Por Marcos Ventura Armas (@MarcosVA91) Licenciado en Derecho y activista Gamá, Colectivo LGTB de Canarias
La proposición de Ley de Igualdad LGTBI que se tramita en el Congreso de los Diputados va a suponer sin duda un paso de gigante en el avance de las instituciones y la sociedad hacia la igualdad real de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales. Sin duda una de las mayores innovaciones de la ley es el reconocimiento del derecho a la autodeterminación del género. Las personas transexuales ya no necesitarán ningún requisito, no estarán sujetas a ninguna autoridad médica o legal, para poder ser reconocidas en su género. Lo cual supone por fin el reconocimiento de la igualdad entre las personas cisexuales, a las que nunca se les pone en duda su género, y las personas transexuales.
Otra de las innovaciones importantes de la Ley es la inclusión, como sujetos del derecho a la igualdad real y efectiva, de las personas transgénero e intersexuales, recogiendo demandas históricas de colectivos que hasta fechas recientes no han encontrado su hueco en las siglas LGTB, como la prohibición de las cirugías de reasignación de sexo a recién nacidos intersexuales.
La proposición define a las personas transgénero de una forma vaga y ambigua, pero sin duda haciendo referencia a identidades no normativas. Para mí, en mi recorrido en el activismo, transgénero ha sido el término para designar el género de las personas que no se ajustan a ninguno de los dos géneros binarios. Es decir, de forma simple, transgénero son aquellas personas que no son ni hombres ni mujeres. Lo que en algunos entornos más alternativos o menos cercanos a los colectivos LGTB tradicionales se conoce como género no binario.
Sin duda, las realidades de género no binarias son un ámbito donde aún queda mucho que conceptualizar y desarrollar desde los ámbitos académicos y activista. Pero ese trabajo pendiente no impide que las personas transgénero estemos aquí, y vivamos en este mundo que no concibe nuestra realidad. Un mundo que nos obliga a fingir que nuestro género es otro, so pena de rechazo y discriminación si no lo hacemos, si intentamos simplemente vivir conforme a nuestro género sentido, un género que no es que no puedan, sino que no quieren entender.
La proposición de Ley de Igualdad LGTBI que se debate en el Congreso sin duda será un revulsivo para nuestra situación. Nos concederá no solo una garantía de nuestro derecho a la no discriminación, sino visibilidad a la que es probablemente la más invisibilizada de las realidades de la diversidad sexual y de género.
La proposición de ley, en sus disposiciones adicionales, modifica otras leyes para garantizar la efectividad de su contenido, entre otras, las normas relativas al registro civil, para que las personas transexuales puedan cambiar su sexo registral conforme al derecho a la libre autodeterminación del género, y para permitir la inscripción registral de los bebés intersexuales. Sin embargo, esa modificación no permite la inscripción registral de las personas transgénero. Nosotras seguimos teniendo que elegir entre registrarnos como hombres o como mujeres, cosa que no somos. Lo que significa que el derecho a la libre autodeterminación del género queda limitado para las personas transgénero, en tanto en cuanto existe reconocimiento oficial de la existencia de nuestra identidad de género en la ley LGTB, pero no en el ámbito registral.
Esto, que puede tener su explicación en la falta de articulación de un auténtico activismo transgénero a nivel estatal, tiene fácil solución. La proposición de ley aún está en trámite de enmiendas. Solo es necesario que la FELGTB apoye hasta sus últimas consecuencias lógicas el derecho a la libre autodeterminación del género de las personas transgénero, a las que su propia propuesta de ley reconoce, y que algún partido (o incluso varios o todos los partidos) presenten una enmienda en este sentido.
Al alcance de la mano está reconocer plenamente la dignidad y los derechos de las personas transgénero. Ojalá no perdamos la oportunidad histórica que supone esta proposición de ley LGTB. Porque les confieso que no puedo esperar al día en que mis documentos oficiales dejen de tratarme como hombre y me traten como realmente soy: una persona transgénero orgullosa de serlo.