Joana, mami transgénero y persona no binaria

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

Foto: Dan Zen

Este no pretende quiere ser un artículo de vivencias ni de sapiencias, solo de personas. Después de casi dos años de colaboraciones en este espacio de libertad y diversidad, me enfrento a una página en blanco con muchas sensaciones y pocas líneas argumentales. Quisiera narrar en primera persona, sin que ello supusiera un ejercicio nefasto de pedantería y de ego, de esos egos que nos hacen transitar desde al activismo LGTBI hasta el ridículo más espantoso. Y me refiero a mí, a quien firma, no a las personas a quien quiero presentar.

Todo comenzó en diciembre del pasado año. Tras una intervención sobre diversidad familiar que tuve la ocasión de defender en Madrid. Saltó del auditorio una voz desautorizando lo que había expuesto: era Raúl Baratas, persona no binaria, de quien ya os he escrito en este espacio anteriormente. Era pura reivindicación y era verdad.

En los primeros meses de este año me ofrecí la posibilidad de conocer a Pau Eloy-García, persona tras no binaria y bisexual, en unas jornadas de formación ante la realidad LGTBI que el Ayuntamiento de Málaga dirigió a sus empleadas y empleados. Pau intervino en una ponencia y lo importante no es qué dijo, que también, sino cómo lo dijo.

Paralelamente en el tiempo, el activismo lgtb en la ciudad en la que resido me ha venido regalando algunas conversaciones con Lipe de Lima, persona trans no binaria: sin personalismos, sin estridencias, sólo con la sensatez pausada de reclamar simplemente que se le reconozca como se sabe y se siente.

Y recientemente, en las pasadas Jornadas de Familias LGTBI organizadas por la FELGBT, cayó como una nube la presencia de Joana, mami transgénero y persona no binaria. ¿Habéis experimentado alguna vez esa sensación de que todo está bien, de que hay paz más allá de la realidad cotidiana? Así es Joana.

Tengo que confesar que mi militancia en el activismo es muy, muy corta, apenas tres años de aprendizaje y algunos hechos consumados (Activismo impulsado por la existencia de mi hijo y hecho posible por la paciencia y el saber aguantar de mi marido).

En estos años he conocido a todo tipo de personas en el proceloso mar del activismo, son tan excelsas o viles como el resto de la población, reproducimos los mismos patrones de conducta y tenemos las mismas herencias culturales. Salvo una cuestión: ofrecer su tiempo, su espacio y su dinero a una causa justa de igualdad a través de la diversidad.

Las caras y las cruces están también situadas en el seno de mi colectivo, el de las personas LGTBI. Somos lesbianas, gais, bisexuales, personas trans y personas no binarias de esa raza que es la humana, que tanto bueno y tanto malo han sido capaz de demostrar a lo largo del tiempo.

Pero volviendo a Raúl, a Pau, a Lipe, a Joana… quizá he tenido la suerte de encontrar a los mejores, quizá no tiene nada que ver con su condición de personas trans, de ser y sentirse no binarias… o sí.

En estos ejemplos de la especie homo sapiens he encontrado paz (y esto lo está escribiendo una persona alejada e incluso enfrentada con misticismos y espiritualidades). He encontrado miradas limpias, he encontrado sabiduría natural, he encontrado verdad.

Intuyo que sus procesos no han debido de ser sencillos, que no han estado exentos de daño, de dolor, de incomprensión. No debe ser fácil realizar la transición en una sociedad que sigue asentada en la transfobia, no debe ser sencillo asumirse como persona no binaria en un entorno binarista que dictamina como verdad absoluta los compartimentos estancos de ser mujer o ser hombre.

Sin embargo, su discurso público y privado está alejado de la violencia estructural que seguramente habrán vivido en primera persona en más de una ocasión; la sencillez de sus palabras y la profundidad de sus conocimientos me hacen pensar que lo  han conseguido.

Raúl, Pau, Lipe y Joana han roto el género y han alcanzado salir de este camino con una sonrisa y la paz en la palabra. A parte de sus vivencias personales, lo que yo he conseguido asimilar de sus figuras es que sólo demandan respeto, empezando con algo tan simple como que sean nombrados como son y se sienten.

Y aquí aparece algo tan sencillo como el lenguaje. ¿Es tan difícil comprender su decisión de ser designados con el género neutro? ¿Tanto daña a la sensibilidad social y personal emplear la “e” en lugar la “a” o la “o”? Creo que solo es una cuestión de respeto. Aunque no comprendamos, debemos acatar las decisiones de los demás, por educación, por humanidad… Son mujeres y hombres transexuales, son personas trans no binarias. Y esto es solo el principio.

Por eso, compañeres, sabedme a vuestro lado: en cuestiones lingüísticas, en la complicidad, en el respeto y, en vuestros casos concretos y particulares, en admiración. Contemplo con agrado vuestra valentía en la sencillez, en lo blanco de vuestras miradas.

Quizá este texto no sea nutritivo en activismos, no pretende serlo. Solo quisiera que, de vez en cuando, aprendiéramos a pararnos a sentir, a cuidar a quienes nos acompañan. Hay que desdibujarse, desaprender, mirar a la cara y asentir.

Mis querides Raúl, Pau, Lipe y Joana, gracias, muchas gracias por dejarme saborear que la diferencia es necesaria, que la diversidad es enriquecedora. Nos seguimos viendo por este camino, que es el camino de todes.

Los comentarios están cerrados.