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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El quebrantahuesos vuelve a las montañas de Picos de Europa

El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), el gran buitre barbado, el más bello y formidable de todos ellos, vuelve a Picos de Europa. No lo hace por su propio pie-ala. Extinguido por los venenos hace más de 70 años, llega gracias a un ambicioso proyecto de reintroducción de la especie en la Cordillera Cantábrica promovido por el Ministerio de Medio Ambiente junto con el Parque Nacional, y en el que participan las comunidades autónomas de Asturias, Cantabria, Aragón y Castilla y León, así como la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ).

Dos hembras aragonesas, que responden al nombre de Leoncia y Deva, fueron soltadas el viernes pasado en la majada de Belbín, en el concejo asturiano de Onís. Su llegada ha estado precedida de una fuerte polémica entre técnicos y conservacionistas, pues proceden de nidos que supuestamente fracasan todos los años, cuyos huevos fueron retirados, incubados artificialmente y criados en cautividad sin estar en contacto con humanos gracias al uso de muñecos que se  asemejan a los adultos. Los que más saben de esto proponían seguir el ejemplo andaluz, utilizando pollos nacidos de parejas cautivas, para de esta forma no restar pájaros salvajes al Pirineo.

Tampoco los grupos ecologistas asturianos ven con buenos ojos la reintroducción de la especie en una región donde el veneno y los tendidos eléctricos siguen matando decenas de buitres todos los años. Lo prudente habría sido eliminar antes estos peligros. Pero no se ha hecho. Y las pobres Leoncia y Deva serán sin duda conejillos de Indias, impulsoras involuntarias de futuros programas de erradicación del veneno y de la señalización y aislamiento de tendidos. Se ha optado por el temido: «No hay mal que por bien no venga».

Crucemos pues los dedos y confiemos en la suerte de estos dos quebrantahuesos. Su éxito futuro también lo será para la excepcional biodiversidad de la montaña cantábrica y, no lo olvidemos, para una ganadería medioambientalmente sostenible, y cultural y paisajísticamente única.

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Francia pide osos cantábricos para repoblar el Pirineo

Francia ha solicitado formalmente al Gobierno español la posibilidad de que los próximos osos con los que se repueble los Pirineos sean hembras procedentes de la cordillera cantábrica. Hasta el momento los reforzamientos poblacionales de osos en el macizo pirenaico se habían realizado con animales procedentes de Eslovenia. La llegada de ejemplares cantábricos supondría una bocanada de fresco aire genético. Sin embargo, allí la población tampoco está muy boyante, por lo que casi con toda seguridad el Gobierno español no autorizará la operación.

Con una población inferior a los 20 ejemplares, la supervivencia del oso pardo en el Pirineo tiene un negro futuro. Especialmente crítica es la situación del núcleo occidental (valle del Roncal, Aspe, Hecho y Ansó), donde sólo subsisten tres ejemplares, todos ellos machos , sin ninguna posibilidad de recuperación si no se realiza un urgente reforzamiento con dos o tres hembras. Astures o eslovenas, a ellos les da lo mismo.

El plan de acción galo puesto en marcha en el 2006 terminó el año pasado y Francia estudia ahora su continuidad, que se prolongará hasta el 2013 y que podría contemplar la suelta de nuevos ejemplares. Repoblaciones que no se materializarán hasta al menos el próximo año, si es que para entonces se vence el profundo rechazo de los ganaderos.

Mientras, en la vertiente española, las diferentes administraciones son meras observadoras de las actuaciones desarrolladas en el lado francés, y ello a pesar de que los animales no conocen fronteras y se mueven más por nuestras montañas que por las suyas. Por todo ello, Ecologistas en Acción ha reclamado la aprobación urgente de un plan de recuperación de esta especie en Aragón y en Cataluña, además de la actualización del navarro, totalmente obsoleto, todos ellos perfectamente coordinados con los planes franceses.

No se han hecho bien las cosas en el Pirineo, donde al plantígrado se le odia tanto como al lobo e incluso más, pues al cánido lo exterminaron hace tiempo y a éste lo ven como un “recién llegado” al que nadie ha invitado. En la Cordillera Cantábrica (Asturias, Cantabria y Castilla y León) el oso no sólo es perfectamente compatible con la ganadería sino que supone un inmenso atractivo turístico. Lo mismo ocurre en Italia (Montes Abruzzo). Evidentemente, mientras no se desarrolle un profundo plan de educación ambiental en la zona, capaz de subvertir el actual rechazo de la población local hacia esta especie, los proyectos de reintroducción estarán abocados al fracaso.

Como señala acertadamente el Manifiesto por el oso pardo pirenaico, el oso nos ofrece la oportunidad de demostrar que la conservación de la biodiversidad y el progreso económico del Pirineo son perfectamente compatibles. Es lo lógico, pero no sé si nuestros políticos lo entienden de la misma manera. Ya sabéis que la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.

Foto de Camille, uno de los pocos osos autóctonos que quedan en el Pirineo, tomada en noviembre del año pasado en los montes aragoneses de Ansó junto al cadáver de un jabalí. DGA / El Heraldo de Aragón.

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Tarda tres días en ir de Huesca a Jaén

Tono es un joven quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), uno de los buitres más amenazados del planeta. Él no lo sabe, pero se llama así en recuerdo de José Antonio (Tono) Valverde (1926-2003), el padre de Doñana y Cazorla. Tampoco sabe nada de su origen artificioso, que nació hace tres años en un centro de investigación de Austria pero fue liberado en la Sierra de Cazorla (Jaén), pues es la esperanza de un ambicioso proyecto que trata de recuperar su especie en Andalucía, extinguida por los venenos cuando en 1986 se mató al último ejemplar. Igualmente desconoce que esa mochilita a su espalda terminada en una larga antena espía todos sus movimientos 24 horas al día.

Precisamente gracias a ese sofisticado localizador GPS sabemos que Tono está ahora de nuevo en las montañas de Jaén, después de pasar más de siete meses en los Pirineos, tanto en los oscenses como los leridanos e incluso en la vertiente francesa. Y algo aún más sorprendente, que se ha hecho los 560 kilómetros del viaje entre Jaca (Huesca) y el valle de la Sierra de Segura (Jaén) donde fue liberado en mayo de 2006 en apenas tres días. Prácticamente de un tirón, parando sólo para dormir y probablemente sin probar bocado en todo el trayecto ¿No es increíble?

Tono es un viajero. Impetuoso adolescente, no sentará cabeza hasta que con 5, 6 o 7 años encuentre una hembra en Jaén, procedente como él del mismo proyecto de reintroducción promovido por la Consejería de Medio Ambiente y la Fundación Gypaetus. Y saquen adelante descendencia. La primera en medio siglo.

Mientras tanto Tono seguirá vagabundeando por media España, abandonando Andalucía en primavera y regresando allí en otoño, donde ya ha podido reencontrarse con Faust, liberado en 2006 y con Pontones, liberado en 2007, y que a su vez acaba de llegar de un largo paseo por los Picos de Europa, a 700 kilómetros de su casa familiar.

También verá a las cinco jóvenes hembras liberadas este año. Y a Libertad, de su misma quinta y a quien le gusta pasar largas temporadas en La Rioja. Una extraordinaria pájara que en su ruta de retorno llegó a sobrevolar en una ocasión la ciudad de Madrid, pasando justo por encima de la Glorieta de Bilbao. ¿Era simple curiosidad o había quedado con alguien?

El quebrantahuesos llega a Picos de Europa

El próximo día 25 de febrero comienza a operar en Aragón el Centro de Cría de Quebrantahuesos en Cautividad, un superproyecto político-biológico entre comunidades autónomas que pretende extraer huevos y crías de este amenazadísimo buitre barbado de los Pirineos, para tratar de lograr su reintroducción en los Picos de Europa.

En estos momentos ya tienen una puesta, que de prosperar podría permitir su liberación en Asturias este mismo año, según ha anunciado a EFE el director del proyecto, Gerardo Báguena.

Este año también se va a intentar rescatar con vida a pollos que estaban destinados a morir, los segundos hermanos que nunca logran sobrevivir.

Por su parte Rodrigo Suárez, director del Parque Nacional de Picos de Europa, explicó que el objetivo de este espacio protegido es que el quebrantahuesos vuelva a sus viejos dominios, aunque advirtió que será necesario cumplir antes los plazos y la legalidad, por lo que «no sé si habrá tiempo hasta junio», momento en que se soltarían las primeras crías.

La noticia puede parecer estupenda, aunque os confieso mis reticencias. A mí me encantaría también ver a este fantástico pájaro volando sobre Bulnes, pero no me parece apropiado soltar quebrantahuesos en Picos de Europa cuando las poblaciones pirenaicas tienen todavía infinidad de problemas, donde a pesar de aumentar su número la productividad se mantiene estancada (de un centenar de parejas sólo logran volar al año unos 40 pollos), y donde la mortalidad es aún muy alta.

Frente a ello, y como han denunciado nueve asociaciones ecologistas y naturalistas de Asturias, Castilla y León, Cantabria y Aragón, el proyecto liderado por la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ) tiene graves defectos técnicos, tanto en cuanto a la forma en que se ha elaborado el análisis de viabilidad poblacional, como en cuanto al método de cría adoptado. Pero ante todo resulta una temeridad liberar estos valiosos ejemplares en una zona de montaña donde no se ha logrado aún erradicar el uso de venenos. Directamente los envían a una muerte segura.

Según la asociación ecologista ARCA, durante 2007 murieron envenenados en la Cordillera Cantábrica catorce buitres, dos alimoches y un oso pardo, y entre 1995 y 2005 han muerto 240 animales envenenados. Un grave peligro real para una especie ya de por sí en peligro como es el quebrantahuesos.

Lo lógico sería dejar a la Naturaleza seguir su curso, favorecer la salida de los ejemplares jóvenes y no reproductores de quebrantahuesos fuera de Pirineos atraiéndolos con una red de pequeños comederos específicos, mientras en Picos las autoridades se toman el problema del veneno en serio y de una vez por todas emplean mano dura contra esos criminales envenenadores hasta convertirlos en historia.

Eso sería lo lógico, pero llevaría mucho tiempo y sería poco efectista. Los políticos prefieren los grandes gestos, las cosas rápidas, aunque al final éstas acaben en fracaso. Total, el dinero no es de ellos y quizá mañana cambien la Consejería de Medio Ambiente por la de Industria.

Favila y Carlomagno mataron al mismo oso

El oso que mató al rey Favila era de la misma especie que el que mató con sus propias manos Carlomagno.

Un reciente análisis de ADN mitocondrial con muestras de osos europeos de hace 20.000 años y actuales ha echado por tierra la teoría de que de los plantígrados de las penínsulas del sur de Europa (España, Italia y los Balcanes) eran subespecies diferentes que quedaron aisladas durante la última glaciación. En realidad todos eran una misma especie, luego fragmentada en múltiples poblaciones a medida que los bosques fueron retrocediendo y la caza los arrinconó en las montañas.

El trabajo ha sido realizado por la paleontóloga molecular Cristina Valdiosera, perteneciente al Centro Mixto de la Universidad Complutense e Instituto de Salud Carlos III, bajo la dirección de los paleontólogos Juan Luis Arsuaga y Anders Götherströmm, habiendo sido publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

En 1914, el naturalista Ángel Cabrera (1879-1960) describió al oso español como una subespecie diferente denominada pyrenaicus, caracterizada por tener las puntas del pelo amarillentas y las patas negras. Pero en realidad desde hace mucho tiempo se les consideraba iguales a todos los europeos.

¿Ayudará este estudio a la conservación del oso en España? Resulta difícil aventurarlo. El trabajo de Valdiosera viene a confirmar científicamente lo que ya se sospechaba. Hace así técnicamente más sencilla la vuelta del oso a los Pirineos, donde está prácticamente extinguido (apenas 20 individuos), a partir de ejemplares procedentes de Eslovenia, pues ambas poblaciones serían genéticamente iguales.

Si los ganaderos lo permiten, algo que de momento no parece sencillo. Y si no, como ya os conté aquí en una ocasión, que se lo pregunten a la pobre Palouma o a la difunta Canelle, víctimas del odio a este grandioso animal, terror de Favila y de Carlomagno.

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Posdata. Si quieres conocer las últimas noticias publicadas sobre el oso pardo, están todas recopiladas en la minuteca de 20 Minutos. Pincha aquí para llegar a ella.


La moda de la cría en cautividad

Hasta hace apenas cinco décadas en España todo el monte era orégano. Los animales salvajes, o se cazaban y por lo tanto servían, o eran alimañas y no servían. Entonces se pagaba un duro por cada garra de águila matada. Luego descubrimos (gracias sobre todo a Rodríguez de la Fuente) que todas las especies servían al ecosistema, y a nosotros mismos nos hacían felices con sólo verlas, o intuirlas. Empezamos así a protegerlas de escopetas, lazos, venenos, carreteras y tendidos eléctricos. Recientemente hemos dado otro gran paso en la línea correcta. No sólo se trata de conservar la Naturaleza, de cuidar lo escaso, lo amenazado. Pretendemos mejorar lo que nos queda, sacar a esas especies del farolillo rojo del peligro de extinción. Y dentro de esta nueva política de mejora de la biodiversidad, los proyectos de reintroducción tienen un valor estratégico excepcional, hasta el punto de haberse convertido, si no en la principal herramienta de gestión de las administraciones, sí al menos en la de mayor peso mediático.

Osos eslovenos para el Pirineo, quebrantahuesos austriacos para Cazorla, linces de Sierra Morena para Doñana, tortugas bobas de Cabo Verde para Canarias, buitres negros extremeños para Cataluña y Baleares, calamones en Girona, cernícalos primilla, visones europeos, pinzones azules de Gran Canaria, fochas morunas, urogallos, sapillos, peces y docenas de plantas amenazadas. Está claro. Este tipo de conservación ex situ, de cría en cautividad y posterior liberación en terrenos apropiados, está de moda.

Desgraciadamente, no todos los proyectos se están realizando con las mínimas garantías científicas. En algunos casos se derrochan ingentes cantidades de dinero mientras se descuida lo más importante: el hábitat. Por muy bien que estas especies críen en modernos centros especializados, si antes de liberarlas no hemos solucionado los problemas que provocaron su extinción no habrán valido para nada tantos esfuerzos. Las estaremos enviando a una muerte segura. Y eso es algo que nadie quiere.

Pena de muerte para los castores españoles

En Europa el castor está estrictamente protegido y son muchos los proyectos de conservación dedicados a la mejora y aumento de sus poblaciones.

En España (que por lo visto no es Europa), los matamos. Eso sí, legalmente.

No se trata de volver a cazarlos como se hizo en estas tierras hasta que los tramperos peleteros los extinguieron en el siglo XVII. Se trata, sencillamente, de exterminarlos.

¿La razón? Las introducciones las hicieron en 2003 grupos ecologistas extranjeros con animales alemanes y sin permiso de la Administración competente.

Si hubieran llegado de forma natural por sus propias patas, cruzando los Pirineos, estaríamos ahora todos tan felices. Pero vinieron sin papeles y, lo que es peor, se han adaptado maravillosamente bien a los ríos españoles (Ebro, Cidacos y Aragón, en La Rioja y Navarra) sin necesidad de gastarnos ingentes cantidades de dinero en su recuperación. Sin embargo, y como alguna pega les tenemos que poner a estos vegetarianos animales, se les acusa de dañar gravemente los árboles de los ríos e incluso frutales, aunque no existen estudios científicos que avalen tal suposición.

Condenados a muerte

Los tres primeros castores ya han sido capturados estos días en el río Ebro a su paso por Calahorra (La Rioja). Dos robustos machos y una hembra cuyos pesos superaron los 25 kilos cada uno.

La captura es tan sólo un proyecto piloto, tendente a perfeccionar los futuros sistemas de trampeo y exterminio de toda la población española, más de un centenar de ejemplares. Por eso a éstos no los han matado… todavía.

Según una nota difundida por el Gobierno riojano, los animales han sido trasladados temporalmente a un centro público de conservación de fauna salvaje en Lérida

«para su utilización con fines de educación ambiental, a la espera de un destino definitivo todavía sin determinar».

Darles el matarile, me supongo, o mejor dicho eutanasiarlos, palabra que queda políticamente mucho más correcta. Porque eso de devolverlos a su supuesto lugar de origen, la teoría aducida frente a la UE, no se lo cree nadie. Y menos al total de la población española.

Soy el primero en lamentar estas sueltas de animales sin el más mínimo control biológico ni, mucho más peligroso, sanitario. Con toda su buena intención, estos ecoterroristas podrían haber provocado un gravísimo problema medioambiental, como hacen todas esas salvajes liberaciones de visones americanos de las granjas peleteras.

Pero la reintroducción ha funcionado, como están funcionando planes semejantes en el Reino Unido, Alemania o los Países Bajos. Por eso decidir el exterminio de una especie que ya exterminamos nosotros hace cuatro siglos y que ha regresado a sus territorios perdidos después de tanto tiempo, que tanto ayuda en la mejora ambiental de los ríos, y que cumple sin duda una importante función ecológica en el ecosistema fluvial, es un despropósito.

Un río con nutrias y ahora con castores me parece un lujo para los sentidos. ¿Apoyarías tú la erradicación de una especie sólo por haberse saltado el protocolo administrativo?

Porque no me cabe duda. Ahora los matamos y dentro de unos años sacaremos adelante un millonario proyecto para su recuperación. Eso sí, éste con todo el procedimiento burocrático impecablemente resuelto. Incluida la póliza de 25 céntimos.

El pájaro más feo de España

La pasada semana, viajando por el norte de Cáceres, me encontré en una pradera al pájaro más feo de la avifauna española. También el más raro. No me lo podía creer, pero allí estaba él. Inconfundible con esa cara de viejo prematuro, paticorto, despeluchado, un ibis eremita capturaba insectos sin parar con su largo y curvado pico rojo. Antaño mítica ave sagrada de los egipcios, desapareció de Europa hace 400 años y ya sólo quedan en el mundo dos colonias en el sur de Marruecos y otra mínima (3 parejas) en Siria. Por eso, más que amenazado, su estado de conservación es crítico.

¿Qué pintaba entonces tan excéntrico ejemplar en una dehesa extremeña?

Por suerte portaba anillas de colores en ambas patas, con sendos códigos que pude leer gracias a la ayuda del telescopio. No había duda. El ave forma parte del proyecto de reintroducción de esta especie en los riscos de Barbate (Cádiz), promovido en 2004 por la Junta de Andalucía y el Zoobotánico de Jerez. Desde entonces se están haciendo todos los años sueltas de 20-30 ejemplares, criados por cuidadores disfrazados de pájaros, con la esperanza de que acaben criando en libertad.

Pero tan difícil como poner puertas al campo es lograr que estos ibis se queden en la zona. De hecho, algunos han pasado ya nada menos que a Marruecos y otros han llegado hasta Ávila. El mío había sido liberado en noviembre, y en diciembre los coordinadores del programa habían perdido su rastro. Ahora ya saben dónde está, aunque habrá que ver cómo hacen para convencerle de que regrese a Cádiz.

Míralo una vez más. ¿No te parece feísimo?

Este ibis eremita se vio en Ávila en diciembre de 2004, hasta que una dura helada invernal acabó con él.

Un cuidador, vestido de negro y tocado con un casco que imita a un adulto de ibis eremita, da de comer a los pollos que forman parte del proyecto de reintroducción de la especie en Andalucía.

Los voluntarios disfrazados de pájaros pasean por el campo con sus ibis adoptivos.





Muere medio millar de huevos de tortuga traídos de Cabo Verde

El pasado 1 de octubre, 560 huevos de tortuga boba (Caretta caretta) fueron desenterrados de ocho nidos localizados en una playa de Cabo Verde, trasladados en avión a Gran Canaria y desde allí en helicóptero a las playas de Cofete, en el municipio de Pájara (Fuerteventura), donde fueron nuevamente enterrados en la arena. Tan costoso proceso está pagado por el Gobierno de Canarias, empeñado en un ambicioso proyecto de recuperación de las colonias de este animal bajo el paraguas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

El año pasado fue la primera experiencia. Del millar de huevos depositados con todo el cuidado en la arena por el presidente de Canarias y un nutrido número de políticos del partido gobernante en las islas, bajo la atenta mirada de decenas de periodistas, en total nacieron en la playa majorera 143 tortuguitas.

Pero este año ha sido el desastre. De los 560 huevos enterrados, ni uno sólo ha logrado eclosionar. Fracaso total, silencio institucional. Me cuenta una persona cercana al proyecto que los embriones murieron por un problema de temperatura al haberse retrasado demasiado el transporte. Esta vez quisieron hacer las cosas bien, con todos los papeles necesarios para la exportación, evitando así las denuncias que la Guardia Civil y la Agencia Tributaria les impuso nada menos que por contrabando de especies protegidas. Demasiados trámites. Y fallaron.

El profesor de la ULPGC y director del proyecto de reintroducción, Luis Felipe López Jurado, se mostraba hace un año muy satisfecho con un éxito inicial que, en su opinión, confirma la viabilidad del programa:

«Durante 15 años traeremos de Cabo Verde entre 1.000 y 3.000 huevos, dependiendo de cómo vaya el manejo en cada momento, para enterrarlos en las playas de Fuerteventura, esperar a que eclosionen y dejarlos que ganen el mar. Después los mantendremos durante un año en cautividad para reducir el riesgo de la predación antes de liberarlos definitivamente», me explicó López.

El proyecto se desarrolla igualmente en Almería, aquí de la mano de la Junta de Andalucía y con el aval de la Estación Biológica de Doñana. En este caso el secretismo es aún mayor, aunque todo apunta a que el otro medio millar de huevos llevado al Cabo de Gata ha obtenido el mismo estrepitoso fracaso que en Fuerteventura. Con el agravante de que, como han denunciado muchos especialistas, allí se quieren liberar tortugas atlánticas, genéticamente diferentes a las mediterráneas, bajo la pueril explicación de que ayudarán a combatir las plagas de medusa. Hagan cuentas. En 10 años se traen 15.000 huevos de Cabo Verde, donde tampoco sobran tortugas, para lograr con suerte que tras una década de esfuerzos económicos regresen a criar a las playas españolas dos o tres hembras.

Pero en ambos casos las dudas son las mismas. Mientras el mar siga contaminado y sobreexplotado, los aparejos de pesca matando miles de tortugas, las costas urbanizadas, el tráfico marino en aumento ¿qué futuro podemos ofrecer a estos animales? Tan sólo la muerte. De forma lenta, al ritmo silencioso de nuestra destrucción, o rápida, robando huevos en países lejanos que después se secarán al sol en nuestras turísticas playas.

Matanza y expolio de tortugas en Cabo Verde

Más de un millar de tortugas bobas son capturadas ilegalmente estos días en las playas de Cabo Verde, situadas a 600 kilómetros de las costas de Senegal. Las matan las pobres gentes de ese pobre país africano, especialmente en la isla de Boavista, cuando los animales salen por las noches a la superficie para enterrar sus huevos en las finas arenas del litoral. Los caboverdianos llevan 30 años sufriendo una terrible sequía y para ellos no se trata de una especie en peligro de extinción, sencillamente es comida fresca.

En Cabo Verde anidan unas 10.000 tortugas, la tercera población nidificante más importante del mundo. Cuando estuve allí en una ocasión, compré varias que me ofrecieron los pescadores y las solté. Me miraron como quien mira a un loco, o a un bobo. Otros turistas, me consta, se las zampaban en sopa por eso de lo exótico.

Se comprende así que estas capturas ilegales estén poniendo en serio peligro el futuro de la especie. Pero el auténtico problema no está en la costa sino en el mar abierto, donde la pesca del palangre, las nasas, los enganches accidentales en redes a la deriva y la contaminación está diezmando sus poblaciones. Más de 20.000 mueren al año en las costas españolas.

¿Y qué hacemos nosotros para evitarlo? Robarles los huevos.

Por segundo año consecutivo, los científicos españoles han expoliado en las zonas donde desarrollan un programa de protección y vigilancia varios nidos de tortuga boba. Desde allí sus huevos han sido cuidadosamente trasladados en avión y helicóptero a España. Con ellos se pretende que las tortugas vuelvan a criar en dos simbólicos espacios naturales, Jandía en Fuerteventura y Cabo de Gata en Almería.

El proyecto es criticado por distintos colectivos ecologistas, quienes destacan el elevado coste económico del plan, cuya cantidad exacta no ha sido hecha pública, y donde los intereses mediáticos y turísticos están por encima del interés por la recuperación ambiental del entorno. Como ejemplo señalan las poco rigurosas razones dadas respecto a que este proyecto “es una medida de gestión para prevenir las plagas de medusa”, en detrimento de un análisis exhaustivo de las verdaderas causas que provocan las aguas vivas.

Además se están incumpliendo todas las recomendaciones básicas internacionales respecto a las reintroducciones: no se ha hecho un estudio genético previo, no existen datos históricos recientes que indiquen que en los lugares elegidos había antes colonias semejantes, y la pesca y la contaminación las sigue matando en mayor número incluso. Soltar allí tortugas es condenarlas a muerte.

Pero hay más. Los responsables del proyecto de reintroducción calculan que deberán estar trayendo entre 1.000 y 3.000 huevos africanos durante al menos 15 años consecutivos antes de lograr el retorno de los primeros adultos. En Estados Unidos, con colonias en México, han tardado 35 años en conseguirlo. Una llegada que, a pesar de todo, el profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y director del proyecto de reintroducción, Luis Felipe López Jurado, considera “segura”, tras el nacimiento el pasado verano de las primeras 143 crías de tortuga en las playas majoreras de Cofete.

Otro de sus responsables, el investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) Adolfo Marco, ha confirmado que sólo una cría de cada mil llega a adulto, lo cual se considera un índice de supervivencia bajísimo. Con estos datos, de las más de 15.000 tortuguitas que puedan nacer en Fuerteventura a lo largo de esos 15 años, tan sólo lograrán regresar a desovar a Cofete apenas una docena de ellas. Un magro resultado, a un precio altísimo, para una especie que no cría en Canarias desde hace varios siglos, mientras otras como el cuervo o la terrera marismeña se extinguen sin que nadie mueva un dedo. Pero claro, esas pobres venden menos, y la biología cada vez más es biopolítica.