Me declaro Bicho Pelota

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina), la cuentista de nuestro refugio

 

Llevo un año pensando en mantener el ritmo de actividad ¿habitual? Realmente, creo que me meto en todo tipo de fregaos, y me digo a mi misma que para resolver, se trata de organizarse a corto plazo por objetivos concretos. Uno de estos objetivos esta siendo escribir sobre uno de los álbumes ilustrados que más me han gustado del año 2023. El problema es que se juntan muchas apetencias, con sus correspondientes objetivos, subestimando a priori el esfuerzo y dedicación que requiere cada cuestión.

Así vivimos, como si se tratara de un concurso televisivo, o de una competición. Es cansado, poco fructífero y me pregunto ¿Dónde queremos llegar? No quiero pensar en el futuro.

Todo el mundo mira al futuro inmediato, tanto que olvidamos el presente. En la primera Cumbre de la Tierra de 1992 en Brasil alguien dijo “el futuro se construye en el presente”. Son sabias palabras, porque si no tenemos un presente mínimamente estructurado, mal se nos planteará el futuro, y no el inmediato, sino a largo plazo. Esto es más serio. Temo un futuro panorama de tremendo caos climático, porque el presente es de cambio climático; un futuro de intolerancia, porque el presente es de tensión social. El futuro puede ser más violento en el ámbito político, derivado de un presente de tensión en escalada, y de todos los vicios adquiridos y acrecentados, tanto del pasado como en el presente.

En definitiva, o nos movilizamos y tomamos medidas efectivas, o tendremos un futuro poco alentador. Para allá vamos, con patines y sin frenos, y si nos planteamos únicamente objetivos a muy corto plazo, en términos de la sobrentendida rentabilidad social y económica, y para integrarnos socialmente a capón, o no se cuantas otras cosas vacías y colmadas de esfuerzo e insatisfacción, muy probablemente no seremos nunca ni consecuentes, ni felices, ni libres.

Así que contracorriente, muy en contra de todo lo que está pasando, reafirmando convicciones y apoyada en mi derecho a la protesta: me declaro un bicho raro. Incluso puedo ser un bicho raro pelota. Porque a las personas que nos diferenciamos de las estrictas identidades estereotipadas de talla, género, sexual, al margen de los valores imperantes, o por el motivo que sea, se nos percibe como bichos ¿A estas alturas? Pues me temo que sí ¡Viva el mundo animal! ¡ Y viva la entomología!

Todavía tiene costes ser conscientes de la diferencia personal, y conlleva dificultades relacionales como comentarios, miradas indiscretas, curiosidad o estupidez de algunas personas. Incluso podemos sufrir las típicas e intolerantes, por no decir violentas, llamadas al orden por parte de algún o alguna valiente (en nombre del supremo conocimiento de usos y costumbres de la sociedad española, o de mundo mundial).

Para estas situaciones recomiendo reafirmarnos en el derecho a la diferencia, en la superación de la imposición de los límites del aburrimiento y alejarnos de sentir amenazadas nuestras convicciones, y menos nuestros derechos ¡Faltaría más! Apoyemos al bendito derecho a tener una identidad, a ser libres y diferentes, a la necesidad y derecho a reivindicarlo y reivindicarse en todos los espacios.
De esta manera no tengo más remedio que recomendar el precioso y último álbum ilustrado Bicho Pelota, de Olga de Dios, publicado en 2023 por Ediciones Apila, y del que la autora me habló el pasado ocho de marzo, cuando nos encontramos en la manifestación por las hermosas y moradas calles de Madrid. Uno de los mejores álbumes ilustrados del año. Irene Montero lo ha recomendado en Twitter (¡Qué antigua estoy!), actualmente X. Lo leen sus hijos, apreciemos su buen gusto.

Este relato nos habla de Bicho Pelota, un personaje que crece y evoluciona en la diferencia y al margen de las expectativas del resto de los insectos que viven a su alrededor y que con muy buenas intenciones, le asesoran sobre su probable identidad como insecto. Pero ninguna de las predicciones se cumplen porque Bicho Pelota come, crece y le salen unas manitas cortas, además de pelo por todo el cuerpo. Rueda y bota como una pelota, pero no es una pelota. Descubrimos que ser diferente, supone alejarse de las experiencias sociales. De esta manera Bicho Pelota comienza a conocerse y a disfrutar junto al resto de los estupendos personajes de ficción de Olga de Dios: Rana de Tres Ojos, Monstruo Azul, Pájaro Amarillo y Monstruo Rosa.

Aunque han trascurrido meses desde la publicación en papel de Bicho Pelota, en edición colorida y con manejable tapa dura, ahora la autora lo comparte en su web, para que grades, peques o medianes, en cualquier lugar del mundo castellano parlante, tengamos acceso y disfrutemos a tope este relato. Es un gesto amable que hace a la historia de Bicho Pelota, aún más especial y generosa.

Recuerden compartir Bicho Pelota con muy peques desde los dos años, o incluso antes si centran su atención en las formas y colores de sus ilustraciones para disfrutar de montañas, cielos naranjas, vegetación, y un nutrido mundo de bichos conocidos y por conocer, como la libélula, el vicho hoja, la termita, el brillante gusano de luz, el piojo, el larguiducho bicho palo, el rechonchete escarabajo, la preciosa mariposa o el volátil mosquito.

Y por supuesto, os deseo un 2024 de tiempo para leer y disfrutar; olvidémonos de las prisas, que son terribles compañeras.

¡Hasta pronto!

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