Archivo de julio, 2024

FUGAZ de Juanma Samusenko en DLRO Live

 

El artista Juanma Samusenko presentará, FUGAZ, una serie de obras llena de estrellas y flores en forma de metáfora, donde se habla del amor y el sexo, las caricias y el tacto, una pequeña muestra que exterioriza lo que la intimidad nos hace sentir. La exposición forma parte del festival cultural de Madrid Orgullo, Muestra t 2024

El artista vincula la reivindicación LGTBIQ+ con la expresión cultural dentro su propia obra así como en sus colaboraciones; ha trabajado además para artistas como Izal y ha diseñado para AMC Networks, El Salto o Muy Interesante. Formado en la Escuela Superior de Diseño de Madrid en el Grado de Diseño de Producto, el artista reúne una serie de habilidades, como la fotografía, la ilustración, el collage o el matte painting, que emplea combinando el proceso analógico con el digital. Participa en exposiciones colectivas en espacios como el CA Tomás y Valiente, el Royal College of Arts o el Museo de AA DD de Madrid, y en 2019 inauguró Antier (Umbral de primavera), su primera exposición en solitario.

Juanma Samusenko (1992) es colaborador en diferentes editoriales como Egales, Flores Raras y Libroscom, autor y diseñador en el libro Vagos y maleantes (Egales, 2019) y de Hasta aquí hemos llegado (Egales, 2021) e ilustrador de Maricones de antaño (Egales 2020) y Los días jueves (Flores raras, 2024).

FUGAZ estará expuesta del 3 de Julio al 4 de septiembre en DLRO Live  Pelayo, 59, Chueca.

 

Pasión por el fútbol y la lectura

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina), la cuentista de nuestro refugio

 

 

Llevo un montón de tiempo pensando en cómo escribir este post. Me encantará recomendarles un estupendo álbum ilustrado de nuevo, pero esta vez va de fútbol y temo decepcionarles porque de este tema no tengo mucha idea. Por este motivo hablé con Pilar, compañera de trabajo, que me dijo que jugó hasta los 12 años en un equipo mixto y le encantaba ¿Pero qué paso? Pues nada, lo dejé porque quería hacer otras cosas de adolescente, me contestó. Debe ser un deporte muy disciplinado, aunque levanta pasiones y hay todo un espectáculo mediático que gira a su alrededor: prensa del corazón, venta de camisetas, anuncios protagonizados por futbolistas, fichajes por cantidades de dinero inimaginables, etc.

He preguntado a Roberto, mi pareja, que de fútbol entiende un montón, y me explica que hay una liga de equipos europeos, la Champions League, y que la ganó el Real Madrid. Este equipo levanta pasiones: recordemos la celebración de su victoria en Cibeles y las calles de Madrid desbordadas por la afición blanca. También hay una Eurocopa en la que ahora juegan, día tras día, las selecciones de cada país. Y también están los Mundiales. Todos los campeonatos de fútbol están absolutamente organizados. Hay una liga masculina y otra femenina, que ganó el Mundial en agosto de 2023, y se lio una buena por el beso de su entrenador, Rubiales, a una de las jugadoras, Jenni Hermoso, en contra de la voluntad de ésta y que tuvo que denunciarle como corresponde a estas tan desagradables situaciones. Este asunto y la polémica posterior, restó protagonismo a la victoria del equipo femenino, además de poner de manifiesto que el mundo del fútbol es bastante patriarcal.

Esta semana en los partidos que se retransmiten en Televisión Española, el comentarista repite muchas veces que la semana que viene es la Semana del Orgullo y que se estrenará la película Pride (Matthew Warchus y Stephen Beresford, 2014). Me encanta oír a este periodista deportivo y me imagino que todas las personas que ven fútbol, un montón fijo, están abriendo sus mentes y corazones a la diversidad. Ojalá fuera así, pero en el mismo sentido también cabría que los y las futbolistas pudieran salir del armario libremente y les apoyaran sus clubes deportivos, y por supuesto, toda la afición. Pero de momento esto no ocurre y no vemos modelos alternativos de identidad sexual, ni de género en este deporte, más bien vemos a futbolistas superhombres cachas, jóvenes y casados con mujeres cortadas por un patrón de feminidad común y patriarcalmente dictado, madres de un montón de hijos e hijas sin un mal engorde, arruga o cana.

A niñas, niñes y niños también les gusta el fútbol. Hace unos días me crucé saliendo del ascensor con uno de mis pequeños vecinos perfectamente equipado con la camiseta y pantalones de la selección española. Ese equipamiento lo conozco; de otros dudo. Como decía Gabriel García Márquez, más o menos, “Si a todo el mundo le gusta el fútbol, yo debo estar equivocado”. A mí me pasa lo mismo, y es la razón de mi desconocimiento. Vuelvo a mi joven vecino futbolísticamente equipado. Cuando me cruzo con peques les digo algo para que sonrían, pero en este caso estaba tan serio y formal que me quedé absolutamente paralizada. Si le digo algo de su equipamiento deportivo, quizás meta la pata, me dije a mi misma. Así que nos saludamos sin comentarios añadidos y todo por la formal pasión por el fútbol, que profundamente respeto, aunque no comparto.

A mi sobrino Oliver, de 7 años, también le gusta el fútbol y quiere ser Messi cuando juega en el jardín. En casa jugamos al fútbol en familia sin distinción de edad ni género, pero si gana nuestro pequeño Messi, mejor.

En síntesis, el fútbol, el deporte rey, que no reina, debiera ser menos patriarcal y trasmitir valores de respeto, libertad y diversidad. Acorde a este objetivo, en esta ocasión recomendamos el álbum ilustrado Martina Futbolista, de Susanna Isert, escritora y creadora de la conocida Daniela Pirata, e igualmente de la ilustradora Marta Moreno, publicado el pasado mes de marzo por Nube Ocho, de la Colección Égalitè. Esta edición, en varias lenguas (inglés, castellano, catalán e italiano), tiene una hermosa tapa dura y de gran tamaño, ideal para el manejo de peques de a partir de 4 o 5 años.

El relato nos traslada al mundo de Martina, una niña que quiere jugar al fútbol y lo hace realmente bien, no solo técnicamente, sino con valores de solidaridad, para el disfrute y participación de todes. Esta protagonista es una gran futbolista que cuida de sus compañeras, compañeros y compañeres, llegando a abandonar un equipo muy competitivo, únicamente de niños, a pesar de ser éste muy potente y ganador de partidos.

Esta publicación trata una trama tan ejemplar como necesaria en relación con el mundo del fútbol profesional, que aún hoy es y se mantiene discriminatorio con mujeres y grupos LGTBIQ+.

Martina deja el primer equipo de chicos que la discrimina por ser niña, y organiza otro equipo espontáneamente en el parque, al que se suman niñas, niños y niñes que quieren disfrutar jugando. Este segundo equipo, solidario y cooperativo, consigue quedar el segundo en la liga del barrio. Aunque finalmente el mejor equipo no es el ganador, no hará falta llegar a la perfección, pero si a la total convicción de que ganar no es lo más importante de esta historia, sino los valores de cuidado, respeto y cohesión.

Recomendamos con ilusión Martina Futbolista en este mundo de gran afición futbolística, del que participan peques de todas las edades. Este precioso, grande y colorido álbum ilustrado es para todes, para leerlo muchas noches antes de dormir, mejor en familia, y especialmente estas vacaciones. Leer es absolutamente compatible con hacer deporte. Igual pasión por el fútbol que por la lectura. Prometo seguir intentándolo.

¡Hasta pronto!

Sauvage

Por Charo Alises (@viborillapicara)

#CineLGTBI

 

Película francesa de 2018 dirigida por Camille Vidal-Naquet. Léo (Félix Maritaud) es un joven de 22 años que vende su cuerpo por algo de dinero. Los hombres pasan por su vida y él solo busca afecto allí donde pueda conseguirlo.

El director comentó que empezó la historia con un personaje, una energía. Un joven solitario que camina de un encuentro a otro, anhelando el amor, impulsado por una capacidad de amor inextinguible que lo mantiene en marcha, sin importar el mundo violento que lo rodea. Vidal escribió un primer borrador del guión y comenzó a reunirse con jóvenes chaperos en el Bois de Boulogne , un lugar conocido para la prostitución en París, a través de una organización benéfica. Solo pretendía entrar en contacto con unos pocos vagabundos pero noche tras noche forjaró fuertes lazos con las personas que conoció allí y acabó pasando tres años en ese lugar. Todos estos encuentros le ayudaron a impulsar la escritura del guión.

Lo que más llama la atención de la película es que, a pesar de las cosas violentas que Léo soporta, lo envuelve todo en una profunda ternura. El protagonista utiliza trucos para conseguir momentos de dulzura cada vez que tiene ocasión, para besar a alguien, o para tomar a un hombre en sus brazos. No comparte el cinismo o desapego de sus compañeros de trabajo. De hecho, le reprochan su actitud que se percibe como una falta de profesionalidad.

Léo lleva su placer dondequiera que lo encuentre mientras que el resto de hombres que se prostituye lo hace exclusivamente para ganar dinero. A diferencia de los otros, Léo dice: «beso». No le importa el dinero: nunca cuenta el dinero que gana, nunca aparece en la película gastando nada. No está apegado a nada material. Él está en otra parte. Una de las cosas raras que no regala es su nombre de pila… Desde el primer borrador, el realizador no quería nombrar a un solo joven en la calle. Como si su identidad secreta fuera su posesión más preciada. La mayoría de ellos piensan en la prostitución como un actor que interpreta un papel: por unos minutos se convierten en otra persona, en un personaje que es diferente para cada cliente. Cuando Claude, el cliente que vive en Canadá le pregunta su nombre Leo responde: Llámame como quieras, comentaría el realizador.

Leo es un personaje muy solitario, pero esa soledad es también su fuerza. Según el director, Léo goza de absoluta libertad, con todos los aspectos aterradores y admirables que conlleva. Tal libertad es como la de Kerouac cuando escribió: «No había ningún lugar a donde ir excepto a todas partes». Esa libertad es como la de Mona en «Sin techo ni ley» de Agnès Varda (Sans Toit ni loi): al negarse a cumplir con las normas sociales, al negarse a imponerle nada, el personaje experimenta una vida dura en la calle como su propia normalidad. En mi película, Léo nunca se queja de su trabajo o de sus condiciones de vida. Es un personaje enigmático, no sabemos nada de sus antecedentes.

La película no te invita a tratar de entender cómo y por qué Léo ha terminado aquí, sino a vivir con él, a compartir los momentos vertiginosos de su viaje. Es una experiencia bastante sensorial: lo que el director quería era reproducir su cabeza y hacer que el público experimentara la sensación de deslumbramiento y desorientación que provoca la exclusión.

A la hora de escribir el guión, el realizador, según contó, tuvo en mente a Mona en Sin techo ni ley, también pensó en Paul Newman en La leyenda del indomable: Este tipo soñador, fuera de contacto con la realidad, que se encuentra en la cárcel entre matones reales. Luke es un inadaptado, un poeta de otro tipo, pero es intrépido, soporta la violencia y las humillaciones y siempre se recupera. Hay una cualidad radiante alrededor de él que ilumina ese ambiente sombrío. Me impresionó este personaje que nunca pierde el corazón. Parece frágil, no apostarías por él, pero eventualmente aguanta hasta el final, a diferencia de los otros, que no tienen su capacidad de resistencia. Su fuerza proviene de su humanidad y de la alegría que difunde a su alrededor. Del mismo modo, en «Sauvage», Léo, con su inocencia y su comportamiento a menudo infantil, está fuera de sincronía en este ambiente donde todo el mundo se ha endurecido y está luchando por sobrevivir. Al principio pensamos que no lo logrará, pero su resplandor, su fortaleza lo convierten en uno de los tipos más duros que hay.La película aborda la relación con nuestros cuerpos: como los maltratamos, como los cuidamos. Cuerpos, piel, manos están siempre presentes en la cinta.

Comentaba el realizador que ,a diferencia de los acompañantes que trabajan en Internet, los jóvenes que viven y se prostituyen en la calle no tienen fácil acceso a la higiene, la comida ni al sueño. Por lo tanto, sus cuerpos a menudo sufren dolor, están dañados, carecen de la atención y el cuidado necesarios. Sin embargo, sus cuerpos siguen siendo objetos de deseo. El reto era reconciliar estos dos aspectos de manera efectiva en la película.

Sobre el tratamiento del color , dependiendo de las escenas, las sombras de la piel, su calidez y textura están armonizadas con precisión, a veces empujando hacia el erotismo y otras en cambio, dirigiéndose hacia pieles raídas, casi enfermizas porque la piel de los actores cuenta mucho de lo que ocurre en la historia.

El director quería filmar la desnudez y hacerla parecer normal. Estos jóvenes exponen sus cuerpos simplemente porque son sus herramientas de trabajo. Durante la fase preparatoria, antes del rodaje, Valven pidió al coreógrafo Romano Bottinelli que preparara los cuerpos de los actores para que aprendieran a utilizarlo como una herramienta, sin mostrar ningún signo de vergüenza o vacilación. Y sobre todo, para el director, era crucial que su lenguaje corporal fuera diferente al de los clientes, por eso los actores que les dan vida no recibieron ningún entrenamiento físico antes del rodaje. De esta forma, en la película, los clientes son mucho menos elegantes que los chicos de la calle, sus cuerpos se ven más pesados, más torpes.

El cuerpo de Léo es a menudo maltratado, muestra lo difícil que puede ser la vida en la calle. Sin embargo, a él se le ve fuerte, poderoso y libre en la película. A propósito de esto, el realizador comentaba que cuando Léo baila y suda, en escenas de club, podemos sentir su energía, su resistencia, esa fuerza viva interior.

La intención de Valven era retratar la vida cotidiana de los trabajadores sexuales callejeros y cómo el ritmo de esa vida diaria está determinado por una sucesión de actos sexuales. Estos jóvenes son trabajadores invisibles, nadie los quiere ver y sin embargo no se puede prescindir de ellos. La película muestra como es la vida de estos chicos que subsisten gracias a su sexualidad. Ellos son los que tienen que lidiar con las violentas fantasías de los habitantes de la ciudad. Conocen las preferencias sexuales de los clientes, sus frustraciones, su soledad y también las formas de sexualidad invisibles como las de los hombres con discapacidad o los ancianos.

Esta diversidad revela la ternura de Léo, su tendencia a ser desplazado fácilmente, a entregarse, pero también a veces su imprudencia, su falta de discernimiento, su lado infantil, que parece tan fuera de lugar respecto a su trabajo. Cuando conoce a Claude, Léo intenta parecerse a algunos de sus colegas. Se comporta de forma mecánica, fría, cínica. Trata de ser un auténtico profesional, como sus compañeros de oficio.

El rodaje se hizo con un equipo pequeño. El director quería tener completa libertad para filmar desde diversos ángulos durante las tomas. Su intención era que la cámara fuese parte del equipo. A pesar de esa forma de rodar que el propio realizador calificaría de salvaje, Valvan pretendía que todo fuera preciso, con muy poca improvisación durante la filmación. El director indicó a los actores que dijeran sus líneas sin modificarlas para que coincidieran con la idea que él tenía en mente. Por otra parte, la intención era conciliar esa meticulosidad a la hora de rodar con momentos de energía fuera de control.

Sobre la elección de Félix Maritaud para el papel de Léo, el realizador comentó que lo que más le impresionó de él es que no tenía miedo de nada. Es un actor capaz de hacer cualquier cosa, perderse por completo en su personaje, cualquiera que sea la escena. Según Valven, Félix posee mucho instinto y determinación.

Para Maritaud, la libertad de Leo implica también una forma de soledad. Decía el actor que la libertad de su personaje reside en el hecho de que su cuerpo no está atado por un sistema productivo, ya sea la educación superior, un trabajo, una hipoteca, etc. Su soledad se debe a su pertenencia a un sector de la sociedad marginado y precario. Hoy nadie vive de una manera tan primitiva. No necesita un teléfono móvil para ponerse en contacto con la gente, se las arregla solo con su cuerpo, su presencia, su suerte. Con Camille hemos trabajado mucho su animalidad. Léo agarra las cosas casi como si fuera siempre la primera vez. La forma en que reacciona físicamente es muy directa. Hay una especie de conciencia instantánea sobre él, nada es calculado, manipulado o sistemático.

Sobre la relación que su personaje tiene con su amigo Ahd, Maritaud comentaba que puedes sentir que están unidos por la misma historia, se conocen desde hace mucho tiempo. Léo está asombrado de Ahd, de una manera algo enfermiza, mientras que Ahd no sabe lo que quiere. De alguna manera son personajes opuestos: Léo es siempre abierto y totalmente desinteresado, mientras Ahd sigue repitiendo que no es gay, él siempre está ahí controlando.

Respecto a la importancia de las drogas en la vida de Léo, para Maritaud era tan simple como que estaban allí a su alrededor y una vez que las prueba se convierte para él en un hábito.

Sobre la preparación de su personaje Felix Maritaud comentó que en la escuela de arte, había trabajado mucho en el uso del cuerpo y la sexualidad con fines políticos, no sólo en términos teóricos, sino también a través de actuaciones reales. Esta forma de liberar al cuerpo de sus inhibiciones le ayudó a acercarse al personaje. Al final del rodaje, el actor tuvo una pequeña fase rebelde. Esto vino después de seis semanas cuando había pasado la mayor parte del tiempo siendo manipulado, rechazado, manoseado… Maritaud experimentó el mismo tipo de saturación que sintió el propio Léo,

Para el actor, el desafío con este personaje era como tomar un paisaje devastado y encender una llama en el medio que aligeraría el resto. Se podría decir que lo que es insondable viene del exterior, y que Léo rompe esto haciendo todo completamente humano. Cuando empezamos a trabajar en el personaje, sentimos que teníamos que hacerlo absolutamente radiante, de lo contrario habría sido demasiado deprimente para todos. Y políticamente, habría sido un error idealizar a un personaje que hubiera sido el arquetipo del tipo que se siente mal. Lo que hicimos fue lo contrario: todo va mal en la vida de este tipo, pero sigue siendo luminoso.

 

Homofobia y mentiras: la vida sexual de los sacerdotes en el seno de la Iglesia

 

Hoy recomendamos La casta de los castos, de Marco Marzono, publicado en España este mes de junio. Una exhaustiva investigación antropológica que retrata la vida en comunidades cerradas como los seminarios, y las complejas relaciones de dominación, no solo sexual, que existen en la institución de la Iglesia entre sacerdotes.

Fruto de años de investigaciones y decenas de entrevistas con sacerdotes y ex-sacerdotes, el sociólogo italiano Marco Marzano nos ofrece una perspectiva lúcida sobre la vida sexual del clero. En la práctica, solo el 10 % respetarían los votos de castidad y la gran mayoría que optan por la carrera sacerdotal serían homosexuales. En los seminarios operan mecanismos perversos a través de los cuales la mentira, el silencio y la negación se vuelven funcionales para la organización de la Iglesia. Hombres entrenados para ocultar su esencia más íntima, sus emociones y deseos. En el mejor de los casos, esto les permite desviarse de la norma y aceptar su propia sexualidad. Otros nunca llegan a un acuerdo en su relación con el sexo y terminan, en el peor de los casos, convirtiéndose en abusadores.

¿Por qué defiende la Iglesia católica el voto de castidad de los sacerdotes y cómo aborda la delicada cuestión de la afectividad de los clérigos? ¿Cómo transforman decisivamente los años de seminario la relación con la sexualidad de los futuros sacerdotes? Marco Marzano intenta responder a estas preguntas en este ensayo documentado mediante un riguroso análisis de la literatura científica y, sobre todo, a través de decenas de entrevistas en profundidad con sacerdotes y personas que han abandonado el sacerdocio. El cuadro que emerge es un corte transversal de la vida íntima de una clase sacerdotal formada desde los seminarios por la institución a la que pertenece para ocultar una parte de la existencia en lugar de vivirla plena y serenamente.

De las palabras recogidas durante años de trabajo de campo surgen historias personales de dolor, tormento, soledad, pero también un sistema de mentiras y secretos que produce consecuencias dramáticas para los propios sacerdotes y para toda la comunidad cristiana.

«Para Marzano, uno de los fines principales de los seminarios es inculcar la castidad y la obediencia. Si el objetivo último fuera el mero estudio de la teología, ¿por qué esa necesidad de sacar a los seminaristas de sus casas y concentrarlos en un edificio único con poco contacto con el exterior.»

Emilio de Miguel Calabia, ABC

Sobre el autor:

Marco Marzano es profesor titular de Sociología en la Universidad de Bérgamo, uno de los fundadores de la revista Etnografia e Ricerca Qualitativa y colaborador de Il Fatto
Quotidiano.it. Entre sus publicaciones se encuentran Cattolicesimo magico: Un’indagine etnografica (2009), Quel che resta dei cattolici: Inchiesta sulla crisi della Chiesa in Italia (2012), La società orizzontale: Liberi senza padri con Nadia Urbinati (2017) y La Chiesa immobile: Francesco e la rivoluzione mancata (2018)