1.440 Minutos de silencio

Por Sara Levesque

 

Pensemos un momento todos juntos:
¿Qué son las arrugas, sino la sonrisa de la piel?

No sé por qué a la gente le molesta tener arrugas. Ellas son como la veteranía de tu biografía, no se trata de una fuga. Cicatrices contando una historia de final feliz, surcos que tus lágrimas enjugan. No reflejan dolor sino todo lo contrario: vida que aún madruga. Narran el avance del tiempo, sea veloz o a paso de tortuga. Esculpen en tu cara que has sonreído incluso cuando sentías tu existencia tan flácida como una hoja de lechuga.

No le temas a las arrugas, solo preocúpate de no vivir arrugada; apechuga.

Date cuenta de que:

Cuando pudiste tender una mano, preferiste alzar un único dedo.
Cuando pudiste ayudar, ignoraste.
Cuando pudiste alegrarte, envidiaste.
Cuando pudiste reír, te ensombreciste.
Cuando pudiste perdonar, discutiste.
Cuando pudiste despedirte lanzando un beso, lo escupiste.
Cuando pudiste elegir, te ensuciaste encima por cambiar.
Cuando pudiste ser la oveja diferente del rebaño, preferiste ser el lobo.

Recomiendo, por un día, la NO VIOLENCIA. De ningún tipo. Ni siquiera un grito. Ni una mala cara. Ni un chismorreo. Por parte de ninguna clase social ni colectivo. Quizá si todos hiciéramos eso y paralizáramos el país, se convertiría en noticia mundial. Noticia de última hora: humanos se comportan como humanos. Lo recomiendo porque nunca se ha intentado y porque necesitamos la violencia tanto como un pez necesita gafas de buceo.

Si lo extrapolamos a cada nación, 1.440 minutos de silenciar la rabia supondrían 1.440 momentos de apreciar que no estás pisando la Tierra, sino que el planeta te sostiene porque desea sentirte sobre él. 1.440 instantes verdaderos, no #instantes de postureo. 1.440 oportunidades donde un parpadeo de amistad valdría más que mil cuatrocientas cuarenta palabras de crueldad. 1.440 ocasiones donde miraríamos y veríamos que podemos acabar al día siguiente con la supervivencia prohibida, muertos por la infección de nuestra propia herida y el resto de países nos recordarían como los necios que prefirieron el orgullo suicida antes que la vida merecida. 1.440 situaciones donde nos alcanzamos a abrazar y, en su lugar, elegimos disparar.

Quizá la responsabilidad del ciudadano consista en mantener la esperanza y unir a los demás. Habrá alguien que posea envergadura suficiente como para abrazar y unir a diez personas. Habrá quien logre unir a cien. Habrá quien sea capaz de unir a dos…

Recomiendo la NO VIOLENCIA porque mientras haya tiempo de vivir, DEBERÍAMOS VIVIR y dejar el orgullo para colorear el mes de junio; abandonar la arrogancia para explotarla en una película y reírnos de ella a distancia; apartar el enfado manteniéndolo bien amordazado; relegar toda nuestra impotencia para los anuncios de televisión que aspiran a aumentar su audiencia; aplicar los gritos en animar a nuestro equipo favorito; olvidar los puñetazos y no volver a emplearlos como rechazo; aprender a ser uno mismo e ignorar los celos, no volver a picar el anzuelo… Si no sabíamos cómo se hacía, bastaba solo con respirar profundo mientras recordábamos en un microsegundo que aún atesorábamos tiempo de inspirarnos de la esencia de este mundo.

Recomiendo la NO VIOLENCIA porque los de arriba tendrán plata, pero los de abajo contamos con un corazón de oro. Para mí, eso vale más. Así debería ser para todos. Y no solo durante 1.440 minutos.

Los comentarios están cerrados.