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Verano del 85

Por Charo Alises (@viborillapicara)

#CineLGTBI

 

Francois Ozon dirigió esta cinta francesa en 2020. Lo que parece ser una película para adolescentes, se convierte en un thriller que conduce a un final desconcertante. Alexis (Félix Lefebvre), un chico de dieciséis años entabla una relación que irá más allá de la amistad, con David (Benjamín Voisin), un joven de dieciocho años con el que durante un verano, compartirá su primer contacto con el amor, el sexo y la muerte. Verano del 85 parece, a primera vista, seguir la estela de films sobre el descubrimiento sexual y la idealización del primer amor.

El realizador de títulos como En la casa y Gracias a Dios, adapta la novela juvenil del inglés Aidan Chambars (Dance on My Grave) publicada en 1982. Un libro que su autor describe como una vida y una muerte en 4 partes, 16 trocitos , 6 informes judiciales y 2 recortes de prensa , con alguna que otra broma, 2 o 3 adivinanzas, algunas notas y un fiasco por aquí y por allá para hacer avanzar la narración. Con esta cinta, Ozón compensa el lúgubre tono de Gracias a Dios que giraba sobre los abusos sobre menores. El realizador francés leyó Dance on my grave cuando tenía diecisiete años y le conmovió. Por eso decidió llevar al cine esta historia de amor gay ambientada en Seine- Maritime, región del norte de Normandía que transcurre, como cuenta el título de la película, durante el verano del 85.

En la época en la que se desarrolla la historia, el sida se cobraba un terrible número de vidas humanas y los medios de comunicación ofrecían imágenes impactantes sobre esta pandemia. Recordemos que en 1987, Australia lanzó el anuncio televisivo Grim Reaper donde aparecía la Parca lanzando una bola de bolos hacia un grupo de personas que se encontraban en el lugar de los bolos. Este spot reforzaba el estigma hacia los hombres gais, lo que el artífice de la campaña publicitaria lamentaría más tarde En 2008 ve la luz The Glam Reaper, una parodia de Grim Reaper para recordar que el VIH/SIDA todavía existe y reforzar el uso del preservativo.

Esta es la historia de un cadáver que conocí cuando estaba vivo y cómo se convirtió en un cadáver. Ozon, desde el plano con el que abre la película, adereza la narración con falsas pistas que nos conducen de un lado hacia el contrario constantemente, sosteniendo el misterio hasta el último momento, honrando así la herencia cinematográfica de Alfred Hitchock. La narración está fragmentada en dos momentos temporales: el presente, cuando se insta a Alexis a contar lo sucedido para que pueda salir bien parado en el juicio que le espera, y el pasado, en el que el adolescente habla de su relación con David. Un flashback nos relata casi toda la historia con la voz en off de Alexis, que desde la primera escena nos hace saber que David está muerto y él anda involucrado en el caso. El realizador emplea el formato súper 16 para recrear una atmósfera de los años 80 a lo que contribuye una paleta de colores y un granulado que evoca esa época. En cuanto a la música, Jean Benoit Dunckel, compone una banda sonora que, sin convertirse en protagonista de la historia, dota de contexto al relato.

El magnetismo entre los jóvenes protagonistas puede sentirse a lo largo de todo el metraje y el director se convierte – y nos convierte- en voyers de una historia de amor, pasión y sexo adolescente en la que se mezclan realismo y fantasía alrededor de una macabra obsesión por la muerte. Además, en el devenir de la historia surgen conflictos personales sobre la disparidad de conceptos de lo que significa estar en una relación y sobre los límites del amor.

La película podría considerarse una vuelta de tuerca al psicodrama gay tan arraigado en el imaginario colectivo. Verano del 85 es la historia de un apasionado idilio, de un amor primerizo con sus luces y sus sombras, que brilla entre juramentos para la vida y para la muerte.