¿Cuánto catolicismo puede permitirse Italia?

Por Andrea Puggelli (@aikkomad) activista italiano LGBTQI

Foto de Stefano Bianchi de la manifestación del pasado 23 de enero en Florencia (vía Facebook)

Foto de Stefano Bianchi de la manifestación del pasado 23 de enero en Florencia (vía Facebook)

Escribo esta entrada después de asistir a la convocatoria de «Es Hora de ser civiles: despierta Italia«, la manifestación en apoyo a la ley sobre las uniones civiles en Italia. Escribo esta entrada, también después de escuchar las palabras del Papa sobre este tema: «no puede haber confusión entre la familia querida por Dios y cualquier otro tipo de unión «.

La manifestación ha tenido un éxito rotundo al que han asistido más de un millón de personas en las 100 plazas italianas donde ha tenido lugar. Le he dado muchas vueltas a cuáles son los motivos que, por su parte, harán que miles de personas se manifiesten el próximo día 30 contra las uniones civiles. Los argumentos utilizados por los políticos católicos para boicotear la aprobación del proyecto de ley sobre las uniones civiles, y en particular las medidas dedicadas a las parejas homosexuales, son un catálogo de sin sentidos, de estupideces.

La mayor parte son los ataques se dirigen contra de la adopción por parte de la pareja del hijo/a del otro miembro de la relación de pareja. En el debate público se nombra a este hecho en inglés: stepchild adoption, que literalmente significa «la adopción del hijastro.» Es importante señalar que el legislador italiano ya había previsto esta posibilidad en 1983 sólo para las parejas casadas. Sin embargo, fue gracias a los tribunales cuando la adopción del hijastro fue admitida, para las parejas heterosexuales a partir del 2007 y en 2014 para las homosexuales.

De aprobarse el proyecto de ley no se lograría, por tanto, nada de revolucionario. Más bien se estaría evitando que Italia parezca el país hostil que, de manera sistemática, se opone a la protección de los derechos civiles, y en general, a todo lo que no está aprobado por la jerarquía eclesiástica.

Para impedir la adopción del hijastro se dicen cosas tales como que «todo niño debe tener un padre y una madre» (Alfano, Ministro de los Interiores), o que si no se hace «se conduce directamente a fomentar la práctica del vientre en alquiler»(Binetti,  ex senadora católica del Partido Democrata). Es de sobra sabido, en base a la experiencia demostrada, que las niñas y niños necesitan un ambiente familiar de calidad, independientemente de la cantidad y del género de los padres.

También hay ataques contra la posibilidad de que uno de los miembros de la pareja homosexual pueda obtener parte de la pensión del cónyuge fallecido tan y como sucede para las parejas heterosexuales. La posición de los que la rechazan es esta medida pueda convertirse tan onerosa que, tarde o temprano, será «inevitable su supresión» (Adinolfi, ex diputado del Partido Democrata y miembro de Manif pour Tous). Lo más llamativo de esta medida es que ya existe para los diputados y los senadores LGTB: de facto ya se han creado ciudadanos de primera y de segunda.

Y luego están las barricadas levantadas por algunos diputados demócratas que dicen que el proyecto de ley tiene, en algunas partes, las disposiciones necesarias para que se pueda regular el matrimonio, algo que podría provocar una confusión peligrosa. Aquellos que quieren reservar el término familia a lo que la jerarquía católica considera como tal, han optado por un término intermedio que ofende a la familia homosexual llamándola “formación social específica», ni siquiera unión civil.

Podría ser esta la oportunidad de alinearse a los numerosos países que ya han reconocido el matrimonio igualitario, entre las que incluyen Estados Unidos, Francia, Reino Unido,  España, Argentina.., de reconocer el matrimonio entre dos personas del mismo sexo., lo que -el entonces cardenal Bergoglio- llamó «un intento destructivo del propósito de Dios».

Toda esta presión podría provocar que se volviera a dar un paso a la baja como ya ha sucedido con anteriores proyectos que luego nunca se han aprobados: los PACS (Pactos de Solidaridad Civil), los Didore (Derechos y Deberes de la recíproca cohabitación) o los DICO (Derechos y Obligaciones de las personas convivientes).

En cambio, es la oportunidad de ver cómo el catolicismo puede llegar a ser incompatible con la democracia. Los argumentos que utilizan para sabotear el proyecto de ley, en realidad, tienen como único motivo obedecer a la jerarquía de la iglesia como un imperativo categórico, asumiendo funciones de policía del Vaticano, siempre mostrándose como guardianes del  dogma católico.

De este manera, se estaría negando la modernidad y se volverá al fascismo que consideraba la familia como la célula más importante del Estado, la primera herramienta de políticas de población, centrándose en la idea de que el aumento la población podría alimentar la grandeza económica y política de la nación. Esta es la base de la afirmación de que la familia está destinada solamente a la procreación.

Y a esto hay que sumarle el alto nivel de homofobia que existe en nuestro país. Algo que se debe a varios factores, que en mi opinión son:

  1. el analfabetismo cultural de la sociedad en la que vivimos;
  1. la complicidad de los medios de comunicación, que montan el proceso de desinformación hacia todo lo LGTB;
  1. la política, que en lugar de proteger a las minorías expuestas a la discriminación y la violencia, vacila y reduce todo a laissez faire.

Veremos cuáles son los motivos que exhíben contra la diversidad familiar los manifestantes del día 30.

4 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Doraemon

    Creo que confundes conceptos, no sé si interesadamente para apoyar tu artículo, o por puro desconocimiento; pero si es por desconocimiento no te puedes sustentar luego en: «el analfabetismo cultural de la sociedad en la que vivimos», puesto que tu mismo das señales de algo parecido.

    Cuando haces referencia a: «es la oportunidad de ver cómo el catolicismo puede llegar a ser incompatible con la democracia» en referencia a la votación de una ley, hay que recordarte que la democracia significa que las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes.
    No que estas seas juntas, injunstas, engloben a todos o no…

    Por lo tanto eres el primero en mostrar un cierto analfabetismo cultural y político en el uso de conceptos.
    Cosa que señalas en el resto de la sociedad

    Usa mejor Estado de derecho, de igualdad… etc, pero creo que con el uso del argumento de la democracia estas patinando un poco.

    Quizas deberías repasarte conceptos como la tiranía de la mayoría, de como regímenes totalitarios han llegado al poder legítimamente a través de la democracia… etc.

    25 enero 2016 | 10:45

  2. Dice ser lolo

    Al menos, los católicos no tiran al vacío a los gays, como hacen en otras religiones a las que tanto defiende la izquierda española…..

    25 enero 2016 | 10:46

  3. Dice ser juan

    La democracia se basa en la eleccion de las mayorias; que pueda existir dialogo para incluir ciertas ideas minoritarias no da derecho a las mismas a imponerse.
    Italia ha sido el centro del catolicismo casi desde el incio de esta religion, asi que no te extrañe que en italia haya gran cantidad de gente mantenga ideas catolicas en algunos temas creando con ello una posible mayoria.

    No termino de entender el final de parrafo » Es de sobra sabido, en base a la experiencia demostrada, que las niñas y niños necesitan un ambiente familiar de calidad, independientemente de la cantidad y del género de los padres.» Cuando se ha demostrado quela falta de uno de los dos generos en la tutela suele generar carencias afectivas e inseguridades en el niño.
    Al final lo que se intenta imponer bajo la idea del respeto es la ideologia de las minorias, cuando al fin y al cabo son eso, minorias.

    25 enero 2016 | 11:57

  4. Dice ser Antonio

    La sociedad se puede permitir todos los católicos que deseen serlo y vivirlo. Al menos todas las sociedades democráticas, porque en los países musulmanes, ser cristiano, sea católico o no, es un riesgo. La pregunta debería ser: ¿cuánto gays están dispuestos a integrarse en una sociedad plural sin tener que estar dando el cante a cada instante? Porque el Islam que viene no los tolera, los mata. ¿Cuánto Islam está dispuesto a admitir la sociedad democrática? Creo que esta última pregunta es más sensata, porque aunque la Iglesia Católica no aprueba las prácticas de los gays, no los rechaza, ni los tira por los balcones, ni los mete en la cárcel. Los derechos y deberes los marcan las leyes, no los católicos, por eso podemos permitirnos los católicos que hagan falta. Reflexiona sobre las otras preguntas y pasa de lo políticamente correcto y pregúntate por conductas que ya se están dando de rechazo de la población musulmana hacia otras opciones, incluso en nuestra sociedad democrática. Estáis equivocando el enfoque: el problema no es el catolicismo, sino el Islam.

    25 enero 2016 | 12:13

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