18D: Reivindicando el derecho a migrar

Por Alfredo Pazmiño (@alfredo_pazmino), activista LGTB, VIH positivo y migrante

#DiaInternacionalDeMigrante

Foto: Jeanne Menjoulet

Conmemoramos el Día Internacional del/de la migrante reivindicando a millones de personas en el mundo que tenemos derecho a salir de nuestros países, tomando las decisiones de hacerlo o siendo empujados por la vulneración de los derechos humanos sufridos en nuestros territorios. Según las Naciones Unidas, solo en 2017, alrededor de 258 millones de personas migraron en el mundo una cifra que duplica a la registrada a inicios de siglo.

Migrar no es tener espíritu a venturero, como nos lo dijo una ministra en la legislatura pasada, hacerlo implica un profundo proceso de toma de decisiones que muchos de nosotros hemos experimentado en primera persona, ya que hay historias de vida además de datos cuantitativos. Detrás de cada tramitación de pasaporte, de cada puesto fronterizo, de cada despedida de los nuestros, etc. hay una mochila cargada de ilusiones, sueños y, por qué no decirlo, de miedos, rechazos y formas de ver la vida de distinta manera. Las migraciones en el siglo XXI están marcando tendencia y tristemente lo seguirán haciendo empujados por los radicalismos anti-migraciones que crecen actualmente. Ante esta oleada de intolerancia migrante, resistencia.

Queremos reivindicar el papel de nuestras madres y abuelas, mujeres migrantes que desde mediados del siglo pasado llegaron a España. Fueron las mujeres las primeras que dejaron su familia, sus casas y sus vidas para venir a trabajar, generalmente, en casas y atendiendo la vida de otros. Hoy recordamos especialmente a las mujeres de origen dominicano, filipinas y ecuatorianas. Estas fueron las primeras que, con su migración, aportaron a la diversidad de la sociedad española actual, de facto, pese a que aún a las personas racializadas en España nos sigan invitando, no tan amablemente, a irnos a nuestro país, cuando el único país que conocemos es este. Ante el olvido, visibilidad.

Nos hace falta repensar las migraciones en claves de riqueza social y de diálogo intercultural que son las únicas vías de una sana y fructífera convivencia, donde especialmente nos apoyemos migrantes maricas, migrantas bolleras, trans-migrant@s y BI-migrantes, todes juntes, trabajemos unidas para generar espacios públicos y políticos de visibilidad de nuestras intersecciones. El día en el que nos pregunten de dónde somos sin que sea un interrogatorio llegando a preguntar hasta de dónde son nuestros abuelos, podríamos decir que hemos cambiado el chip.

Las sociedades hemos experimentado cambios y nos tocará habituarnos a una España con muchos colores, sabores y olores, este es el reto de las migraciones, enriquecer. Ante una España monocolor, el tecnicolor y el arcoíris.

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