Por Violeta Assiego (@vissibles).
Hace algo más de una semana publiqué una entrada en la que, como defensora de los derechos humanos, expresaba mi oposición a la prohibición del burkini al entender que el motivo que llevaba a tal decisión estaba basado en el prejuicio y la discriminación y que dicha norma, lejos de respetar el principio de universalidad de los derechos humanos, directamente lo contravenía y exponía a un colectivo concreto a mayor violencia solo por el hecho de llevar una prenda de vestir o pertenecer a una religión. Tanto Naciones Unidas como el Consejo de Estado francés comparten este enfoque. No es nada extraordinario por mi parte, es enfoque de derechos humanos puro y duro.A la entrada que escribí llegaron multitud de comentarios que -cargados de islamofobia y LGBTfobia- cuestionaban que una lesbiana pudiera defender una seña de identidad musulmana cuando esta religión es claramente contraria a los derechos de las personas LGBTI. Había quien (condescendientemente, desconozco si nos conocemos personalmente) decía que le habíamos decepcionado muchísimo. Con la misma base argumental, se confrontaba el que, yo como mujer defensora de la igualdad, pudiera estar a favor del uso de una prenda que coloca a la mujer en una posición de inferioridad con respecto al hombre.
Quienes hicieron esos comentarios tienen un enfoque de la vida y los derechos muy distinto al mío. Respetable en todo caso mientras todo se enmarque dentro del derecho a la libertad de expresión que compartimos aunque ésta nos pueda ofender. Sin embargo, a algunos este tipo de confrontaciones les viene muy bien. Es el caso del AfD, un partido alemán relativamente joven, que viene disputando los segundos puestos de las últimas elecciones municipales en Alemania. AfD viene escalando puestos a base de propuestas como disparar a los refugiados en las fronteras para que no entren a Alemania, que se hable menos de la etapa nazi en las escuelas o medios de comunicación y que las familias autóctonas tengan tres hijos para preservar la “identidad” alemana.
En esta campaña contra los extranjeros y el Islam les hemos venido que ni pintiparado para escenificar uno de sus carteles propagandísticos en el que se confronta a una pareja homosexual con un musulmán para decir: no entenderá vuestro amor.
Para el AfD somos las futuras víctimas de este apocalipsis que se avecina sobre Europa y que protagonizan los refugiados, los musulmanes y las personas de origen extranjero. Pero es importante no olvidar que AfD es el mismo partido que dijo que las personas homosexuales deberíamos ser enviadas a la cárcel, que representamos una perversión de la moral y que nuestros hijos serán futuros criminales por tener dos mamás o dos papás. Parece que ellos tampoco entienden nuestro amor.
Si ahora nos usan como parte de su campaña contra los extranjeros y los musulmanes es porque sienten que pueden matar dos pájaros de un tiro y con ello regresar a los valores más conservadores de familia blanca tradicional. Y desde un enfoque de derechos, el discurso y la ideología de AfD nos coloca a personas LGBTI, extranjeros, refugiados y musulmanes como colectivo vulnerable. Por eso, en un enfoque desde los derechos humanos* todos podemos estar en el mismo bando.
Un último apunte debería servir para recordar que dentro de las religiones también hay personas LGBTI y activistas. Creyentes que luchan contra el integrismo de éstas y las leyes cargadas de su moralidad que adoptan determinados Gobiernos. Dos ejemplos son Túnez y Turquía, donde los activistas (también musulmanes) de los propios colectivos LGBTI exponen su vida e integridad para que no se les persiga ni criminalice. Pero también luchan en la católica Haití para sobrevivir frente a los líderes religiosos que les han llegado a acusar del terremoto más terrible que sufrió el diminuto país o en la ortodoxa Moldavia para que no se les asocie con una enfermedad que dicen que se puede curar.
Los derechos humanos son universales, los que los violan tienen nombres y apellidos y es habitual que entre ellos tampoco se entienda nuestro amor.
Nos equivocamos de medio a medio cuando somos nosotros los que, en defensa de una supuesta lucha contra los prejuicios, somos los que como bandera ponemos esos prejuicios sobre la mesa.
Los debates sobre derechos deberían de analizarse sin colores, de forma que tanto si es una lesbiana, como si es una rubia o un señor con bigote, tengan la misma disposición a actuar libremente. Sobre el burkini lo único que hay es la sospecha de que la persona que lo lleva en realidad no lo hace por voluntad propia, o está bajo una coacción más profunda que podría recordarnos al síndrome de estocolmo. Pero claro que si esto lo hace un señor con bigote, que quiere meterse en la playa disfrazado de pez, nadie se opondría. Por lo tanto, no hay debate.
El problema viene cuando somos nosotros mismos los que utilizamos los prejuicios para anular los argumentos; obviamente debería de haber una persecución contra cualquier tipo de secta, costumbre o religión que coharte los derechos de las mujeres, hombres o niños. Pero argumentar que perseguir una religión está mal porque es la religión islámica y tiene rango de cultura, o que es homofobia y por lo tanto el debate es tabú, es un dogma.
Aunque evidentemente, nadie te daría ni un solo click si no metes los tags de «lesbiana», «islamofobia», «burkini». Este interés periodístico que tergiversa la realidad hacia el sensacionalismo más inmediato si que significa un retroceso en la libertad de expresión ya que lo único que he leído es la insistencia en hacer tabú cualquier debate que esté inclinado a contradecir los dogmas que el progresismo impone en estos momentos: homosexualidad por encima de todo y sumisión ante la violación de los derechos de los ciudadanos a opinar sobre como regular la inmigración.
Esto no se puede debatir porque es tabú, y es tabú porque lo dicen los dogmas. Y no hay discusión sino punto y final.
(ahora vas y lo borras).
03 septiembre 2016 | 14:16
como siempre este gremio dando lastima
03 septiembre 2016 | 15:53
el dia de mañana le impondran el burkini y el burka a tus hijas, pero vosotros tranquilos. Es una expresion de libertad
03 septiembre 2016 | 16:43
El ratón defendiendo al gato que lo caza… sin comentarios.
03 septiembre 2016 | 17:04
¿Por qué no ponen a una mujer en tanga y topless, o desnuda, junto a hombres, y hablan de dar la libertad de poder estar así en cualquier playa?
Por hablar de complejos, represión y eso que algunos llaman libertad y no paran de censurar, otorgando más valor de libres a los reprimidos que a los que TEMEN por ser más libres que ellos.
¿Nudismo legal en todas las playas? A que no tienen valor?
03 septiembre 2016 | 17:21
@ #2, #3 y #4: La cuestión es, simplemente, que si eres LGB o eres TI (OJO, que no son lo mismo y no tienen nada que ver – es como ‘musulmana’ y ‘madre soltera’; puedes ser ambas, pero ser una de ellas no significa que tengas relación alguna con la otra; LGB es un asunto completamente distinto al de TI), la cuestión es que si eres LGB, por ejemplo, sabes lo que es la discriminación, el prejuicio contra ti – no por tus acciones, sino por lo que eres. Y no la quieres para los demás.
Un hilo de comentarios en otro artículo de un blog de 20m, comentarios que me dejaron helada, incluía a muchos hombres que defendían y justificaban los piropos asquerosos que dirigían en la calle a mujeres que no conocían de nada, simplemente porque ella llevaba falda corta o escote o iba sin sujetador. «Si una mujer sale en público así, es que QUIERE atraer piropos y atención de los hombres,» dijeron, «y si no quiere, que no se vista así.»
Yo que llevo faldas cortas y tacones y nunca llevo suje porque en España no venden tallas correctas (tampoco me hace muchísima falta), pues digo que no. Como lesbiana, no quiero atención de hombres y, claro, como somos tan pocas las lesbianas, no voy a atraer atención de mujeres, dado que la gran mayoría son héteros. Me visto así porque me gusta mi aspecto así, y llevaría la misma ropa aunque viviera en una isla desierta.
Pero estos comentarios de trogloditos, que suenan sacados de los años 70, me daban ganas de taparme de cabeza a pies. Y las mujeres que llevan traje islámico y panuelo, o burkhini, lo hacen para evitar miradas indiscretas. Entre ellas, incluso entre mujeres no-musulmanas, pueden destaparse como quieran; pero no pueden (ni quieren) hacer lo mismo si hay hombres.
Y mira: si vas destapada, es culpa tuya si atraes violencia verbal (o peor) de forma sexual; si vas tapada, te discriminan por ser responsable de un ‘apocalipsis musulmán’ y de ‘terrorismo’ (mientras los extranjeros lo que tememos es un apocalipsis ultraderecha. ¿Acaso es culpa tuya dónde naciste?)
En resumen, las LL, los GG, l@s BB llevamos años, sino décadas, sufriendo discriminación sin fondos, sin lógica, sin justificación y sin haber hecho nada que lo merezca; así, nos da asco y tristeza ver como otros colectivos también sufren todo esto; sabemos cómo siente, y no queremos que nadie lo sienta.
No tienes que ser extranjero para poder defender a los inmigrantes, ni ser LGB para defender a los derechos LGB, ni ser TI para defender a los TI. Lo único que tienes que ser es una persona comprensiva y capaz de empatizar con el resto de nuestra especie, los seres humanos.
¿Ahora lo entendéis, por fin?????
03 septiembre 2016 | 18:10
Muy lucido artículo, muy claro y sólido en sus argumentos. Una buena instrucción en derechos humanos.
Gracias.
03 septiembre 2016 | 21:08