La “mariconez” de José María Cano

Por Mosca de Colores (@moscadecolores)

Hace unos días saltó una polémica televisiva en torno al uso de la palabra mariconez en una canción. Según algun@s, un término homófobo que resulta ofensivo y que por lo tanto debería ser eliminado o sustituido. Para otr@s, un simple coloquialismo que no debía ser confundido con un insulto y un ejemplo más de esta corriente de corrección política que amenaza la libertad de expresión y creativa. Para nosotr@s, y ahora que todo ha pasado, una oportunidad para la reflexión.

Marica, mariquita, maricón y sus derivados son términos muy interesantes a la hora de entender como se ha ido construyendo a lo largo de los siglos el modelo de género tradicional (el llamado patriarcado) que hemos o estamos en proceso de superar.

Marica, forma familiar del nombre María, adquiere su sentido homófobo a principios del siglo XVII, uniéndose a la larga lista de términos que sirven para señalar personas y comportamientos que si bien se relacionan con lo que hoy en día llamaríamos hombres homosexuales, se construyen, ante todo, sobre la idea de lo que es o no es un hombre.

Porque antes de existir los homosexuales y en paralelo al concepto del sodomita o bujarrón, mucho más explícitos en cuanto a las preferencias sexuales, marica señalaba ante todo el afeminamiento, la falta de carácter y/o la cobardía que se presupone en el hombre que se comporta como una mujer. Es decir, actitudes y comportamientos que no son propias del ideal masculino, de lo que se supone que es un “hombre de verdad”, pero que serían esperables en una fémina sin que eso, por supuesto, pudiera suponer ningún reproche hacia ella, ya que de las mujeres, en realidad, no se esperaba gran cosa. Y cuando un varón no se comportaba de forma masculina en público no era de extrañar que tampoco lo hiciera en la cama, de ahí que la asociación entre marica y homosexualidad resulte natural y tiendan a ir de la mano. Sin embargo, marica no siempre es sinónimo de homosexual, y en esto tenía razón Ana Torroja.

Cuando en el patio del colegio te llamaban marica, no querían decir que te gustaran los chicos o que tuvieras sexo con ellos. Te estaban diciendo que no eras como los demás, como ellos. Que no eras un hombre, o peor, que eras un “no hombre”. Porque marica en ese sentido funciona como un género, una categoría social a la que nadie quiere pertenecer. Marica es el castigo y la consecuencia. Es lo que eres y lo que serás si no te atienes a las normas.

Marica es el arma de destrucción masiva del arsenal de la vigilancia de género en un proceso de construcción de la masculinidad que no acaba nunca, y en el que lo peor que puedes ser es una mujer. Porque marica, no ser hombre, en un modelo de género construido sobre la dicotomía sexual, significa parecerse o aproximarse a ser como una mujer (o mejor dicho, como nos dicen que son las mujeres), y eso, por lo que se ve, no es algo bueno.

Así, marica es mucho más que un insulto homófobo, que también, marica es la reivindicación de la superioridad masculina respecto a la mujer, o en el mejor de los casos, a un determinado modelo femenino que hasta hace poco era el único posible. Porque ser un hombre es bueno, mientras que ser, o peor, parecerse a las mujeres es malo o cuanto menos, no tan bueno.

Dicho esto, vamos con la polémica.

Por un lado dicen que mariconez (forma rimada de mariconada) es un término homófobo y es cierto. Pretender que estamos ante un concepto neutro y genérico nos parece no solo ridículo sino impropio de nuestro idioma, ya que, según la RAE, que sabe mucho de esto, hablamos de un comportamiento propio de los maricones, y maricón, por más que toda una Ministra de Justicia diga lo contrario, es una palabra despectiva que señala a los homosexuales (RAE dixit), aunque claro, siempre nos podemos agarrar a un clavo ardiendo y decir que tanto José María Cano como Dolores Delgado hablaban de ornitología, que todo puede ser, ya que marica además significa urraca.

Por otro lado, dicen que estamos ante una expresión coloquial que en este contexto no pretende insultar o denigrar a los gays ya que no hace referencia a la homosexualidad, lo que también es o puede ser cierto. Pero esto tampoco sería para sacar pecho dado que se obvia que en cualquier caso se minusvalora lo femenino respecto a lo masculino, siendo por tanto un coloquialismo machista, o si se quiere, un micro-machismo en el que se asume como insultantes y negativos los comportamientos y actitudes supuestamente femeninos, colocando a las mujeres en un plano de inferioridad frente los hombres o lo masculino.

Sea cual sea el posicionamiento, está bastante claro, por lo que hemos visto en la polémica televisiva y en las redes, que en la España del siglo XXI el término mariconez chirría, principalmente a las personas más jóvenes y también entre las hordas de hooligans que se apuntan a lo que sea. Así que por encima de lo superfluo y banal de los aspavientos y abucheos se agradece la oportunidad de tomarnos unos minutos para darnos cuenta de ello y entender que si rechina es porque estamos ante una expresión cuyo significado, siempre, lleva aparejada una imagen negativa de las mujeres, de lo femenino y de los hombres homosexuales, por lo que es conveniente tenerlo presente al utilizarla.

Ahora bien, más allá de todo ello, lo que define la corrección, incorrección y oportunidad del término es el contexto y aquí no creemos que el uso sea negativo, ya que no puedes criticar el concepto de mariconez sin utilizar la palabra mariconez. Nuestra sociedad ha cambiado o quiere cambiar y quizás lo hemos hecho en parte porque en canciones como la de “Quédate en Madrid”, lo que nos venían a contar era que hablar de mariconez era una idiotez y que decir ñoñerías, por lo menos cuando estás enamorado no te hace poco hombre, ni es algo intrínsecamente femenino ni, por lo tanto, malo.

Por otro lado, eliminar o cambiar un término, como se propuso (mariconez por estupidez), de una canción de los años 80 porque evidencia, que no defiende, una realidad que no te gusta, carece de sentido más allá del postureo de lo políticamente correcto, y además, desvirtúa incluso el mensaje positivo que en nuestra opinión, se trasluce en este verso. Porque mariconez no es lo mismo que estupidez, es mucho, mucho más.Y creemos que José María Cano era muy consciente de ello al elegir esta palabra y no otra, aunque claro, igual solo era cuestión de rima.

En cualquier caso si a alguien le molesta cantar esta canción tal como está lo mejor quizás sería elegir otra, aunque vista la hiper-sensiblería histérica de algun@s y la ola de corrección política e impostura en la que vivimos, puede resultar muy complicado encontrar un tema que no provoque que alguna persona se sienta agraviada.

Nosotr@s, para la próxima polémica de este tipo, nos atrevemos a recomendar “Strange Charm”. Una canción sobre los quarks que como mucho podrá molestar a Sheldon Cooper.

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