Por Carolina Laferre (@TSM_es), de Trans·socialmedia – Identidades 3.0
El cine de los últimos años nos está dando importantes referentes para que, probablemente, nos demos cuenta de que hay demasiada gente que pasa o ha pasado por una historia similar a la nuestra. El organismo industrial de China cuenta, desde hace tiempo, con un conjunto de directrices que prohíben la representación de contenido vulgar y “poco patriótico”, para la imagen del país.
Entre otras reglas, las pautas prohíben explícitamente la descripción de la homosexualidad o transexualidad, incluyéndolas en la categoría de «comportamiento sexual anormal» junto con el incesto y la violencia sexual. Otros contenidos prohibidos incluyen escenas de besos prolongadas o las explícitamente provocativas. También la difamación de héroes nacionales. El contenido inaceptable debe cortarse/editarse antes de que se proyecten, emitan o divulguen en cualquier espacio soporte, según estas pautas.
Conforme se indica en el sitio web oficial de la Asociación de Servicios de Red de China, estas reglas también se aplicarán a contenidos audiovisuales originales online, incluidas series web, cortometrajes, dibujos animados y documentales. Entre ellos se encuentran gigantes de medios y plataformas de vídeo como Tencent, Sohu y Youku, así como sitios web de medios estatales como la agencia de noticias Xinhua y el periódico Party People’s.
Obviamente, desde que el gobierno chino se dio cuenta de lo poderoso que puede ser internet, quieren administrarlo más que nunca, ya que los grupos LGBT se han vuelto más visibles en los últimos años, en gran parte, debido a un uso “astuto” de la 2.0 por parte del colectivo, encontrando apoyo en los grupos de chat y a través de aplicaciones de dispositivos móviles. Internet ha permitido una defensa comunitaria más sofisticada y representaciones más positivas al respecto.
Sin embargo, la censura es un problema persistente. Lo gay y lo transgénero es un tabú en pleno siglo XXI. De hecho, en las poblaciones del campo (aldeas) y las ciudades pequeñas, ni tan siquiera saben lo que es ser gay o mucho menos transgénero, es más, es algo que no cabe en sus cabezas; es absolutamente imposible que existan personas así. Y si se le pregunta a alguien sobre ello, o no contestan o lo atribuyen a n “mal hábito” importado de Occidente y no como algo propio de su cultura. El mismo entorno familiar no lo admite… y punto.
En el mejor de los casos y por “honor” a la familia, hay quienes se someten de forma voluntaria a las terapias de reparación o conversión. En otros casos, es la propia familia o cualquier vecino, quienes identifican y delatan para que reciban este tratamiento. La presión social impone en el país, y hay que tener en cuenta, el peso de la influencia patriarcal a la que China se ha visto sometida durante siglos, sin cambiar ni un ápice su estructura. Hablar de homosexualidad en China es atender al prejuicio tradicional y, aunque en las grandes ciudades sí existe una cultura gay underground, la juventud LGTB no está protegida y se esconde para no sentir la discriminación. Existe un subterfugio que se alimenta de locales específicos de gays, lesbianas y transexuales. Los transformistas y algunas drags amateurs, son realmente mujeres transgénero.
Un dato: una inmensa mayoría de la población homosexual de China está casada con mujeres heterosexuales. La mayoría de ellas, desconocen la verdadera orientación sexual de sus maridos.
La mayoría de las películas y documentales de temática LGB no llegan a ver la luz por falta de financiación y una pésima distribución. La Cultura LGTB no se refleja, no se ve en las calles como puede ocurrir en otros países del mundo. No se le da ni espacio ni difusión.
Por si aún no os habéis dado cuenta, el motivo de esta entrada es un cortometraje transgénero y aún no hemos hablado de transexualidad. En efecto, si le habéis dado una vuelta, habréis podido dilucidar que la TRANSEXUALIDAD es INVISIBLE en China; NO EXISTE. Se considera como el resultado de una depresión severa y no como una identidad asumida, genética o innata. De hecho, las mujeres transgénero y transexuales no constan en ningún informe estadístico de cualquier índole, no se las reconoce derechos y libertades y el miedo existe por falta de apoyo social. No se muestran en las calles y el empoderamiento trans, obviamente, es imposible en estos momentos.
“Ciruela de agua dulce”, es un cortometraje que ha recibido casi una treintena de primeros premios en algunos de los mejores festivales de cine alrededor del mundo, incluidos clasificadores para Premios Oscar, exhibiéndose en más de 180 festivales internacionales, estrenada en 40 países y seleccionada en otros 120, certámenes tanto generalistas como de los propios circuitos de temática LGTB.
Este cortometraje se convirtió desde el principio en una producción clandestina en China (en el sentido de que, evidentemente, no contó con el apoyo oficial) y fue rodada en su totalidad con intérpretes aficionados, puesto que nadie profesional se atrevió a retratarse en un film de carácter LGTB, especialmente por las tremendas repercusiones a corto plazo a las que los actores y actrices podían someterse en sus carreras artísticas. Anecdóticamente, el actor protagonista ha sido distinguido con tres premios a la mejor interpretación. El proyecto salió adelante gracias a una pequeña campaña de crowdfunding, aportaciones de familiares y a la productora Almost Red, con la asociación de Arkadín Ediciones, librería online dedicada al séptimo arte que también produce y colabora en proyectos de cine independiente.
Una vez que se completó la producción, el cortometraje de Roberto Fernandez Canuto y Xiaoxi Xu se enfrentó a varios desafíos antes de que pudiera ser vista por el público. No puede decirse que se trata de un guión feliz, ni mucho menos, pero a su vez, es conmovedora, tierna… hermosa. Hay un «encuadre meticuloso” permanente en cada segundo de cinta, a lo largo de los 20 minutos de metraje. El tema transgénero, tratado con una escrupulosidad y respeto que finalmente transmite.
Ciruela de agua dulce refleja, sin duda, las conexiones entre la vida y la muerte en todas sus manifestaciones; la soledad, los pensamientos sobre la historia familiar, los recuerdos, la orientación sexual y, por supuesto, la identidad de género.
Un corto de ficción monumental, que documenta la falta de cambios y desarrollos en la cultura transgénero que han tenido lugar en China en las últimas décadas, donde contemplar la unión de parejas del mismo sexo aún es un acto imposible. A diferencia de cualquier otro, este film explora los hitos históricos y los continuos esfuerzos de defensa de la comunidad LGBT china. Y es que, una historia corriente, puede ocultar realidades más complejas y oscuras. El corto examina cómo las actitudes cambiantes, los medios y la educación, son capaces de transformar o no, el sentido de la cultura de los derechos humanos a nivel mundial. Pasar de ser un tabú indescriptible, a una identidad social aceptada.