Federico, un gato muy especial

Por Nieves Gascón, (@nigasniluznina), la cuentista de nuestro refugio

           

El pasado mes de mayo leí una noticia sorprendente: hay más mascotas en los hogares españoles que niños, niñas y niñes menores de quince años. Es un dato asociado a la soledad que endémicamente sufren muchas personas que viven en nuestras grandes ciudades. No me hubiera sorprendido si fuera una realidad de otro país como Reino Unido, de donde tradicionalmente conocemos o deducimos su gusto por las mascotas. No hace falta que lleguemos a un extremo dramático para valorar lo positivo que los animales aportan a nuestras vidas.

No sé si ya conocen o he mencionado en algún que otro post a Olivia, mi gata cartuja de 8 años. Es de color gris con un atusado pelaje elegante y gran parecido a Olivia Newton John, bajo la opinión de mis hijas, quienes escogieron su nombre. Más que por ser gris y recordarme a la protagonista de la película Grease, me gusta evocar a la pareja de Popeye, personaje clásico y mítico de relatos infantiles. Cada una a lo suyo, como tiene que ser y por la evidente diferencia generacional.

Volviendo a los beneficios terapéuticos de las mascotas, he de decir que como la mayoría de las y los felinos, Olivia es una gata curiosa a la que le gusta todo, incluidas las policromáticas ilustraciones de los cuentos infantiles que le hipnotizan, mis libros sobre los que echa sus cabezaditas, el ratón del ordenador al que persigue con las patas en pantalla para atraparlo, y los documentales de animales de la 2 de Televisión Española. Además nos habla en su lenguaje gatuno, nos recuerda que su bol de agua o comida están vacíos y nos demanda atención y afecto cuando ella quiere, porque es independiente que no antipática, y además resulta ser casi más cariñosa que mis hijas adolescentes.

Desde esta apreciación del positivo valor de la convivencia con animales, pero mucho más interesante y original, se inspira la historia del relato infantil Federico y sus familias, escrito por Mili Hernández y dibujado por Gómez, recién editado por Nube OCHO, en castellano o inglés, de la colección Nube de cartón. La diferencia es que Federico es mucho más libre que Olivia, ya que convive con varias familias que nos va presentando a lo largo del transcurso de la historia. Federico es un gato especial, azul y blanco, de enormes ojos y cálida mirada. Vive en una ciudad y pasa ratos de convivencia con Ana, su hermano Nacho y sus dos mamás, con Virginia, Eli, Henar, su papá y mamá, con Sara y su papá, con la beba Paula y sus dos papás, con Tadeo, su abuelo y abuela, y con Nico y su madre. Todas sus familias forman cálidos espacios de cuidado y diversidad. Todas son entornos favorables y modelos de bienestar y educación para sus niños, niñas y niñes. Familias homoparentales, mixtas, monomarentales, monoparentales, intergeneracionales, de acogida, adopción u otras formas tan válidas para la provisión de atención a las necesidades de sus integrantes. Este es el mensaje de armonía, afecto y convivencia que Federico nos traslada en su historia cotidiana, en su ir y venir de gato libre por las azoteas, tejados y ventanas de nuestra ciudad, y en sus diversos e enriquecedores hogares.

Esta publicación es recomendable a partir de dos años edad y para la etapa escolar de Educación Infantil. Su formato cuadrado de portadas y páginas duras de ancho grosor, lo convierte en un libro de adecuado y sencillo manejo para la psicomotricidad de estas tempranas edades. Además sus ilustraciones coloridas, de figuras grandes, sencillas y de expresiones amables, facilitan la comprensión y disfrute de cada imagen como un relato en sí mismo y de cada escena familiar.

Una vez más damos las gracias a Nube Ocho por facilitar sus títulos a nuestro espacio y en este caso además, con la ilusión de compartir un relato de Mili Hernández, quien nos ha ayudado en este espacio con sus recomendaciones, cuando hemos necesitado de su orientación. También les agradecemos su trabajo de apoyo y promoción de la literatura infantil LGTBI+ y por su defensa de una sociedad más justa, libre y diversa.

Para finalizar les animo a que compartan y disfruten en familia este precioso relato, que casi seguro, también seducirá a mi curiosa gata Olivia.

¡Hasta pronto!

 

 

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