Por Nieves Gascón (@nigasniluznina)
Rescatamos un cuento recomendado para esta ocasión, que de forma casual parece caer en nuestras manos. Se trata de El Oricuerno, relato que seleccionamos de los Cuentos al amor de la lumbre, de A.R. Almodóvar y Ediciones Generales Anaya, en su primera edición de 1983. Posteriormente ha sido reeditado al menos siete veces por Alianza Editorial de 1999 a 2009. En 2011 volvió a publicarlo la Editorial Anaya con una nueva portada y formato.
En 1995 este libro y su autor, fueron galardonados por el Premio Nacional de Literatura, señalando el jurado “este modélico trabajo, recuperación de la memoria colectiva”. Efectivamente, se trata de una recopilación de cuentos de trasmisión oral, con un minucioso trabajo de investigación previo. Un esfuerzo recopilatorio que engloba creencias, mitos y leyendas de pasadas generaciones, mantenidas y que nos llegan tras años e incluso siglos, en proceso de constante cambio cultural.
El Oricuerno es un cuento que describe como una mujer, tras vengar la muerte de su novio, de un trabucazo y matar a un segundo hombre que no forma parte del plan de venganza, no tiene otro remedio que huir e iniciar un viaje. Y caminando, caminando por los montes, llegó a una cabaña de pastores con los que comparte su historia, pidiéndoles que le proporcionen ropa de pastor. Se transforma con ropa de hombre y cortándose el pelo, para marchar por los mundos, hasta que llega a un lejano pueblo. Se hace llamar Carlos y es contratado en una casa de comercio, para un amo y padre de una joven que se enamora de él. Tras insistir la chica a su padre, extrañado ya que las chicas no hablan primero, es este quien le declara el amor de su hija a su empleado y se terminan casando .
En la noche de bodas Carlos muy triste confiesa a su novia la verdad y esta reacciona positivamente: no te dé pena, que no vamos a decir nada y vamos a seguir lo mismo que si fueras hombre.
Durante muchos años la pareja convive pero al no tener hijos o hijas, bajo sospecha de que alguna cuestión se escapa del control social heteronormativo, se extiende el rumor de que Carlos es mujer. Es entonces cuando el padre de su esposa organiza un banquete en el que planea poner sillas bajas y sillas altas. Si Carlos es mujer, se sentará en una silla baja. Un cuestión de lógica aplastante. Carlos llega a la celebración y se sienta en la silla más alta, con lo que tampoco se puede demostrar nada.
El suegro pone otra prueba: ir de caza y luego al río a bañarse, si Carlos es mujer, no ha de querer bañar. Tras cazar y comer, llega la hora de los baños y Carlos pide que le esperen. De esta manera se va solo, se sienta en un canto muy triste, apareciéndose al momento un oricuerno o unicornio con un asta o cuerno muy largo, quien le pide que se desnude. El bicho u oricuerno le hace una cruz en el empeine y de esta guisa la moza se transforma en hombre.
Finalmente, Carlos vuelve al río, se desnuda y todo el mundo puede comprobar que es un hombre, terminando con especulaciones y rumores.
En la tradición oral española, el Unicornio es un animal mágico que transforma mujeres en hombres durante la noche de San Juan. Mitología que explica hechos que parecen no ser nuevos. De alguna manera siempre ha existido todo tipo de razones cercanas, mágicas, más o menos reales o distorsionadas, para argumentar y dar a entender la realidad. Frente a la invisibilidad de la diversidad social, afectiva y sexual en nuestra sociedad y en la historia, estos relatos de transmisión oral la visibilizan y dan la certeza de que la diversidad no es nueva, contrariando los esfuerzos de invisibilización de la estricta moralidad religiosa, social y cultural imperante en este nuestro país u otros lugares más o menos remotos del planeta, de hace tiempo y hasta en nuestros días.
No se olviden de leer, releer y analizar esta historia, disfrutando de los Cuentos al amor de la lumbre, en las noches de invierno, bajo una manta y mejor en compañía, para que siempre recuerdes este día, como nos apunta la dedicatoria de nuestro ejemplar, que llegó a nuestras manos, seguramente que no por casualidad.
¡Hasta muy pronto!