¿A dónde van los perdigones de plomo que disparan los cazadores y no matan un ser vivo?
Al suelo y al agua, donde contaminan gravemente los suelos y los acuíferos naturales, pero también a las mollejas de muchas aves, que los confunden con piedrecitas e ingieren involuntariamente. Es la razón de que todas las aves silvestres estén afectadas de plumbismo, una enfermedad provocada por la ingestión del plomo de las municiones de caza, según revela un reciente estudio encargado por SEO/BirdLife al Instituto de Recursos Cinegéticos y el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua.
El trabajo confirma el impacto que tiene el uso del plomo sobre la biodiversidad, así como su daño potencial sobre la salud humana. Se estima que anualmente, unas veinte mil toneladas de plomo son disparadas y abandonadas en el campo por los cazadores de la Unión Europea.
Tienes más detalles a continuación. Y también puedes escuchar resumida la noticia en el podcast de mi sección radiofónica ‘El vuelo de la Alondra’ de RNE.