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Un maestro valenciano se rebela contra las excursiones escolares a delfinarios

Delfines mulares haciendo cabriolas en un delfinario. Foto: Pixabay

¿Qué tiene de educativo un zoológico? ¿Qué puede aprender un niño o niña en un delfinario donde pobres cetáceos encarcelados hacen cabriolas en una piscina a cambio de un pescado? ¿Qué pedagogía tiene hacer creer al alumnado que los delfines ríen, los leones marinos aplauden y todos esos pobres animales dan besitos enamorados a sus cuidadores?

Menos mal que algunos educadores están empezando a negarse. Como el maestro valenciano Jaime Mora. Movido por sus deseos de luchar contra esta costumbre tan injustificable, ha lanzado un vídeo con el que pretende poner fin a las excursiones escolares a delfinarios. En su campaña cuenta el apoyo de las ONGs World Animal ProtectionOcéanos de Vida Libre y FAADA y de la activista Jenny Rodríguez.

Ni es cultura ni educación

Zoológicos, acuarios y otros centros donde se explota comercialmente a animales siguen siendo los destinos estrella de los colegios a la hora de organizar excursiones. A pesar de que la ley establece que el sistema educativo debe orientarse a la adquisición de valores que propicien el respeto hacia los seres vivos y los derechos de los animales, y fija como uno de los saberes básicos la prevención del maltrato animal, los centros que explotan a animales en espectáculos siguen acogiendo cada año miles de escolares cuyos padres pagan las entradas de tan tristes lugares.

Como reconoce el maestro Jaime Mora, en el desempeño de su profesión se ha encontrado muchas veces con el desconocimiento por parte de la comunidad educativa de la realidad que hay detrás de un espectáculo de delfines. Con la ayuda de expertos y científicos, pretende ahora demostrar con este vídeo «que organizar excursiones a un delfinario es una experiencia profundamente antieducativa”. Como alternativa, propone promover excursiones a entornos naturales, pues en su opinión son el método educativo más adecuado que una escuela puede ofrecer, «una oportunidad única para que los niños conquisten aprendizajes imposibles de alcanzar con un libro o un ordenador».

“Desde un punto de vista científico, hoy en día los delfinarios no se pueden justificar. Los cetáceos en cautividad sufren”, explican los expertos en el vídeo. “Los delfines necesitan de grandes espacios para desempeñar sus necesidades básicas, un delfinario es una cárcel de por vida”. “Son animales muy sociales e inteligentes, cuyas necesidades los hacen inadaptables al cautiverio”, añaden.

Un modelo arcaico y escasamente pedagógico

En opinión de Jenny Rodríguez, activista pro bienestar animal e influencer conocida como @soyvegana_Jenny en redes sociales, “los delfinarios ofrecen una actividad de ocio arcaica que contribuye a perpetuar la idea de que los animales están para nuestro uso y entretenimiento, que su bienestar es secundario y que lo que importa es que están ahí para nosotros, para que los utilicemos”.

Lejos de ir a menos, las visitas escolares a delfinarios no paran de aumentar. Por ejemplo, en 2023, 128 000 escolares visitaron el Oceanogràfic de Valencia, lo que supone cerca de un 7% del total de visitas que recibió el acuario, según datos publicados por la propia empresa.

“Los delfinarios utilizan argumentos engañosos al presentar los espectáculos como una actividad educativa. Pero la realidad es que los delfines sufren encerrados en pequeñas piscinas, obligados a actuar en espectáculos diarios. Es imposible enseñar a amar y a respetar a los animales al mismo tiempo que se les explota”, añade Oreto Briz, responsable de comunicación de World Animal Protection.

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