Mi nombre es Arturo Góngora, igual que el escritor, una coincidencia como otra cualquiera, o quizá no. Soy un humilde activista LGTBI con una característica muy especial que ha hecho que madure pronto y tenga muchas inquietudes: tengo una diversidad funcional física. También lo llaman minusvalía, discapacidad, persona con movilidad reducida…Se podría decir que existen mil y una formas de “etiquetarme”, pero eso queda para una futura entrada.
Quiero estrenarme aquí aprovechando la fecha: el 3 de Diciembre es el ‘Día Internacional de las Personas con Discapacidad’. Puede parecer que el calendario está lleno de “días de”, “días en contra de”, o “a favor de”. Es posible que así sea, y que algunos de esos días sea un poco tontería que estén, pero cuando se trata de visibilizar realidades todavía bastante ocultas y que son motivo de mucha discriminación, hay que darse cuenta que el objetivo es claro y a la vez muy importante: hacer ver a la sociedad “sana” (término muy relativo porque ¿quién se puede considerar que está completamente sano?) que una parte de la población está en desigualdad de condiciones en varios aspectos, que tiene serios problemas para ser uno/a más en la sociedad, y que esto se tiene que erradicar lo antes posible. Simplemente eso, no hay más. Porque aunque parezca mentira, la discapacidad sigue siendo algo bastante mal visto en nuestra sociedad. Hablo de la española, otros países me consta están bastante más concienciados ¿será por su cultura? ¿su educación? ¿sus valores? No lo sé seguro, lo que está claro es que en España es uno de los detonadores de los llamados “delitos de odio”, junto a la LGTBIfobia y el racismo.
Para quien no lo sepa, delitos de odio son las acciones llevadas a cabo que vulneran o atentan de manera directa o indirecta los derechos de las personas por su etnia, raza, sexo, condición sexual, discapacidad…En términos más llanos, una auténtica falta de respeto a personas que aunque no lo parezca, somos exactamente iguales que el resto. Las diferencias las pone la propia sociedad.
Sí, estamos en el siglo XXI, pero esto sigue pasando aunque lo consideremos del Pleistoceno. Triste, ¿verdad? Para mucha gente sensibilizada con la causa como puede ser familiares de, amigos de, personas que formen parte de asociaciones de, que han visto y vivido que hay personas que nos tienen esa especie de inquina.
Es por eso que en 1992 la Asamblea General de las Naciones Unidas, después de 10 años buscando soluciones para alcanzar la igualdad de nuestras condiciones y mejorar nuestras vidas, proclamo el 3 de Diciembre como nuestro día. Hay otros días para muchas enfermedades pero este es el que nos engloba a todos/as, el que intenta que, de una vez por todas, seamos IGUALES ante la ley, ante las personas, y ante el mundo en general. Si esto no cambia, seguiremos hablando de desigualdad durante mucho tiempo…y eso se tiene que acabar
Sería interesante que se consensuara un término para designar las actitudes de odio y de discriminación hacia las personas con diversidad funcional, y darle visibilidad no a la diversidad funcional sino a ese término y a esas actitudes, como se ha hecho con LGTBIfobia
04 diciembre 2014 | 10:17
El término «diversidad funcional» es bonito, pero a nivel personal y habiendo trabajado con personas con discapacidad intelectual, no estoy en contra de usar el término «discapacidad», en ocasiones me parece más realista, siempre que se haga desde el respeto y sin perder de vista que la discapacidad no engloba a toda una persona y existen enormes potencialidades en una persona «con discapacidad».
Por otro lado, tuve ocasión de participar en un curso-taller sobre sexualidad para personas con discapacidad y fue muy enriquecedor. Pues es necesario defender que estas personas tienen derecho a desarrollar su afectividad y sexualidad, respetando sus gustos y sentimientos y huyendo de visiones que reducen toda la sexualidad al coito, por diversos motivos. La expresión del cariño puede ir mucho más allá.
06 diciembre 2014 | 09:17