Los doce diputados de la vergüenza no borrarán el arcoíris

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

Foto: David Goehring

Han sido 395.088 las andaluzas y los andaluces que han decidido que mi familia no debe tener los mismos derechos que las suyas, que mi marido y mi hijo son ciudadanos de segunda, que hay que empezar a recortar dignidad por los cuatro costados, a sangre viva.

Han sido 395.088  votantes que estiman que esas entelequias de la educación afectivo sexual y familiar en los centros de educativos andaluces son la más vil expresión de la ideología de género y que debe ser extirpada de las aulas.

Han sido 395.088 de mis conciudadanos los que han llevado al Parlamento de Andalucía, cogidos de la mano, a 12 personas pertenecientes a VOX, que consideran que lo nuestro, lo de las personas LGTBI, no debe ser respetado, que no son derechos humanos.

Han sido 395.088 personas que abogan porque en el Estado se cree un Ministerio de la Familia, en singular, para que proteja a la familia natural del resto de uniones que no deben ni pueden tener la misma protección jurídica. La familia natural es la integrada por un hombre y una mujer con hijos, las demás no merecen ni siquiera ese nombre.

Y han decidido mucho más. No solo trasladarán la LGTBIfobia al Hospital de las Cinco Llagas, sino el machismo institucional, el racismo y el odio a las personas migrantes.

Es desconsolador acostarte en una sociedad en la que te sientes protegido por ser integrante de una familia homoparental y te levantes con la sorpresa de que el 11% de tu familia, de tus vecinos, de tus compañeros de trabajo, de los padres y madres del colegio de tu hijo quieren recluirte bajo los barrotes de la indignidad y del ostracismo social y legal.

Miro los ojos de mi bello hijo, aun dormido, apoyando sus rizos en la suave almohada, y soy consciente de que no puedo ofrecerle un futuro seguro. Siento que el país que hemos construido con tanto esfuerzo comienza a tambalearse, que ya está articulada en una institución democrática la indecencia que no respeta los derechos humanos.

Observo su acompasada respiración y tiemblo porque su padre y yo ya no seamos capaces de ahuyentar los monstruos de sus sueños, porque cabe la posibilidad de que un día abra sus negros ojos y esas pesadillas se hayan convertido en realidad.

Siento vergüenza de esta Andalucía que nos ha traído el 2 de diciembre, siento vergüenza de quienes se han dejado llevar por los cantos de sirena del fascismo populista, siento vergüenza por los partidos políticos democráticos que reían de satisfacción al conocer los resultados electorales, siento vergüenza de los líderes políticos andaluces que dejan entrever que se apoyaran en la muleta de la extrema derecha para alcanzar sus anhelos de poder.

Los huesos nunca encontrados de Federico García Lorca deben estar removiéndose en la fosa donde fueron tirados por los fascistas de ayer, al ver como de nuevo en su tierra la extrema derecha de hoy quiere iniciar la reconquista desde Andalucía. Quisiera que el poeta y mi hijo pudieran seguir descansado en paz:

Pero sigue durmiendo, vida mía.

Oye mi sangre rota en los violines.

¡Mira que nos acechan todavía!

 A esos centenares de miles de andaluces que han votado a VOX, no sé si por hastío de la clase política o por convencimiento ideológico, les pido que no me miren, que no he hablen; han perdido lo esencial de la humanidad, han perdido la dignidad.

Hace unos días decía yo a una de mis mejores maestras que mi hijo me hizo libre, que su llegada me hizo tomar conciencia de la necesidad de mi visibilidad y me lanzó directo al activismo LGTBI. Y esa libertad que me dio un niño de 6 meses no voy a dejármela arrebatar ni por 395.088 personas, ni por 3 millones, ni por 3.000.

Que sepan esas andaluzas y andaluces, que sepan sus 12 representantes del odio, que me tendrán de frente, a pecho descubierto, defendiendo mi  dignidad de hombre gay, de padre y de marido. Y no estaré solo. Junto a mi estarán las otras madres y padres LGTB que no van a renunciar nunca a sus derechos, junto a mi estarán las lesbianas, gais, bisexuales y trans que nunca van a abrir el armario para adentrarse en su oscuridad, junto a mi deberán estar la entidades LGTB que defienden sus derechos, junto a mi deberán estar las personas heterosexuales que creen en la libertad, junto a mi deberán estar los partidos políticos que de verdad sientan que la democracia es su modo de vida…

Y aquellos que les aplaudan, aquellos que les consientan, aquellos que utilicen sus votos para llegar al poder estarán marcados por el odio y por el totalitarismo. No todo vale, no, señoras y señores míos, si utilizáis esos casi 400.000 votos para alcanzar la presidencia de la Junta de Andalucía vuestra trayectoria democrática y de defensa de los derechos humanos caerá como un alud y seréis sepultados en su inmundicia.

Es el momento de crear un cordón democrático y dejar aislados a quienes vienen del lado oscuro de la sociedad. Es el momento ahora, ahora mismo, sin más dilaciones, de que la ciudadanía, el asociacionismo, el feminismo, el activismo LGTBI y los partidos políticos unan sus voces contra el totalitarismo.

Dentro de unos días los 12 diputados de la vergüenza sentarán sus posaderas en el Parlamento Andaluz, no permitamos que su ideología nos contamine más. O lo hacemos a la vez todas y todos o perderemos por segunda vez en 100 años la alegría de vivir.

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