¿Cómo se convirtió Eurovisión en un concurso gayfriendly?

Por Andrea Puggelli (@aikkomad1), activista LGBTIQ

Foto: Krista Siegfrids besando a una de sus bailarinas en Eurovisión 2013

La pasión de la comunidad LGBT por el Festival de Eurovisión está en plena ebullición. Este certamen internacional de televisión y radio ha sido adoptado desde hace tiempo por gays, lesbianas, bisexuales y transexuales por su mensaje de unidad y paz. Drag queens, un beso lésbico y una campeona transgénero son parte de la historia oficial de Eurovisión.

«Muchos de nuestros  admiradores más dedicados al certamen y que siguen Eurovisión durante todo el año, pertenecen a la comunidad LGBT y este hecho no ha pasado desapercibido», dijo Sietse Bakker, supervisor de eventos de Eurovisión, en una entrevista. Pero el holandés dijo que la amplia base de admiradores de Eurovisión difícilmente podría definirse por su orientación sexual. «Queremos producir grandes programas de televisión que atraigan a la mayor cantidad de personas: no importa de dónde sean, sin importar si son hombres o mujeres, jóvenes o mayores, de Europa o de otros paises, blancos o negros, LGTB o heterosexuales», insistió Bakker.

Eurovisión sigue siendo un evento global, visto por más de 180 millones de personas en todo el mundo, desde Portugal hasta Azerbaiyán, e incluso Australia. Eurovisión comenzó en los años 50 y 60 con un repertorio de canciones suaves y convencionales. Sin embargo, en la década de 1970 introdujo la música disco y la excentricidad en el concurso.

El profesor Brian Singleton, que ocupa la cátedra de Drama y teatro en el Trinity College de Dublín, escribió un artículo sobre la sociología de Eurovisión para la Society of Queer Studies Journal en 2007, donde afirma que “Las diferencias que hacen que Eurovisión sea tan atractiva como el glamour, el espectáculo, etc. son las en que los hombres gay se reconocen para alejarse de las normas de la masculinidad”.

En los años 60 y 70, Eurovisión también era una ventana sobre el mundo para los europeos, todavía bastante aislados entre sí. «Las personas que crecieron en ese período, solo tenían emisoras nacionales y con Eurovisión una noche al año, se podía ver a personas de otros países y otras culturas y lo diferentes que eran». Singleton argumenta que esta oportunidad ayudó a los LGTB a aceptarse como ajenos a la norma e incluso a celebrar esa diferencia, un proceso que atraviesan muchxs también en día de hoy.

Los observadores dicen que a pesar del clima de tolerancia, Eurovisión ha salido del armario gradualmente y el cambio comenzó gracias al público. Los hombres gay ya habían estado organizando fiestas eurovisivas (donde se miraba el espectáculo) durante años, cuando los primeros clubes de aficionados de Eurovisión con vínculos LGBT, comenzaron a surgir en la década de los 80.

Para la edición celebrada en Birmingham, Inglaterra, los organizadores decidieron colocar al público al lado del escenario y frente a las cámaras. «Fue muy obvio que la audiencia estaba compuesta en su mayoría de personas LGTB, enviando asì una señal a toda Europa», afirmó Singleton.

Las cosas también estaban cambiando en el escenario. En 1997, el cantante pop islandés Paul Oscar se convirtió en el primer concursante abiertamente gay de Eurovisión, aunque no ganó. La edición posterior llevó las cosas un paso más adelante ya que la cantante transgénero israelí Dana International ganó el certamen con la canción «Diva», un éxito dance que celebra a las mujeres de la historia y de la mitología.

Al mismo tiempo de esta nueva visibilidad LGTB en Eurovisión, las instituciones políticas y legislativas europeas estaban tomando interés en la igualdad LGBT como derechos humanos. Mientras Dana International torpedeó las convenciones en la televisión, los legisladores también comenzaron a derribar las barreras para los miembros LGBT en el lugar de trabajo y el ejército, y a la apertura de uniones civiles para parejas del mismo sexo.

Desde entonces seguirían otras actuaciones memorables. En 2007, la serbia Marija Serifovic de Serbia ganó el concurso ese año con la canción Molitva. Aunque oficialmente era heterosexual (Serifovic salió del armario unos años después), ella y sus cantantes se presentaron con atuendo masculino.

Finalmente la diversidad de la comunidad LGBT se destacó con Conchita Wurst en 2014. El triunfo del cantante fue el primero para una drag queen, pero también para un hombre abiertamente gay: Tom Neuwirth, el austríaco que está detrás del personaje de Conchita.

Eurovisión prohíbe a los concursantes hacer cualquier tipo de declaración política durante las presentaciones, pero esa regla no se aplica a los discursos de la victoria, y los artistas son muy conscientes de ello. Algunos intérpretes han desafiado la prohibición, como fue el caso de la cantante finlandesa Krista Siegfrids, quien coronó su interpretación de la canción Marry Me en 2013 besando a una de sus bailarinas, y tomando claramente partido en los debates políticos europeos a favor del matrimonio gay .

Conchita Wurst eligió un enfoque más sutil. Al aceptar su premio, dijo: «Esta noche está dedicada a todxs aquellxs que creen en un futuro de paz y libertad. Tu sabes quien eres. Estamos unidos y somos imparables», dijo antes de empujar su trofeo al aire. Su declaración fue un golpe hacia sus críticos, especialmente los políticos rusos y bielorrusos, pero también transmitió el mensaje de unidad y amor que ha estado en el corazón de Eurovisión desde que comenzó.

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Colleja Cósmica

    Respuesta fácil: el rebaño LGTBI debe dar gracias al globalista Soros.

    12 mayo 2018 | 13:16

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