas tienen más curvas que las americanas y es lo que la gente quiere. Ahora se llevan más las curvas«.

Aumento de mamas. IVAN MAÑERO

Aumento de mamas. IVAN MAÑERO

El precio de estos aumentos oscila entre los 5.000 euros «si es un aumento de pecho simple, hasta los 8.000» dice el doctor Mañero. «Una cirugía de glúteo puede costar desde la colocación del implante simple, entre 5.000 y 6.000 euros, a los 8.000 o 9.000 cuando se combina con otras técnicas como el esculpimiento.

Ambos doctores coinciden en que el futuro de la estética va por la senda de las células madre: «Aún le quedan dos o tres años pero será el gran el gran boom de la medicina que luego revertirá en la medicina estética» afirma la doctora López Marín. Para el doctor Mañero le queda un poco más por los frenos éticos debido a lo que cuesta hacer experimentos con células madre. «No creo que lo veamos antes de 15 o 20 años. La medicina regenerativa está en otros ámbitos pero acabará llegando a la estética. Ahora mismo estamos reparando pero cuando esto pase, no quitaremos la piel envejecida sino que regeneraremos la que hay«.

«Conseguir que Inditex haga más tallas es algo difícil»

Es un día cualquiera por la mañana. Vas camino al trabajo pensando en tus cosas cuando algo llama tu atención en un escaparate. Los maniquís no son delgados, son lo siguiente. Te resulta increíble que el grosor de sus piernas se asemeje más al de tus propios brazos que al de tus piernas.

Así se sintió Anna Riera cuando pasó por delante de un Lefties que le impulsó a abrir una petición en la plataforma Change.org pidiéndole a Inditex que retirara aquellos figurines que flaco favor (literalmente) le hacían a nadie. «Me quedé impactada por aquellas piernas extremadamente delgadas. Lo primero que pensé fue si realmente alguien las tendría así».

Más de 100.000 firmas después, aquellos maniquís desaparecían del escaparate: «Inditex se comprometió a quitar los maniquís diciendo que estaban descatalogados y que había sido un error«.

Lo que parecía una guerra ganada, se convirtió para Anna en la primera victoria de sus dos batallas, pues a la de los maniquís le siguió la de las tallas. El nuevo objetivo de la estudiante de psicología es que Inditex aumente el tallaje a partir de la talla 42 (si, señores de Zara, hay vida más allá).

Cosas a tener en cuenta. TWITTER

Cosas a tener en cuenta. TWITTER

¿Por qué el imperio de Amancio se queda ahí cuando más del 50% de las mujeres en España usan una talla 40? «Creo que no les interesa, pero eso no es lo que me importa. Me importa que se den cuenta que es beneficioso para ellos también hacer más talla» dice Anna.

La joven de 18 años, pese a las peticiones no ha cambiado su relación con la tienda: «No quiero ir en contra de Inditex, me gusta la ropa de Zara, de Berhska… pero hay sitios que no están haciendo bien para nuestra salud mental. Pido cambios como consumidora para cambiar la vida de todos«.

Pese a lo loable que me parece su cruzada, es acusada por más de uno de promover la obesidad al reivindicar mayor tallaje: «No intento promover la obesidad sino algo que esté dentro de lo sano. Muchas mujeres tienen una 44 o 46 y son personas que si las ves no piensas que tengan un problema de salud».

No se muestra muy convencida sobre si su petición conseguirá cambiar el tallaje en Inditex: «Creo que para eso se necesitan más firmas porque es un cambio difícil. Esta decisión no depende de mí». Pero la marca no se ha pronunciado al respecto. Ni ante ella ni ante medios que han intentado entrevistarla, porque, como reconoce Anna «Lo importante de la petición no es el número de firmas sino que te conteste la persona o empresario«.

Una espera que sigue agraciando beneficios al imperio. Y es que, pese a las demandas y peticiones, este  miércoles se reveló un crecimiento del 15% de Inditex, la mayor subida desde 2012. Anna se muestra rotunda al respecto: «No lo veo mal, al final la decisión de si compras en Zara o no es del propio consumidor. Puedes pensar que Zara promueve la explotación infantil pero tú decides comprar o no.»

No sabe si logrará que algo cambie, pero para ella, ser la mujer que cambió los tallajes de Zara «sería fenomenal» no por reconocimiento «sino porque es un privilegio poder representar mujeres que han tenido problemas con la talla. Me alegra poder ayudar».

Y es que, a su edad, tiene claro que una talla no determina a la persona: «Mi personalidad y las cosas que hago son lo que me definen».

Resiliencia. Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos

Hace años me instaron a escribir esta historia. Aunque, cuando me lo dijeron, esa historia no era esta historia. Así que supongo que, aunque no he elegido que sea de esta manera, he elegido compartirla tal cual es ahora. No es una historia personal aunque algunas vivencias son propias. Si he decidido escribirla es porque, si a mi me sirve de terapia, quizás a ti te pueda servir de ayuda.

Resiliencia te puede haber pasado a ti, a tu madre, a tu compañera del trabajo, a tu prima pequeña, a tu mejor amiga. Puede sucederle a tu hija. Es la historia de superación del mayor trauma de una vida. El maltrato puede adoptar muchas formas, pero, sobre todo, puede adoptar muchas caras.

Mia tiene 20 años, compagina sus clases en la universidad con su nuevo trabajo de azafata de eventos mientras saca tiempo para ver a Hugo, su novio adicto al gimnasio. Andrés a sus 28 años parece que tiene la vida resuelta con un trabajo fijo en una empresa de repostería y una relación de más de cinco años. Acaban de encontrase y ninguno sabe lo que se les viene encima.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión
Capítulo 7: No solo los aviones vuelan

Capítulo 8: Cuesta abajo y sin frenos

Cuando al día siguiente Mia le comunicó que, oficialmente, había roto con su novio, Andrés alzó un puño tirando al suelo el bol de pasta que estaba compartiendo. Su compañero de piso se asustó por la reacción de su amigo.

-¿Qué pasa, macho?
-Ha dejado a su novio por mí -dijo ufano mientras recogía los macarrones que estaban desperdigados por la alfombra.
-Enhorabuena tío. Ya me la presentarás. -Su amigo le dio una palmada en el hombro y se unió a Andrés en la recogida de comida. Tras dejar el bol en la cocina Andrés sintió la necesidad de verla urgentemente.
-Raúl, ¿me prestas la moto? -Un ruido de llaves chocando contra la mesita baja del salón llegó hasta él.
-Ya sabes dónde está aparcada.

Según llegó a la facultad de Ciencias de la Información la dejó aparcada en la puerta. Apenas tenía una hora libre para comer y ya casi había pasado. Le quedaban unos minutos antes de que Sanz le llamara dándole por culo recordándole que tenía que entrar a las tres. Entró a la facultad y se dirigió a la ventana de información.
-Buenos días, ¿podría mandar un mensaje por megafonía? Es una emergencia familiar.

Cuando Mia llegó a la ventana de información, su cara era de sorpresa hasta que vio a Andrés. El chico supo al instante que ella le seguiría la corriente.
-Mia, es tu abuelo. Tenemos que irnos. -La chica, manteniendo el semblante serio, cogió uno de los cascos de moto que Andrés llevaba enganchado del brazo y se dirigió a la puerta.
Cuando salieron ella siguió andando hacia el aparcamiento. Andrés la seguía de cerca. No entendía a qué venía tanta prisa. Mia ya sabía de sobra que todo había sido para sacarla de clase.
-¿Qué cojones ha sido eso? -dijo ella sentándose en el borde de la acera, lo bastante alejada para que no les viera el bedel.
-He leído tu mensaje, quería que me contaras como ha sido. -dijo él tranquilo. Le lanzó una sonrisa mientras ella seguía taciturna.
-¿Me has sacado de clase para decirte algo que podría haberte contado más tarde? -Andrés alucinó. ¡O sea que estaba enfadada por haberle hecho salir! No se lo podía creer. Él había ido con toda la ilusión del mundo a verla y lo único que recibía por su parte era un jarro de agua fría.
-Bueno, yo entro ahora a trabajar… Entonces no podríamos habernos visto hasta más tarde. -dijo él tratando de justificarse.
-No es excusa, no puedes hacer esto. No puedes llegar y sacarme de clase como si nada. Esto es mi futuro ¿sabes? Tú el tuyo ya lo tienes, pero yo aún estoy construyendo el mío… -Andrés explotó sin dejarle acabar la frase.
-No me puedo creer que seas tan desagradecida. He hecho esto porque me moría por verte. Y sí, soy tan pasional que quería que me contaras en persona cómo has hecho para volver a ser libre. Fíjate si me interesas, Mia… ¿Por qué tienes que ser tan racional? Simplemente me he dejado llevar por mis sentimientos. -Notó cómo sus palabras empezaban a calar en ella hasta que al final la chica se puso en pie y se acercó a él.
-Tienes razón. Ha sido un gesto bonito. No me lo tengas en cuenta, es solo que no estoy acostumbrada a tanta… espontaneidad.
-Claro, claro, tu ex no estaba tan zumbado por ti, ¿no? ¿Es eso? -dijo él alzando la voz. Seguía molesto por el recibimiento frío de la chica.
-No Andrés, no es eso. No quiero hablar de Hugo. Ya no estamos juntos y eso es lo que importa.
-¿Le has dicho que le dejabas por mí? -preguntó cortándola otra vez mientras le clavaba la mirada. Ella la retiró y supo que no le iba a gustar la respuesta.
-Le he dicho la verdad, que no funcionaba y que no podía estar con alguien que no me hacía “mariposas” en la tripa.
-O sea que no sabe nada de que ha sido por mí -atajó.
-No le he dejado por ti, Andrés. Hemos roto porque no funcionaba.
-¿Y qué vas a hacer ahora? -demandó él.
-Pues no lo sé… creo que deberíamos tomarnos un tiempo de recuperación. Ya sabes… Los dos hemos estado emparejados mucho tiempo y no creo que empezar de repente sea una buena idea. Necesitamos salir, conocer gente, airear las sábanas antes de que volvamos a meter a alguien en ellas. -Andrés la miró incrédulo.
-¿Cómo que un tiempo? ¿Quieres ver a otra gente? Yo he dejado a mi novia por ti. -Las dudas de la chica le exasperaban. Había movido cielo y tierra para estar con ella y ahora se le iba de las manos.
-Yo nunca te dije que fuéramos a empezar nada. Estamos conociéndonos y pasar de cero a cien es una locura.

Andrés se alejó dolido. No podía creer que aquello estuviera sucediendo. De pronto sintió rabia. Tenía ganas de coger aquella moto que ni siquiera era suya y escapar de todo. Pero no podía. Fuera a dónde fuera sabía que sus pensamientos seguirían atados a ella de una manera o de otra. Notó como unos brazos le rodeaban la cintura y como una cabeza morena se acomodaba en su pecho.

-Andrés…di algo -pidió Mia en un susurro.

El chico le quitó los brazos y aún sujetándolos la cogió de ambas manos. Levantaría las cartas. Era o en ese momento o nunca.

-Mia, lo que he visto en ti no lo he visto nunca. He quitado de mi vida todo lo que me impedía estar contigo y solo quiero tenerte, aunque sea sin frenos y cuesta abajo y nos demos una hostia. Si eres tú quien se la pega conmigo, dolerá menos el golpe. Pero si no estás dispuesta a aprovechar esta oportunidad, me voy, porque no quiero perder el tiempo. Ya no soy un niñato de veinte años. Soy un hombre que tiene claro lo que quiere y es a ti, pero si no puedo tenerte te dejaré en paz y seguiré con mi vida.

Pensó en las conversaciones de la feria de manualidades, en su abrazo de despedida, en aquella escapada tan loca a Barcelona que le había sabido a días aunque se hubieran tratado de horas y supo que por la cabeza de la chica estaba pasando lo mismo.

-Está bien – dijo ella al fin-. Veamos a dónde va esto.

Andrés la abrazó contra sí. Mia respondió de buena gana hasta que notó que algo vibraba contra su cadera.

-¿Tanto te alegras? -dijo ella mirándole descaradamente la entrepierna.
-Joder, ¡es Sanz! -Andrés descolgó el teléfono. -Sí, sí, estaba yendo para allá pero ha habido un accidente en la M-30… han tenido que atender a una epiléptica –dijo mientras le guiñaba un ojo a Mia -. Perfecto, ahora te veo. –Tras colgar miró con pena a la chica- Me voy, caramelo. ¿Tú qué vas a hacer?
-Ahora que ya he salido iré a casa o algo. No es plan de que vuelva a entrar.
-Vale, ¿hablamos luego? -dijo mientras bajaba la moto a la carretera.
-Sí. Luego nos vemos. -Mia se giró para marcharse pero Andrés la detuvo.
-¿No vas a darme un beso?- dijo el chico- Ahora ya no tienes excusa.
-¿Aquí? ¿En un parking de motos?- Andres bufó internamente. Otra vez la lógica Mia que nunca se dejaba llevar por el momento.
-Sí, aquí. ¿Qué tiene de malo?
-Pues… que es un primer beso.-titubeó Mia como si aquello lo explicara todo.
-Lo especial de un primer beso no es el sitio sino con quién te lo des.

Cuando más larga se le hacía la tarde era a partir de las cinco, cuando ya no tenía nada más que hacer. Pero aquel día no podía de parar de dar vueltas por el almacén subiendo y bajando cajas simplemente cambiándolas de sitio. Estaba extasiado, pletórico, se sentía ligero y efervescente, como si por dentro tuviera las burbujas de todo un stock de Coca-Colas. Rememoraba una y otra vez el beso con Mia. Había empezado con un roce casi hasta tímido y por poco tienen que separarles con agua hirviendo de las ganas que acabaron poniéndole al beso. Lo volcaron todo: los días de espera, la tensión creciente, la química más que evidente de cada roce y mirada… Y tenía ganas de más. Aquello le había sabido a tan poco que, mentalmente, ya se estaba organizando para ir a verla en cuanto saliera del trabajo.

-¿Qué haces en tres horas, caramelo? -El chico escribía el whatsapp cuando se percató de la imagen de perfil de la chica. Mia todavía tenía la foto con su ex novio. Andrés sintió sus entrañas hervir de rabia.
-¿Se puede saber por qué todavía tienes esa foto? Porque es como si dijeras que aún estáis juntos y te recuerdo que estás conmigo.

El chico se mordió las uñas tratando de tranquilizarse. Mia seguía sin aparecer en línea y su preocupación iba en aumento. No tenía ni idea de cuándo había visto el teléfono por última vez al tener oculta la hora de conexión más reciente.

-Caramelo, necesito que te pongas la hora de conexión. No me gusta sentirme así de intranquilo.

No había manera. Andrés trató de contener su imaginación que ya iba kilómetros por delante de él. ¿Y si había vuelto con su ex? ¿Y si estaban juntos en ese momento? La duda le estaba matando por dentro.

-Mia, ¿qué haces? ¿Dónde estás?

Era el cuarto mensaje y no quería escribirle más. Se puso a buscar a la chica en las redes sociales y la encontró en Facebook donde también salía con su ex novio en la foto de perfil. Andrés mandó la solicitud de amistad e inmediatamente volvió a escribirle al Whatsapp.

-¿En Facebook también? No me jodas Mia…

Viendo que la chica seguía sin contestar, tiró con rabia el teléfono. Si ella esperaba que toda la relación fuera así, lo tenía claro.

Caída de una montaña rusa. PUBLICDOMAINPICTURES.NET

Caída de una montaña rusa. PUBLICDOMAINPICTURES.NET

¿El sujetador evita o favorece que se me caigan las tetas?

Charlize Theron, GTRES

Charlize Theron sintiéndose libre, GTRES

Desde que este año empezaron a llevarse los escotes ‘ombligueros’ (según la R.A.E.: dícese de aquellos escotes que alcanzan en su plenitud y profundidad la parte de la anatomía humana del ombligo) surgió el debate. «Libres domingos y domingas» decían unos, «Se os van a caer y acabaréis arrastrando las tetas por la alfombra» decían otros.

Las mujeres, llenas de dudas y preocupación frente al espejo, mirábamos el sujetador y nos mirábamos el pecho. ¿Llevar o no llevar? ¿Ser o no ser? ¿No me tendría que haber bajado ya la regla? Desesperadas, acudíamos a Google, ese remanso de conocimiento donde todos los temas ya han sido hablados en alguna página de Forocoches, pero nadie parecía ponerse de acuerdo en qué era lo anatómicamente saludable.

Porque siendo sinceras, LLEVAR SUJETADOR ES UN COÑAZO. No hay nada mejor que llegar a casa, llevar la mano a la parte de atrás de tu espalda y librar a tus gemelas de esa cárcel de aros y tirantes. LIBERTAD!


Es un rollo, pero socialmente tenemos que llevarlo. Sí. Hemos llegado a un punto en el que solo de imaginarnos andando por la facultad o la oficina con nuestras amigas libres y juguetonas saltando de un lado a otro de la camiseta, nos horrorizamos cuando, en realidad, es lo bonito y natural. Y los pezones. Los pezones son un capítulo aparte. En el momento en el que se te note un pezón ya vas a estar con el ‘run rún’ de que, de un momento a otro, alguien te señalará apreciando que llevas puestas «las largas». Y encima la que se supone que tiene que sentirse mal eres tú y no ese mirón bocachancla. ¡No! ¡Basta!

Si vas a hacer deporte, mejor llevar a 'las niñas' sujetas. HERCAMPUS

Si vas a hacer deporte, mejor llevar a ‘las niñas’ sujetas. HERCAMPUS

El sujetador es una decisión personal, lo que sí tenemos que tener en cuenta antes de elegir si vamos a llevarlo o no es que «el pecho tiene una sujeción natural hecha de colágeno. Si tenemos una masa muscular desarrollada y no tenemos una mama grande el sujetador no es imprescindible» dice la doctora Mª Ángeles López Marín del Centro Médico Rusiñol.

«Para determinados deportes lo tenemos que sujetar ya que el movimiento rompe las fibras de colágeno» afirma la doctora.

¿Las claves de un buen sujetador? «Preferiblemente sin aros para que no corten las fibras de nuestro sujetador natural porque produce más descolgamiento. Si notas que se clava o si al quitártelo tienes una marca, no es el adecuado. Tienes que estar mas cómoda con él que sin él«.

Si además quieres poner de tu parte, la doctora recomienda hacer ejercicios de pecho para desarrollar la musculatura y, sobre todo «postres de gelatina o suplementacion de colágeno».

Resiliencia. Capítulo 7: No solo los aviones vuelan

Hace años me instaron a escribir esta historia. Aunque, cuando me lo dijeron, esa historia no era esta historia. Así que supongo que, aunque no he elegido que sea de esta manera, he elegido compartirla tal cual es ahora. No es una historia personal aunque algunas vivencias son propias. Si he decidido escribirla es porque, si a mi me sirve de terapia, quizás a ti te pueda servir de ayuda.

Resiliencia te puede haber pasado a ti, a tu madre, a tu compañera del trabajo, a tu prima pequeña, a tu mejor amiga. Puede sucederle a tu hija. Es la historia de superación del mayor trauma de una vida. El maltrato puede adoptar muchas formas, pero, sobre todo, puede adoptar muchas caras.

Mia tiene 20 años, compagina sus clases en la universidad con su nuevo trabajo de azafata de eventos mientras saca tiempo para ver a Hugo, su novio adicto al gimnasio. Andrés a sus 28 años parece que tiene la vida resuelta con un trabajo fijo en una empresa de repostería y una relación de más de cinco años. Acaban de encontrase y ninguno sabe lo que se les viene encima.

Capítulo 1: Dos semanas antes de la colisión
Capítulo 2: Una semana antes de la colisión
Capítulo 3: Un día antes de la colisión
Capítulo 4: Seis horas antes de la colisión
Capítulo 5: Colisión
Capítulo 6: 30 segundos después de la colisión

Capítulo 7: No solo los aviones vuelan

-Inés, necesito que me cubras esta noche-susurró Mia al teléfono esperando que no la oyeran sus padres- Y sin preguntas.
-¿Cómo? ¿Qué? ¿Con quién has quedado?- Por lo visto lo de «Sin preguntas» solo funcionaba en las películas, pensó Mia
-¿Recuerdas el chico del que te hablé? Voy a quedar con él esta noche.-dijo al fin.
-¿Esta noche?! Habíamos quedado en casa de Fer por el cumpleaños.
-Lo sé, por eso es la excusa perfecta para que Hugo no sospeche. Le he dicho que volvería mañana por la mañana porque dormiría contigo.
-¡¿A dormir?! Mia…¿estás segura?
-No va a pasar nada, solo quiero salir de dudas con él.
-Ya, claro…salir de dudas. ¿Dudas de qué?
-De por qué mirándome me ha hecho sentir algo que con Hugo no he sentido nunca.-reconoció ella.
-Pfff…no sé tía. ¿No podrías averiguarlo hablando por chat?
-No, tiene que ser en directo.-Mia se apuró viendo que acababa de llegarle un mensaje.-Está abajo, te dejo.
-¿Pero a dónde vais?
-No lo sé, imagino que a estas horas a cenar algo. No tengo ni idea.
-Bueno, pero mándame ubicación cuando llegues, ¡que a lo mejor es un psicópata!- A Inés le encantaba exagerar, pero sabía que detrás de la broma de su amiga había una preocupación malamente disimulada.
-Vale, hablamos mañana. ¡Gracias, pajarito!

Después de colgar cogió los primeros vaqueros que encontró por delante y una camiseta de manga francesa. Los días de mayo empezaban a ser cálidos, pero por si acaso, agarró en el último momento una chaqueta algo más gruesa. Cuando llegó a la calle Andrés la esperaba apoyado en su coche como si fuera un acto cotidiano que hubiera repetido mil veces y no la primera vez que quedaban. Ella volvió a mirarle de arriba a abajo conforme se acercaba. Esta vez llevaba unos pantalones metidos por dentro de las botas de cordones junto a otra camisa de cuadros que se escondía bajo una cazadora de cuero. Le parecía más salido de un ensayo en un garaje que vestido para una cita. Conteniendo el entusiasmo se subió al coche después de darle los dos besos de rigor aguantando las ganas de darle otro abrazo. Nada más abrocharse el cinturón se volvió hacia él expectante.

-¿A dónde vamos?- El chico esbozó una sonrisa amplia y arrancó. Parecía mucho más relajado que la última vez que le vio.
-¿Conoces Scorpions?-preguntó él a su vez. Mia alzó una ceja.
-Mmm…no. ¿Tiene que ver?
-Todo tiene que ver, caramelo. A veces una banda alemana puede ser la que te señala el camino.-Dicho eso pulsó el play de la radio del coche y empezó a sonar una canción de rock que Mia desconocía.
Tras ella llegaron muchas otras, pero tenía la sensación de que ninguno de los dos le prestaba atención a la música. La conversación entre ellos era demasiado interesante.
-No es por interrumpirte, pero hemos llegado.-Mia miró por la ventanilla del coche. Se encontraban aparcados en el nivel inferior de la estación de Atocha.
-¿Vamos a algún bar por aquí cerca?-preguntó Mia mientras cerraba la puerta.
-No, venimos a la estación.
-¿A buscar a alguien?- Se sorprendió cuando Andrés negó con la cabeza y esbozaba una sonrisa. Seguidamente el chico miró la hora y la cogió de la mano mientras apretaba el paso dirigiéndose a la entrada de la estación.
-Vamos a coger un tren a dónde quieras y volveremos en el de primera hora de la mañana. Y ahora corre, que cogiendo billetes a estas horas no suelen quedar muchos asientos libres.
Mia le seguía el paso acelerada mientras trataba de ordenar todo en su cabeza, sin embargo en lo único en lo que podía pensar era en el roce de la mano de Andrés sosteniendo la suya.

Jamás habría imaginado que dos horas y algo podrían pasar tan rápido. Haber ido hablando todo el camino con Andrés había facilitado mucho las cosas. Todavía se reía cuando se acordaba de que, nada más entrar, Andrés había persuadido a un hombre para que les cambiara el sitio, ya que a esas horas solo quedaban asientos sueltos y les había tocado estar separados..

-Verá caballero, no quisiera molestarle pero mi amiga-dijo mientras señalaba a Mia-es epiléptica. Como suelen darle crisis a menudo y sé cómo actuar en ese tipo de casos, me gusta estar cerca de ella.-No había terminado el relato y el hombre ya se había puesto de pie para cederles el asiento. Andrés se lo agradeció mientras ocupaban el sitio.

-Muchas gracias, muy amable. Oh, espera Mia, tienes un poco de saliva de cuando te dio el episodio antes.-dijo Andrés mientras simulaba limpiarle una baba imaginaria. Mia contuvo la risa. Aquel chico no solo era una caja de sorpresas sino que nunca se lo había pasado tan bien en su vida. Con Andrés cerca se abstraía de lo que le rodeaba y solo le prestaba atención al chico. Fue por eso por lo que no se enteró cuando llegaron a su destino. Andrés se puso en pie y la condujo a la salida.

-Por favor, dejen paso. Los niños y los epilépticos primero.-Mia se moría de la vergüenza pero no puedo evitar reírse con ganas. Si con él iba a ser todo así firmaría dónde hiciera falta. El reloj de la estación marcaba la una de la madrugada y sin embargo la ciudad bullía de actividad. Cogieron un taxi que Mia insistió en pagar, ya que Andrés había cogido los billetes, y en menos de 15 minutos y 20 euros estaban plantados en un paseo. La única luz era la de las farolas que alumbraban el camino y, frente a ellos, se extendía una masa inmensa negra que parecía infinita desde donde se encontraban. Mia inspiró el olor del mar, miró a Andrés con todos los rizos despeinados por el viento y se sintió ligera. Cuando le parecía que el momento no podía ser más perfecto sintió vibrar su móvil en el bolsillo del pantalón, como si fuera la misma realidad la que le devolviera a la tierra.

-Como no me mandes ubicación me va a ser muy difícil colaborar con la policía cuando estén buscando tu cuerpo.

El tono aún preocupado pero divertido de Inés le hizo sonreír.

-¿Quién te escribe a estas horas?-Preguntó Andrés mirando la pantalla de la chica.
-Es mi mejor amiga, me está cubriendo esta noche.-Mia tecleó rápidamente activando el GPS y tras darle a «Enviar» volvió a guardarse el móvil en el bolsillo. Casi podía ver la cara de su amiga cuando leyera en el Whatsapp su ubicación: «Passeig Maritim La Barceloneta, Barcelona»

 Tras dejar el mar a sus espaldas empezaron su visita turística por Barcelona de madrugada. Atravesando el Parque de la Ciutadella llegaron al Arco del Triunfo bajaron por la Gran Vía de las Cortes Catalanas y acabaron en las Ramblas buscando un sitio donde poder comer algo. Un Kebab con el cartel luminoso de 24 horas fue para Mia lo más parecido a la salvación. Ya eran las tres de la mañana y llevaba casi 12 horas sin probar bocado. Andrés se reía de ella según iba devorando el kebab. Cuanto más comía más salsa salía por todas partes.

-¿Por qué la ponen toda al fondo?-Preguntó Mia frustrada arrugando la vigésima servilleta. Andrés se rio con ganas. No solo se había comido el suyo en un santiamén sino que no se le había movido un rizo.

-Espera, tienes algo aquí.-dijo mientras se señalaba un lado de la cara- Ahora sí que pareces en plena crisis epiléptica.
-¿Aquí?-dijo Mia mientras se rascaba el lateral de la cara.
-No, aquí.-Andrés se acercó a ella con la servilleta en la mano, pero en vez de eso le dio un beso en la comisura del labio. Mia sintió su mejilla arder y trató de respirar con normalidad recordando que tenía la boca llena de comida y no quería atragantarse. El chico seguía mirándola a escasos centímetros. Ella se apartó aún acelerada y se limitó a comer el kebab mientras se preguntaba qué pasaría por la inescrutable cabeza del chico de las coberturas.

Tras reponer fuerzas siguieron con la visita turística. Aunque todo estaba cerrado la mayoría de los monumentos estaban iluminados, por lo que no se perdieron las Torres Venecianas de la Plaza de Barcelona con Montjuïc al fondo. Unos chicos que pasaban por la plaza les indicaron dónde podían tomarse una copa y acabaron en un pub tranquilo que ponía de todo un poco, desde OBK hasta Estopa.

Cuando llegaron las 6 y tomaron el camino hacia la estación Barcelona Sants, Mia apenas se sentía cansada. No fue hasta que se encontró sentada en el tren, de vuelta a Madrid, cuando le entró el sueño.

-¿Andrés?- preguntó la chica conteniendo un bostezo mientras se acurrucaba en su hombro- ¿Por qué me preguntaste lo de la banda esa de música?- El chico sonrió y le pasó el brazo por detrás para abrazarla.
-Esa canción de Scorpions se llama Catch your train.- Pero Mia ya no le escuchaba.

Playa por la noche. PEXELS

Playa por la noche. PEXELS

Por qué deberías hacerte con una ‘bomber’ si todavía no tienes la chaqueta de la temporada

La bomber (o cazadora de aviador para los que no estéis familiarizados con el término) es una criatura que habita en los armarios que vivió su época dorada en España gracias a películas como Grease.

En Estados Unidos es el pan de cada día cuando vas al instituto y es la prenda icónica de los jugadores de béisbol, que vienen a ser el equivalente a nuestros pantalones de chándal con la cremallera en el lateral.

Bombers de Gucci, Marc Jacobs e Yves Saint Laurent. Hazte con todos. GTRES

Bombers de Gucci, Marc Jacobs e Yves Saint Laurent. Hazte con todos. GTRES

La bomber surgió del primer conflicto bélico internacional, la Primera Guerra Mundial, al ser la chaqueta que llevaban los pilotos de los bombarderos para protegerse el frío en la cabina, ya que por lo visto no estaban totalmente cerradas.

La versión forrada de borreguito se convirtió en la prenda oficial de las Royal Air Forces y de ahí a prenda icónica en el mundo de la moda cuando empezó a comercializarse.

Esta primavera vivirá su regreso después de verla en las pasarelas de Gucci, Hilfiger, Marc Jacobs o Yves Saint Laurent. Puedes negarte a creerlo o puedes resistirte a ello, pero la bomber volverá, por lo que, si no te gusta, deberías aceptarlo con resignación o, si te gusta, rescata tus tres chaquetas de otras temporadas (como es mi caso) y además plantéate hacerte con un par más nuevas.

 

En verde militar, negra básica o estampada. ALIEXPRESS, ZARA Y ASOS

En verde militar, negra básica o estampada. ALIEXPRESS, ZARA Y ASOS

Aunque el regreso ha sido por la pasarela, absolutamente TODAS las tiendas low cost (low cost por decir algo, porque no creo que los precios de Zara o Mango sean low cost, al menos para becarias) tienen su versión.

¿Qué pasa con esta prenda? ¿Por qué tanto furor ante una chaqueta que nos venden como la panacea de los armarios? Las claves del éxito de la bomber: va con todo, es unisex y abriga (algo). Además tienes más variedad de chaquetas que de fauna en Costa Rica: la puedes llevar lisa o estampada, con forro, sin forro, de piel, de algodón…

Para llevarla puedes optar por pitillos si quieres un outfit en clave deportiva  o con faldas, vestidos lenceros slip dress o ajustados si es para darle un toque más formal. Es la típica prenda va-con-todo. Las zapatillas le dan el toque sporty chic y los botines más rockabilly. ¿El mejor complemento para mí? Unos labios rojos.