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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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¿Matar un árbol de 3.500 años es un asesinato?

¿Puede asesinarse un árbol? Consulto el verbo en el Diccionario de la Real Academia. Asesinar: Matar a alguien con premeditación, alevosía. Y también: Causar viva aflicción o grandes disgustos. Así que no me cabe ninguna duda, quien mata a un viejo árbol amado y venerado por muchos es un asesino. Ergo la norteamericana Sara Barnes, de 26 años, es una asesina de árboles, o más exactamente una homicida, pues según ha informado la Agencia EFE, fue ella quien prendió fuego en Florida a «El Senador», uno de los árboles más antiguos del mundo, con unos 3.500 años de vida.

«El Senador» era uno de los más grandes y antiguos árboles de Estados Unidos. Tenía 36 metros de altura y 10 de perímetro, aunque previamente había llegado a levantar unos 50 metros, hasta que un huracán seccionó su copa en los años veinte.

Durante el incendio, ocurrido en la noche del pasado 16 de enero, Barnes tomó fotos con su teléfono móvil de las llamas y tras su detención explicó a la Policía local que no había alertado a las autoridades porque lo quemó mientras trataba de iluminarse con el fuego para consumir drogas. El Departamento de Agricultura de Florida relató que Barnes enseñó a varios amigos una foto de «El Senador» quemándose y dijo: «No me puedo creer que haya quemado un árbol más antiguo que Jesús».

«El Senador» era un atractivo turístico desde el siglo XIX para el centro de Florida. Rivalizaba con algunas de las conocidas secuoyas de California, como «El General Sherman», considerado el árbol más voluminoso del mundo, o el viejo «Matusalén» un pino al que se le calcula unos 4.650 años de antigüedad. Pero ahora está muerto. Su asesinato ¿debería considerarse un magnicidio?

La primera foto es de El Senador a principios del siglo XX. Esta segunda es cómo quedó el pobre árbol tras el incendio que acabó con su vida.

El Blog del Becario ya nos había contado hace unos días esta misma historia, que me ha servido a mí ahora para reflexionar sobre la importancia y fragilidad de los árboles singulares.

También puedes encontrarme en Twitter (@lacronicaverde) y en Facebook (www.facebook.com/cronicaverde)

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Brian May, guitarrista de Queen, pide ayuda para salvar a la sabina de El Hierro

Hay pocas personas en el mundo de la música como Brian May. Sensacional guitarrista del mítico grupo Queen que liderara Freddie Mercury, además de compositor y cantante, logró doctorarse nada menos que en astrofísica con un trabajo sobre la luz zodiacal. Es además un activo militante en la lucha por los derechos de los animales. Y está muy preocupado por la isla de El Hierro.

No le preocupa, como algunos podríais pensar, la evolución del famoso volcán submarino herreño. Hombre sensible, en realidad está alarmado por el futuro de uno de los árboles más famosos del mundo, la retorcida sabina herreña de La Dehesa. La misma que en 1998 fuera imagen central de su disco en solitario Another World.

Un artículo mío publicado el año pasado en el diario Público ha tenido la culpa. Explicaba yo entonces cómo ese fabuloso árbol milenario sufre los efectos de una enfermedad poco común: la plaga turística. Indocumentados en bermudas y chanclas que no dudan de trepar por el venerable ejemplar para hacerse fotos cual cabras o tronchar ramas que llevarse como terrible recuerdo.

Un admirador italiano le ha enviado el artículo al músico y éste acaba de dedicar a la sabina una de sus famosas cartas. Recuerda en este texto que cuando se fotografió junto a ella no se atrevió siquiera a tocarla. Incluso llegó a valorar no usar su imagen en el disco para no sacarla de la seguridad del anonimato en que se encontraba. Y añade Brian May:

«No sé si fue por mi culpa o no, pero siento una tristeza enorme al ver esta imagen de la profanación de la sabina por los turistas».

El final de su carta no puede ser más emocionante por venir de quien viene. Dice que tratará de ponerse en contacto con las autoridades herreñas

«para ver si hay algo que pueda hacer para ayudar a proteger este árbol fabuloso que ha triunfado sobre los elementos, pero podría ser asesinado por la ignorancia y la desidia de la gente».

Y concluye difundiendo un mensaje fundamental:

«que el respeto de la vida de todo tipo es la clave para una mejor calidad de vida».

En realidad, tras mi artículo, el Cabildo de El Hierro se tomó en serio el problema y protegió a la sabina dentro de un perímetro de seguridad cerrado por una sencilla cuerda. También colocó un cartel donde pide respeto para el árbol. ¿Será suficiente? La idea final es rodear a la sabina con un muro de piedra al estilo de los cerramientos pastoriles de la zona. Pero como nuestros turistas no vengan mejor educados servirá de muy poco. Porque como bien se lamenta Brian May, la ignorancia y la desidia de la gente son los mayores peligros para un delicado árbol milenario.

Puedes leer la carta completa de Brian May es su página personal Brianmay.com

Gracias a Roberto por pasarme la noticia.

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Talan el roble del poeta Gerardo Diego

Es lo que tienen los símbolos vivos. Que al final se mueren. Y hasta su desaparición no echamos de menos su ausencia. Como el extraordinario roble que acompañaba desde hace décadas a la escultura del poeta Gerardo Diego en su Santander natal.

Instalada en el paseo de la Avenida de la Reina Victoria, mirando a la bella bahía, un grandioso roble vecino era tenido por los santanderinos como el fiel amigo y compañero de la metálica esfinge. Pero el viejo árbol no estaba en el mejor sitio. Confinado en un reducido parterre de césped, bordillos, zanjas y embaldosados habían cercenado muchas de sus raíces principales. El estrés urbano de obras municipales fue superior al interés municipal por conservarlo cuando ya era demasiado tarde, cuando con un sistema radicular colapsado las termitas y los hongos empezaron a devorar su madera muerta.

Como recogió fielmente El Diario Montañés, la pasada semana los trabajadores del servicio de parques y jardines procedieron a talarlo ante el riesgo de peligrosas caídas de ramas. En su lugar, otro joven roble sustituye ahora al anciano cuyos restos, me temo, serán ya triste serrín.

¿No se podía haber conservado su esqueleto momificado, al menos parcialmente, a modo de escultura vegetal? Así se ha hecho en otros sitios y el resultado es bellísimo.

Seguramente ni se les ocurrió tal posibilidad a los responsables municipales. El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Una pena, pues además de su simbolismo, habríamos conservado un estupendo material de educación ambiental, la vida y muerte de un anciano ser que en sí mismo fue ecosistema de biodiversidad y lírica.

Es ley de vida, lo sé. Pero también lo es cuidar de estos seres tan valiosos. Y no se hace. Demasiadas obras, demasiadas agresiones a lo largo de los años pasan factura a nuestros árboles urbanos más queridos. Unos seres tan fabulosos que tardan tanto tiempo en morir como tiempo invirtieron en crecer. Pero que al final mueren para desolación de poetas, incluso los de frío bronce.

Si te gusta el mundo de los árboles singulares y su simbolismo, puedes ayudar a conservarlos pidiéndole a tu alcalde que proteja los más importantes del municipio. Únete a la campaña S.O.S. Árboles Singulares de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente. Actúa y salva un árbol en menos de cuatro minutos.

Más información sobre el roble de Gerardo Diego y su triste final en el artículo escrito por Álvaro Machín en El Diario Montañés.

Fotografía: El Diario Montañés.

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Subastan por 64.000 euros un arrancado olivo milenario

Leo en el periódico Las Provincias que un millonario francés acaba de pagar 64.000 euros por un olivo milenario arrancado en Portugal. El gigantesco árbol se llama ‘Domiciano’ (en recuerdo a su pasado romano) y tiene un tronco’ de 6,9 metros de perímetro. Esta inmensa cintura, unida a sus más de 10 toneladas de peso, hacen sospechar a los especialistas que tenga en realidad más de 2.000 años, relacionándolo directamente con el nacimiento de Jesucristo y la romanización de Hispania.

¿Y para qué quiere un millonario un árbol tan viejo y grandioso? Lo han adivinado: para llevárselo a su chalet.

Único, irrepetible, ese pedazo de historia es además uno de los seres vivos más viejos del planeta, pero para los caprichosos tan sólo se trata de un objeto de colección/especulación. Igual que hace 150 años los ricos norteamericanos venían a España para llevarse por cuatro perras iglesias románicas piedra a piedra, ahora permitimos el mismo expolio con nuestro patrimonio natural. De hecho, en esta misma subasta se han subastado otros 43 olivos monumentales por precios igualmente astronómicos.

En la Comunidad Valenciana está prohibido desde 2006 el arranque de olivos centenarios, pero no en Andalucía o Aragón, donde se sigue permitiendo tamaña salvajada. Sin protección legal, se les trata como a vulgares árboles frutales de quita y pon. Muchos mueren durante el proceso, pero da igual, el margen comercial asume con alegría estas pérdidas.

Lógicamente, el dinero no se repartirá por igual. A sus propietarios les habrán pagado apenas 100 euros por cada uno de ellos. El resto son ganancias para los expoliadores.

Hasta el propio Emilio Botín ha visto el negocio. En la ciudad financiera del Banco Santander de Boadilla del Monte (Madrid) hay 170 hectáreas dedicadas a albergar un bosque único (y expoliado) de olivos centenarios. La colección tiene más de 1.300 ejemplares grandiosos. Algunos vienen de Las Alpujarras y fueron plantados por los árabes en la época andalusí. Otros proceden de Portugal, Calabria o Creta. Y allí los tienen a todos bien juntitos, sobreviviendo como pueden pero generando suculentas plusvalías.

Árboles mágicos, cantados por Miguel Hernández y Lorca, ensoñados por los enamorados, admirados por todos, esperan ahora exiliados en una rotonda, en una urbanización, en un vivero, la llegada de un otoño inexistente en ese mundo de hormigón a donde los hemos confinado. Allí ya no saben a tiempo, tan sólo a abandono.

En este enlace podéis ver el catálogo de olivos expoliados del que os hablo, a subastar sólo por un intermediario francés en su castillo cercano a Toulouse. Quien ha tenido la desfachatez de bautizar a los ejemplares más viejos con nombres de emperadores, pues los presenta como «esculturas vivas del Imperio romano«. Por si tenía alguno duda de que este patrimonio, además de natural, también lo es cultural.

La foto que ilustra este post es el pobre Domiciano, récord de ventas a su pesar.

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El drama de la naturaleza de quita y pon

Desde hace décadas tratamos a los gigantes de la naturaleza como un pobre recurso de quita y pon. Arrancamos árboles varias veces centenarios de sus lugares originales para llevarlos a otros lugares donde molesten menos o, algo aún más perverso, donde logremos con ellos una supuesta «puesta en valor»: nuestro enriquecimiento. Empezamos con los olivos milenarios, a los que hemos convertido en tristes esculturas de rotonda y campo de golf, pero el mal, o el modelo, se ha generalizado por todo el mundo.

Primero nos atrevimos con el patrimonio artístico y se generalizó el trasladar «piedra a piedra» ermitas románicas a Nueva York o templos egipcios a Madrid, todos con la excusa de su salvación. Ahora salvamos los árboles centenarios aduciendo la misma y obsoleta razón.

Llegamos así a situaciones tan sorprendentes como la del famoso roble «Old Glory«. Esta «vieja gloria» es un roble americano de los valles (Quercus lobata) que ha tenido el discutible privilegio de aparecer en el Libro Guinness de los Record como el árbol más grande jamás trasplantado en el planeta. Con una edad de entre 180 y 220 años, 5 metros de perímetro del tronco, 17,67 metros de altura, 31,6 metros de copa y un peso aproximado de 415,5 toneladas, «Old Glory» fue trasladado medio kilómetro el 20 de enero de 2004 a un nuevo parque de Los Ángeles, California. La complejísima intervención tuvo un coste superior al millón de dólares y puso fin a una larga batalla ecologista por protegerlo de un proyecto urbanístico que hacía pasar una carretera sobre él.

Cuando arrancaban al gigante del lugar donde había crecido los últimos dos siglos los niños le cantaban entristecidos: «Esta tierra, es tu tierra». Ahora el árbol goza de aparente buena salud en su nuevo hogar, aunque es imposible saber cuánto le ha reducido su supervivencia tan traumática intervención. Y demuestra hasta qué punto hemos equivocado nuestra mayor sensibilidad ambiental.

¿Es el trasplante un mal menor o un error garrafal? Cada vez que paso frente al Templo de Debod, en las inmediaciones de la madrileña Plaza de España, más me ratifico en la sinrazón de estas costosas intervenciones. El patrimonio, natural o artístico, no es una mercancía de compra, venta, regalo y cambio. Su auténtico valor no está tan sólo en él mismo, sino en su entorno, su paisaje, su cultura. Arrancándolo de sus sitios naturales quizá salvaremos el símbolo, pero habremos matado su esencia.

En este vídeo podéis ver el tremendo dispositivo que se acometió en California para cambiar de sitio un viejo árbol que molestaba.

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Hasta 1.500 euros de multa por subirse a un árbol

El ayuntamiento de Vilamarxant (Valencia) prevé sancionar con multas de hasta 1.500 euros a quien zarandee, golpee, encienda petardos o se suba a los árboles de la localidad, de acuerdo con una moderna ordenanza de protección del arbolado aprobada la pasada primavera y que ha divulgado la Agencia EFE. La reincidencia en la comisión de dos faltas graves llevará aparejada sanciones de hasta 3.000 euros.

¿Normativa exagera? Para muchos lo es, pero para mí es todo un valiente ejemplo que ya quisiéramos ver generalizado en el resto de nuestras ciudades y pueblos.

Ante la habitual falta de unas mínimas normas de urbanidad, la sanción parece ser el único lenguaje que algunos entienden; la única manera de que muchos de nuestros conciudadanos aprendan a respetar un patrimonio natural que es de todos, y abandonen definitivamente ese incivismo de poner corazones a punta de navaja en sus cortezas o arrancar ramas como gorilas en celo. Aunque esta normativa también debería de incluir fuertes multas para la propia administración municipal, pues los Ayuntamientos son los mayores maltratadores y destructores de árboles, amigos de las podas salvajes no justificadas, los arranques y las aperturas de zanjas que les dejan sin raíces. Pero ya se sabe, nadie se multa a sí mismo.

Lo mejor de esta avanzada ordenanza, inusual en un municipio de apenas 9.000 habitantes, es que el Ayuntamiento se obliga a inventariar los ejemplares monumentales del municipio y a protegerlos gracias a la creación de un Catálogo de Árboles de Interés Local. Una normativa promovida por la Diputación de Valencia y que lleva mucho tiempo solicitando la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente.

Seres especiales, muchas veces centenarios, y que sólo cuando los perdemos descubrimos lo mucho que los amábamos. Aquellos árboles íntimos cercanos a la inmortalidad en que quisiéramos convertirnos como los soñó Federico García Lorca, para dejar así paso a “un torrente de luceros sobre el cielo sin mancha”.

La noticia sorprende pero como amante de los árboles personalmente me agrada ¿Y a ti? ¿Te parece una medida exagerada o un ejemplo para otros ayuntamientos españoles?

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Los ancianos del bosque están en peligro

Algunas veces los árboles no nos dejan ver el bosque, ese complejo ecosistema perfectamente adaptado a un ambiente único logrado por el conjunto de todas las especies de flora y fauna en él integradas. Pero otras veces es el bosque quien no nos deja ver los árboles, individualizarlos, admirarlos. Ocurre especialmente con los ejemplares más viejos, ignorados por la mayoría e incuso despreciados por muchos gestores forestales al tenerlos por foco de enfermedades. Y sin embargo estos abuelos del bosque tienen una importancia fundamental, pues dan cobijo a una riquísima comunidad de plantas y animales que los eligen para vivir, refugiarse o alimentarse, lo que ahora conocemos por biodiversidad.

Estudios científicos estiman que entre 150 y 200 especies muy raras, incluidas más de 27 escarabajos en peligro de extinción, están tan asociadas a los árboles ancianos que sin ellos no podrían sobrevivir. Sin embargo, más del 80% de estos ejemplares singulares han desaparecido en el último siglo en España víctimas del cambio climático, incendios, talas, plagas y, cada vez más frecuentemente, obras y proyectos urbanísticos.

En el caso del arbolado urbano, estos ejemplares añosos, los vecinos vivos más viejos del lugar, subsisten en parques, jardines y calles desde hace siglos, aportando una biodiversidad única de aves, murciélagos, pequeños mamíferos e insectos. Una inmensa riqueza natural pocas veces reconocida, pues se les suele manipular como vulgar mobiliario urbano al que se maltrata, poda salvajemente y hasta arranca.

Celebramos el Año Internacional de los Bosques pero no se nota. Ocurre lo mismo que hace 200 años, cuando Jovellanos decía que

“de árboles no hay que hablar; éste es un coco que asusta al propietario y al labriego, y a quien los planta le apellidan loco”.

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Un vieja enredadera enseña historia a sus vecinos

Tan sólo es una enredadera, algo exótica, es verdad, pero enredadera a fin de cuentas. Y pegada a un edificio histórico. Hace unos años la habríamos arrancado sin dudarlo, como ocurrió con una bella hiedra de la catedral de Burgos. Pero los tiempos han cambiado, la gente es más sensible y además estamos en El Bierzo (León), donde la protección de la naturaleza se siente como una necesidad.

Así se explica el tremendo montaje levantado para garantizar larga vida a una glicinia centenaria (Wisteria sinensis) , la que desde hace 140 primaveras trepa por la vieja casona señorial de los García de las Llanas, en Ponferrada, ahora convertida en Museo de la Radio. Acaba de estrenar nuevas andas que, a modo de artísticas muletas, garantizarán la continuidad de esa dulce amistad que significa su nombre original en chino, la mantenida durante tantos años con la ciudad  berciana y sus habitantes.

Detrás de la planta están dos cráneos privilegiados, los hermanos Moya, expertos en árboles singulares y que desde hace décadas se han convertido en los médicos personales de la vieja enredadera. Son ellos los que hace unos días lograron que la Glicinia enseñara historia a los ponferradinos con el sencillo ejercicio de relatar la suya, que es la de todos. Lo hicieron durante un emocionante espectáculo de luz y sonido.

No se podía pedir más, aunque Bernabé Moya sí lo hizo. Le pidió al alcalde, Carlos López, la aprobación de una Ordenanza de Protección del Arbolado de Interés Local que garantice la conservación de éste y otros árboles y arbustos singulares del municipio. Para que conservándolos a ellos conservemos su historia, su paisaje y su biodiverisad, que también es la nuestra.

Puedes escuchar el mensaje completo de la glicinia parlante de Ponferrada pinchando en este enlace de la asociación A Morteira.

Y recuerda que, si quieres ayudar a la protección de tan frágil Patrimonio Vivo, puedes participar en la ciberacción de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente «Cómo salvar un árbol singular en menos de cuatro minutos«. O entrar en la página de Facebook S.O.S. Árboles Singulares.

Foto: A Morteira.

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Cómo salvar un árbol singular en cuatro minutos

Naciones Unidas ha declarado 2011 Año Internacional de los Bosques. Una celebración que no sólo reivindica la importancia de las grandes formaciones vegetales en el Planeta, sino también de los árboles fuera de los bosques, especialmente de aquellos ejemplares grandiosos, centenarios, monumentales pero sobre todo muy queridos: los árboles singulares.

Ese aprecio nuestro hacia los seres vivos más viejos de la Tierra no les ha librado del hacha, de los incendios ni de su peor enemigo, las obras de remodelación urbanística. En el último siglo el 80% de ellos ha caído bajo la hormigonera, las plagas o la sierra. Es verdad, las leyes regionales los protegen (menos en Canarias que carece de tal normativa), pero seleccionando solo a los mejores automáticamente se ha abandonado a su suerte al resto. Miles de árboles especiales preñados de leyendas y paisaje, de cultura y biodiversidad, de secretos genéticos están en peligro.

Para tratar de remediarlo, la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente (FFRF) ha puesto en marcha su campaña “SOS ÁRBOLES SINGULARES: Once medidas urgentes para salvar nuestro arbolado singular en 2011.

Se apoya para ello en un modelo de “Ordenanza Municipal de Protección de Arbolado de Interés Local”, desarrollado por la Diputación de Valencia, que permite proteger a estos seres excepcionales de cada municipio con tan sólo el compromiso de apadrinar a los señalados como tales por sus vecinos. Porque por urbana o pequeña que sea una localidad siempre habrá en ella al menos un árbol especial.

La FFRF ha creado una página de Facebook www.facebook.com/sosarbolessingulares, a través de la cuál se explica de forma sencilla qué puedes hacer parasalvar los árboles singulares de tu municipio en menos de cuatro minutos”. Proponiendo a tu alcalde que apruebe una Ordenanza especial de protección. También se puede participar en esta ciberacción desde la web de la Fundación. Así que no tienes excusa.

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Se muere el símbolo vegetal de Extremadura

La Marquesa se muere. Sin remedio. Es ley de vida, pero cuando se trata del símbolo vegetal de Extremadura, de una maravillosa encina tenida como la más bonita y grandiosa del mundo, da mucha pena.

«No se va a morir mañana, porque son árboles que aguantan muchísimo, pero está en las últimas»,

me explicaba hace 10 años Chema Masón, profesor del Centro de Formación Agraria de Navalmoral de la Mata (Cáceres), en cuya dehesa se encuentra tan monumental árbol. Su compañero Ángel Hemández resumía entonces en tres las razones de esta muerte anunciada:

«Por un lado sufre un ataque de oruga muy grande, la sequía de estos últimos años la ha debilitado y, por si fuera poco, hace tres años le cayó un rayo».

Durante siglos, su belleza le había indultado del hacha en todos los sentidos, pues ni siquiera fue podada por expreso deseo de la marquesa de Comillas, señora de toda la finca hasta la llegada de la República. Y de este viejo capricho nobiliario adquirió el rimbombante título: Encina de la Marquesa.

Cada vez peor. Más vieja, con menos hojas. Las ramas partidas, secas. Atrás quedan los buenos tiempos de la encina, cuando a su sombra podían sestear casi un millar de ovejas con sus pastores. Hoy el terrible sol de agosto pasa libre por sus ramas desnudas, incapaces de ofrecer descanso. La «encina gorda», como también se le conoce, da sus últimas bocanadas de clorofila. Pero muere como lo hacen los árboles, de pie, orgullosa como lo que es, una gran señora, una marquesa.

Os dejo este precioso vídeo de Talayuela TV donde se homenajea a la moribunda encina.

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