La palabra mas hermosa del mundo

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar


Hay una palabra que se repite invariablemente en muchas lenguas y en muchas partes del planeta. Hay una palabra que es la primera que se articula en la infancia, una palabra que sólo necesita de la unión de labios y en la que no intervienen las cuerdas vocales porque se exhala directamente del corazón.

Hay una palabra que cuando la escuchas por primera vez el mundo se para en un big bang que te sacude las entrañas, anulando el pasado, eternizando el presente y diluyendo el futuro en una constante de felicidad.

Hay una palabra que para muchos nos estaba vedada por ser hombres que amaban a otros hombres y que sólo hace 15 años se hizo legal y pudo ser verbalizada por niños y niñas en los primeros meses de su vida.

Hay una palabra que me vino regalada y por sorpresa en un mes de febrero gracias a la acción política de un puñado de activistas LGTBI que fue escuchada por un hombre que resultó ser elpresidente del gobierno.

Hay una palabra que me viene de la boca de un niño que ya ha crecido y se acerca a la pubertad con la rabia de quien sabe que tiene el mundo por delante y la certeza de que está todo por aprender, de ser en primera persona, de consolidarse.

Hay una palabra que te dice te quiero, tengo miedo, ayúdame, ¿dónde estás?, ya me he despertado, que alegría de verte, déjame en paz, no me avergüences, cállate, dilo tú, ya te lo dije, ¿qué te pasa?…

Hay una palabra con sólo cuatro letras que durante muchos años se convierte en el único centro de tu vida, por la que ríes y sufres, por la que luchas, por la que te enfrentas a monstruos que desconocías, por la que das tu vida y derramas lágrimas acariciando una cabecita posada sobre una almohada.

Hay una palabra de la que sólo asumes su significado cuando viene directamente dirigida a ti, cuando se personaliza en tu cabeza y en tu alma, cuando dice más de ti que tu nombre y tus apellidos, tu carnet de identidad, tu ideología, tu profesión, tus gustos, tus filias y tus fobias.

Hay una palabra que cuando eres hombre y gay se convierte en una herramienta política, la más poderosa del activismo, de visibilidad permanente y que alcanza, para derribar, a las más altas almenas del machismo y la LGTBIfobia.

Hay una palabra que te abre la mente y te posibilita pisar escenarios que te estaban vedados, que te habilita en la faceta más tierna del amor y del cuidado, que destruye tu egocentrismo y desplaza el eje de la existencia hacia una pequeña criatura que aún no sabe ni hablar ni andar.

Hay una palabra que te convierte en soldado de la acción social, que te reivindica entre los tuyos, que abre fronteras donde antes había vallas de espinos y pule las armas asesinas de las concertinas de frontera ciudadana.

Hay una palabra con la que comprendes que por ser una persona adulta no eres el master del universo, que por debajo de los 18 años hay ciudadanía libre y responsable que tiene el derecho de ser escuchada y tenida en cuenta, que evidencia que el adultocentrismo de la sociedad actual es tan peligroso, o más, que la LGTBIfobia, el machismo, el racismo, la xenofobia o la aporofobia.

Hay una palabra que te obliga a inclinarte, incluso a ponerte de rodillas, para escuchar las palabras, las dudas, las demandas, las quejas de una parte importante de la sociedad que permanece aislada por considerar la minoría de edad una discapacidad que te anula.

Hay una palabra por la que se te impide la entrada en bares, restaurantes, hoteles, por la que te miran mal en trenes, en museos, en reuniones, en conferencias, en despachos.

Hay una palabra que aún no ha sido entendida por muchas, muchos y muches activistas LGTBI, que siguen mirando por encima del hombro a nuestras criaturas y a nuestras familias, a pesar de que hemos sido y somos vanguardia social y que gracias a nuestra existencia la normalidad se ha convertido en naturalidad.

Hay una palabra que cuando se pronuncia en las casas, los parques, las escuelas y las calles se convierte en la mejor herramienta para alcanzar la igualdad legal y real de las personas LGTBI. Una palabra que es la llave del futuro para una sociedad más diversa, igualitaria y democrática.

Hay una palabra con la que me despierto día a día, con la que trabajo, con la que como, con la que me siento en el sofá a ver la televisión, con la que viajo, con la que compro, con la que duermo.

Hay una palabra, la palabra más bella del mundo, que se repite en España, en Hispanoamérica, en Albania, en Alemania, en Bielorusia, en las Islas Feroes, en Grecia, en Italia, en Rusia, en Suecia, en Tailandia

Hay sola una palabra que te da vida: PAPÁ.

(Este escrito y la palabra sobre la que gira seríacompleto si la consonante “p” se alternase con la consonante “m”, pero su autor prefiere hablar en primera persona y no hurtar el espacio a sus compañeras)  

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