Homosexuales y personas trans en Túnez: una primavera que no llega

Por Aimar Rubio Llona de Amnistía Internacional

'Tunisian Revolution' / Foto: Khaled Abdelmoumen

‘Tunisian Revolution’ / Foto: Khaled Abdelmoumen

AMAR ES UN DERECHO HUMANO. Cinco palabras que forman parte del eslogan que Amnistía Internacional utilizó para reivindicar que ninguna persona puede ser discriminada a razón de su orientación sexual e identidad de género en el mundo. Cinco palabras prohibidas en cerca de 80 países, donde las relaciones consentidas entre personas adultas del mismo sexo son criminalizadas por una Homofobia de Estado todavía vigente. Cinco palabras que tampoco conocen gran parte de las personas transgénero, cuyos derechos humanos son habitualmente violados convirtiéndoles en uno de los colectivos más vulnerables.

A pesar de los avances cosechados en la última década, este año hemos de continuar reivindicando con una misma voz que nadie puede ser detenido, torturado o víctima de la violencia por el simple hecho de ser una personas lesbiana, gay, transgénero, bisexual o intersexual (LGTBI). Tal y como esgrime el último informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre Discriminación y violencia contra las personas por motivos de orientación sexual e identidad de género (Mayo 2015),

Los Estados deben revisar las leyes penales para destipificar las conductas sexuales consentidas entre personas del mismo sexo y otros delitos utilizados para detener y castigar a personas por su orientación sexual y su identidad o expresión de género; ordenar una moratoria inmediata sobre los enjuiciamientos conexos; y eliminar los antecedentes penales de quienes hayan sido declarados culpables de dichos delitos. (párrafo 79-a)

Lamentablemente, son muchos los países que se niegan a cumplir con este precepto, aplicando códigos legales de origen colonial que contravienen el Derecho Internacional y atentan contra la dignidad, libertad y privacidad de las personas cuyo único delito es sentir una orientación sexual o identidad de género proscrita por el Estado.

De entre todos los innumerables casos que podríamos visibilizar en este artículo, vamos a centrar nuestra atención en Marwan, un joven estudiante universitario tunecino de 22 años que el pasado 6 de septiembre fue condenado por sodomía tras admitir que había mantenido relaciones sexuales con otro hombre. Amar es un Derecho Humano, sin embargo en Túnez el artículo 230 del código penal prevé una pena de hasta tres años de prisión para todas aquellas personas que mantengan relaciones homosexuales, en consonancia con los 33 países africanos  que criminalizan la orientación sexual e identidad de género con condenas que van desde las sanciones económicas o prisión hasta la pena de muerte.

La pesadilla de Marwan (pseudónimo utilizado para proteger su identidad) comenzó en el momento que confesó su orientación sexual. Tras sufrir tratos vejatorios, degradantes y humillantes por parte de la policía, el joven fue sometido a un examen rectal que tenía por objetivo probar que había mantenido relaciones anales. Amnistía Internacional considera que las exploraciones anales forzadas constituyen una forma de tortura u otros malos tratos, así como en virtud de lo expuesto en el artículo 1 de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, Tratado Internacional firmado y ratificado por la República Tunecina.

Sobran los motivos y las razones para luchar por los derechos humanos de las personas LGTBI como Marwan. Al menos, así lo entendieron cientos de personas anónimas en todo el mundo que mediante acciones urgentes y mucho activismo han propiciado que la suerte de este estudiante mejore. El pasado 17 de diciembre Marwan era puesto en libertad tras una reducción de su condena a dos meses de prisión que ya venía cumpliendo desde que fuera encarcelado en septiembre y tras el pago de una multa de 3,000 dinares (1.352,99 Euros).

Marwan podrá presentarse finalmente a los exámenes en su universidad y gozar del derecho a la libertad que nunca le debería haber sido negado. ¿Es este un final feliz? Marwan continúa viviendo en un país en el que amar sigue siendo un delito y donde su orientación sexual se halla criminalizada por el Estado, todo ello sin contar con el trauma psicológico y físico que ha supuesto para la víctima este proceso sin sentido. Marwan se halla en libertad, pero su dignidad ha sido atacada, y sus derechos humanos violados.

A pesar de los discretos avances que se están dando hacia la despenalización de la homosexualidad en Túnez, en el primer país en iniciar una revolución en el mundo árabe poco o nada hay que celebrar por lo que a la orientación sexual e identidad de género respecta. Cinco años después de aquella primavera, Amnistía Internacional ha documentado numerosos casos de violencia, tortura y tratos denigrantes contra las personas LGTBI tunecinas. El mismo mes que Marwan era puesto en libertad, seis hombres -entre ellos estudiantes- eran encarcelados y condenados a tres años de prisión por sodomía, además de prohibirles residir en su ciudad (Kairuán) por cinco años desde el comienzo de su encarcelamiento y de acuerdo con las leyes vigentes en el país (artículos 5 y 22 del Código Penal). El odio, acoso, discriminación y violencia homófoba no cesan en un Estado que garantiza en su Constitución el derecho a la vida privada, libertad de expresión y opinión.

El día a día de las personas LGTBI ha mejorado sustancialmente desde que a finales de la década de los 60 tuvieran lugar los disturbios de Stonewall Inn en Nueva York. Sin embargo, aquellas viejas reivindicaciones que clamaban por la liberación sexual, respeto y fin de la discriminación están lejos de universalizarse 47 años después. El orgullo LGTBI es herido cada vez que personas como Marwan son injustamente condenas. La orientación sexual e identidad de género han de ser categorías susceptibles de derecho -y no de delito- en un mundo que se abraza y reconoce en su diversidad. Por ello, desde aquí llamamos a la sociedad civil a avanzar en la conquista de todos los derechos para todas las personas, siendo cómplices de una lucha que entiende que amar no es -ni será jamás- constitutivo de ningún delito.

4 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser realidad

    Me parece que no te enteras, cuando el DAESH esta implantado en Tunez, que decapita, y coloca bombas en Tunez y que a cualquier gay, homosexual la unica suerte que le espera es la ejecucion publica…

    el hecho de que tu hables de los derechos de los gays, es realmente estupido y no ver ni la realidad ni lo que esta ocurriendo a tu alrededor.

    Os lo teniais que hacer mirar, es simplemente encender la television y ver el telediario, cuando no sabes donde esta Tunez, te miras el Atlas …

    16 enero 2016 | 10:02

  2. Dice ser Victor

    Este es el principal problema que tiene Túnez para levantar cabeza y salir adelante. Están preocupadísimos y agobiadísimos los tunecinos con este problemón.

    16 enero 2016 | 10:56

  3. Dice ser Kafir

    Es decir, se persigue la homosexualidad en un país de mayoría musulmana, religión que rechaza abiertamente las relaciones entre personas del mismo sexo, tanto mediante suras como hadices, no existe ni un solo país de mayoría musulmana que permita las uniones entre personas del mismo sexo, en muchos de ellos se castiga con cárcel/latigazos/muerte y la culpa es del colonialismo y en ningún momento mencionas la influencia de una religión arcaica, violenta y absolutamente intolerante.

    Sí, claro.

    El respeto por los derechos de los homosexuales y el Islam son términos contrapuestos y hay que decidirse por una de las dos opciones, yo mi elección ya la tengo clara.

    16 enero 2016 | 13:29

  4. Dice ser Peppo

    #1 #3 Vuestra islamofobia os ciega.
    El islam no es menos incompatible con los derechos de los homosexuales que el cristianismo fanático. Si no fuera por que vivimos en unas sociedades relativamente libres de la tiranía religiosa, estaríamos igual que ellos. Lo que pasa hoy en Túnez no es muy diferente de lo que pasaba en España a finales de los 70 o principios de los 80.

    Y por supuesto , #1, es completamente falso eso que dices equiparando a Túnez con los animales bárbaros del Daesh.

    #2 Pues mira, claro que es un problema muy grave. Lo es para cualquier sociedad moderna y avanzada, el respeto a los DDHH y la proteccion de las minorias. Tu comentario destila un tufo homofobo mucho peor todavia. Si hay cosas «más importantes», qué importa para un minuto para solucionar una injusticia tan grave, despenalizando un artículo del código penal tunecino que no aporta nada a su sociedad ? De hecho, liberaría juzgados y policia para que se ocuparan de esas cosas mucho más graves e importantes que hay que resolver, ¿no?

    18 enero 2016 | 10:28

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