Las abuelas LGTB: el mejor regalo de Navidad

Por Juan Andrés Teno (@jateno_), periodista y activista LGTBI especializado en Diversidad Familiar

“Es lo más grande que Dios nos pudo mandar”

“Han creado una familia que es para estar súper orgullosa”

“Pase lo que pase yo siempre les voy a defender”

“Fue una ilusión enorme y nos cambió nuestra vida por completo”

“Es lo mejor que te puede pasar”

Así se expresan Andrea, Pilar, Manuela, Ángela y Claudia en el vídeo con el que la FELGTB inundó de amor las redes sociales el día de Nochebuena. Estas cinco mujeres, con una vida adentrada en la vejez, hablan de su experiencia como abuelas de familias homoparentales. En sus caras se dibuja la pasión por sus nietas y nietos, en un alarde de valentía de quien con 70 años a sus espaldas cede su imagen a las redes sociales con el deseo íntimo de que la sociedad española conozca lo que es ser abuela de menores criados por gais, lesbianas o bisexuales.

Ellas, que nacieron y se hicieron mujeres en la peor época que una mujer puede elegir para ser, ellas que no eran sujeto jurídico en una dictadura fascista que llenó de muertes las cunetas del país, ellas que han sobrevivido a demasiadas historias de lucha y trabajo y que, ahora, en la espera dulce de la edad, se dejan las lágrimas y las sonrisas en un video haciendo el mejor de los activismos que es posible dibujar en esta España que se desdibuja: el activismo que nace del corazón, que no pregunta, que solo respeta, que ama desde lo más profundo y que siempre estará ahí, pase lo que pase, derribando con sus arrugas los egos de cartón piedra que tanto abundan en el mundo asociativo.

Estas cinco mujeres cierran los testimonios de tías, tíos, primos, amigos, abuelos y hermanas de hombres y mujeres LGTB, en un reportaje de 10 minutos que no narra nada que solo expresa amor sin límites hacia unos niños y unas niñas que, tras muchos años de espera, han conseguido ser el centro gravitatorio de la diversidad familiar. Lo que las madres y padres de estas criaturas no han podido conseguir tras muchos años de trabajo, lo hacen estas cinco abuelas con unas sencillas frases. Ellas sí son las protagonistas, ellas sí van a ser capaces de reconquistar el país a favor de la diversidad y del amor y nos les hace falta subirse a lomos de un caballo, ni presentarse a unas elecciones.

Seguramente no saben el significado de siglas como LGTBI, ni han leído a Judidth Butler, ni conocen los nombres de Sylvia Ribera o Harvey Milk, no lo necesitan. Crecieron en una sociedad donde ser gay, lesbiana o bisexual era sinónimo de una condena social, cuando no de una estancia en la cárcel y, sin embargo, supieron antes que nadie de la orientación sexual de sus hijos y como tal les abrazaron sin más preguntas, sin más ideología ni más creencias que las resultantes de haberles parido y amamantado con todo el color que pudieron irradiar en sus hogares en las postrimerías del franquismo.

En estos momentos, cuando las maniobras políticas por el poder han permitido que diputados ultraconservadores y homófobos hayan accedido a cargos institucionales, ellas son la respuestas a quienes siguen negando que la extrema derecha combate desaforadamente los derechos de las personas LGTB. Ante quienes sonríen ufanos en la defensa de la familia natural, estas cinco abuelas despliegan la sabiduría popular del afecto para desmontar las teorías falsas con las que quieren condenar la homoparentalidad.

En el tránsito de un año a otro, cuando las oficinas del Congreso de los Diputados están cerradas, en esa época de felicidad en la que sus señorías se acercan a sus familias unos días antes de reiniciar el periodo parlamentario en el mes de enero, estas cinco rosas de la diversidad les recuerdan a las diputadas y diputados de la Comisión de Igualdad que llegan tarde, muy tarde, que la llama de la LGTBIfobia ya ha prendido en el sur de la península, mientras ellas, sus señorías, dilataban, en un ejercicio de egos y demagogia sin precedente, la aprobación de la ley que protege a sus hijos y sus nietos. Tendrían estas diputas y diputados que escucharlas para darse cuenta de lo angosto de su perfil político, de lo estéril de su trabajo en la cámara baja, de la ruin crueldad de retrasar la aprobación de una norma (La Ley de Igualdad LGTBI) que sólo protege los derechos humanos.

Claudia, Ángela, Manuela, Pilar, Andrea, sois la VOZ de vuestros hijos y el futuro de vuestros nietos, protagonistas de un gesto de valentía que ni vosotras mismas podéis imaginar. La voz con Z de zahorí (halláis mágicamente el mejor arma que tiene el ser humano), de zambra ( festejáis a los vuestros acogiéndolos en vuestro corazón) y de zambullir (pues sumergís a vuestra familia en el candor de los sentimientos) y no VOX con X de xenofobia (pues vuestras nietas y nietos también son de otros países y otras razas), de xerófilo (de aquellos con corazones secos que se agarran al poder para asfixiarlo con su ideología), de xilófago (de aquellos que roen las almas de la ciudadanía para, con el engaño, dejarlos huecos de derechos).

Muy señoras mías, en estos días de reencuentros, de amistad, de familia buscada y familias encontradas, no puede haber nada más gratificante para las familias homoparentales de este país que sentir cerca de ellas el amor de sus hermanas y hermanos, de sus padres y madres. Por eso, el ejercicio realizado por la FELGTB en forma de video es el mejor regalo que puede haber en la Navidad: el amor de unas abuelas a sus nietos, amor sin preguntas ni respuestas, amor sin condiciones, amor sin ideología ni creencias.

Cuando dentro de unos años, esperemos que muchos, vuestras nietos y vuestros nietos, vuelvan la vista atrás recordando lo mejor de su infancia, no lo harán pensado en sus juguetes, en sus juegos o en sus amigos, lo harán viendo este video (que ahora no alcanzan a comprender) y sabrán que alzasteis calladamente vuestra voz para derramar en unos segundos lo mejor que vistió su infancia: el amor de sus abuelas.

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