Todos somos las actrices de La Veneno

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

Inmediatamente después de que los Premios Ondas hayan reconocido la profesionalidad de las actrices que encarnan a Cristina Ortiz Rodríguez en la serie de televisión de Los Javis, twitter se ha llenado de contenidos tránsfobos contra este galardón, palabras estiércol en desacuerdo por que se haya dado a estas tres mujeres el premio a la mejor actriz a las que califican de hombres transfemeninos.

De maldad está el mundo lleno, ya lo sabemos quiénes en uno u otro momento de nuestras vidas hemos transitado por la marginalidad social, económica o del pensamiento cisteheropatriarcal. Pero ahora parece que arrecia, como el coronavirus, con la llegada del frio.

Aquellas que en un principio se empeñaban en establecer una diferencia inexcusable entre transexuales y transgénero, las que parecían que sólo daban el carnet de mujer a quien se sometían a una vaginoplastia, ahora arremeten contra cualquier mujer trans; quienes parecían empeñadas en bajar las bragas para comprobar si eran mujeres o no, ahora se lanzan directamente al barro y niegan sin ningún pudor la realidad de unas mujeres, que a fin de cuentas, son las mujeres más mujeres, porque son las que más están sufriendo para que se les reconozca como tal.

Parece que no tuvieron bastante con la muerte de Cristina, de la que muchos fuimos culpables por muchas razones, y hoy lanzan sus dedos inquisitoriales por las venenos que aún siguen vivas. Dudo mucho que hayan visto la galardonada y exitosa serie o que hayan derramado una sola lágrima por el relato de la vida de una mujer que sólo buscaba el amor, que sólo aspiraba a que la quisieran. Supongo que sentirán identificadas con la mujer que encarna a la madre de la protagonista y se han reído victoriosas con los golpes que recibía una niña inocente por parte de la persona que más la debía cuidar y que fue la que más la castigó.

Quizá no sea yo la persona más adecuada para reivindicar los derechos de las mujeres trans, siendo como soy un hombre cis y gay, pero creo que ha llegado ya el momento que todas, todos y todes alcemos la voz, no ya sólo por la memoria de Cristina, si no por el presente y futuro de tantas personas trans que no tienen derecho a ser objeto de violencia por el bello hecho de ser.

Mi primer acercamiento a la realidad trans vino de mano de mi primer novio. Gracias a él conocí a una persona dulce y vulnerable que luchaba en aquel momento por su transición. Años después, durante la prolongada estancia de mi hijo en un hospital, la reconocí en una enfermera del centro: seria profesional y mujer. Aunque antes habíamos compartido casa nocturna, fiestas y alcohol, aquel día, en la puerta del ascensor, sólo nos dijimos un “hola”. Yo andaba entonces sobre una cuerda floja porque la vida de mi hijo corría peligro, pero quizá debiera haber haberme parado con ella y tomarnos un café. Ahora es tarde.

Años después, el activismo me permitió conocer a otras mujeres trans, de distintas edades y todas sellas me han enseñado, me siguen amamantando en la sabiduría de la empatía y la lucha. Nunca olvidaré el apoyo de tres mujeres trans de distintas edades, cual venenos reencarnadas sin necesidad de serie, que apoyaron sin matices una propuesta que hice para que la infancia y la adolescencia LGTBI tuvieran voz y voto dentro del colectivo. Sin duda recordaron la penosidad de sus infancias en diferentes épocas de la historia reciente de España, tal vez vinieron a sus memorias que ellas también transitaron por Adra y deambularon entre personas que violentaron la que debería ser la etapa más feliz del ser humano.  Fueron las únicas que se atrevieron a acercarse a mi en un día de derrota, quizá porque ellas ya estaban curtidas en muchos descalabros cotidianos y, aun así, seguían luchando por ellas y por sus hermanas. ¡Que admirables son! ¡Que admirables sois!

Su realidad como mujeres violentadas, vuestra realidad como mujeres en lucha, me llevó hace unos meses a participar en un concurso literario sobre mujeres LTB y el jurado tuvo a bien premiar mi texto en el que intentaba reflejar la vida de una adolescente trans y gitana:

Tengo 16 años y ya he aprendido que “ser” duele

Tengo 16 años y ha ye aprendido a no decir a mi padre que soy una chica. Su última bofetada aún me lo recuerda

Tengo 16 años y ya he aprendido a no escuchar a mi madre cuando me dice que una mujer gitana tiene que tener ovarios, que si quiero ser algo que sea maricón

Tengo 16 años y ya he aprendido que soy más mujer que todas aquellas que niegan mi identidad de género

Quizá no sea muy políticamente correcto citarse a uno mismo, pero yo, como la protagonista de mi pequeño relato, tengo 53 años y ya he aprendido que eso de ser comedido socialmente me da exactamente lo mismo. Por esa misma razón decidí pintarme de negro las uñas de negro hace unas semanas, porque “las vidas negras importan” y entre ellas están las de mi hijo. Lo curioso es que sólo dos personas parecen haberse fijado en ello. Habrán pensado que “ya está otra vez este maricón intentando llamar la atención”. La política de los gestos. Lo dicho, me es indiferente.

Y ahora vivimos con tristeza y rabia que algunas personas, utilizando el comodín un supuesto feminismo, atacan el buen hacer de Isabel Torres, Daniela Santiago y Jedet. Compañeras, hermanas, desde este humilde rincón quiero haceros llegar que no estáis solas, que cuando nos atacan a una nos atacan a todas y que somos muchas, muchos y muches los que nos hemos arrancado a jirones la vergüenza social en vuestra magnífica interpretación de la vida de Cristina.

Y si justo es el premio para estas tres actrices, es importante no dejar de señalar a cada una de las actrices secundarias y de los cameos que con los que Los Javis han dado una bofetada al escenario cinematográfico demostrando que hay suficientes actrices trans para interpretar a mujeres trans. Sólo hay que querer darles una oportunidad como ellos han hecho. Por ello no pueden olvidarse los nombres de Paca la Piraña (que se auto interpreta a sí misma y está sublime), Lola Rodriguez, Desirée Rodriguez, Sophia Lamar, Lara Martorell, Karen Hernández, Topacio Fresh, Valeria Vegas, Samantha Hudson o Carla Antonelli.

Va por vosotras, por todas vosotras, por las que salís en pantalla, por las que sois anónimas, por las que estudiáis, por las que no conseguís encontrar un trabajo, por las que habéis podido situaros donde queríais, por las que sois rechazadas por vuestras familias, por las apaleadas, por las que os prostituís, por las jóvenes, por las mayores… porque nos importaís y defendemos los derechos humanos, todas somos las actrices de La Veneno.

Los comentarios están cerrados.