El Obispo queer

Por Marcos Ventura Armas (@MarcosVA91) activista de Gamá, Colectivo LGTB de Canarias

Foto: Iglesia de Valladolid

Hace unos días saltaba la noticia, con su consiguiente escándalo: el portavoz de la Conferencia Episcopal, el Obispo Argüelles, consideraba que los hombres homosexuales no eran completamente varones. La Conferencia Episcopal, por boca de su portavoz, reivindicaba el derecho a seleccionar a candidatos al sacerdocio “enteramente varones y por tanto, heterosexuales”.

Como ante cualquier noticia, seguro que ante esta hubo varias reacciones diferentes. Mucha gente pensaría que es otra muestra más de la homofobia que destila habitualmente la Iglesia Católica. Algunos con un trasfondo más apegado a esta emergente cuarta ola feminista quizás se preguntarían qué más daba ser “enteramente varón” y si eso era algo que debiera preocuparles. Mi primera reacción sin embargo (yo soy más de buscarle los tres pies al gato) fue preguntarme qué relevancia tienen tus preferencias sexuales cuando juras permanecer célibe para siempre.

Y mi segunda reacción fue pensar que aquella declaración no tenía ningún sentido. Ni pies ni cabeza. Hasta que caí en la cuenta… ¡Era un mensaje en clave! El Obispo estaba, claramente, citando a una gran precursora de la teoría queer, Monique Wittig, de cuya obra El pensamiento heterosexual destacamos el siguiente apotegma: “las lesbianas no son mujeres”. En esta sentencia se concentra el complejo pensamiento de Wittig, que analiza toda la realidad humana como social y culturalmente construida, y que defiende que la heterosexualidad no es una condición humana, sino un régimen político. Régimen político al que las lesbianas no son funcionales y en el que, por tanto, no cumplen el papel que les corresponde a las mujeres. Con una frase que parecía ser una completa absurdez “enteramente varones y por tanto, heterosexuales” el Obispo Argüelles nos estaba diciendo, cifrado para que solo lo pudiera pillar quien hubiese estudiado algo de teoría queer, que él es un completo experto en la materia.

Pero, ¿por qué haría esto el portavoz de la Conferencia Episcopal? ¿Cuál era su interés en que lo identificáramos como un gran conocedor de la teoría queer? La respuesta está en su misma declaración. “Se ha elevado a categoría jurídica un sentimiento a la hora de cambiar de sexo y de ir al Registro y decir ahora yo no me llamo Antonio sino Mari Pili”. Lo dijo con un toque despectivo, para que sus compañeros de profesión no sospecharan. Pero con esto, el Obispo nos deja claro que entiende las reivindicaciones de las personas trans. El Obispo Argüelles nos está diciendo que él es un hombre que vive en el Siglo XXI, aunque pertenezca a una institución medieval, y que por tanto entiende que el género no se define por la anatomía, sino que es el sentimiento de pertenencia a un género el que define nuestra identidad. El Obispo nos está diciendo que entiende el derecho a la autodeterminación del género.

Está claro, ¿o es que no lo ven? ¡El Obispo Argüelles es un infiltrado! Está dentro de la Conferencia Episcopal para evitar que la Iglesia Católica siga siendo el gran baluarte de la LGTBfobia de este país. Y nos manda mensajes encriptados para que sepamos que está con nosotras, para pedirnos ayuda para luchar contra los prejuicios y la ignorancia que reinan en su organización. Por mi parte no puedo ayudarle, mi batalla no pasa por reformar ninguna religión, sino por conseguir que nadie tenga que seguir creyendo en seres mágicos ni cuentos de hadas. Pero no te preocupes compañero, estoy seguro de que alguien más ha captado tus mensajes y ya están organizándote una red de apoyo. Si algo sabemos hacer en el colectivo LGTB es infiltrarnos allí donde menos nos quieren y enseñarle a la gente a respetar la diversidad, cambiando el mundo desde todos sus rincones.

O ¿quién sabe? No tengo la verdad absoluta (¿he dicho ya que no creo en las religiones?), quizás he malinterpretado una casualidad y simplemente es otra muestra de la ignorancia, homofobia y transfobia que destila la Iglesia. Les toca a ustedes, queridas lectoras, decidir.

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