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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Funcionarios matalobos en Picos de Europa

Picos de Europa es el único Parque Nacional de España donde sobrevive el lobo. Pero allí, como en el resto del Estado, se le mata. La única diferencia es que en ese espacio protegido no son los iracundos ganaderos quienes empuñan las escopetas. Tampoco los cazadores. A los lobos los matan señores funcionarios del Organismo Autónomo de Parques Nacionales.

Según ha denunciado Alfredo Menéndez, presidente de la Asociación para la Defensa Jurídica del Medio Ambiente «Ulex», en los últimos cinco años se han abatido por el procedimiento legal de «controles de población» más de ochenta ejemplares de lobo ibérico en Asturias, veintiuno de los cuales fueron eliminados en el interior del Parque Nacional de los Picos de Europa. No es un cálculo. Son datos oficiales aportados a los tribunales por la Consejería de Medio Ambiente y por Parques Nacionales.

Asimismo, las propias administraciones involucradas reconocen expresamente la eliminación de hembras de lobo gestantes mediante batidas, y también el hecho de dejar a su suerte lobos heridos por disparo en el desarrollo de los controles de población efectuados. Todo tan aparentemente técnico como salvaje.

Según Ulex, podemos afirmar que las Administraciones Públicas reconocen haber matado en estos últimos años en el Principado de Asturias un número cercano al centenar de lobos.

Esta cifra supera ampliamente los individuos muertos por el veneno y la caza furtiva juntos, convirtiendo por tanto las medidas administrativas de gestión de la especie en su mayor causa de mortalidad.

Y todo ello, remarcan los ecologistas, a pesar de que los daños producidos por dicha especie en Asturias no supera el 2% de la cabaña ganadera, igualmente según datos oficiales.

Matar al lobo. Antes los indocumentados alimañeros, ahora los funcionarios apoyados en sesudas resoluciones jurídicas avaladas desde los despachos por biólogos de salón. Pero matar al lobo.

Su muerte da votos y su vida los quita.

Los gamos se comen un bosque milenario

Es la última selva europea, un bosque de leyenda en una tierra legendaria donde las personas más ancianas afirman sin pestañear que allí, entre las raíces de alguno de esos tejos milenarios (y hay cientos), se esconde el fabuloso tesoro abandonado por los moros tras su derrota en Covadonga.

La tejeda más grande del mundo, 8.000 tejos (Taxus baccata) agazapados en un inaccesible macizo calizo con vistas al mar Cantábrico, será próximamente declarada por el Principado de Asturias Monumento Natural, la joya del nuevo Paisaje Protegido de la Sierra del Sueve.

Pero ni su protección, ni el estar catalogada como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), va a salvar a esta impresionante tejeda, más bella y extensa que las más famosas de Irlanda e Inglaterra, de una lenta agonía. Porque ese bosque primario único está siendo asesinado por una gigantesca manada de gamos (Dama dama), allí llevada artificialmente sólo para satisfacer las aficiones venatorias de un selecto grupo de cazadores.

Sí queridos amigos. Os parecerá mentira, pero los gamos se están comiendo la tejeda del Sueve. No a los ejemplares gigantes, tan duros e inmensos como las rocas, pero sí a sus hijos, inexistentes desde hace 50 años. Y sin descendencia no hay futuro.

Esos herbívoros no son como los bellos asturcones que corren por las praderas. Son unos recién llegados. Hacia 1960 se trajeron 50 del coto del Palacio de Riofrío (Segovia), y les ha ido tan bien que, a pesar de los disparos, son ahora más de un millar. 1.000 bocas hambrientas para las que los brinzales de tejo son un manjar irresistible. 4.000 patas pisoteadoras, en un paraíso donde los lobos, sus predadores naturales, han sido sustituidos por las escopetas.

Como nuestros políticos son siempre tan políticamente correctos, han decidido que entre las 150 cabezas que reclaman como máximo botánicos y ganaderos, y el millar defendido por los cazadores, lo justo es mantener entre 400 y 700 ejemplares. Suficientes para que nuestra maravillosa tejeda siga siendo devorada poco a poco.

Los lobos no pagan impuestos

En Asturias, ganaderos y lobos están en pie de guerra. Una guerra desigual, donde el instinto de supervivencia de estos bellos animales lucha contra las escopetas y contra algo mucho más peligroso: el odio.

Definitivamente, no se quiere a los cánidos salvajes, no se acepta pagar ningún tributo a la Naturaleza de la que se vive cuando ya se paga al Fisco. Y menos ahora con la crisis y el hundimiento económico de la ganadería, asfixiada por gastos de explotación cada vez más altos frente a precios cada vez más bajos.

Un ejemplo es Trones, una pequeña parroquia del concejo de Cangas del Narcea, en el Principado de Asturias. 13 ganaderías y más de 800 cabezas de ganado. En los últimos meses los lobos les han matado varios terneros que dormían en el campo y, asustados, algunos propietarios han sacado los tractores por la noche y van a dormir a los prados para tratar de impedir nuevos ataques.

La Administración les paga los daños, pero esas indemnizaciones no calman su ira. Como explicó hace unos días un ganadero al periodista de La Nueva España,

«no queremos indemnizaciones, nosotros queremos trabajar y que nos quiten el lobo de encima«.

En el mismo reportaje, una vecina se muestra inflexible:

«Que se haga una batida o lo que sea, pero que nos quiten a los lobos de aquí, que los lobos no pagan impuestos. Y a la gente de los despachos y los ecologistas les decimos que los lleven para su casa y los críen con ellos a ver si así les resultan tan interesantes. Nosotros no estamos en contra del lobo, conste, sólo de que nos devoren nuestra forma de ganarnos la vida».

La protesta surtió efecto. Tras las quejas, la Consejería de Medio Ambiente ha autorizado las primeras batidas en la zona, dirigidas por la guardería. Se trata, dicen, de una medida excepcional que autoriza el plan regional de gestión del lobo.

Al final van a tener razón los ganaderos. Los lobos no pagan impuestos, ni protestan en los periódicos, ni votan en las elecciones, ni reciben subvenciones.

Bonsáis: ¿arte o mutilación?

Bonsái significa “naturaleza en bandeja”, pero en realidad son ancianos mutilados servidos en bandeja.

En China, de cuyos templos taoístas es originaria la técnica de lograr enanos centenarios, también existía la costumbre milenaria de deformar los pies de las niñas desde su nacimiento para dejarlos mínimos. Entonces les parecía bonito y hoy por suerte están todos de acuerdo en que era una salvajada. Sin embargo, seguimos haciendo lo mismo con los árboles, reducirlos a la mínima expresión de su confinamiento en macetas por meros motivos estéticos.

Y yo, que amo a los árboles como son, grandes y pequeños, lejos de tiestos, no entiendo esta afición de amputaciones a tijeretazos que muchos consideran un arte.

La última barbaridad se ha perpetrado en Asturias. Allí un leonés aficionado a meter en palanganas a los árboles para disfrutarlos en el cuarto de estar de su casa descubrió un pequeño tejo centenario (Taxus baccata) en lo alto de un roquedo solitario. Tras 800 años de desigual lucha contra los herbívoros, el valiente ejemplar había logrado sobrevivir gracias a una sorprendente adaptación. Se había transformado en un veterano diminuto. Era una joya natural, minimizada por el ataque constante del diente de cabras y ciervos. Hasta que llegaron los amigos de los bonsáis y decidieron “rescatarlo” de la montaña, convirtiéndolo en un Yamadori.

Podado por el famoso especialista Kevin Willson, quedó reducido a 70 centímetros de altura. Bello por naturaleza, el pobrín fue inocente protagonista del XXV Congreso Internacional de la Asociación Europea de Bonsáis, celebrado el pasado mes de marzo en Lorca (Murcia).

Arrancado de Picos de Europa para acabar en un plato, sigo sin entender dónde está el arte de semejante destrozo. Por suerte no soy el único. Mi amigo Ignacio Abella, una de las personas que más saben de árboles en España, está escandalizado, indignado, y ya ha denunciado este rapto a la Guardia Civil, pues el tejo está protegido. Lo que más le enoja es que no se entienda cuál es el importante papel de estos viejos diminutos en el medio natural y se piense que arrancándolos, expoliándolos, les hacemos un favor.

¿Cuántos intentos de bonsái se mueren entre las tijeras de podar? ¿Cuántos siglos de vida le habremos robado a éste y otros excepcionales seres vegetales como él? ¿Tan difícil es disfrutar de la Naturaleza como es, sin intentar mejorarla, lisiarla o secuestrarla?

Muere un gigante asturiano

A las 11.20 horas del pasado 19 de enero la fabulosa Fayona de Eirós (Tineo), cuyos 200 años la convertían en el haya más vieja de España, cayó al suelo como si un gigante invisible la hubiera arrancado de cuajo dejando al aire el muñón de sus raíces, pequeñas y muchas de ellas podridas. Tenía una altura de veintiocho metros, una copa de treinta metros y un diámetro de tronco de 4,45 metros.

Declarada Monumento Natural en abril de 2005 por el Principado de Asturias, era el orgullo de la comarca, además de un importante atractivo turístico.

Diréis que qué se le va a hacer, que si esta gigantesca haya (Fagus sylvatica) era tan vieja, lo lógico es que algún día muriera. Tenéis razón, pero pasemos a analizar las reacciones oficiales.

Según publica el periódico El Comercio, tras conocer su derrumbe, la Consejería de Medio Ambiente anunció la realización de un «exhaustivo estudio» para determinar si hay alguna posibilidad de replantar el árbol, si bien indicó que «la opinión de los técnicos es poco optimista» a este respecto.

¿Replantar un árbol de 200 años? Está claro que los políticos nos toman a los ciudadanos por idiotas. ¿O es que son ellos los idiotas?

Sigo con el mismo artículo. Asegura la información que los técnicos del Principado hicieron «una inspección rutinaria» al árbol a finales del año pasado y «no se registraron síntomas de enfermedad». ¿De qué murió entonces? Oficialmente, por la «desproporción de sus dimensiones«, las mismas mantenidas sin aparentes problemas durante décadas. Y por culpa del viento.

El 1 de octubre de 2005 el experto valenciano en árboles singulares José Plumed visitó el árbol, descubriendo que sus raíces y parte del tronco estaban gravísimamente invadidas por un hongo, el Meripilus giganteus. Muy probablemente su expansión se había visto favorecida por la apertura de un camino junto a la fayona que le arrancó lo mejor de su sistema radicular.

En aquel momento se informó del problema al entonces director general, Cristino Ruano, quien no hizo nada para salvar de una muerte segura a un árbol que la propia Administración se había comprometido a proteger. Como concluye con amarga tristeza mi amigo y gran naturalista Ignacio Abella, «sin duda la culpa la tiene el viento, y el árbol, que estaba desproporcionado».

Fotos: José Plumed y El Comercio.

Un oso gravemente herido vaga por El Bierzo

La Junta de Castilla y León y el Principado de Asturias mantienen desde hace 15 días un complejo operativo para tratar de capturar vivo a un joven oso pardo, gravemente herido por el lazo de acero colocado en el campo por cazadores furtivos.

Es uno de los últimos 125 ejemplares que sobreviven en la coordillera cantábrica, una población en gravísimo peligro de extinción.

El pobre animal fue descubierto por un vecino de Páramo del Sil (El Bierzo, León) el pasado 17 de agosto. Quedó atrapado por un cable que le trabó toda la cintura. Logró romperlo a tirones, pero el alambre se le ha incrustado en la carne, constriñéndole el abdomen a la altura de los riñones y provocándole heridas muy graves.

Extremadamente delgado, lo está pasando muy mal, pero al menos se le ha visto comer arándanos, su fruta favorita. Ahora mismo se mueve por una amplia zona a caballo entre León (Páramo del Sil) y Asturias (Degaña), incapaz de liberarse por sí mismo de esa trampa de muerte.

Tres equipos integrados por guardas, veterinarios y biólogos de las dos comunidades autónomas trabajan en la zona para intentar capturar al animal con dardos anestésicos, y proceder a curar sus heridas antes de que éstas se infecten y lo maten. Una operación complicada donde las posibilidades de éxito son inciertas.

El primer intento de lanzarle un dardo hace unos días fracasó. Los tiradores son los mejores, pero resulta muy difícil acercarse al animal herido en una ambiente boscoso y abrupto como por el que se mueve.

La única noticia positiva es que el complejo operativo montado se mantiene, que no se le da al pobre animal por perdido.

Todos cruzamos los dedos por el éxito de la misión mientras nos hacemos insistentemente las mismas preguntas: ¿Quién fue el criminal que puso el lazo de acero en el campo? ¿Lo ha detenido ya la Guardia Civil?

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En la fotografía podéis ver al pobre oso con la cintura fuertemente aprisionada por un cable de acero. La imagen, cedida por la Fundación Oso Pardo y la Junta de Castilla y León, fue tomada con telescopio a larga distancia para evitar molestias innecesarias al animal.

La captura ilegal de un oso pardo se considera delito penal y puede ser castigada con cárcel y multas desde 200.000 euros a más de dos millones de euros.

Más noticias sobre el oso pardo en la Minuteca de 20Minutos.

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Actualización 10 de septiembre 2008.

Os incluyo sobre estas líneas una nueva fotografía que ha sido obtenida recientemente por los equipos que tratan de capturar a este pobre oso berciano. Al día siguiente de verlo se preparó todo un operativo para sedarlo, pero el animal no volvió a aparecer por la zona.

Como se ve en la imagen, las heridas provocadas por el lazo de los furtivos son muy graves.

En lo que va de año, la Fundación Oso Pardo lleva retirados 153 lazos de acero en los territorios del Alto Narcea y Alto Sil, semejantes al que ha herido a este infortunado animal.

Repsol amenaza al primer parque natural submarino español

El Mulhacén, la cima más alta de la Península Ibérica, mide 3.479 metros. El canario Teide, el pico más alto de España, 3.718 metros. Pero hay una cumbre española mucho más alta y mucho más desconocida: el Cachucho. Una montaña submarina hundida en el Cantábrico, frente a las costas asturianas de Ribadesella, que supera los 4.500 metros de altura. Se acerca por tanto al techo de Europa occidental, el famoso Mont Blanc (4.811 metros), sólo que el astur está bajo el agua.

La descubrió para la ciencia en 1938 el francés Edouard Le Danois, pero para los pescadores de la zona no fue una sorpresa. Llevaban siglos pescando en tan singular caladero, pues sabían de las impresionantes riquezas marinas de esta cordillera sumergida.

Finalmente, ese paraíso bajo el mar, punto caliente de la biodiversidad cantábrica (han sido catalogadas 550 especies entre corales de agua fría, peces de profundidad, esponjas centenarias de metro y medio, calamares gigantes o estrellas y crustáceos únicos) será oficialmente protegido. El primer parque natural sumergido en aguas abiertas de España.

Coincidiendo con el anuncio de la recién estrenada protección se ha hecho pública una terrible noticia. Repsol YPF se dispone a prospectarlo este verano en busca de petróleo y/o gas natural, “con mucho cuidado para no dañar el medio ambiente”. Aseguran que los permisos estaban dados anteriormente, que sus sondas no dañarán al frágil ecosistema, y que será el último sondeo.

¿Nos lo creemos? Yo no.

Si fuera cierto lo que dicen, que nunca tocarán esa zona las petroleras, no sé entonces para qué la estudian. Porque si aparece petróleo, dudo que lo dejen quieto bajo el mar mucho tiempo.

Y además, como dice mi amigo Ignacio Abella, «si un vampiro te dice que va a chuparte sólo un poco de sangre, no te fíes. Beberá hasta saciarse».

En la infografía superior, publicada por La Nueva España, localización del caladero asturiano.

Un perro mata al urogallo Mansín

¿Se acuerdan de Mansín, el urogallo loco? Era uno de los últimos ejemplares cantábricos de este extraordinario gallo de monte (Tetrao urogallus) en grave peligro de extinción que, empujado por un extraño comportamiento totalmente antinatural, abandonó los bosques del Parque Natural de Redes para buscar novia por las calles de los pueblos del oriente asturiano.

Malas noticias. Mansín ha muerto.

Un perro acabó con facilidad con tan confiada ave, mientras ésta daba uno de sus habituales paseos por las calles de Tarna (Concejo de Caso, Parque Natural de Redes). Un perro que, repentinamente, se ha quedado sin dueño que se responsabilice del daño.

Al menos, la necropsia detalla que el ave presentaba mordeduras que afectaron al aparato respiratorio «ocasionándole una muerte rápida».

El urogallo se había convertido en la gran atracción turística de la zona. Incluso tenía a dos agentes de Medio Ambiente como guardaespaldas personales, precisamente para evitar que algo así le pudiera pasar. No pudieron impedirlo.

En el último año y medio había sido visto en siete pueblos distintos del concejo de Caso. En ese tiempo, los servicios de la Consejería de Medio Ambiente del Principado de Asturias lo habían capturado en diez ocasiones para intentar su reintroducción en el medio natural pero, ostinadamente, el pájaro siempre volvía a dejarse ver de nuevo por las calles, ajeno a los peligros de perros y coches.

Lo lógico hubiera sido haberlo recogido en el futuro centro de cría en cautividad de urogallos que se ha construido precisamente en Redes. Allí habría podido demostrar sin peligro sus excelentes condiciones reproductoras. Pero ya lo saben, la Administración se mueve lento. Las instalaciones no están todavía inauguradas.

Dentro de unos meses el Principado autorizará la captura de los hermanos de Mansín para tratar de salvar a un urogallo que se nos va de las manos por culpa de la destrucción de su hábitat.

Demasiado tarde para evitar la muerte de este macho al que el estrés del peligro de extinción volvió loco. Y quizá también para salvar a la especie.

Protegen el mayor bosque de tejos de Europa

¡Al fin una buena noticia!

El mayor bosque de tejos de Europa será declarado espacio protegido este otoño.

Así lo ha anunciado el Principado de Asturias. Porque aunque parezca increíble, la mayor tejeda europea se esconde en una recóndita sierra del oriente asturiano, en el Sueve, muy cerca de Ribadesella.

En un inaccesible rincón de estas montañas de litoral que ya miran al mar Cantábrico, apenas 80 hectáreas, duermen su sueño de la historia más de 8.000 tejos, la mayoría muy viejos, muchos de ellos milenarios. Son la última mancha relicta de unos bosques antediluvianos en permanente retirada. La última gran tejeda, salvada del hacha sólo por la incomunicación de su complicado acceso.

Una mancha forestal de impresionante belleza, pero también de asombrosa importancia ecológica.

Un ejemplo son las aves migratorias. La gran altitud y cercanía a la costa de este bosque permiten la orientación de las aves que atraviesan el mar desde el Reino Unido y encuentran aquí no sólo un punto de referencia vital, sino también un lugar donde recuperar rápidamente fuerzas tras el enorme esfuerzo realizado.

El pasado verano tuve la inmensa suerte de visitar este bosque de hadas en compañía de Ignacio Abella, el profeta de los árboles, de quien ya os he hablado, y de un grupo de arqueólogas de Atapuerca. Soy incapaz de expresar aquí las inmensas sensaciones recibidas en este punto caliente de biodiversidad, seguramente también centro emisor de buenas energías. Durante la ascensión nos acompañaron varios caballos asturcones con sus crías, tan duros y bellos como estas tierras. Una vez dentro, una espesa niebla nos cubrió de magia, ofreciéndonos una explosión de emociones en el interior de su selva húmeda, erguida sobre un duro lapiaz al que el musgo dulcificaba hasta convertirlo en un idílico paisaje más propio del Hobbit y su Tierra Media. ¡Qué maravilla!

Pero seguro que, al igual que yo, os preguntaréis todos: ¿Cómo es posible que no se haya protegido antes un santuario natural así?

Pues un paraíso de este calibre no sólo no se mimó, sino que se ha permitido su degradación. Soltando allí gamos, cuya avidez, unida a la del ganado, está acabando con los pocos brotes nuevos de tejo, condenando al bosque a su muerte por puro envejecimiento.

Pensaréis que, aunque tarde, la declaración de este singular espacio como Paisaje Protegido acabará con todas sus amenazas. Yo tengo mis dudas.

Y si no, que se lo pregunten a los gestores medioambientales asturianos, quienes antes de protegerlo ya hablan de abrir pistas de acceso a este peculiar rincón, bajo la escusa de favorecer los estudios científicos. Mal empezamos.

Aquí podéis ver algunas fotos hechas por mi el verano pasado de la tejeda del Sueve y de sus asturcones. ¿No os parece un lugar espectacular?

Hierba mágica para un día mágico

En el Concejo de Cangas de Narcea (Asturias) existe una pequeña vaguada conocida como la «Güerta Caniellas», donde abunda toda suerte de plantas medicinales.

Cuenta la leyenda que tras la batalla de Covadonga, un brujo moro perdió aquí en su huida una bolsa llena de semillas mágicas, entre ellas la yerba cabrera. Una planta que, como explicó un casi centenario Vicente González al investigador Jesús Suárez en Folgueraxú, la llevan escondida bajo la lengua los pájaros carpinteros, pues gracias a su poder pueden agujerear sin esfuerzo incluso el hierro.

Esta planta «canta» el día de san Juan en las montañas, así que el martes 24 de junio tendrán la oportunidad única de poder encontrarla. El premio no es baladí, pues como todo el mundo sabe, dota a su poseedor de una fuerza física sobrehumana.

¿No se lo creen? Pues sepan que ése era el secreto del famoso Pataquín de Zarréu. Una especie de Obélix asturiano, «un hombrín rebajuelo, gordete», según la descripción del señor Vicente, responsable de haber llevado a hombros un inmenso mojón de piedra de dos toneladas de peso hacia el interior de la vecina provincia de León. Gracias a esta hazaña, Asturias ganó una gran extensión de territorio leonés con el nuevo deslinde.

De esa planta que disuelve el hierro y la piedra han hablado muchos, desde Plinio, Demócrito o Teofastro hasta Cervantes, los indios mapuches y los incas. El mismísimo Che Guevara, en un viaje a Perú, recogió la leyenda indígena que explicaba el uso de esta hierba de los pájaros carpinteros en la construcción de fortalezas ciclópeas como Machu Pichu «pues ablandaba las piedras como arcilla». En el otro extremo del mundo también se habló de una sustancia mágica muy parecida, el shamir, fundamental para levantar el grandioso templo de Salomón.

Así es la tradición oral. Un riquísimo fondo de historias cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Nuestra cultura más auténtica. La razón rechaza este mundo fantástico, pero qué quieren que les diga, a veces también es bello soñar.

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Si quieren saber algo más sobre el tema, les recomiendo la lectura del espléndido artículo escrito por Jesús Suárez, investigador del Muséu del Pueblu d’Asturies (Gijón), titulado La yerba cabrera de Asturias, las piedras «reblandecidas» de los incas y el templo de Salomón. Desgraciadamente no puede consultarse en Internet.

Está publicado por el Real Instituto de Estudios Asturianos, en un volumen editado en 2006 (páginas 209-242) y dedicado a las conferencias sobre etnografía y folklore asturiano pronunciadas en esa institución entre 2003 y 2005.