Hoy es el Día Mundial por la prevención del suicidio y sobre una de sus causas, Nayra Marrero (@nayramar), nos pone a flor de piel con este tema tan delicado.
Cuando cerraba los ojos, durante una época, me imaginaba separando con mis propias manos las costillas y dejándome escapar a mí misma por la rendija de la ventana de mi habitación. Entonces escalaba como un insecto por la pared del edificio, hasta la azotea, donde soltaba las manos y me dejaba caer para atrás. Nunca me visualicé cayendo pero me imaginé miles de veces así, libre, liberada de la angustia que me oprimía el pecho.
Yo sufrí acoso escolar, y como le decía a un compañero del colegio este verano, lo he superado. Le conté cómo me sentía entonces, cómo me dolían los insultos, los silencios, el vacío. Él, como la mayoría, no era consciente de lo que yo lloré entonces. Para él era un juego.
Cuando somos niños en un ambiente acomodado no creemos que el tiempo tenga fin: las cosas simplemente pasan, permanecen. Si a esa sensación de que la arena nunca termina de caer le sumas un entorno pequeño como un pueblo y un sentimiento de culpa porque tu problema es ser algo que no vas a poder cambiar, el inmovilismo es aún más angustiante.
En España, el suicidio es la segunda causa de muerte de jóvenes entre los 15 y 24 años, y según algunos estudios, la juventud LGTB es entre 3 y 10 veces más propensa a intentar quitarse la vida que quienes tienen una orientación o identidad sexual normalizada.
En 2012 la FELGTB presentó un informe que mostraba que entre homosexuales y bisexuales que sufrían acoso escolar, el 43% llegó a plantearse el suicidio, el 35% llegó a planificarlo y el 17% lo intentó en al menos una ocasión. Sin embargo, según cuentan quienes participaron en esa encuesta, sólo el 19% recibió ayuda de su profesorado para frenar el acoso.
Volviendo a mi infancia, mi cole era un centro muy pequeño y algunas de mis maestras eran como familia para mí. Con algunas me bebí las lágrimas y ellas me dieron consuelo y cariño. Poco más.
Es cierto que han pasado 20 años y que hoy el acoso es una de las principales preocupaciones de la comunidad educativa, pero aún queda mucho trabajo pendiente. En la investigación Diversidad sexual y convivencia: Una oportunidad educativa, coordinada por José Ignacio Pichardo, el profesorado contestó que al detectar situaciones de homofobia en el centro escolar, el 50,8% decide intervenir, pero un 42,8% no lo hace. Un 29,41% de quienes no ponen freno al acoso afirma que no sabe cómo actuar; un 14,12% no se siente con la seguridad suficiente como para enfrentar una situación discriminatoria; y un 9,41% piensa que se trata de bromas inofensivas.
Puede que el Ministerio de Educación nos sorprenda con sensibilidad al respecto (quizá no, que este Gobierno es experto en titulares sin fondo). Según parece, preparan un plan de convivencia que prevé que una persona de cada centro escolar se convierta en referente para las víctimas de acoso, alguien a quien acudir, que nos recuerde que hay vida fuera de esas paredes, que las cosas mejoran, que merece la pena seguir adelante (esas palabras que son la razón de ser del proyecto It Gets Better). Alguien que busque la manera de frenar el acoso mientras esperamos sentados a que las administraciones se den cuenta que si no se enseña empatía y respeto a la diversidad en las aulas, se pueden reducir las consecuencias, pero como sociedad no estaremos aprendiendo nada.
El acoso es tremendo, considero que por mucho que se quiera educar en empatía al acosador y que cese su actitud, es una pérdida de tiempo, el que es malo no deja de serlo por un castigo o por intentar tocarle una fibra «sensible» que no tiene de fábrica.
Lo principal es trabajar las herramientas de defensa mental y física del acosado para que con su propia actitud y seguridad acabe con el «gilipollas de turno» buscando otra diana.
Complicado en sumo grado, si no podemos acabar conlos acosadores intentemos terminar con el sentimiento de ser acosado.
10 septiembre 2015 | 11:20
La clave entiendo que esta en el Sistema Educativo. Al igual que hay asignatura de gimnacia para educar en el ejercicio, deben haber otra para educar en la salud mental, en prevenir y enseñar a cómo nos debemos enfrentar a todo lo que nos pase en la vida. El profesor más importante de un instituto denería ser un psicólogo, con clases igual de importantes que matemáticas o lengua.
10 septiembre 2015 | 13:48
*gimnasia
10 septiembre 2015 | 13:49
De acuerdo con Mario, buena idea.
11 septiembre 2015 | 10:21