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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Protegen el mayor bosque de tejos de Europa

¡Al fin una buena noticia!

El mayor bosque de tejos de Europa será declarado espacio protegido este otoño.

Así lo ha anunciado el Principado de Asturias. Porque aunque parezca increíble, la mayor tejeda europea se esconde en una recóndita sierra del oriente asturiano, en el Sueve, muy cerca de Ribadesella.

En un inaccesible rincón de estas montañas de litoral que ya miran al mar Cantábrico, apenas 80 hectáreas, duermen su sueño de la historia más de 8.000 tejos, la mayoría muy viejos, muchos de ellos milenarios. Son la última mancha relicta de unos bosques antediluvianos en permanente retirada. La última gran tejeda, salvada del hacha sólo por la incomunicación de su complicado acceso.

Una mancha forestal de impresionante belleza, pero también de asombrosa importancia ecológica.

Un ejemplo son las aves migratorias. La gran altitud y cercanía a la costa de este bosque permiten la orientación de las aves que atraviesan el mar desde el Reino Unido y encuentran aquí no sólo un punto de referencia vital, sino también un lugar donde recuperar rápidamente fuerzas tras el enorme esfuerzo realizado.

El pasado verano tuve la inmensa suerte de visitar este bosque de hadas en compañía de Ignacio Abella, el profeta de los árboles, de quien ya os he hablado, y de un grupo de arqueólogas de Atapuerca. Soy incapaz de expresar aquí las inmensas sensaciones recibidas en este punto caliente de biodiversidad, seguramente también centro emisor de buenas energías. Durante la ascensión nos acompañaron varios caballos asturcones con sus crías, tan duros y bellos como estas tierras. Una vez dentro, una espesa niebla nos cubrió de magia, ofreciéndonos una explosión de emociones en el interior de su selva húmeda, erguida sobre un duro lapiaz al que el musgo dulcificaba hasta convertirlo en un idílico paisaje más propio del Hobbit y su Tierra Media. ¡Qué maravilla!

Pero seguro que, al igual que yo, os preguntaréis todos: ¿Cómo es posible que no se haya protegido antes un santuario natural así?

Pues un paraíso de este calibre no sólo no se mimó, sino que se ha permitido su degradación. Soltando allí gamos, cuya avidez, unida a la del ganado, está acabando con los pocos brotes nuevos de tejo, condenando al bosque a su muerte por puro envejecimiento.

Pensaréis que, aunque tarde, la declaración de este singular espacio como Paisaje Protegido acabará con todas sus amenazas. Yo tengo mis dudas.

Y si no, que se lo pregunten a los gestores medioambientales asturianos, quienes antes de protegerlo ya hablan de abrir pistas de acceso a este peculiar rincón, bajo la escusa de favorecer los estudios científicos. Mal empezamos.

Aquí podéis ver algunas fotos hechas por mi el verano pasado de la tejeda del Sueve y de sus asturcones. ¿No os parece un lugar espectacular?