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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Visitamos Urdaibai, el paraíso vasco de las aves viajeras

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Continúo hoy con mi crónica de la ruta de las aves Bird Flyway. 1.700 kilómetros de norte a sur siguiendo a los ánsares escandinavos en su viaje hacia el sur de España. La primera estación fue en la laguna de La Nava (Palencia).

Segunda estación: el Urdaibai Bird Center (UBC), en el corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai. Es el secreto mejor guardado de Euskadi, el paraíso vasco de las aves viajeras.

Llegamos el 15 de diciembre de 2015 ya al atardecer. No hace frío, sino todo lo contrario. La noche es inusualmente cálida y seca (el cambio climático siempre y cada vez está más presente), presagio de los muchos incendios forestales que días después arrasarán todo el norte atlántico. Allí nos esperaban los dos principales promotores de este singular espacio de disfrute de la naturaleza, divulgación e investigación: José Mari Unamuno, su director, y el biólogo Edorta Unamuno, coordinador de proyectos. Les acompaña Vicente de Alba, un gaditano de Chiclana que trabaja como monitor ambiental además de ser un artista dibujando aves.

Urdaibai

Foto de grupo a las puertas del UBC.

A esas horas toca cenar en la cercana villa de Gernika, pero antes de nada nos acercamos a rendir pleitesía al famoso Gernikako arbola o Árbol de Guernica, el roble sagrado de los fueros vascos. O lo que queda de él, pues es el tercero que yo he conocido personalmente de un viejo linaje, y este último pimpollo no parece tener demasiada vitalidad a pesar de su juventud. El que sufrió el bombardeo de Gernika había sido plantado en 1861 pero murió en 2004. Su descendiente fue aún más efímero, secándose en enero de 2015. Y el «Árbol Viejo» o Haritz Zaharra, muerto en 1892, se exhibe amortajado dentro de un pequeño templete circular levantado en 1926 a un lado de la Casa de Juntas.

Dormimos en el propio centro, en unas habitaciones de diseño futurista realmente impresionantes, tan funcionales como cómodas. Cada una de ellas está dedicada a una especie diferente de alguna de las aves más famosas del espacio. Yo he tenido mucha suerte pues dormiré en la del Arrano arrantzalea, el águila pescadora (Pandion haliaetus), una de mis rapaces favoritas y motivo central de Bird Flyway junto con los ánsares. ¡Qué privilegio!

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En el corazón de la marisma vasca

Lo primero que hacemos a la mañana siguiente es disfrutar del centro y conocerlo en detalle de la mano de sus promotores. Una oportunidad única, pues podemos desayunar viendo desde las ventanas a espátulas y cormoranes desperezándose en la marisma con la indolencia de los animales que se sienten seguros. Y es que, como nos recuerda Edorta Unamuno con sincero orgullo, «estamos en el corazón de Urdaibai«, la única Reserva de la Biosfera de la Comunidad Autónoma del País Vasco y el espacio protegido más valioso del litoral euskaldún.

Su territorio, correspondiente a la cuenca hidrográfica del río Oka, tiene 220 kilómetros cuadrados de bellos ecosistemas y paisajes, destacando de ellos los encinares cantábricos, la campiña atlántica, el litoral costero y, especialmente, las marismas que ahora mismo prácticamente nos rodean.

Las marismas constituyen el humedal más importante del País Vasco Atlántico, tanto por su extensión como por el grado de conservación de sus diferentes hábitats, siendo una zona muy relevante como área de descanso para las aves en los diferentes periodos migratorios y en la invernada.

Como reconocimiento a la importancia ornitológica de sus humedales, los más importante del País Vasco Atlántico, en 1992 fueron incluidos en el Convenio de Ramsar de zonas húmedas de importancia internacional. Y en 1994 se declararon zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), dentro de la Red Natura 2000.

Al mismo tiempo Urdaibai mantiene un interesante equilibrio entre las actividades económicas promovidas por el ser humano y su exuberante naturaleza, lo que favorece la implantación de un modelo de desarrollo socioeconómico basado en el desarrollo sostenible. Este equilibrio hizo posible su declaración como Reserva de la Biosfera en 1984 por parte de la UNESCO.

Pero toda esta riqueza no estaría completa sin la existencia de un centro dinamizador e investigador que ayude a ponerlo en valor, función que realiza de manera soberbia el Urdaibai Bird Center. Ubicado en una vieja factoría de salazón de pescado construida en 1967, el viejo sueño inalcanzable de un grupo de muchachos de la zona amantes de las aves se hizo espléndida realidad en 2012 de la mano de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Esta entidad científica sin ánimo de lucro es una de las más veteranas e importantes del Estado español. Fue fundada en el año 1947 y sus objetivos son la investigación científica del medio natural y humano y la divulgación de los resultados obtenidos. Entre sus socios más ilustres están el antropólogo José Miguel Barandiarán, el ecólogo Ramón Margalef, el naturalista Jesús Elosegi o el artista Eduardo Chillida.

Como explican en su página web, Urdaibai Bird Center es un gran museo vivo de la naturaleza, abierto al público para el disfrute del mundo de las aves y sus migraciones. Se trata de un centro dedicado a la investigación y divulgación científica de las aves, sus migraciones y los hábitats donde viven. Es además una puerta abierta a otros centros con interés en el estudio de las aves presentes en los humedales de la ruta migratoria del Atlántico Este.

Observatorio

Viendo aves desde el observatorio de Urdaibai.

Espectacular en su diseño, cuenta con 42 grandes pantallas donde es posible modificar fácilmente los contenidos, actualizándolos para evitar así la típica obsolescencia temática que sufren muchos de estos espacios de interpretación. telescopios, prismáticos y cámaras ocultas completan el equipamiento del que con toda justicia está considerado centro modélico en Europa.

Lo de estar en una antigua conservera es para sus promotores una ventaja, como explica José María Unamuno, su director.

«Aquí trabajamos igual que se hacía en la fábrica. Obtenemos de la marisma el producto en forma de una naturaleza única. Lo procesamos con criterios científicos y de divulgación y sacamos adelante proyectos listos para consumir por la sociedad interesada en conocer y aprender de su entorno».

Los inicios fueron difíciles. Dos naturalistas dentro de una nave en ruinas, sentados en una mesa de anillamiento científico y frente a un gran agujero abierto en el muro para poder salir a la marisma, entonces prácticamente anegada de escombros y especies invasoras. Apenas 3 años después de inaugurase, el centro recibe 10.000 visitas al año y a los observatorios se acercan cerca de 20.000 personas.

Es aquí donde se ha gestado ‘La ruta de las aves’ (Bird Flyway), el proyecto de turismo de naturaleza sin fronteras que a partir de febrero de 2016 aspira a hacerse tan famoso como el Camino de Santiago. Espacios naturales de importancia internacional repartidos desde Finlandia y Escocia a Doñana y Senegal, interconectados gracias a los ánsares y las águilas pescadoras por mediación de las nuevas tecnologías.

«Es el futuro», matiza José María. «La única manera de que se reconozca el valor de las aves como puentes de biodiversidad entre distintos países».

Espiando a Mandela desde Euskadi

Pescadora

Un bello ejemplo de este proyecto turístico es Mandela. Se trata de uno de los 12 pollos de águilas pescadoras traídos este verano desde Escocia a Urdaibai para integrarse en un proyecto de recolonización de la especie en las marismas cantábricas. Criada en un nido artificial, partió el 5 de septiembre con un transmisor digital a la espalda que diariamente envía su localización exacta a una gran pantalla ubicada en el Bird Center, donde en tiempo real es posible saber dónde está y qué hace.

Localización del águila Mandela en Gambia

Localización del águila Mandela en Gambia.

Tras permanecer alrededor de un mes en el río Ferlo, afluente del río Senegal, el día 25 de octubre Mandela se desplazó de nuevo hacia el sur, hasta alcanzar las riberas del Casamance, a unos 400 kilómetros de distancia. Desde allí se dirigió de nuevo al norte, esta vez a las riberas del río Gambia, a donde llegó el día 2 de Noviembre. Desde entonces se ha aquerenciado en una zona de inundación situada a unos dos kilómetros del río principal. Utiliza un área de campeo de apenas 50 hectáreas. Descansa y duerme en un pequeño manglar y pesca en los canales adyacentes.

Entre cuevas paleolíticas y cementerios euskaldunes

Pero hay que salir al campo, ver aves y pisar barro. Y el plan lo tenemos ya bellamente trazado. Visitaremos algunos de los retos del Bird Flyway propuestos en Urdaibai. Aquellos que los participantes en esta interesante oferta ecoturística deberán conocer y fotografiar para poder estampar la peculiar compostela en su pasaporte pajarero.

La primera parada fue en la cueva de Santimamiñe, situada junto a la ría en la localidad vizcaína de Cortézubi. Un lugar mágico al menos desde hace 15.000 años, cuando sus paredes fueron decoradas con hermosas pinturas rupestres del período Magdaleniense. El lugar, hermosísimo y exquisitamente bien cuidado, está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.  Sólo se puede visitar el vestíbulo de la cueva, pues las pinturas, como las de Altamira, sufren un grave deterioro debido al turismo, pero merece la pena ascender los 300 escalones que llevan a la entrada a través de un bosquete de encinas atlánticas y madroños. Ya de paso, no dejes de visitar el cercano Bosque de Oma, una interesante intervención artística de Agustín Ibarrola.

También conocimos Elantxobe, un espectacular puerto pesquero junto al cabo Ogoño, de calles estrechas y empinadas que caen hacia mar. Allí pudimos ver un gigantesco nido de avispa asiática (Vespa velutina), la avispa asesina de las abejas europeas, tan grande como un balón playero, pero imposible de destruir pues cuelga a extraplomo del acantilado. Edorta Unamuno no nos ocultó su preocupación ante el tremendo impacto ecológico y económico que esta especie invasora está provocando en el País Vasco.

Conocimos también la playa de Laga, frente a la isla Ízaro, un islote con la inconfundible forma del elefante comido por una boa del que habla El Principito. Vimos la famosa ola surfera de Mundaka, en la desembocadura de la ría del Oca, aunque nos interesó más observar unas gaviotas cabecinegras y un colimbo real.

El broche de oro y despedida lo tuvimos junto a la iglesia y el cementerio de Kanala (Gautegiz de Arteaga). Un lugar verdaderamente extraño para ver aves, rodeados de tumbas vascas discoidales, pero fantástico para contemplar el marjal de la marisma con sus limos y arenales encharcadizos: la imagen más señera de Urdaibai. Allí nos encontramos con un amigo ornitólogo, Xurxo Piñeiro, que buscaba lo mismo; disfrutar de las aves.

Y allí concluimos una jornada inolvidable haciéndonos una foto entre estelas los miembros del singular press trip de Bird Flyway: el periodista José Antonio Montero, de la Revista Quercus), el ornitólogo David Campbell, de la revista Birdwatch Magazine y el naturalista Fernando Jubete, del Urdaibai Bird Center y nuestro guía experto.

Pero cual aves viajeras, debemos seguir nuestro viaje, ahora hacia el sur. Próxima parada: la Laguna del Oso, en La Moraña de Ávila. Será el tercer post de este singular periplo ecoturístico de La Crónica Verde.

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2 comentarios

  1. Dice ser lector,

    Creo que viajas tu mucho más que las aves viajeras e intuyo que no vas en bicicleta sino utilizando combustibles fósiles. Y luego sois los primeros que hablais de calentamiento global, de destrucción de la naturaleza, del CO2 etc….¿dónde quedó la coherencia?…

    12 enero 2016 | 09:15

  2. Dice ser vacaciones

    Yo estuve por la zona hace año… merece la pena

    12 enero 2016 | 09:56

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