Deontología periodística y colectivo trans

Por Ander Prol González(@AnderProlGlez) marika, periodista y sexólogo

Manifestantes ante el Ministerio de Igualdad por la Ley Trans el pasado sábado.EFE

Casi han pasado cuatro años desde que se presentó mi trabajo de fin de master para graduarme en Sexología. Mi formación en periodismo y los conocimientos adquiridos durante el master hicieron que quisiera aunar ambas ciencias, por lo que la investigación resultante fue el Análisis de la representación de la transexualidad por parte de los medios digitales españoles.

Aunque no ha pasado mucho tiempo desde entonces, el contexto del análisis ha variado por completo. A día de hoy, la cantidad de noticias dedicadas al colectivo trans ha aumentado exponencialmente. Como menciona Ruben Olveira (2019)[1], la visibilización del colectivo, pasar de lo privado a lo público, hizo que ocupase más espacio en la parrilla informativa dejando de lado secciones de carácter más morboso.

Ejemplo de ello son el boom que ha supuesto la serie Veneno o la cantidad de noticias de estos últimos meses sobre el debate del borrador de la llamada Ley trans, traducido en debates especializados, como el de Genplayz. Valeria Vegas, escritora y autora de Veneno, se preguntaba y resumía de la siguiente manera esa idea en el estreno del último capítulo de la adaptación audiovisual:

“¿Qué había antes de esta serie que dignificase al colectivo? Porque este país se ha pasado 40 años haciendo series y pelis donde se mofaban de las personas trans, y esto (la serie) es un punto y a parte”, (Valeria Vegas (2020), VENENO Capitulo final, entrevista).

Y es que, años atrás, las noticias que versaban sobre el colectivo se localizaban, sobre todo, en la sección de sucesos y, las investigaciones que se hacían sobre la deontología periodística desde una perspectiva sexológica eran muy pocas. Tal es así, que se tuvo que diseñar un instrumento de análisis para poder cuantificar las vulneraciones que se detectaran en las noticias analizadas. En concreto, se analizaron un total de 120 noticias extraídas de El Mundo, El País y este mismo medio, 20minutos.

En resumidas cuentas, se encontraron vulneraciones en los tres medios y, sobre todo, estas tenían que ver con el desconocimiento sobre el colectivo y cuestiones que atienden a estereotipos. Pero, se observó que de 120 noticias analizadas, en 112 se encontraron vulneraciones y el porcentaje de vulneraciones no variaba según la línea editorial del medio. Así, el porcentaje de vulneraciones detectadas en los tres medios de comunicación no variaba más de un 5 %.

Como se ha especificado, para cuantificar estos datos se tuvo que diseñar un instrumento de evaluación realizando una revisión de varios códigos deontológicos y mediante la validación interprofesional. Sobre el colectivo trans, los códigos deontológicos, en resumidas cuentas, hablan de que “el periodista se cuidará de los riesgos de una discriminación propagada por los medios de comunicación y hará lo posible para evitar que se facilite tal discriminación, fundamentada especialmente en la raza, el sexo, la moral sexual, la lengua, la religión, las opiniones políticas y demás, así como el origen nacional o social” (Federeración Internacional de Periodistas). Y para buscar referencias concretas al colectivo trans lo único que se encontró fue recomendaciones sobre cómo escribir sobre hombres y mujeres transexuales, como indica, por ejemplo, el Libro de Estilo de El País (Edición 22):

“Transexual: Dígase ‘el transexual’ si se trata de un hombre que ha sido mujer, y ‘la transexual si ha sucedido al revés”.

De esta manera, teniendo los diferentes documentos analizados pero, sobre todo, habiendo recogido las principales quejas del colectivo trans sobre su nombramiento o las diferentes discriminaciones verbales que sufren, se diseñaron las siguientes categorías para poder clasificar las vulneraciones encontradas:

1.- Usar estereotipos, tópicos y calificativos despectivos: marica, afeminado, marimacho, travesti, travelo y/u otros de similar índole.

2.- Usar expresiones comunes desde el desconocimiento, tales como:

                        2.1.- “Cuerpo equivocado”.

                        2.2.- Cuerpo de niño o de niña.

                        2.3.- Querer ser de un género u otro.

                        2.4.- Hablar del o la transexual o sustantivar el término.

3.- Tratar a la persona transexual por el género equivocado.

4.- Confundir la identidad sexual con la orientación sexual u otros conceptos relacionados.

5.- Mencionar la identidad sexual de la persona cuando no es relevante para la comprensión de la noticia.

6.- No contrastar las fuentes institucionales, políticas y médico-científicas.[2]

En base a las categorías creadas, esa recomendación de la edición 22 del Libro de Estilo de El País podría estar cometiendo una vulneración del tipo 2 o 3, por ejemplo. Aun así, como se ha comentado, es cierto que a día de hoy se han dado cambios; es un hecho que el lenguaje varía constantemente intentando adaptarse a los cambios sociales que le suceden, por lo que probablemente varias de estas categorías debieran revisarse o, por lo menos, ampliarse. De la misma manera, aún sigo preguntándome el por qué de “colectivo de personas transexuales” y no “colectivo de personas trans” del título, cuando durante toda la investigación el término utilizado es trans.

Para acabar, comentar que febrero, como mínimo, ha sido un mes en el que hemos visto como el colectivo trans a tomado protagonismo (para bien y para mal) por el borrador de ley. Como se ha mencionado, sí que se observa que la visibilización y lucha del colectivo han supuesto un cambio en el paradigma de la deontología periodística. Las noticias se abordan desde otra perspectiva y ciertas creencias o frases estereotipadas han quedado apartadas, pero ¿qué sucede con las fuentes? En opinión de un servidor, sería una mejor praxis deontológica que con toda la polémica surgida se diera más espacio y voz a profesionales en la materia (profesionales de la sexología) y, sobre todo, a personas pertenecientes al colectivo afectado, en este caso, las personas trans. Algo que ha pesado por su ausencia.

[1] Olveira Araujo, Rubén (2019). “Trans en los media: Un estudio comparativo piloto del tratamiento de la transexualidad en la prensa generalista y los medios de comunicación digitales”.
[2] Esto no hubiera sido posible sin la ayuda de Aingueru Mayor, sexólogo y presindente de Naizen, June Fernandez, periodista de Pikara Magazine, entre otros medios, y escritora, y Alba Mareca, periodista en La Marea.

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