Por Enrique Anarte, estudiante de Relaciones Internacionales y aprendiz de periodista
Nos encontramos en un local de Malasaña. No responden para nada a la imagen estereotipada que uno podría tener de de un par de editores. El

Foto de Romina Peñate
súbito salto al emprendimiento, al business, no parece haberles supuesto una necesidad de cambiar de atuendo de acuerdo con los formalismos que caracterizan al mundo de los negocios. Tatuajes por todo el brazo, piercings aquí y allá: es el rostro del nuevo emprendedor cultural, poco preocupado por romper los esquemas.
Gonzalo Izquierdo Torres y Alberto Rodríguez Langa, dos periodistas a los que la debacle económica forzó a buscarse otro camino, celebran ya la salida a la luz del quinto y sexto título de su editorial Dos Bigotes. Después de las antologías de autores rusos, africanos y españoles y la primea traducción al español del clásico Imre: una memoria íntima, esta joven editorial independiente de temática LGTBI se ha aventurado con la literatura homoerótica eslovena: Brane Mozetič y Suzana Tratnik son sus últimas apuestas.
Hablamos de muchas cosas, pero sobre todo hablamos de ellos, de su historia, de sus logros y de su futuro. La complicidad entre la pareja es evidente. Llevan juntos en este proyecto desde el principio. Ambos lucen el mismo tatuaje en el brazo, un flamenco coloreado. Durante casi toda la entrevista hablan en primera persona del plural y, a veces, uno completa la frase del otro. Su complicidad no es sino una prueba más de hasta qué punto están completamente entregados a su proyecto, un proyecto que para el resto de nosotros es una iniciativa más que interesante, pero que para ellos es un proyecto de futuro y de vida en común.
¿Qué les hizo dar el salto? Trabajan juntos como periodistas en un medio online, pero en verano del año pasado son despedidos junto a 18 compañeros más. Después del shock inicial, tomaron la decisión de aprovechar el complicado revés como una oportunidad para sacar adelante el proyecto cultural del que tantas veces habían hablado. El contacto como periodistas con el mundo editorial tendió puentes y la convicción de que hacían lo que querían hizo el resto. “Ya sea como periodistas o editores, se trata de contar historias”, cuenta Alberto. “Creemos, además, que la literatura puede profundizar más en algunos temas y, en el ámbito de la literatura LGTBI, puede ayudar a dar voz a gente que habitualmente no la tiene, como es el caso de los autores rusos o africanos”.
Pero, ¿es este el mejor momento para montar una editorial como esta? “Al principio, lo que más nos repetían es que estábamos locos”, recuerda Gonzalo. “La crisis ha azotado el sector editorial con mucha dureza, pero en definitiva como todos los sectores de la cultura”, piensan. Aún así, consideran que quizás el problema no sea tanto de las pequeñas editoriales independientes, sino de las grandes editoriales acostumbradas a vender tantos ejemplares.
Por otra parte, saben que, a pesar de que los gigantes generalistas sí publican a autores LGTBI, todavía se erigen muchas barreras que hay que superar, ya estén estas en los editores, las librerías o los propios lectores. ¿Literatura como medicamento contra la intolerancia? Ellos creen que sí: “Cualquier medio que te ayude a conocer lo diferente, que siempre nos da miedo, puede ayudarte a cambiar de perspectiva y ampliar tus horizontes.”
Tras el estandarte de la diversidad, sin embargo, también puede esconderse un tratamiento poco oportuno de esta. “Hablar de colectivo LGTBI a veces no es muy acertado, en el sentido de que es una generalización”, creen los recién estrenados editores, “y creemos que cada persona tiene una manera de ser y sentir diferente, unas vivencias personales sobre lo que es ser homosexual, bisexual, transexual, etc.”.
Les pido un recuerdo de aquel encuentro y me regalan su cita favorita de aquellas historias que habían llegado a nuestras manos gracias a su amor por la literatura. Gonzalo se decantó por El armario de acero: “Solo quería mostrarles a dos gais felices. Trabajan de noche. Uno es el que sirve el té de fruta y la tarta de crema con miel. El otro es el que se acerca a la mesa de al lado y pone un vaso de vodka a un tipo con gafas. Obsérvenlos con atención.” Alberto elige un fragmento de una autora botsuana de Los deseos afines: “Uno de los pasajeros comentó que odiaba a las mujeres que intentaban parecer hombres. «Mirad a esa de allí», dijo entre carcajadas. «Lo que esa necesita es un hombre de verdad que la enseñe a ser mujer». El hombre que se sentaba enfrente se rió, y también la mujer que iba a su lado. Sethunya se hundió en su asiento, sacó una barra de labios de su bolso y cubrió de malva su vergüenza.”
¿Qué va a ofrecernos en el futuro próximo Dos Bigotes? Cuba, Italia y más plumas hispanohablantes son algunos de los proyectos que preparan. Con suerte, no tendremos que esperar mucho más para seguir disfrutando de sus historias.
Si quieres saber más sobre la editorial Dos Bigotes, puedes entrar en su página web, o seguirles en Facebook, Twitter y otras redes sociales.
Que tengan mucha suerte en su loca su aventura.
28 noviembre 2014 | 11:44